Foto: Árboles de castaña que armonizaban con el paisaje
urbanístico de la naciente ciudad. Cobija primera mitad del siglo
XX. Fotografía: Rodolfo Torrico Zamudio.
La ciudad de Cobija fue fundada el 9 de febrero de 1906, por
el teniente coronel Enrique Cornejo Fernández, con el nombre de “Puerto Bahía”,
en el margen derecho del río Acre. Fundada por la visión geopolítica y
preocupación del general Pando, que había dejado de ser presidente de Bolivia y
era entonces Delegado Nacional en el Territorio de Colonias. Poco después de su
fundación, la entonces Puerto Bahía se fue poblando de gente llegada de todas
partes del mundo. En 1908 el Ministro de Colonización y Agricultura, Manuel
Vicente Ballivián ordenó el cambio de nombre de Puerto Bahía por el de
“Cobija”, en honor al puerto boliviano de Cobija, en el Departamento del
Litoral.
El año 1915 el Delegado Carlos Gutiérrez, dispuso que la
capital del Territorio de Colonias fuese definitivamente la ciudad de Cobija,
por el vertiginoso progreso que había alcanzado. Para entonces, la ciudad
albergaba a una numerosa colonia de extranjeros llegados de lejanos lugares que
habían venido atraídos por la fiebre del “oro verde” (la siringa o Fiebre del
Caucho).
La ciudad se vio llena de comerciantes, buscadores de
fortuna y aventureros tratando de entenderse en sus respectivos idiomas, para
obtener un lucrativo negocio que les permitiera llenarse los bolsillos de
algunos miles de libras esterlinas oro, moneda de uso común en esos años. Se
contaba con varios consulados, como el brasileño, el peruano, el italiano y el
francés.
Probablemente, la primera época o periodo de la historia de
Cobija, la que transcurrió entre su fundación y los años 30 del siglo XX, fue
la mejor de su vida institucional. Existían en la pequeña y floreciente ciudad
todos los adelantos de la técnica de la época y las libras esterlinas corrían
en una ronda de riqueza que parecía que nunca iba a terminar. Se contaba con un
excelente sistema de alumbrado público con un generador movido con una gran
caldera de vapor; el agua potable por cañería era una realidad en 1912 y se la
recogía de las vertientes superiores de la ciudad, lo que garantizaba su pureza
y potabilidad; hacia 1920 la Delegación instaló una pequeña red de teléfonos a
magneto; se estaba analizando proveer de un moderno servicio de correos sobre
la base de la utilización de aviones (en diciembre de 1926 se realiza un vuelo
de prueba con el hidroavión “Cnel. Salazar” que sale de Riberalta con destino a
Puerto Maldonado, haciendo una escala en la barraca El Sena).
Según los censos realizados por la Delegación del Territorio
de Colonias, en 1917 habían en Cobija poco más de 1.700 habitantes que representaban
a más de veinte nacionalidades de todos los continentes, y en 1925 unos 3.000
habitantes.
En este periodo dorado, la ciudad de Cobija ganó el
calificativo de “Perla del Acre”. Años después, se le honraría con el título de
“Centinela de la Nacionalidad”.
Cuando los árboles de goma de la lejanísima Malasia
comenzaron a producir el preciado látex, el imperio del caucho se desmoronó en
América del Sur en forma irremediable. Las semillas sacadas de contrabando y
aclimatadas exitosamente en Malasia el año 1876, a miles de kilómetros de su
lugar de origen, originaron el fin del auge, que duró treinta años en el
Territorio de Colonias y poco más de veinte en Cobija.
El 24 de septiembre de 1938 se creó el Departamento de
Pando, con la Ley del presidente German Busch Becerra que disponía que la
capital del nuevo departamento fuera la localidad de Puerto Rico, a casi 200
kilómetros de Cobija. En 1939, por Decreto Supremo del 15 de mayo y, legalizada
posteriormente, por Ley de la República de 29 de septiembre de 1945 en el
gobierno del presidente Gualberto Villarroel, se trasladó la capital
departamental a esta ciudad de Cobija, en la que textualmente dice: “Teniente
Coronel Gualberto Villarroel Presidente Constitucional de la República: Por
cuanto la H. Convención Nacional ha sancionado la siguiente Ley: La HONORABLE
CONVENCIÓN NACIONAL DECRETA: Declarase capital del Departamento Pando la ciudad
de Cobija, derogándose toda disposición contraria”.
Cobija siguió, sin embargo de su olvido y postración,
completamente fiel a su tradicional apego a la nacionalidad boliviana. Prueba
de ello es la tan épica como legendaria marcha de su juventud a la “Guerra del
Chaco” a miles de kilómetros de su apacible ciudad. “Héroes de la Distancia” es
el calificativo con que el que se los conoce en la historia a esos jóvenes que
acudieron entusiastas y en forma voluntaria al teatro de operaciones, sin ser
convocados. Este periodo, es considerado el más oscuro de Cobija, duró hasta,
aproximadamente, mediados de la década del setenta.
Al año 1977, un joven militar llamado Alberto Sáenz Klinsky,
que ocupó el cargo de prefecto y presidente del Consejo Regional del Noroeste,
simultáneamente, dio inicio a una meritoria actividad que redundó en beneficio
del departamento y de Cobija. Se ampliaron las principales calles y se las
enladrilló; se construyeron algunos edificios públicos como el de CORDENO que
después pasaría a ser la ex–CORDEPANDO y el Palacio de Justicia departamental;
se construyó el Puente Internacional que une a Cobija con la población
brasileña de Epitaciolândia, y se amplió la Catedral, entre otros trabajos
realizados en la ciudad.
Lo único que unía la ciudad con el país, en esos años, eran
los vuelos del Lloyd Aéreo Boliviano (LAB), que se mantuvieron sin variación
alguna. Cobija sostuvo una relación duradera con la aerolínea estatal (en esa
época) y aunque nadie puede indicar con exactitud en qué año comenzaron sus
vuelos, se puede asegurar que el LAB opero en la ciudad por más de setenta
años.
En la segunda mitad década de los ochenta del pasado siglo,
se advierte ya en Cobija un prometedor aumento de las actividades económicas,
coincidente con una etapa de bonanza económica en la vecina República del
Brasil y con el inicio de la extracción del oro aluvional de los ríos del departamento,
que produjo más de cien toneladas de oro en unos diez años de trabajo.
Esa actividad, aunque no generó ganancias directas para
Pando ni para Cobija, logró que se empezara a mover el aparato económico a
través de los negocios y la provisión de víveres y lubricantes para las grandes
barcazas extractoras de oro y la numerosa gente que trabajaba en ella.
Por los años 90 en la ciudad de Cobija comenzaron a
realizarse numerosos proyectos como la ampliación de las calles y avenidas,
cambiando el tradicional ladrillo por losetas. Los servicios básicos, aunque no
satisfacen hasta hoy la demanda total de la población, se modificaron
sustancialmente para poder aumentar su capacidad. Antes de esto, en Cobija se
daba energía eléctrica a la población sólo por horas, de 7 a 10 de la noche.
Hoy existe energía eléctrica las 24 horas del día y se cuenta con uno de los
sistemas de alumbrado público más modernos del país.
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