BREVE ANÁLISIS DE LA HISTORIA CRUCEÑA


Por: Roxana Ybarnegaray Ponce, Master en Ciencias Sociales / Este artículo fue publicado en el periódico La Razón el Noviembre de 2007.

Hasta mediados del siglo XX, el departamento de Santa Cruz se encontraba virtualmente desintegrado de la economía nacional y solamente vinculado al de Cochabamba a través de un precario camino construido durante la Guerra del Chaco. La extensa región oriental de cerca de 650.000 km2 (59% de la extensión boliviana), compuesta además por los departamentos de Beni y Pando también desintegrados, albergaba, según datos del Censo de 1950, tan sólo a 332.578 habitantes; 12,30% de la población total boliviana, que entonces alcanzaba a un poco más de 2,7 millones de personas. Santa Cruz en 1950 contaba con una población de 244.658 habitantes, hoy supera los 1,7 millones de habitantes.

Santa Cruz del ayer y su transformación en lo que es hoy no podría comprenderse sin un repaso a decisivos acontecimientos históricos de la realidad nacional. El énfasis en la articulación de las regiones mineras con el Pacífico junto a políticas de completa liberalidad en el comercio exterior, que caracterizaron el modelo económico de la oligarquía minero-terrateniente desde fines del siglo XIX y hasta las primeras décadas del siglo XX, ahogaron y postergaron toda posibilidad de desarrollo e inserción de la región oriental a la economía del país hasta la primera mitad del siglo precedente. La región cruceńa, productora de azúcar negra, aguardiente, arroz, cueros, café y otros productos, que fue parte del espacio económico regional ligado a la actividad minera de la plata potosina hasta las primeras décadas de la República, quedó prácticamente aislada, adviniendo al nuevo siglo en desventaja creciente frente al resto del país, inundado por manufacturas europeas y alimentos provenientes principalmente del Perú.

La actividad gomera en el noreste boliviano, desarrollada entre 1885 y 1915, si bien demandó productos agrícolas de la región cruceńa, dio lugar a una creciente migración poblacional y pérdida de mano de obra para las labores agropecuarias: ´Por centenares primero y por miles después fueron saliendo los grigotanos para acometer en la selva trabajos de tan halagüeńo rendimiento´, seńala el historiador Hernando Sanabria.

Una débil recuperación de la actividad económica regional ligada a la producción agrícola y también ganadera se dio durante la Guerra del Chaco, en respuesta a la demanda desde el campo de batalla. Después de la guerra, este proceso adquirió mayor vitalidad, al punto de despertar interés en la instalación de modernos ingenios azucareros como el de La Esperanza (1939), luego La Bélgica (1952) y San Aurelio (1957) y en la producción de algodón. La reorientación de la política económica generada tras la guerra y las perspectivas de integración de Santa Cruz que surgen en el Gobierno de Busch y se concretan con la Revolución de 1952, constituyeron el mayor incentivo a iniciativas de inversión locales y del Estado en agricultura, ganadería y agroindustria.

La revolución nacional de 1952 concretó el proceso de desarrollo de la economía cruceńa asentada básicamente en la agricultura. Con la reforma agraria se liberó la mano de obra de las haciendas del altiplano y los valles, haciendo que miles de familias se trasladen al oriente. La reforma agraria favoreció la propiedad agraria de los hacendados cruceńos mediante un proceso de consolidación y dotación de tierras distinto al que se desarrolló en el altiplano y valles.

Con la política de diversificación económica y sustitución de importaciones, el gobierno del MNR dio un gran impulso al desarrollo capitalista en esta región, canalizando fuertes inversiones y distribuyendo insumos de capital. Santa Cruz transitó, a partir de entonces, por etapas claramente diferenciadas. La primera (1954-1958), de cristalización de un importante núcleo capitalista, caracterizado por la canalización de grandes recursos económicos por parte del Estado en el marco de la política de autoabastecimiento y fomento agrícola y agroindustrial, vertebración caminera y ferroviaria, asistencia técnica y crediticia e instalaciones agroindustriales. La segunda (1959-1969), de auge de la economía del azúcar y del arroz y la sustitución total de las importaciones bolivianas y planes de colonización dirigida. La tercera (1970-1975), de auge del cultivo del algodón y la explotación de maderas. La quinta (1976-1985), de crisis e hiperinflación y surgimiento de la soya. La sexta (1986-2000), de ajuste, estabilización y auge de la soya y, finalmente, la del 2000 a la actualidad se asienta en la producción de soya, con la peculiaridad de que tiene que ver con la emergencia de cambios y movimientos de orden político y social y demandas regionales de autonomía político administrativa.

Santa Cruz no es más la región postergada y desarticulada. Por el contrario, es una de las regiones de mayor dinamismo económico del país y de mayor crecimiento poblacional, aun con una estructura económica poco diversificada, una participación mayoritaria de productos básicos y materias primas en la que conviven sectores modernos ligados a la exportación, con otros sectores con atraso tecnológico y baja productividad.

Cada una de las etapas tiene como denominador común la migración interna creciente, sobre todo a la provincia Andrés Ibáńez y a la capital cruceńa. En 1976 la migración neta era de 74.050 habitantes; en 1992, de 242.212 y el 2001, de 427.617. En el 2001, la población departamental superó los 1,7 millones de habitantes, constituyendo el segundo departamento más poblado después de La Paz.
No obstante que Santa Cruz, por sus características poblacionales, es altamente heterogéneo y de síntesis de la nacionalidad boliviana, no ha superado la percepción elitista de su clase dominante y de sus clases medias, de pertenencia a lo ´cruceńo´. Cruceńo es, aún hoy en día, el oriundo de la capital, el perteneciente a familias de ´tradición´ y de ´apellido´; el ´cruceńo´ es el intrépido grigotano que supo, según esta percepción, frente a la adversidad de la política centralista y del clima tropical, imponer sus demandas, dominar y utilizar el bosque para sembrar y cosechar la tierra y para explotar sus recursos; ´cruceńo´ es el intelectual de clase media, el aportante a la cultura y al pensamiento regional y el profesional libre. El otro es el ´camba´: el migrante de áreas rurales a la capital y el indígena que habita en las provincias. El otro es el ´colla´: el migrante de otras regiones. Todo ello, sin considerar que el resto, ´cambas´ y ´collas migrantes´ han acunado con el tiempo su pertenencia y aporte al territorio cruceńo, valorizando su propia cultura y sus tradiciones en un caso, y en otro, asimilando lo nuevo.

La valorización de lo cruceńo y del regionalismo que impregna el discurso político e ideológico de la clase dominante y clases medias tiene sus orígenes en la drástica limitación a la que fue expuesta la región cruceńa a principios del anterior siglo. Las condiciones en que quedó constituyen el fundamento para que a fines del siglo XIX surjan planteamientos de defensa de la región cada vez más coherentes, en clara oposición al modelo y sus expresiones liberal y conservadora. A medida que se fueron acrecentando las dificultades del comercio de productos agropecuarios del oriente y cuando las demandas regionales se vieron reiteradamente frustradas por los gobiernos, se fue produciendo una diferenciación de la clase dominante cruceńa, de sus intelectuales y de su clase media, clase política en sentido estricto, con relación a la clase dominante del área tradicional, paralelamente a una reafirmación de los derechos e identidad regionales.

En 1903 se funda la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos que se convirtió en el medio de congregación y manifestación de hacendados e hijos de hacendados, así como de connotados intelectuales que aportan con artículos editados en boletines de altísimo valor histórico, como es el Memorándum de 1905 redactado por Plácido Molina y Cristóbal Suárez Arana, en el cual plantean la necesaria vinculación de Santa Cruz con el occidente del país y con la Argentina y el Brasil, y reclaman por la protección de los productos del área frente a lo importado.

La problemática regional se convirtió en nacional cuando después de la Guerra del Chaco emergió un sentimiento de integración nacional. A fines de los 40 se organizaron en Santa Cruz sectores de artesanos y clase media en torno al MNR, saliendo elegido Edmundo Roca como alcalde en el gobierno de Villarroel; Roca es quien dirige la Junta Revolucionaria de Gobierno instaurada durante la guerra civil de 1949, cuyo epicentro fue Santa Cruz. En este caso la Junta fue también derrotada, pero a diferencia de los levantamientos de 1921 y 1924, sus postulados contaban con el apoyo popular interno articulado a un creciente movimiento nacional que en su remate derrotó al Estado oligárquico triunfando en la revolución de abril de 1952. La clase dominante cruceńa impactada por las movilizaciones que precedieron a la Revolución de abril buscó la forma de no ser afectada y sobre todo de no ser desplazada del ejercicio del poder regional, organizándose en torno al Comité Cívico Pro Santa Cruz, fundado el 30 de octubre de 1950. A partir de entonces, el Comité se constituirá en el principal instrumento de expresión de la clase dominante cruceńa, compuesta básicamente por hacendados en vías de transformación capitalista y clases medias organizadas en torno a Falange Socialista Boliviana.

Con un discurso aparentemente apartidista, aunque fue conocida la influencia de FSB en los primeros ańos y de otros partidos políticos más adelante, el Comité Cívico emerge como la institución más representativa de la ´cruceńidad´. Su primer presidente, Ramón Darío Gutiérrez, expresaría que con el Comité ´había que lograr, a cualquier costo, la unidad del pueblo cruceńo, avivar los sentimientos íntimos de amor al terruńo, despertar el ideal de las reivindicaciones cruceńistas que habían pasado a segundo plano, teníamos que enarbolar las banderas del cruceńismo más puro y esperar que en torno a ellas se conjuncionaran las voluntades ciudadanas y se aunaran las manifestaciones de solidaridad´.
El rescate de la trayectoria de los movimientos reivindicatorios regionales de la primera mitad del siglo XX en Santa Cruz, caracterizados por un constante reclamo para su incorporación a la economía nacional, que no es otro que un reclamo de pertenencia e inclusión al país, y sus conquistas logradas antes y después de la Revolución Nacional, permite vislumbrar el enorme desafío pendiente de la inclusión y del aprovechamiento del enorme potencial multicultural que tiene hoy la región.

“Gente de todo el país se une por un objetivo”

JORGE HURTADO. 

Propietario de la hacienda El Cidral.
El Cidral es una hacienda ubicada en el municipio de Montero. Su actividad principal es el cultivo de cańa de azúcar, producción de leche y ganado de carne. Su propietario dice: ´Desde la época de mis abuelos tuvimos gente de Santa Cruz, La Paz, Cochabamba y de otros lugares del país. Llegó por el trabajo que se brinda en el ańo. Hoy, la hacienda es un resumen de la nacionalidad boliviana y nunca hemos hecho distinción por la procedencia de la gente. Todos trabajamos, nos cooperamos, construimos. Hay diferencias, claro, pero es positivo. Para poner un ejemplo, los del occidente para carpir usan el azadón, los del oriente la pala, pero todos siguen el mismo objetivo. Por eso, ser cruceńo, sobre todo en el campo, es convivir con la naturaleza y entre personas de distintas culturas. Como empresarios hacemos patria y creamos fuentes de trabajo. La gente que viene de otros lados nos ha mostrado muchas veces que, tal vez porque al principio no tenía familiares cerca, era más responsable. Ahora todos luchan por conservar su fuente de trabajo´.

“El cruceńo es alguien que crea empresa y trabaja”

ÓSCAR ´Papi´ MORENO. 

Propietario de la hacienda La Jupia.
Además de cultivar cańa de azúcar, la hacienda montereńa La Jupia es un jardín botánico con variedad de palmeras y orquídeas, entre otras plantas y árboles. Un lago artificial le permite al propietario criar peces para venderlos en el mercado y para alentar la pesca deportiva. Es otra de las empresas de la zona que se abre al turismo rural. Ocho familias trabajan en el lugar de manera permanente, ´es gente de todas partes´, afirma Papi Moreno. ´Mi capataz, Efraín Vidal, es técnico agropecuario. Sus padres son de Oruro o Potosí, no sé, pero él nació acá, se tecnificó en Muyurina y trabaja conmigo muchísimos ańos. Hay una familia de Chuquisaca y he recibido a gente de Beni, etc. La convivencia es buena y yo aprendí mucho de todo el mundo. El cruceńo es igualmente una persona trabajadora, alguien que arriesga, que crea empresa e invierte en el mismo país. Es alguien querendón de su tierra y nada discriminador. Si hay problemas ahora es por ciertas personas y sectores. La generalidad de la población no se preocupa por esas cosas y trabaja´.

“Las diferencias se borran con la convivencia diaria”

José Luis Aguilera T.

Copropietario de tres haciendas familiares.
Como el resto de las haciendas mencionadas en esta página, las que pertenecen a la familia Aguilera Tarradelle forman parte de Pascana Tours, turismo rural. Una de las propiedades es El Naranjal, cuya antigua casona ha sido rehabilitada para servir a los visitantes las exquisiteces de la zona. Otra es Flamboyán, un lugar para pernoctar, donde un ´colla acambao´ es el capataz, el que ha domesticado a antas y otros bichos de monte que forman un pequeńo zoológico en el lugar. José Luis Aguilera dice que Santa Cruz, pero particularmente las haciendas, son el crisol de la bolivianidad. ´Personas de otros lugares vinieron, aprendieron el trabajo del campo y nosotros de ellas. Es lo que se llama bien común. Grandes diferencias no existen, como se borran en la convivencia diaria las que pueda haber incluso con brasileńos, rusos, estadounidenses y otros que arriban a este lugar. Entre todos buscamos engrandecer nuestra región, nuestro departamento, nuestro país. No se logra si no se es incluyente´.

“En la hacienda tenemos trabajadores del país”

Jaime ´Gringo´ Paz.

Gerente de la hacienda Santa Martha.
El municipio Gral. Saavedra (norte) tiene entre sus atractivos abiertos recientemente al turismo a la hacienda Santa Martha (cańa de azúcar, carne, leche) que pertenece a la familia Paz. El responsable del manejo, Jaime Paz, dice que a partir de la revolución de 1952, Santa Cruz recibió mucha migración. ´Yo tenía tres ańos cuando los primeros colonizadores llegaron de Cochabamba por una ruta que bautizaron como Ucureńa. Les abrieron las puertas y ellos se integraron. Yo pienso que la migración es muy importante; pero también lo es conservar la identidad de los grupos. Estoy en desacuerdo con la posición de alguna gente de Santa Cruz que se niega a aceptar la forma de ser de los otros y en lugar de dialogar, reacciona. Cómo no vamos a aceptar las costumbres de otros bolivianos si aceptamos las extranjeras. No tiene sentido ir chocando todo el tiempo. En mi hacienda, el administrador es de Potosí y los trabajadores descienden de guarayos y guaraníes; tuve zafreros de Tupiza... sin problemas, nunca. En realidad vivimos en armonía´.

“Lo importante es ser bolivianos y querernos”
Jorge Suárez.
Alcalde de Saavedra, norte de Santa Cruz.

Uno de los pueblos más bellos, por su riqueza natural y cultural traducida en la arquitectura colonial que se ha preservado en gran medida, es Saavedra. Un concurso de jardines impulsado por la Alcaldía, sumado al verde predominante de su plaza, crea un efecto visual que pocas veces se puede encontrar, así, en conjunto, en un municipio rural. El domingo 17 de septiembre, una feria de salud reunía a las familias en esa plaza, bajo la mirada del Alcalde. ´Mucha gente salió de este pueblo en busca de trabajo. Casi el 30%. Pero también han comenzado a llegar de Cochabamba, Potosí, Oruro, Sucre... Vienen como zafreros y se quedan, sin mayores problemas para integrarse pues los recibimos a todos´. Con ese panorama relativamente nuevo de migración a esa zona, Jorge Suárez dice que ´ser cruceńo a veces tiene el problema del regionalismo; pero debe olvidarse y las autoridades estamos para dar el ejemplo´. Lo que vale es ´ser boliviano, querernos entre todos los que estamos aquí, pues somos hermanos, parte de un todo´.
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