ÓSCAR ÚNZAGA DE LA VEGA

Por: René Torres Paredes, escritor / Publicado en el periódico Página Siete, el 24 de abril de 2016.

Al anochecer del 19 de abril de 1959, el país se estremeció de espanto; la angustia, desesperación y dolor entró a los hogares bolivianos, las emisoras aún sin confirmar anunciaban la muerte del líder político que consagró su vida entera al servicio de la Nación, Óscar Únzaga de la Vega, jefe de la Falange Socialista Boliviana.
Su muerte no esclarecida pesa sobre la trágica historia nacional y lo sucedido aquel día, sin duda alguna, constituye el episodio más sanguinario protagonizado por el régimen del MNR. Junto a Únzaga apareció muerto su leal ayudante René Gallardo. En el cuartel Sucre fueron fusilados más de 18 compatriotas, la mayoría de ellos conformaban la plana mayor de la Falange. Simultáneamente fueron presos millares de ciudadanos que no pertenecían al partido de Gobierno, que sólo pudo mantenerse en el poder creando un aparato de represión que emuló, cuando no superó, a los creados en los regímenes fascistas de la vieja Europa, organizando grupos paramilitares denominados milicias armadas.
Cuando la sañuda y metódica persecución desconocía todo signo de democracia, Únzaga se constituyó en el líder de la oposición, vivió y murió para y por su causa. Consagró "todas sus energías y su vida misma al servicio del ideal revolucionario de FSB”, como manda el juramento de ingreso partidario y su decálogo, que constituye una norma de ética política que ningún otro partido pudo tener y seguir. A Óscar Únzaga no solo se lo recuerda por el heroísmo en su batallar diario contra el déspota, es un líder político cuyo prestigio traspasó los límites de la Nación. Un político de moral intachable, un visionario cuyo verbo y propuesta aún es vigente. Por ello resulta necesario y útil a la vida política nacional rescatar su pensamiento desvirtuado y tergiversado por la Historia Oficial tejida por quienes traicionaron al nacionalismo revolucionario y por sus enemigos políticos del extremismo de derecha e izquierda.
Su vocación inicial, la de maestro, se manifiesta desde muy joven, egresando del Colegio Nacional Sucre es contratado como profesor. Amante de la naturaleza y su terruño, decide estudiar agronomía, pero el amor a su patria, verla sumida en el derrumbe como consecuencia de la Guerra del Chaco, lo impulsa a tomar otro camino, el de la política. 
A sus 21 años, con cuatro jóvenes universitarios: Guillermo Koenig, Germán Aguilar Z., Hugo Arias B. y Federico Mendoza M., funda la Falange Socialista Boliviana. Ella dirá "nace del dolor de la patria vencida” y convencido de la necesidad de construir una "Patria Grande y Justa” plantea la necesidad de formar al nuevo hombre boliviano.
Sintió la urgencia de lograr una conducta nacional capaz de levantar las fuerzas morales y cívicas de la Nación "engrandecida y renovada” "despertando las energías vitales del país adormecidas hoy...”. Así constituye un movimiento de la juventud a la que impulsa a prepararse cultural y políticamente para afrontar una gesta.
Únzaga inspira a su partido dentro de las líneas ideológicas de la doctrina social de la Iglesia Católica, sin ninguna relación con las corrientes dadas en Italia, España o Alemania. En su discurso de agosto del 41, señalaría, desdeñando a las derechas e izquierdas que "las primeras son impermeables a toda evolución social, se confunden con los explotadores. Las segundas ansiando la liberación de los explotados se confundían y seguían a los sin Patria y a los sin Dios” añadiendo que "existe otro vértice de la inquietud social, de los que quieren justicia sin postrarse ante Moscú, Berlín o Nueva York. Los que quieren la liberación de los explotados, sin el evangelio de las sinagogas marxistas”. Posteriormente señalaría que la Falange no acepta ni a las izquierdas anarquizantes ni a las derechas explotadoras. Plantea la Revolución Integral transformadora hacia una sociedad más justa. "Nuestro credo político se expresa en el triángulo de los conceptos cifrados en el nombre de Falange Socialista Boliviana. El concepto de una organización de avanzada, disciplinada y jerárquica tanto en la lucha política como en el nuevo Estado, es socialista, la transformación del sistema económico de la sociedad del individualismo liberal, al colectivismo social, respetando la propiedad privada. Es boliviana la convicción nacionalista no sólo como circunscripción territorial, sino como interpretación del espíritu boliviano en la política, el arte, la cultura y la historia . Interpretar a FSB fraccionando estos conceptos y quebrando su unidad, es adulterar la estricta posición ideológica que ocupamos”.
El Programa de Principios de FSB, planteado en 1937 conocido como "La Cartilla del 37” contiene principios aún no resueltos y de avanzada revolucionaria para entonces; casi todos fueron hechos suyos por partidos políticos creados años después. Señala un nuevo sentido democrático "el deber político en servicio del pueblo todo”.
Sobre la grandeza de Bolivia, proclama: "Amamos a Bolivia por encima de todo egoísmo. Creemos en el destino eterno de nuestra nacionalidad... Restauraremos la fe en el destino de nuestros pueblos. Solo concebimos la Bolivia única por la vinculación espiritual y material de los pueblos. Es criminal todo intento de romper la unidad nacional. Morirá para siempre la Bolivia desmembrada y regionalista. Nuestra Patria será para todos los bolivianos, sin privilegios de clases. Impondremos la más estricta justicia social”. "Fomentaremos la explotación de nuestras fuentes de riqueza, solidarizando los factores de la producción y organizándola de acuerdo al interés colectivo haciendo imposible la explotación del hombre por el hombre y la lucha de clases...”.
"El indio es la raíz de nuestra nacionalidad. Un plan de reforma agraria le dará su libertad económica y un plan educacional su calidad y dignidad humana” (en marzo del 40, señalaba: "Ya nadie recuerda entre nosotros que la cuna de la auténtica cultura americana floreció en nuestras alturas, que fuimos el milenario Tiahuanacu, el maravilloso Kollasuyo, la culta Charcas, el heroico Alto Perú”).
De la visión de esta cartilla vemos cómo Únzaga y su partido en mucho se adelantó a considerar problemas que aún afligen al país. Sin embargo, fueron continuamente ampliando el pensamiento falangista, estructurando su filosofía y pensamiento político.
En 1947, como diputado electo por Cochabamba, presentó un proyecto de Ley de Nacionalización de los ferrocarriles, en ese entonces administrados por la Bolivian Railway, empresa de capitales extranjeros; constituye sin duda el primer acto que busca la recuperación de las empresas estratégicas en manos de capitales transnacionales.
Estas simples menciones desvirtúan la infamia de que Óscar o su partido servían o eran proclives a los intereses transnacionales o del capitalismo.
Este 19 de abril al recordar su martirio, los 100 años de su movimiento y 57 de su inmolación, en justicia histórica y necesidad patriótica el mejor homenaje recordatorio será el plantear a la Nación frustrada y dividida, enarbolar las banderas unzaguianas, otorgando a nuestra juventud el instrumento de lucha para su futuro y de la Bolivia Renovada "Grande y Justa”.

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