Publicado en el periódico El Diario, el 18 de Agosto de
2015.
En la sesión del 22 de marzo de 1825, el presidente del
departamento de La Paz, don José Miguel Lanza, informó a los cabildantes y al
pueblo en general que había recibido informe desde el Cusco, de que en poco
tiempo más vendría a la ciudad de La Paz el Libertador Simón Bolívar, y en
consecuencia la municipalidad debía preparar el recibimiento solemne y
apoteósico al Libertador de cinco naciones.
Bolívar cruzó el Desaguadero, rumbo a las tierras del Alto
Perú, ya en poder de los patriotas, en Pucara recibió el saludo efusivo del
cacique Choquehuanca, que con-movió a Bolívar: “Por los siglos crecerá vuestra
gloria, como crece la sombra cuan-do el sol declina. . .”.
Seguido de su numerosa comitiva, visitó la localidad de
Copacabana, postrándose a los pies de la Virgen milagrosa, contempló con
asombro las relucientes y sagradas aguas del Lago Titicaca, visitó la Isla del
Sol, de donde emergieron Manco Cápac y Mama Ocllo para fundar el gran Imperio
Inca. En Tiwanaku quedó sorprendido al contemplar las ciclópeas piedras de
formas extrañas y con figuras aladas labradas, posiblemente por culturas no muy
bien establecidas.
El 18 de agosto arribó a la ciudad de La Paz, desde la ceja
de El Alto pudo contemplar asombrado a un pueblo erigido en un pequeño valle
teniendo como custodio el majestuoso nevado Illimani. Comitivas y gente del
pueblo se habían trasladado hasta El Alto para ofrecer un afec-tuoso
recibimiento al Libertador, al Mariscal Sucre, al Gral. Lanza y otros
importantes jefes militares y acompañar en el descenso hacia la ciudad entre
vítores y aclamaciones de júbilo a los grandes héroes y a las tro-pas
colombianas. En Munaypata una salva de 21 cañonazos saludó el ingreso de
Bolívar a la ciudad.
Bajando por la hoy calle Tumusla, llegaron a un sitio
denominado Coscochaca, donde se había erigido un gran arco triun-fal, hecho de
aguayos y fina platería, allí, doña Vicenta Eguino, una de las sobrevi-vientes
de los sangrientos hechos de julio de 1809, dio una calurosa bienvenida a los
ilustres visitantes entregando en manos de Bolívar una llave de oro para su
ingreso a la ciudad aimara de Chuquiago.
Bolívar continuó su marcha hasta la Pla-za de Armas, seguido
de un inmenso gen-tío, acompañado siempre con salvas de artillería y repique de
campanas. Luego se ofreció un Te Deum en la Iglesia Matriz, hoy Catedral,
desfiló el ejército vencedor de Junín y Ayacucho, por la noche se ofreció una
magnífica recepción donde hubo derroche de alegría, banquetes, música y
bebidas. La llegada de Bolívar a estas tierras quedó marcado por siempre en las
páginas de nuestra historia.
Durante su corta estadía, Bolívar, nombrado Presidente de la
nueva República pudo apenas cumplir con algunas tareas administrativas y dictar
decretos. Abandonó Bolivia el 10 de enero de 1826, luego de visitar ciudades
como Oruro, Potosí, Chuquisaca y Cochabamba, donde quiso comprar una propiedad
para un posible retorno.
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