El viajero que, desde las heladas regiones de Potosí, quiere
hacer una excursión hacia el Sud Este de la República de Bolivia, y sigue ese
rumbo, llega, después de ochenta leguas de viaje por caminos de herradura y
faldeando abruptas montañas y- cruzando floridas vegas, a la Ciudad de Tarija,
Capital del Departamento del mismo nombre y qué en la época colonial fue
Partido de la Provincia importante de Potosí.
Hermoso contraste entre las rejiones minerales más ricas de
la República, y tal vez del mundo y El valle más ameno y feraz de- Bolivia!.
Seis leguas Antes de llegar á la Ciudad de Tarija, el
-viajero camina por las desoladas y fríjidas pampas de la altiplanicie de
Guanacuno, donde no entretienen la vista sino elevadas y áridas montañas que
circundan el horizonte, cuando de improviso se encuentra en la cumbre de la
cuesta de Iscayache, y desde ésa altura mira extenderse a sus pies una inmensa
planicie salpicada de manchas oscuras, formadas por la vegetación que cubre el
suelo.
Fijando detenidamente, la vista en el panorama, se comprende
que aquella inmensa hoya ha sido, en tiempos remotos, depósito de aguas, por el
aspecto mismo del terreno, que muestra los contrafuertes de las altas montañas
agrietados por todas partes y con aquel aspecto tan característico de las rocas
bañadas por las aguas.
La falda oriental de estas montañas se encuentra, en la
primera, cubierta de césped, pasto y fragantes, vistosas y variadas flores
silvestres, que halagan, con su perfume y colores, al asombrado viajero,
sorprendido con tan hermoso espectáculo de la naturaleza.
Y como late conmovido el corazón, si ese viajero es hijo de
aquél feracísimo valle, que abandonó en la niñez y vuelve á ver, después de
largos años de ausencia y cuando el alma ha cambiado tanto! Acuden en tropel á
la mente los gratos é- invariables recuerdos de la infancia con su loca
alegría, las emociones sentidas y no comprendidas, las frescas auras de otra
mañana, las noches tibias y tranquilas en que á la tenue luz de la luna y
formando un circulo de inocente curiosidad escuchara las consejas aterradoras ó
las locas fantasías de las mil y una noches. ¡Áy! y como quebranta el ánimo el
recuerdo .tristísimo de los que le amaron y ya no existen!......
De pié sobre la cumbre de la montaña, con los ojos velados
por las lágrimas, la respiración anhelante y el corazón revolviéndose inquietó
en el mundo de los recuerdos, no se puede menos que exclamar entre sollozos;
¡Oh suelo nativo! cuánto te amo!.....
A medida que se desciende de alta cumbre, va notándose una
vejetación cada vez más exuberante y que forma oscuras fajas en las grietas de
la montaña, hasta que por fin se llega á la planicie- inferior que, en suave
declive, conduce al pueblo de San Lorenzo. Capital-de la Provincia Méndez,
pueblo que también es conocido con el nombre de Tarija la vieja., por haberse
proyectado fundar allí el asiento principal, en la época de la colonización española.
Ésta provincia lleva el nombre de Méndez en homenaje al famoso Moto Méndez,
caudillo que, en esas rejiones, combatió heroicamente por la independencia
nacional, siendo tan bravo y esforzado como Lanza. Padilla y Camargo.
El rio que baña las orillas de esta población, mereció que
los españoles le dieron el nombre de nuevo Guadalquivir, en recuerdo del que
riega la Andalucía en España. A la otra margen se divisan los pintorescos
lugares llamados Sella y Canasmoro cubiertos de huertas, sembrados y abundante
vegetación.
En verdad, no fue equivocada la idea qué tuvieron los
primitivos pobladores al comparar estos rientes paisajes con los de. Andalucía.
Y por eso el ilustre estadista José M. Dalence, describiendo el Departamento de
Tarija, dice: —“Todo el territorio de Tarija es feracísimo; su temple benigno y
su cielo sereno. Produce cuánto se quiere y con increíble abundancia”. “Y más
adelante copiando lo repite: —“Sólo diremos que en todo lo que hemos visto,
oído y leído de ambas Américas, no hay otra Provincia comparable á este país y
sólo el fértil Reino de Granada tiene con él alguna semejanza. Allí se dan el
trigo, el maíz, y los demás frutos precisos para el alimento del hombre, el
árbol que produce la yerba del Paraguay, la Coca, el vino, el lino que siembran
en el paraje llamado la Recoleta, sólo para sacar la semilla; y sí no es en
aquella abundancia que debiera, consiste en la poca aplicación de los
habitantes, ó en la escasa salida que consideran á sus frutos, por la pobreza
de los partidos de Lipez y Chichas que le son colindantes. Esta misma
retribución tan pingue se reputa esterilidad, en comparación de las tierras que
ocupan los chiriguanos y demás tribus de indios libres. Los que las han visto
hacen de ellas una pintura semejante á que hicieron á Moisés los primeros
exploradores de la tierra a de promisión.”
Más adelante añade el mismo señor Dalence:— “Abundan mucho
los pastos en Tarija; y son tan sustanciosos y nutritivos que los ganaderos se
ven precisados, en ciertas estaciones del año á votar el ganado a las sierras,
para evitar que las reses engordando sobrado, se mueran, como regularmente
acaece, sin esta precaución.”
Es también célebre el-terreno de Tarija por los enormes
huesos fósiles que se encuentran en diferentes puntos do su distrito.
-« Se han visto canillas de vara y media y dos de largo;
dientes gruesos como el puño, muelas con el peso de cinco y seis libras; un
inmenso esqueleto, cuya mandíbula inferior estaba armada de un colmillo de
cinco pies de largo; una calavera semejante á la del hombre, que medía de la
frente al colodrillo algo más de dos pies y otras piezas semejantes.”
Según el mismo escritor y otros que se han preocupado de
conocer este rico territorio, resulta que en él se encuentra, también, gran
riqueza mineral de oro, plata, cobre, asfalto y otras variadísimas sustancias
de útil aplicación en la industria.
Siguiendo la margen derecha del rio que pasa por San Lorenzo
y que es el mismo que baña las orillas de la Ciudad de Tarija, se llega al
punto en que es necesario cruzarlo para trasladarse á la margen izquierda en la
que se levanta dicha ciudad.
Fray Alejandro M. Corrado, en su interesante libro titulado
“El Colejio Franciscano de Tarija, y sus misiones.” dice así: “Tres leguas más
al Sur de (San Lorenzo,) sobre la ribera izquierda del “nuevo Guadalquivir, al
pié de una pequeña loma, exténdiase una espaciosa y llana meseta.—Parecióle á
Luis de Fuentes la parte más cómoda del Valle! mandó desembarazarla de la
arboleda y maleza que la cubrían; y, con las formalidades acostumbradas, tiró
las primeras líneas de la Villa de San Bernardo de la Frontera. Era el 4 de
Julio de 1574: reinando-en España el señor Felipe II y ocupando la .Silla
Apostólica el Sumo Pontífice Gregorio XIII”.
Respecto al nombre de Tarija, que actualmente se da á la
Ciudad y al Departamento, dice el mismo relijioso, en una nota marginal del
citado, libro, formando con acopio de datos auténticos:—“Si, es verdad lo que
hemos oído referir, esta denominación la recibiera (el valle) del español
Francisco Tarija, quién lo descubrió.—No habiendo encontrado comprobante alguno
de ello en los documentos que hemos tenido á mano, no lo podemos asegurar, ni
debemos negarlo.”
Al pié, pues, de la pequeña loma que halló el fundador Luis
de Fuentes, se extiende, la Villa de San- Bernardo de Tarija, cuyo vistoso
aspecto encanta al viajero,- que por primera vez-la mira desde esa pequeña
eminencia; con sus techos rojizos de tierra cocida medio ocultos entre altos y
frondosos árboles, entre los que descuellan dos seculares y elevados cipreses.
La Ciudad se encuentra circundada por el nuevo Guadalquivir
ó rio de Tarija, cuyas húmedas exalaciones refrescan la admósfera ardiente en
que constantemente se respira. —Las calles anchas, planas y rectas, permiten
mirar de uno á otro extremo de la ciudad. Las construciones son de poca
elevación y gran parte de ellas son de arquitectura moderna predominando
siempre la antigua, construcción española. —No se encuentra ningún edificio
notable.—Sobresalen algo las torres y edificios de los templos; de la-Compañía
y de San Francisco. —A este último está unido el convento de relijiosos
franciscanos, de construcción sólida, pero cuyos claustros ófricos y sombríos
no son muy aparentes para el clima ni de mucho atractivo para el visitante. En
la parte céntrica de la ciudad encuéntrase la plaza principal circunda
naranjos, y otros árboles que le dan amenidad y frescura, y donde los vecinos
concurren á gozar el aura de la noche.
Indudablemente lo más atrayente de Tarija es su campiña, que
la feracidad del suelo hace espléndida por la vegetación, casi espontánea, y
que la mano del hombre haría aun más admirable y provechosa.
Existe en la Ciudad de Tarija un Hospital, un Colejio de
Instrucción Secundaria, otro de niños y algunas escuelas. -Se construye una
casa de Gobierno donde deben funcionar todas las oficinas, públicas. —La parte
habitable de la Ciudad se compondrá, próximamente de unas veinte manzanas de
una cuadra por costado.
Tarija es un país, de una riqueza agrícola y ganadera
admirable; y cuando avancen hacia ella las vías férreas que ya se aproximan, se
trasformará en un centro productor y comercial de primer orden; porque es ley
económica, comprobada por la historia, que la única riqueza permanente y durable
es la vegetal y animal y que los países agrícolas viven en constante
prosperidad, al contrario de los países puramente mineros, cuya vida es efímera
y de circunstancias.
En tan ligerísima reseña no es posible decir más, ni
siquiera, sobre los usos y costumbres del país, asunto siempre interesante: en
una descripción.
Qué bien harán los tarijeños en preocuparse del porvenir
próximo de prosperidad que aguarda á Tarija hoy que las ferrovías argentinas
van casi tocando los lindes de su incomparable territorio. Siglos de
prosperidad compensarán el olvido en que aún yace.
Potosí 1894.
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