Por: Edgar Oblitas Fernández / Autor de La Polémica en
Bolivia. Tomo I. Página 434. Imp. Editorial Publicidad y Marketing La Paz
Bolivia. / Esta nota fue publicada en www.cochabamba-historica.com
Una de las páginas más negras en la historia de Bolivia, sin
duda ha sido la funesta retirada de Camarones que cubrió de vergüenza al
Ejército Boliviano en la Guerra del Pacífico. Sin embargo, de la vasta
literatura histórica producida por los actores y publicistas al dictado de los
intereses en juego, no se ha podido descubrir definitivamente con el manto de
la infamia el nombre del Ex Presidente Hilarión Daza escogido como víctima
propiciatoria para purgar los errores y las traiciones de los hombres y
conductores de aquella funesta guerra que en su momento obnubilados por los
cantos de sirena del Mapocho cayeron consciente o inconscientemente en sus
redes.
En los últimos tiempos, tanto en el Perú como en Bolivia se
ha ido tratando el tema de dicha guerra con mayor serenidad, dando a publicidad
documentos valiosos que esclarecen muchos enigmas que parecían indescifrables.
El autor de este trabajo, en posesión de dichas publicaciones y de cartas y
documentos que verán la luz después de cien años, ha logrado reconstruir estos
hechos descifrando esos enigmas que atormentaban el espíritu humano. En efecto,
el lector podrá conocer muchas verdades de esta guerra hasta ahora ignorados o
tergiversados, en la obra titulada HISTORIA SECRETA DE LA GUERRA DEL PACÍFICO
de mi autoría.
La retirada de Camarones, que fue obra exclusiva de un plan
maquiavélico trazado por el Estado Mayor Chileno obedeciendo consignas del
capitalismo inglés ya ligado a los intereses salitreros de Valparaíso y
Santiago. El plan consistía en separar a Bolivia de la Alianza con el Perú y
ponerla a la vanguardia de las conquistas chilenas. Como para ello no lograron
doblegar a Daza, se sirvieron de la Quinta Columna que ya operaba en Bolivia,
la misma que estaba conformada por ciudadanos bolivianos cuyos intereses
mineros se hallaban ligados a los intereses anglo-chilenos. El cerebro de esta
organización era Aniceto Arce, accionista mayoritario del Huanchaca, siendo su
inmediato Luis Salinas Vega, quien logró convencer y utilizar a Gabriel René
Moreno, Narciso Campero, y Eliodoro Camacho para sus siniestros fines. A Moreno
lo utilizaron como portador de las famosas “Bases” que fueron rechazadas por
Daza en un acto de lealtad al aliado, que no ha sido apreciado debidamente.
Campero y Camacho entraron en juego con el señuelo de la Presidencia que al
final de la tragicomedia quedó en manos del primero.
¿Cómo actuaron Camacho y Campero? Indudablemente que ambos
tuvieron la responsabilidad en los acontecimientos de Camarones y San
Francisco.
Campero al mando de la Quinta División, la mejor organizada
y la mejor armada, circunvaló por los desiertos de Tomave desobedeciendo las
instrucciones terminantes para avanzar a reforzar el Ejército Aliado. Camero
tuvo tiempo suficiente para llegar a San Francisco, pero no lo hizo. La
presencia de Aniceto Arce en su campamento y la paralización de esa división
son demasiado elocuentes.
Camacho tuvo oportunidad de actuar en Camarones donde
influyó decisivamente para la retirada que después se la endilgó a Daza.
Obviamente que a ambos Aniceto Arce les ofreció la
Presidencia de la República por separado, habiendo madrugado Campero, quien en
vez de dirigirse al campo de combate se fue directo a Oruro a proclamarse.
El plan era sencillo. Había de derrocar a como dé lugar a
Daza que era el estorbo para la ruptura de la Alianza Perú-Boliviana. ¿Y cómo
lograrlo? Había que desprestigiarlo y qué mejor oportunidad que en la marcha
que haría hacia el encuentro del Ejército de San Francisco. Todo fue preparado
meticulosamente y se produjo la vergüenza de Camarones y luego la deposición de
Daza.
Pero existen también pruebas de otra conspiración para que
Daza no se hiciera presente en San Francisco y esta conspiración fue el General
Prado del Perú que trató por todos los medios de evitar la presencia de Daza en
aquella acción de armas que consideraba ya una segura victoria. Los celos de
Prado conspiraron también para que se produzca Camarones, pues Daza al mando el
Ejército Aliado se hubiera llenado de gloria y ello le mortificaba el alma.
Sólo así se explica que las caramañolas de los soldados bolivianos hubiesen
sido llenadas de vino y que se hubiese trabado la marcha de la artillería Krupp
así como no se hubiera producido el apoyo logístico necesario.
La caída de Daza estuvo signada por una gran conspiración
que actuó en el secreto más absoluto. Rosendo Gutiérrez que también formaba
parte de la conjura manejó lo asuntos de Camarones en forma admirable, pero se
llevó el secreto a la tumba. Como a la caída de Daza el poder cayó en manos de
Campero y Arce, cuyo idilio tampoco duró mucho tiempo, porque el primero no
cumplió el primer objetivo del plan que consistía en el rompimiento de la
Alianza Perú-Boliviana, los acontecimientos tomaron otro curso, pero el asunto
fue guardado en un secreto que asombra. Los actores de este hecho pudieron
romper como lo hicieron, pero jamás tocaron el tema de sus controversias.
¿Protección mutua? Es más, primero desde las trincheras de la guerra y después
desde el aparato del poder, no descuidaron un solo instante en embarrar y
desprestigiar la figura de Daza, haciendo caer en su persona ya no solamente la
llamada traición de Camarones sino toda la tragedia del Pacífico. Y lo
extraordinario del caso consiste en que en esta labor hubo entendimiento
perfecto con los memorialistas y escritores chilenos que cargaron casi
simultáneamente todas sus baterías contra la figura de Daza, inventando hechos
como el asunto del carnaval y la traición de Camarones que no fue tal.
La conspiración fue tan grande, y la campaña de desprestigio
tan enorme, que el pueblo acabó creyendo en lo que se decía, pero espíritus
acuciosos como Monseñor Miguel de los Santos Taborga y otros, comenzaron a
preguntarse sobre algunos hechos nada claros, algunas lagunas, algunos rastros
e indicios que exigían una explicación de algunos actores del drama que estaban
aún con vida. De esta manera surge la notable polémica entre Santos Taborga y
el General Eliodoro Camacho que fue, el primer intento de esclarecimiento de un
acontecimiento de la guerra.
Las cartas intercambiadas entre los dos personajes
levantaron polvo, pero se tuvo el suficiente cuidado de no difundirlas.
Luego se hizo una publicación en folleto, pero se corrió
igual suerte, al extremo de que hoy por hoy, este folleto es una de las piezas
más raras de la bibliografía de la Guerra del Pacífico.*
El folleto titula CORRESPONDENCIA CAMBIADA CON EL SEÑOR
ELIODORO CAMACHO, SOBRE LA TRAICIÓN DE CAMARONES. Por Miguel de los Santos
Taborga. Imprenta “El Cruzado”. Sucre 1887.
Por la importancia del tema, por la calidad de los
personajes, ambos escritores atildados literato e historiadores, esta polémica
no debe permanecer más en silencio.
En él ya existen suficientes indicios para el
esclarecimiento total de aquella cómplice infamia.
Transcrito por Gastón Cornejo Bascopé
Cochabamba abril 2013.
A continuación va el Folleto original extraído del Archivo
Histórico Nacional. Sucre Bolivia. Con la autorización del importante repositorio
y el compromiso de honor del suscrito de no efectuar uso indebido del mismo.
La necesidad de crear una CONSCIENCIA MARÍTIMA en el alma de
los bolivianos, la convocatoria a la unión de todos los ciudadanos de la Patria
ante el próximo paso anunciado por el Gobierno de recurrir ante el Tribunal
Internacional de Justicia de La Haya, obliga a estudiar, analizar y a inferir
todos los detalles históricos de la Guerra del Pacífico en la que Chile, además
de usurparnos todo el girón patrio de Atacama, nos dejó enclaustrados por más
de cien años.
En otra importante transcripción documental, autoría de
Jorge Escobari Cusicanqui titulada “Historia Diplomática de Bolivia”. La Paz
1975, se desnuda la verdad histórica. Nuevamente es Monseñor Miguel de los Santos
Taborga quien devela la actitud dolosa en que incurrieron algunos historiadores
chilenos para tergiversar los derechos de Bolivia sobre su cualidad marítima.
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