1887 marca un hito importante dentro del Carnaval cochabambino. Fue
precisamente en ese tiempo que por primera vez se realizó una Entrada
carnavalera, organizada por el alemán Adolfo Schultze.
Según datos del historiador Gustavo Rodríguez, la Entrada tomó como modelo el
Carnaval de Venecia (Italia) y el que se realizaba en Colonia, Mainz y
Dusseldorf (Alemania).
Dos años más tarde, se dio un paso más y se consolidó el “Corso de
Flores”.
Ya en 1904, los niños fueron parte de la fiesta de la que participaban los
sectores de la élite.
Según Rodríguez, el “bajo pueblo”, en cambio, observaba las rondas
carnavalescas en la plaza 14 de Septiembre.
El domingo por la tarde, hombres y mujeres daban vueltas en carruajes bien
adornados, jalados por engalanados caballos y en nubes de multicolores de
flores y mixturas.
Ya en la década de los 20 se introdujo automóviles que sustituyeron
paulatinamente a las elegantes carrozas. En los 40s el Carnaval lentamente fue
politizándose, recuperando en algo la función satírica e irreverente que tuvo
en sus orígenes esta fiesta. Aparecían presentaciones que se burlaban de los
partidos gobernantes, que se lamentaban de la crisis económica o que aludían a
la condición mediterránea de Bolivia.
En el Corso, como desde la primera vez que se organizó, continuaban como
protagonistas el “núcleo selecto de jóvenes y señoritas de la sociedad”. De vez
en cuando y sin que su presencia fuera masiva, ingresaban pandillas de campesinos
acompañados de su propio grupo de música entonando alegres bailecitos, además
de huayños. Transcurrido el Corso, principalmente el lunes, las calles del
centro citadino eran ganadas por las comparsas acompañadas por bandas. En las
zonas populares, las pandillas de danzantes hacían de las suyas.
PRIMER CAMBIO
En 1953, el Corso de las Flores dejó su ritual de vueltas en la Plaza Principal
y se trasladó a El Prado. En esa época, los adornados carruajes fueron
reemplazados por el baile de comparsas como los Jets, Always o Caribes, que
ingresaban al son de música brasileña y la cruceña de taquiraris.
Otro cambio importante fue la consolidación del Corso Infantil.
En 1965, para darle un empuje, la Cámara Júnior promovió la elección de la
Reina del Carnaval.
Un quinquenio más tarde, en 1970, Radio San Rafael y la Alcaldía del Cercado
organizaron el primer festival de Taquipayanakus.
CORSO DE CORSOS
La crisis del Carnaval, reducido a un simple juego con agua en las calles y una
que otra comparsa de jóvenes estudiantes al son de una batucada o un taquirari,
parecía imparable, tanto que fue necesario salvarlo.
En 1974, se creó el Corso de Corsos gracias a la iniciativa de Radio Centro con
el objetivo de darle vida al Carnaval. Jets y Always, tradicionales comparsas
estuvieron en primera fila. Al año siguiente se plegaron los soldados de las
distintas guarniciones militares del departamento, lo que le proporcionó al
nuevo Corso una masa segura de entusiastas participantes.
En1975, el Carnaval enfrentó un golpe que lo hizo tambalear. La dictadura
militar del coronel Hugo Banzer, convencida que el placer y la alegría eran
contrarias al “orden y el progreso”, suprimió desde ese año los feriados del
lunes y el martes. La población disgustada se dio modos de resistir la
totalitaria decisión faltando a clases o al trabajo, pero todo anticipaba que
ya nada de continuar la restricción oficial, sería exactamente igual.
En 1978, cuando el ciclo militar concluía, se restituyó el feriado del Martes
de Ch’alla. Desde 1979, también el lunes se recuperó para la fiesta.
Para fines de los años 70s, la juventud de clase media de ambos sexos, que
acudía masivamente a las universidades, empezó a buscar una nueva plataforma
cultural que le permitiera participar en la construcción de una nación mestiza.
Era tiempos de exaltación del discurso político nacionalista revolucionario, de
la música folklórica y del retorno a las calles, no para luchar contra la
dictadura, sino para darle un nuevo contenido a las fiestas de Carnaval.
Como señala Beatriz Rosells, las élites en lugar de continuar recriminando el
crecimiento de los desfiles y festejos populares, decidieron participar en
ellos, reelaborando el mundo simbólico de la fiesta y tomando para sí una larga
tradición de la festividad popular.
LA FOLKLORIZACIÓN
En 1979, los Caporales de San Simón bailaron por primera vez en el Corso de
Corsos. Aunque su debut fue más bien modesto, a partir de allí la historia
empezó a cambiar. Si bien la creación de la figura del caporal se remonta,
según lo ha demostrado Mauricio Sánchez, a principios de la década de los 70s
cuando nació de los sectores populares de las barriales de La Paz; fue en
Cochabamba donde ganó presencia y patentó su actual identidad ligada a la clase
media universitaria y porqué no a los nuevos ricos.
El fenómeno del caporal, con su nueva estética del cuerpo y el movimiento,
rompió las anteriores distancias entre público y danzante; entre la gradería y
la calle. Supuso además la definitiva irrupción carnavalera de las mujeres.
Sensuales, a la par que los varones, pudieron expresar en la danza, la libertad
de sus cuerpos.
La danza del caporal fue la punta de lanza de la folklorización del Carnaval
cochabambino. Para principios de los años 80s, la policromía y la música
nacional, plebeya e indígena habían ganado una presencia activa, un
reconocimiento, participación social y un protagonismo callejero que nunca
antes habían alcanzado.
Desde entonces, cientos de danzarines -Morenos, Kullaguas, Llameradas, entre
otros- con sus trajes de vivos y variados colores, sus sones diversos y su
vistosa coreografía, tomaron sin tregua el ritmo de la fiesta.
A ellos se sumaron los conscriptos de las guarniciones militares, que cada año
cambian de disfraz y de carros alegóricos con originalidad, los grupos
campesinos de las localidades vecinas, las comparsas que visten a la manera de
los años 70s, los danzantes de otros departamentos o los disfrazados
individuales que frecuentemente caricaturizan la difícil situación económica o
se ríen, en sentido carnavalero, de políticos famosos. En fin no excluye como
antaño pues está abierto a todos los sectores sociales, a quien pueda y desee.
Cada cual con su propio libreto y repertorio.
El nuevo Carnaval cochabambino es inclusivo y abigarrado. Y pese a las
diferencias y jerarquías sociales que aún existen en su seno, funciona como una
suerte de comunidad inter y multicultural que acoge, conjuga y tolera como
nunca antes en un mismo espacio lo diverso y lo transgresor, lo tradicional y moderno.
Publicado en el Diario Opinión el 26 de febrero de 2012.
-------------------- BOLIVAR, THE STRONGEST, WILSTERMANN, ORIENTE PETROLERO Y SAN JOSÉ SON LOS CLUBES MÁS GRANDES DEL FÚTBOL BOLIVIANO
- LA CAÍDA DEL HÉROE RAFAEL PABÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario