(www.eldiario.net/noticias/2015/2015_03/nt150324/nuevoshorizontes.php?n=3&-mar-para-bolivia)
En el libro “Memorándum sobre el mar”, Valentín Abecia Valdivieso y Valentín
Abecia López, hacen referencia a la Historia de Bolivia, entre 1884 y 1904
(entre el Pacto de Tregua y el Tratado de Límites), se abrigaba la esperanza de
que Chile iba a dejar un puerto libre y soberano para Bolivia. Domingo Santa
María había manifestado la idea de “ceder a Bolivia una zona de mar en la región
de Tacna y Arica”, por este hecho “era preciso que la negociación con Bolivia
no tuviese carácter definitivo”, (se refería al pacto de Tregua de 1884 y que
se tuviese negociaciónes con el Perú para transferir a aquella (Bolivia) una
parte de lo que el Perú cedía a Chile.
Después de la Guerra del Pacífico se pretendió acceder a Arica. En los
Protocolos de 1895 tomó parte activa el distinguido escritor, diplomático y
hombre público chileno Luis Barros Borgoño, quien explicó su actuación en “El
Ferrocarril” de Santiago, en 1897, manifestando: “Nadie ignora que este país
(se refería a Bolivia) formuló siempre como base indeclinable de cualquier
negociación, la obtención de alguna faja de costa que le permitiese salir de su
condición de cautiva a que le condenaba a perpetuidad la pérdida del Litoral de
Antofagasta”.
Barros Borgoña habló de Tacna y Arica, no para “la satisfacción de necesida-des
más o menos controvertibles del beligerante victorioso ni a mayor ensanche de
su dominio territorial, sino al desempeño de un rol mucho más trascendental
para Chile, rol de conservación y de vida para Bolivia, rol de equilibrio y de
paz para las demás naciones”, decía algo más: “la entrega a Bolivia de un
puerto que pueda permitirle su libre y fácil acceso al mar y un régimen
comercial basado en la absoluta exención de tributos, habrían de crear, entre
los dos países, los más estrechos y duraderos vínculos de amistad”.
Barros Borgoño era de una mentalidad abierta y dinámica, sus planteamientos
habrían creado realmente un clima de paz y complementación. Con esa doctrina en
los Protocolos de 1895, Chile se comprometió a ceder Arica a Bolivia o, por lo
menos la Caleta Vitor.
El ministro chileno en Lima, Máximo Lira, explicaba “que lo que buscaba Bolivia
no eran mayores facilidades para su comercio, sino el complemento de su
nacionalidad, con puerto propio”.
Los bolivianos nos sentimos orgullosos de nuestro héroe don Eduardo Abaroa, su
presencia está en la mente y en los corazones de todos. Había perdido la vida
un 23 de marzo 1879, defendiendo nuestro territorio en las costas del Pacífico,
cuando el ejército chileno tomaba po-sesión de estas tierras. En la actualidad
sus restos (arriba) se encuentran en el templo y convento de San Francisco de
la ciudad de La Paz, donde también se halla instalado el Centro Cultural Museo
de San Francisco. En este 23 de marzo de 2015 reafirmamos nuestra fe y
espe-ranza de un cercano retorno al mar.
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