Fuente: Historia del Movimiento Obrero Boliviano de: Guillermo
Lora.
EL GOLPE DE ESTADO
“iTriunfó la revolución más popular de la historia política
de Bolivia!”, ese titular a siete columnas abrió la edición de “La Calle” del
día 21 de diciembre de 1943.
Un audaz y rápido golpe de mano concluyó llevando al poder a
los elementos militares jóvenes agrupados en la Logia Razón de Patria (RADEPA)
y al Movimiento Nacionalista Revolucionario. La revolución del 20 de diciembre
cobró dimensiones insospechadas que, con toda certeza, sus promotores
castrenses y civiles estaban muy lejos de imaginarse.
Sus motivaciones inmediatas, según relatan algunos
protagonistas, resultan pueriles y parecen no guardar relación alguna con la
gran movilización masiva y proletaria que originó. El Mayor Alberto Taborga 1
que se atribuye la paternidad del cuartelazo del 20 de diciembre, dice que los
jóvenes oficiales derrocaron al General Enrique Peñaranda para evitar que
lchazo diese su propio golpe. Ofrece el itinerario de las actividades
subversivas de este jefe militar y no estamos en la posibilidad de someter a
comprobación todos estos datos, pero no debe olvidarse que Taborga era en ese
entonces un hombre de confianza del gobierno.
“Ichazo inicia su faceta subversiva el 4 de marzo de 1940,
cuando pretende evitar la transmisión del mando presidencial de Quintanilla al
electo Peñaranda. En esa fecha, en franca inteligencia con el Presidente
Provisorio, organiza el “atraco” a la persona del heroico defensor del
Kilómetro 7, General D. Bernardino Bilbao Rioja, a la sazón Comandante en Jefe del
Ejército, atentado ignominioso perpetrado en el recinto del Palacio Quemado”,
El General Bilbao abrigaba ambiciones presidencialistas.
“En 1941, los Coroneles Viera, Soza, España, Acosta y otros
provocan un careo con Ichazo en presencia de Peñaranda; enrostrar al
conspirador sus trajines divisionistas dentro de la oficialidad joven.
Peñaranda manda a fronteras a los denunciantes e lchazo es ratificado en la
Jefatura del Estado Mayor.
“En 1942, en ocasión de una visita de Peñaranda a
Cochabamba, los alumnos de la Escuela de Guerra le solicitan tome medidas
definitivas con el consuetudinario revoltoso. La denuncia trasciende al público
por intermedio del periodista don Porfirio Díaz Machicao, pero Peñaranda vuelve
a ratificar su confianza a lchazo.
“En 1943, ante la cómplice pasividad de Peñaranda, lchazo
organiza una potente unidad motorizada (12 tanques de asalto), que denomina
“Escuadrón Escolta”, integrado por oficiales, clases y soldados oriundos de su
campanario (Tarija). Esta última provocación del sedicente subordinado a la
disciplina militar, determina la señal impostergable a los revolucionarios del
20 de diciembre”. Zilveti Arce Ministro de Peñaranda, confirma estos datos.
Los militares de la Logia RADEPA abrigaban la esperanza de
llegar al poder para “realizar la grandeza de la Patria”. Posteriormente, se
han atribuido a esta revolución las motivaciones más diversas y algunas de
ellas elaboradas por compromisos o por el afán de halagara los dueños del
poder. Sería ocioso inventariarlas, pero nos interesa citar una opinión, porque
quien la dijo pasará a la historia como uno de los mayores enemigos del régimen
Villarroel. Tomás Monje Gutiérrez, desarrolló la curiosa tesis -cierto que a
posteriori- de que la revolución del 20 de diciembre se hizo para restablecer
el respeto a la ley. No dejará de sorprender los elogios que dedica a los
nuevos gobernantes.
Comienza demostrando que la Presidencia de Peñaranda era
inconstitucional, porque no se eligió al mismo tiempo a un Vicepresidente y
luego añade:
“La nueva organización del Poder Ejecutivo, el movimiento
revolucionario que lo inspiró, no ha tenido seguramente otro miraje que ese
desconocimiento, para restaurar el orden constitucional tan tenido a menos.
“Tengo la confianza
de que la actual Junta de Gobierno, que ha ahogado ese régimen de opresión y
absolutismo desenfrenado, mantendrá, como lo viene haciendo hasta hoy día, las
disposiciones básicas que rigen los destinos de nuestra nacionalidad, para
vigorizarlas en las prácticas de la democracia ...
“Estas actitudes, tan inmediatas al pronunciamiento
revolucionario han despertado la confianza perdida del pueblo, infiltrando
hasta en los espíritus más inquietos la seguridad inequívoca, por sus recientes
declaraciones, de una completa restauración en el equilibrio institucional”.
En sus inicios, el golpe de Estado fue concebido y consumado
por un sector del ejército. La Guerra del Chaco (se ha repetido hasta el
cansancio que se trató de una catástrofe sin precedentes) no reveló únicamente
la inutilidad del ejército, en cuyo descargo se puede decir que resumía todos
los aspectos negativos de nuestro atraso, sino la quiebra definitiva de las
viejas concepciones políticas y la incipiencia organizativa e ideológica del
socialismo boliviano. Sin embargo, tuvo la virtud de desencadenar la gran
inquietud del pueblo, particularmente de la juventud de la clase media. Los
generales estaban interesados en controlar el poder para ocultar su
culpabilidad en el desastre. El “corralito” de Villamontes más parece una opereta
que un episodio de la historia.
“A horas 7, Peñaranda ordenó a su ayudante Ramallo que fuera
a informarse del estado de la situación”. Ramallo volvió a los pocos minutos y
dijo: ¡Mi General, le están esperando, ya están presos!
“Peñaranda sonrió nerviosamente y, avivando el paso, sin
responder, ingresó al patio del jardín, saliéndole al encuentro el General
Lanza, quien le dijo en voz baja:
“General, tenga usted consideración con la persona del señor
Presidente; hablaremos, Peñaranda respondió en voz alta;
“¡Qué consideración con estos tipos!
“Al divisar al Presidente (Daniel Salamanca) y a sus
acompañantes, díjoles aún en voz más alta: “Ustedes han procedido cobardemente;
ahora voy a enseñarles a ser hombres!
“Luego, dirigiéndose a los soldados que contemplaban
aquello, ordenóles: “Tómenlos presos a esos señores! ¡Ninguno debe escapar!
¡Llévenlos a la pista!” 3. El Presidente Salamanca había destituido a Peñaranda
de la jefatura del ejército por inepto. La camarilla de este último respondió
con el pintoresco golpe de mano de Villamontes.
Pantomimas de esta especie son posibles porque las fuerzas
armadas se consideran por encima del gobierno, de la política partidista y de
intereses extraños a los de la casta militar. En ciertos momentos, después de
la guerra, se puede comprobar que no hay más fuerza política que el ejército.
Los generales sacaron ventaja de esta circunstancia para sus propios y
mezquinos objetivos. La camada joven de la oficialidad, creemos que actuando
con desinterés y únicamente guiada por la búsqueda de la grandeza de la Patria,
arribó a su propia conclusión: únicamente ellos, actuando al margen de los
partidos políticos, podían lograr la transformación del país y acaso retornar a
los días de gloria de Santa Cruz y Ballivián. Esto explica y en cierta manera
justifica, la proliferación de sectas secretas moviéndose como logias y que han
concluido imprimiendo su huella en la marcha política del país. Se dice que en
los campos de concentración de prisioneros en el Paraguay nacieron algunas
logias militares y sus idearios, expresados de manera pueril. Eran la
consecuencia de la rebelión de los jóvenes contra la ineptitud de los generales
y coroneles y contra la deshonestidad e indiscutible impotencia de los viejos
políticos.
Pedro Zilvetti Arce ha divulgado parte del texto del
Estatuto orgánico de la Logia mariscal Santa Cruz 4 y que viene a confirmar la
incipiencia ideológica de los jóvenes oficiales, que estaban seguros que todos
los problemas quedaban resueltos si se sabía actuar en forma cerradamente
clandestina, castigando con la pena de muerte a los traidores y enemigos de la
Patria. La lectura del documento nos lleva al convencimiento de que esta logia
militar consideraba como una de sus atribuciones privativas la de designar y
eliminar a los Presidentes de la República:
“3. Las Juntas Extraordinarias se efectuarán cuando:
“b) Cuando se haya producido en la República un movimiento
revolucionario de importancia.
“c) Cuando se tenga que imponer un nuevo Plan de Acción
Gubernamental, esto por supuesto cuando se haya cumplido con el primero...”.
Acaso no debería sorprender el texto anterior, porque no es
el único de su especie, cuando generalmente las organizaciones que se arrogan
tales atribuciones no las estampan por escrito, se limitan a ejecutarlas. A
fines del siglo pasado (1875) la logia masónica, que entonces pugnaba por
organizarse en escala nacional, expresó que era de su incumbencia el resolver
la suerte de la Presidencia de la República.
“33. Son atribuciones de las Juntas Generales: ... 6° Elegir
al candidato para la Presidencia de la República...
“El que haya reunido la mayoría absoluta, será para la
hermandad proclamado candidato. Este resultado se comunicará por la Directiva
como mandato a todas las Juntas Centrales, para que todos los hermanos obren en
ese sentido”.
Ostria calificó de relámpago a la revolución del 20 de
diciembre de 1943. Comenzaron las operaciones sorpresivas a la una y media de
la madrugada y cuatro horas después el golpe estaba totalmente consumado. La suerte
del Presidente Peñaranda quedó definida cuando su Jefe de Tránsito (sus
efectivos y armamento habían sido aumentados con miras a estabilizar el
régimen) y el hombre de su absoluta confianza, Mayor Alberto Taborga, decidió
volcar el cuerpo de varitas a su mando en favor de los Mayores juramentados.
Este último sostiene que él ideó y consumó la “revolución”, que debía ser una
maniobra exclusivamente castrense. En esto estaba equivocado.
Puede ser que Taborga se hubiese sorprendido de encontrar en
el Palacio de Gobierno, cerca del medio día del 20 de diciembre, a los
dirigentes movimientistas y muchos más de que ya estaba listo el decreto
designando al gabinete civil militar, en el que ocupaba la cartera de Gobierno.
Lo evidente es que, conforme revela Zilvetti Arce, algunos meses antes de
diciembre el Mayor Antonio Ponce entró en contacto con la plana mayor
movimientista y fue ultimando el acuerdo político con miras al futuro golpe de
Estado y al cogobierno RADEPA-MNR. Los jóvenes militares buscaban así llevar a
su lado a un partido popular que podía asegurarles el apoyo de los trabajadores
y del grueso de la clase media. Por otro lado, ambas organizaciones tenían algo
en común: sus simpatías hacia Alemania e Italia, aunque no se quiera admitir su
franco filo-nazismo.
La militancia movimientista casi nada tuvo que hacer en el
golpe audaz. El pueblo como tal estuvo ausente de los hechos e ignoró los
planes castrenses. Casi sólo por cumplir un acto simbólico, elementos del MNR
ocuparon el edificio de teléfonos automáticos cuando ya todo estaba consumado.
Por razones explicables “La Calle” llamó a esta marcha de vencedores “maniobra
audaz”: “Como labor previa al estallido mismo, tenía que cumplirse la operación
rápida, enérgica y audaz de las centrales telefónicas. Tal tarea quedó
íntegramente encomendada a elementos del MNR y fue realizada principalmente por
los señores Céspedes, Gumucio, Zuazo Cuenca y Julio Calvo, por una parte;
Arauco Paz, Guevara, Chacón, Montaño y Escobar¡ por otra”
IMPLICACIONES POLÍTICAS
El primer manifiesto de la Junta Militar, suscrito por
Gualberto Villarroel y Víctor Paz Estenssoro incluye las justificaciones del
golpe de mano y múltiples promesas en favor de la efectiva democratización del
país.
Ese documento del gobierno revolucionario pudo haber sido
redactado únicamente por el equipo de “La Calle”, pues campean en él el cinismo
y la viveza criolla. Comienza desarrollando la manida tesis de que los
desaciertos y abusos del Presidente depuesto obligaron a los patriotas a
levantarse en armas:
“Sus cuatro años de dominio del país (del General Peñaranda)
constituyen el justificativo histórico de la revolución... El pueblo y los
hombres jóvenes del ejército de Bolivia, provocados a la rebelión por el
desenfreno del régimen caído, por la ilegalidad constante de sus actos, por el
criminal engaño que él ha hecho de la fe pública, por el derroche de los
dineros fiscales y por el completo abandono en que ha dejado los intereses
bolivianos, eludiendo prever el pavoroso mañana que le reserva la postguerra,
han tomado las armas vengadoras con que Bolivia, condenada hasta hoy a la
dominación oligárquica, salva una vez más su Constitución, sus libertades y su
destino”.
El nuevo gobierno, desde el primer momento, creyó de su
deber utilizar todos los recursos para impresionar bien a los yanquis. Había
que echar por la borda el filo nazismo y alinearse osadamente al lado de los
Estados Unidos. Se acusó a Peñaranda de no haber tenido la suficiente firmeza
para llevar hasta su punto culminante la colaboración de Bolivia con el
imperialismo:
“Estos hombres merecen el castigo nacional por haber
impedido que la colaboración de Estados Unidos pudiese llegar hasta el pueblo.
Su criminal indiferencia para con la pobreza popular y su insaciable codicia,
han desbaratado inclusive los intentos del gobierno de Washington para aliviar
la miseria de los trabajadores bolivianos... La carencia de seriedad y
responsabilidad en los gobernantes hoy derrocados constituyó el mayor obstáculo
para un entendimiento de equitativo beneficio ente Bolivia y los Estados
Unidos”.
En los párrafos finales se dice que será “restablecida la
normalidad constitucional” y que la democracia, “traicionada por Peñaranda”, se
convertirá en algo palpable.
Los antecedentes de pro-nazismo, ciertos o no, del grupo
formado alrededor de “La Calle”, cuyos elementos más prominentes figuraban en
el primer gabinete de Villarroel, empujaron al Departamento de Estado a
declarar en cuarentena al nuevo gobierno. Se trata ciertamente de un vergonzoso
caso de intervencionismo imperialista, pues se buscaba eliminar a algunos
nombres del equipo ministerial y asegurarse la incondicional adhesión del
régimen Villarroel. Intencionadamente el depuesto Peñaranda declaró en Arica:
“El movimiento revolucionario ha sido llevado a término por elementos
nazistas”.
Entre los ministros merecen citarse los siguientes: Alberto
Taborga, Antonio Ponce, Carlos Montenegro y Augusto Céspedes. El 21 de
diciembre comenzó una colosal campaña para obtener el reconocimiento
diplomático de la Junta de Gobierno por parte de los Estados Unidos. Si esta
batalla hubiese sido librada teniendo como eje él respeto al principio de que
los pueblos pueden y deben darse el tipo de gobierno que deseen y mejor
convenga a sus intereses y utilizando la movilización de los otros países
sojuzgados por las grandes metrópolis (sobre todo los latinoamericanos) y de
los movimientos revolucionarios, hubiese sido librada teniendo como eje el
respeto al principio de que los pueblos pueden y deben darse el tipo de gobierno
que deseen y mejor convenga a sus intereses y utilizando la movilización de los
otros países sojuzgados por las grandes metrópolis (sobre todo los
latinoamericanos) y de los movimientos revolucionarios, hubiese sido posible
hablar de la total armonía entre las proclamas anti-yanquis dichas en el llano
y la conducta observada desde el gobierno. Desgraciadamente se trataba de otra
cosa. La Junta de Gobierno materialmente reptó ante el poderoso en busca del
tan ansiado reconocimiento, abandonó sus principios y cometió actos bochornosos
para demostrar su total sometimiento al Departamento de Estado. Alberto Ostria,
que siempre se inspiró en lo que dicen y hacen los norteamericanos, pudo
escribir: “La revolución los ha convertido. En realidad -explican- ellos han
tomado el poder “porque el anterior gobierno no colaboraba suficientemente con
los Estados Unidos”, “En lo internacional se apresura a declarar el jefe de los
“nacionalistas”- seguiremos apoyando la causa de las Naciones Unidas, ya que es
el pueblo boliviano, quien, mediante sus personeros, se ha adherido a la causa
aliada. Todos los compromisos internacionales, así como la Carta del Atlántico
serán celosamente respaldados por el nuevo gobierno”. Víctor Paz Estenssoro, en
declaraciones al periodista mexicano Adolfo Galio, añadió: “Seguiremos
cooperando a Inglaterra y le enviaremos nuestro estaño para que sea fundido en
Liverpool. He ahí otra manera cómo Bolivia se mantendrá como nación en guerra
contra los países totalitarios. Entonces quiere decir que si el gobierno
depuesto no cumplía sino a medias sus compromisos, nosotros abriremos las
puertas a todos los países democráticos...” La línea estaba dada: el Presidente
Villarroel no se apartaría un solo milímetro de la obsecuencia ante el imperialismo
para poder conseguir el reconocimiento diplomático por los países timoneados
por los Estados Unidos.
Augusto Céspedes dice que a él se debió la designación de
Sánchez de Lozada, uno de los consejeros del multimillonario rey del petróleo y
conocido elemento propirista, como agente confidencial encargado de lograr el
reconocimiento diplomático de la revolución nacional por el Departamento de
Estado.
El comité Consultivo de Emergencia Internacional, que
funcionaba en Montevideo, recomendó “a los gobierno americanos que han
declarado la guerra a las potencias del Eje o que han roto sus relaciones
diplomáticas con las mismas, que antes de proceder a reconocer el nuevo
gobierno de Bolivia, lleven a efecto, a la brevedad posible, por la vías
diplomáticas usuales, tanto las consultas como el intercambio de informaciones
correspondientes”.
A los dos días de instaurada la Junta de Gobierno, José
Antonio Arze, jefe del PIR, asumió una actitud que por sí sola demuestra su
total sometimiento al Departamento de estado. Desde México telegrafió al
Vicepresidente y al Secretario de Estado de los Estados Unidos sugiriendo -iqué
triste papel de quien se complacía en presentarse como marxista a ultranza!-
que para el reconocimiento del nuevo régimen se impugnan las siguientes
condiciones:
“1. Ratificación expresa de la guerra contra Alemania
yJapón, que completa la solidaridad del pacto de las Naciones Unidas;
2. Una prueba efectiva de que no existen lazos con el
gobierno de Ramírez u otros de tipo fascista;
3. Garantías para la CSTB, afiliada a la CTRL y para los
partidos democráticos;
4. Una convocatoria inmediata a elecciones democráticas;
5. Garantías contra posibles actos de anti- semitismo”
A su retorno a Bolivia, Arze no tuvo el menor reparo en
proponer al régimen por él calificado como “nazifascista” la cooperación del
PIR. En uno de los acápites del memorial de sostiene que dicha cooperación
podría contribuir a precipitar el reconocimiento de los Estados Unidos. La
proposición fue rechazada de plano y probablemente fue dictada por los
movimientistas.
El Departamento de Estado resumió en un memorándum 10 las
conclusiones de las consultas efectuadas y se aconsejaba no proceder al
reconocimiento del gobierno Villarroel-MNR. La decisión fue acatada por
diecinueve países, a los que se sumaron luego Gran Bretaña y el Canadá. Dicho
documento detalla las vinculaciones que tuvieron los jóvenes militares y los
dirigentes movimientistas con los agentes del nazismo en Bolivia. Solamente la
Argentina se atrevió a contrariar la consigna norteamericana y el país
permaneció relativamente aislado durante medio año. Se deterioraron las
relaciones comerciales y fueron suspendidos los programas de asistencia técnica
y económica.
El gobierno inició una serie de maniobras encaminadas a demostrar
que sus miembros habían abandonado para siempre sus posibles simpatías hacia
los países del Eje. Se comenzó eliminando a los ministros de filiación
movimientista. Fue decretada la nacionalización de los bienes de los súbditos
de los países catalogados como fascistas y, para vergüenza del país y de los
gobernantes fueron apresados ochenta y tres súbditos alemanes y nipones, a los
mismos que se los embarcó en un avión con rumbo a las presiones que mantenían
los norteamericanos. Finalmente, se convocó a elecciones para el 2 de julio de
1944. Así se pretendía demostrar que el gobierno ingresaba a una nueva etapa, a
la democracia complaciente con los norteamericanos.
La respuesta no se dejó esperar. El Departamento de Estado
envió a Bolivia a un observador, Avra Warren, que tenía la misión de constatar
la efectividad de los cambios operados en la política interna de Bolivia. A
comienzos de junio de 1944, dicho diplomático escribió un informe favorable a
la Junta de Gobierno que en los párrafos salientes dice: “No quedaba ya ni un
solo representante del MNR en ninguna de la posiciones de importancia” y que el
Mayor Villarroel le había asegurado “que el MNR no tenía posibilidad práctica
alguna de recibir una mayoría de votos en las elecciones próximas, ni de
coaligarse con otros partidos para obtenerla”. El testimonio de Warren
determinó que los Estados Unidos reconociesen a la Junta de Gobierno el 2 de
junio de 1944.
La oposición derechista, directamente apuntalada por el
desairado stalinismo pirista, no siguió el ejemplo dado por el imperialismo
norteamericano, sino que procedió a organizar un frente antigubernamental que
obligó a la Junta de gobierno, debido a su excesiva intransigencia, a
abandonarse en brazos de las masas en busca de apoyo y garantía para su
estabilidad. El 24 de mayo de 1944 quedó constituida la Unión Democrática
Boliviana, integrada por los Partidos Republicano Socialista, Republicano
Genuino, Socialista y de la Izquierda Revolucionaria. Como se ve, se trataba de
un contubernio del stalinismo con la crema y nata de la rosca.
La UDB partía de la certidumbre de que el no reconocimiento
precipitaría la caída ruidosa de los revolucionarios del 20 de diciembre. Su
programa, de cinco puntos, pone en evidencia la línea política que podía agradar
a Norte América:
“1º. Por la extirpación del nazifascismo y por la completa
solidaridad con la causa de la Naciones Unidas. “2º. Por la
constitucionalización del país y por la efectividad de las libertades
políticas”.
Coincidía con el espíritu del famoso “Memorándum” del
Departamento de Estado: “La UDB surgió de la imperiosa necesidad de salvar a
Bolivia de la amenaza del nazifascismo. Es un hecho indiscutible que la
revolución del 20 de diciembre fue planeada y ejecutada por grupos militares y
civiles ampliamente conocidos por sus antecedentes de simpatía hacia el Eje. La
plataforma de agitación de los grupos que hicieron la revolución del 20 de
diciembre, fue la prédica contra la naciones extranjeras y en especial contra
los Estados Unidos, propugnando un nacionalismo autárquico y boxerista”.
El gobierno Villarroel, que debutó ofreciendo respetar las
garantías democráticas, bien pronto no tuvo más remedio que iniciar una
política represiva contra la derecha que no se cansaba de conspirar. Al mismo
tiempo, organizó a los trabajadores e introdujo importantes reformas sociales,
todo para ganarse la confianza incondicional de las masas y controlarlas
estrechamente. Bien pronto se tipificó como un régimen bonapartista que
oscilaba constantemente entre el “Manifiesto de la Unión Democrática
Boliviana”. La Paz, 29 de junio de 1944. imperialismo y el proletariado. El
stalinismo, incapacitado para comprender este fenómeno, hizo todo lo posible
para soldarse con la rosca.
El nuevo régimen no solamente que propició la realización
del congreso campesino, sino que dictó un enérgico Decreto Supremo (15 de mayo
de 1945) suprimiendo en el agro los trabajos gratuitos y el pongueaje. Desde
arriba se instituía el salario, que, por ser precisamente nada más que una,
medida burocrática, quedó como simple declaración. Otra disposición (Decreto
supremo de la misma fecha) obligaba a los propietarios de fundos rústicos a
establecer y mantener escuelas rurales. Se organizó una comisión encargada de
proyectar el Código del Trabajo Agrario y que no pasó del terreno de las buenas
intenciones.
Las autoridades del Ministerio del Trabajo auspiciaron la
formación de la Federación de Mineros. Los fabriles, ferroviarios y otras ramas
laborales, encontraron el franco apoyo del gobierno. Las principales medidas
adoptadas en materia social fueron las siguientes:
1. Por Decreto Ley de 7 de febrero de 1944 se estableció el
fuero sindical: “Los obreros o empleados elegidos para desempeñar los cargos
directivos de un sindicato no podrán ser destituidos sin previo proceso”.
2. Descuento de las cuotas sindicales por planilla (Decreto
de 27 de noviembre de 1945).
3. Inclusión de los meses de prueba en el cómputo de
servicios para los efectos de desahucio y retiro forzoso o voluntario (Ley de
23 de noviembre de 1944).
4. Por Ley de 18 de diciembre de 1944 se declaró “Día del
Trabajador Minero Boliviano” el 21 de diciembre en homenaje y memoria de los
caídos en la masacre de Catavi.
5. El Decreto de 21 de diciembre de 1944 estableció el pago
de aguinaldo y prima como dos beneficios diferentes.
Como hemos visto, el gobierno Villarroel fue instaurado
después de un golpe de Estado a espaldas del pueblo. Su constante lucha contra
la reacción y la necesidad de encontrar apoyo interno para poder presionar al
imperialismo le obligaron a movilizar enérgicamente a los obreros e incluso a
los campesinos; deliberadamente, aunque impulsado por las circunstancias, se
transformó en un régimen popular. En esta medida concluyó creando en su propio
seno un elemento activo que podía acabarcon el régimen de la pequeña burguesía
y sobrepasarlo. En las postrimerías del villarroelismo este proceso era ya
inconfundible. Las masas, dirigidas por los mineros (o, por lo menos, por sus
capas más avanzadas), se encaminaban firmemente a sentar las bases de un
proceso radical que tendía a romper los estrechos límites impuestos por los
teóricos y gobernantes del MNR. Este fenómeno chocó con la contrarrevolución
del 21 de julio de 1946 y siguió un curso diferente.
Dentro del gobierno MNR-RADEPA la contradicción interna era
palpable desde el primer momento. Villarroel ensayó una serie de recursos para
deshacerse de los movimientistas, hasta que en vísperas del 21 de julio la
ruptura se hizo formal. No se debe olvidar que Roberto Hinojosa, hombre de
confianza de Villarroel e inspirado por el grupo militar, puso en pie, con
ayuda oficial, el llamado Partido de la Revolución Boliviana, con miras a
neutralizar a los movimientistas dentro del oficialismo. El partido de Hinojosa
(en los hechos no fue más que un proyecto) se declaraba al lado del nuevo
ejército, de los trabajadores, de los campesinos y de los estudiantes. Para
impresionar proclamó la supresión “radical de la actual desigualdad social
boliviana, dentro de la cual una minoría ejerce el monopolio económicopolítico,
esquilma al proletariado, a los campesinos y al pueblo en general”.
GUALBERTO VILLARROEL
El pueblo fue sorprendido al saber que el Presidente de la
Junta de Gobierno era un elemento hasta ese entonces totalmente desconocido, el
Mayor de ejército Gualberto Villarroel. “La Calle” de 22 de diciembre se vio
obligado a presentar a quien parecía ser un debutante en política.
El Coronel Gualberto Olmos, apartándose de la información
proporcionada por “La Calle”, dice que Villarroel nació en “Villa Rivero,
pueblo de Cochabamba, el 15 de diciembre de 1908, en un hogar sencillo (por
decir humilde, G.L.) y honorable; hijo del señor Enrique Casto Villarroel y de
doña María López”. Sería erróneo concluir que el futuro reformista y jefe de un
gobierno popular fue el resultado obligado de su cuna. La carrera castrense
contribuye a desclasar a los hijos de hogares humildes.
Hizo sus estudios elementales y secundarios en Cochabamba,
los últimos en el Colegio Nacional Sucre. En enero de 1925 se trasladó a La Paz
para ingresar como becario al Colegio Militar. “El cadete G. Villarroel desde
el primer año de estudios se perfila como caballero intachable...”. Se ha
insistido mucho acerca de la dedicación al trabajo y de la disciplina del joven
militar; por sus altas calificaciones alcanzó la distinción de abanderado del
Colegio Militar, un honor a los que muy pocos pueden ascender. “También se hizo
acreedor al premio “Abdón Calderón”, instituido por la República del Ecuador
para el mejor alumno del año.
El joven estudiante, arrancado de una provincia perdida en
el valle cochabambino, conoció tierra extranjera en 1927 (a los 19 años). Se
encontraba entre un centenar de cadetes que viajó a Buenos Aires “con motivo de
la invitación que hiciera la hermana República Argentina a varias escuelas
militares sudamericanas a raíz de la inauguración del monumento del General
Mitres, quien en Bolivia había sido Director del Colegio Militar en 1942”
En 1928 tuvieron lugar los sucesos del Fortín Vanguardia en
el Chaco y que estuvieron a punto de precipitar la guerra con el Paraguay. A
raíz de estos acontecimientos, el Presidente de la República promovió al curso
de Villarroel al grado ¡nmediato superior, cuando aquél se encontraba en
vacaciones. De esta manera en enero de 1928, se vio convertido en subteniente.
El estudio sistemático y paciente que aprendió en el Colegio Militar será uno
de los rasgos de su personalidad por el resto de sus días.
Más que estratega de alto vuelo fue el paciente y meticuloso
organizador e incansable instructor. V¡vio pegado a los reglamentos y
cumpliendo celosamente su deber. Por todo esto, se distinguió como un oficial
modelo, pero es difícil encontrar en él al genio, como desean sus parciales,
quienes sacan ventaja de su memoria o sus admiradores castrenses. En la
política puso de manifiesto las mismas virtudes y la mismas limitaciones. No
fue un recio caudillo y sí, más bien, un cauteloso reformista, admirable
trabajador, leal y bondadoso y tercamente apegado a sus ideas. En 1930 fue a la
Escuela de Clases como instructor de suboficiales; pero en 1931, pidió ser
incorporado a la compañía de ferrocarrileros del Regimiento Pando, “que
iniciaba en Bolivia el servicio técnico dentro de las prácticas militares”. Se
trasladó a Viacha y tomó a su cargo el tramo ferroviario a la frontera con
Chile. “Luego dirige los ferrocarriles del Estado y continuadamente su nombre
se populariza”.
A fines de 1932 llega a ser Oficial de Estado Mayor y como
siempre, se distingue por su devoción al trabajo. Cuando estalla el conflicto
bélico del Chaco, es nombrado jefe de Claves del Estado Mayor en Villamontes,
entonces era ya teniente. “En las apremiantes necesidades de la guerra, el
rendimiento del Teniente Villarroel adquirió caracteres notables; creó claves
originales e impuso una organización científica que se ajustaban a los
requerimientos de la campaña”. Se dice que el General Kundt exaltó los
eficientes servicios que prestaba. Posteriormente (1934) se incorporó al
Regimiento Ayacucho 8 de Infantería para marchar a primera fila.
Parece que el brillante oficial fue incorporado a la logia
masónica durante la Guerra del Chaco, que le abrió la posibilidad de una segura
y rápida carrera castrense.
En la postguerra deambuló, como tantos otros, por puestos
fronterizos. El año 1937 se incorporó a la flamante Escuela Superior de Guerra
que funcionaba en Cochabamba. Allí conoció a Quiroga Galdo y otros
intelectuales que oficiaban de profesores y que tuvieron enorme influencia
sobre Villarroel y el movimiento político castrense. El futuro Presidente se
distinguió como excelente alumno y realizó algunos estudios monográficos, como
aquel del petróleo y de la urgencia de instalar una refinería en Cochabamba.
Podemos añadir que fue Presidente de la República y bailó en
el farol el 21 de julio de 1946. Son estos datos los que rompen la monotonía de
una existencia íntegramente dedicada a cumplir debidamente las tareas que se le
encomienda.
El Mayor Elías Belmonte, en quien la influencia nazi es
indiscutible, fue el animador principal de RADEPA, organizada en los campos de
prisioneros del Paraguay, durante la Guerra del Chaco.
Permitánme descargarlo, por favor.
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