“ES PREFERIBLE MORIR A BALA QUE MORIR DE HAMBRE” LA MATANZA DE COCHABAMBA, PERPETRADA POR LA DICTADURA DE HUGO BANZER

Foto: Victimas de la masacre de Tolata. / Por: Francisco Ortiz Pinchetti / Este artículo fue publicado originalmente en la Revista Proceso de México, el 21 de enero de 1978.

“Es preferible morir a bala que morir de hambre”. Ante el cadáver de Gumersindo Zeballos —su rostro terriblemente desfigurado por la metralla— los campesinos quechúas de Tolata, en el Valle de Cochabamba, comprendieron que el lema de su desesperada lucha había sido convertido en dramática realidad por el gobierno boliviano.

Era la noche del 29 de enero de 1974
Unas horas antes, el ejército había cubierto de sangre 200 kilómetros de incipiente insurgencia popular Esa fue la respuesta del gobierno del general Hugo Bánzer al hambre de cientos de miles de campesinos que habían recurrido al bloqueo de carreteras, como medida desesperada de protesta, ante las medidas económicas dictadas por el mandatario Medidas que condenaban a muerte a los sectores más pobres del país.
De lo ocurrido en Bolivia hace justamente cuatro años poco pudo conocerse en el país y menos en el extranjero Censurada la prensa, la versión oficial quedó como verdad única e incuestionable
Sin embargo, documentos y testimonios recabados por Proceso permiten ahora conocer una infame historia que puede resumirse en una palabra: masacre.
El descontento de los campesinos en Bolivia empezó a hacerse crítico a partir de octubre de 1972, cuando la moneda nacional se devaluó en un 665 por ciento El poder adquisitivo de los salarios disminuyó en forma importante Y los campesinos se vieron particularmente afectados
La política discriminatoria del gobierno de Hugo Bánzer Suárez para favorecer los intereses del capital privado, acentuó los efectos de la devaluación Los precios de artículos nacionales controlados por ese sector empresarial subieron desorbitadamente En cambio, los productos de campesinos debían mantener un precio desproporcionadamente bajo, debido al control de las autoridades.
En 1974 la situación en el campo se hacía insostenible El 20 de enero el gobierno de Bánzer expidió la “resolución ministerial 15,600”, conteniendo una serie de medidas económicas absolutamente discriminatorias Según las disposiciones, los precios de algunos productos como el azúcar, el arroz, la harina, los fideos y el café subían hasta en más de 100 por ciento.
Ninguno de esos artículos se produce en la zona de los Valles y del Altiplano bolivianos, por lo que los campesinos de esas regiones necesitan comprar esos productos básicos para su alimentación; pero lo que ellos producen continuaba sujeto a controles de precios excesivamente duros.
Y entonces el hambre hizo aflorar el descontento Los campesinos desbordaron el esquema de control del sindicalismo oficial y del “Pacto Militar-Campesino” y, sin mayor conciencia política que la emanada de una necesidad apremiante, optaron por seguir sus propios caminos.
El gobierno, sin embargo, desoyó sus reclamos Y surgieron los primeros brotes de inconformidad En Quillacollo fueron los obreros de una fábrica, la “Mónaco”, los primeros que salieron a las calles para protesta contra las medidas económicas Consiguieron pronto el apoyo de otros trabajadores y también de campesinos de la región Hubo incidentes violentos e intervino la Guardia de Seguridad, lo que dio origen a refriegas sangrientas con saldo de un muerto y docenas de heridos, cuando las autoridades desalojaron por la fuerza a los trabajadores que habían bloqueado la carretera.
No obstante los claros motivos del descontento —las medidas económicas—, el ministro de Agricultura, coronel Alberto Natusch Busch, dijo que “estos hechos fueron provocados por activistas incrustados entre los pobladores de Quillacollo” Y el gobierno no atendió las peticiones concretas de los quejosos.
A partir del 24 de enero la inconformidad de los campesinos se multiplica en todo el Valle Alto de Cochabamba Ocurren los primeros bloqueos de carreteras para impedir el acceso de la producción regional a la ciudad de Cochabamba.
Para el día 26, los campesinos de la región de Sacaba se habían solidarizado con el movimiento A cada momento surgían nuevos bloqueos en los ánimos del Valle.
El gobierno vio con inquietud la expansión de la acción campesina Movilizó contingentes militares y trató de dividir a los campesinos, sin éxito Negociaciones entre dirigentes y campesinos y representantes gubernamentales se estancaban ante la negativa de éstos a la derogación de las medidas económicas Aquellos exigieron la presencia de Bánzer.
Se calcula que el domingo 27 de enero el número de campesinos que en distintas partes participaban en los bloqueos llegaba a 20,000 E iba en aumento.
Según relatos de varios participantes, el ambiente entre los bloqueadores era de alegría y confianza “Tenían fe en la legitimidad de su causa y optimismo en los resultados de sus acciones masivas” Muchas vendedoras se habían instalado cerca de los puntos de bloqueo de las carreteras para ofrecer sus productos En varios lugares, los curas locales oficiaron misas en plena carretera.
El lunes 28, a las nueve de la noche, el presidente Bánzer decretó el estado de sitio en todo el país Y en un mensaje a la Nación dijo:
“Quedan advertidos quienes consciente e inconscientemente están comprometidos en esta nueva aventura de la antipatria, que en última instancia favorece al juego del plan subversivo internacional, que mi gobierno será inflexible en imponer las sanciones legales”
Ese mismo día, Bánzer designó al general Juan Pérez Tapia, interventor militar en la zona de Cochabamba, su representante personal en los negocios con los campesinos.
Pronto se abocó Pérez Tapia a cumplir su cometido El martes 29 por la mañana se reunió en Tolata con los dirigentes de los bloqueadores Paciente, el militar escuchó los argumentos de los campesinos y se ganó su simpatía Y se llegó a un primer acuerdo: el presidente de la República viajaría desde La Paz para entrevistarse con los campesinos en el kilómetro 45 de la carretera a Cochabamba y automáticamente se levantarían los bloqueos Tanto Pérez Tapia como los dirigentes campesinos expresaron entonces su optimismo de que se marchaba hacia un arreglo definitivo del problema.
Esas no eran, sin embargo, las intenciones del gobierno.
El propio general Pérez Tapia relataría después que al regresar de su entrevista se topó en el camino con una columna del Ejército que avanzaba hacia el Valle Alto Eran seis tanques y ocho camiones que transportaban tropas bien pertrechadas El general habló con el mayor Cordero, que encabezaba la columna, para tratar de detener el avance Le explicó que se había llegado a una posibilidad de acuerdo pacífico Pero Cordero contestó que obedecía “órdenes superiores” y continuó la marcha Eran las cuatro de la tarde.
A las cinco, el convoy llegó cerca del sitio del bloqueo del poblado de Tolata Los campesinos, ingenuos, creyeron que Bánzer llegaba para dialogar con ellos Los militares los instaron a apartarse del camino La respuesta fueron risas, gritos y la pedrada lanzada por una mujer contra un oficial.
Se oyeron tres ráfagas de ametralladora.
Ante la inesperada realidad de la masacre la gente huyó en desbandada; pero muchos cayeron La mayoría de los cadáveres recuperados después estaban a cierta distancia del asfalto y tenían balazos en el estómago y en las piernas.
¿Cuántos fueron los muertos?
“Hemos visto montones de cadáveres de campesinos amontonados como leña”, dijo uno de los soldados presentes en los hechos.
Pero la masacre apenas comenzaba La columna militar siguió su camino sembrando la muerte: Cliza, Tarata, San Isidro, Toco y otros poblados velaron esa noche a sus caídos, 16 cuando menos Además, según varios testimonios, dos volquetas de la municipalidad “cargaron muchos muertos” y se los llevaron con rumbo desconocido Un testigo ocular contó 42 cadáveres Otro, en el aeropuerto de Cochabamba, vio a soldados transportar 30 camillas con muertos o heridos a un avión militar.
Por otra parte, a las ocho de la noche del mismo martes 29, otro contingente militar, perteneciente al regimiento Manchego, avanzó desde Santa Cruz y en Epizana masacró a los campesinos que bloqueaban la carretera Los primeros informes hablaron de 15 muertos y 20 desaparecidos, pero el número de unos y otros creció con el paso de los días, según diferentes versiones.
Otras refriegas ocurrieron en Sacaba, Suticollo, Lawachaca y otros puntos del Valle, el miércoles 30 Ese mismo día, el ejército rompió numerosos bloqueos en las rutas Cochabamba-Oruro La Paz-Oruro y Sucre-Cochabamba Y el jueves 31 el comando de la VII División comunicó que “concluyeron las operaciones militares tendientes a normalizar la situación” y que el bloqueo de caminos había terminado.
El primero de febrero se entregó a la prensa el último informe oficial sobre los hechos En él se asentaba que hubo 13 muertos, 10 heridos y 21 presos Sin embargo, un informe de la Comisión “Justicia y Paz”, con datos todavía parciales, señala que se comprobó lo siguiente: en Tolata, 16 muertos enterrados en la región y 42 desaparecidos, cargados en volquetas el día de la masacre; en Epizana, tres muertos enterrados y de 12 a 15 desaparecidos; Sacaba un muerto, y Quillocollo, un muerto.
Puede así deducirse que el total mínimo de muertos y desaparecidos llegó a 70 ú 80 En medios militares, según asienta el citado informe, se manejaron cifras de entre 100 y 200 muertos, lo que coincide con las versiones más generalizadas entre los pobladores de los valles de Cochabamba
La versión militar oficial atribuyó siempre el origen del conflicto a la actividad de “elementos subversivos infiltrados” y esgrimió que las operaciones del ejército tenían siempre “características específicamente disuasivas”, pero que en algunos casos se encontraron con actitudes hostiles y agresiones que tuvieron que responder.
El presidente Hugo Bánzer dirigió el primero de febrero un mensaje a los campesinos bolivianos:
“El gobierno —dijo en su parte sustancial— hará cumplir el estado de sitio y en esta labor deben cooperar los campesinos, porque el país necesita orden, precisa que la gente trabaje en paz A ustedes, hermanos campesinos, voy a darles una consigna como líder: el primer agitador comunista que vaya al campo, yo les autorizo, me responsabilizo, pueden matarlo Si no, me lo traen aquí para que se entienda personalmente conmigo Yo les daré una recompensa”.

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