Fuente: Tarija en la Independencia del Virreinato del Río de
la Plata. De: Eduardo Trigo O'Connor d'Arlach.
Aunque el triunfo del Ejercito Libertador en Ayacucho fue
definitivo para la cusa de la emancipación americana, el general Pedro Antonio
de Olañeta no reconoció la capitulación del virrey de La Serna. Se retiró a Potosí
y se fortifico en el Sur del Alto Perú con sus tropas que numéricamente se encontraban
reducidas como consecuencia de la guerra doméstica. Su propósito era llegar a las
provincias norteñas del Rio de La Plata con el anhelo de avanzar y restablecer
el virreinato de Buenos Aires.
Antonio José de Sucre había hecho su ingreso triunfal el La
Paz el 7 de febrero de 1825 y el día 9 convoco a una asamblea para que se
reuniera en Oruro para definir el futuro del Alto Perú.
José María de Urdininea que conducía la división que formo
Arenales llego a Tupiza. Olañeta abandono Potosí y el coronel Carlos Medinaceli
que había sido fiel colaborador, defecciono de sus filas y con 300 soldados
chicheños se retiró hacia el Sur y proclamo la independencia. Olañeta, a la
cabeza de 2700 soldados fue al encuentro de quien consideraba era un traidor.
Mientras tanto, el entonces coronel Francisco Burdett O’Connor,
que fue Jefe de Estado mayor General del Ejercito Unido Libertador en la
batalla de Ayacucho y que había ingresado al Alto Perú al lado de Sucre, se dirigió
desde Potosí hacia el Sur a la cabeza de la división que comandaba, a la cual
se incorporaron el regimiento de Dragones Americanos y el batallón Aguerridos. Después
de marchar casi tres leguas, el jefe irlandés recibió un parte del teniente
coronel Medinaceli a través del cual le
comunicaba que el 1 de abril de 1825, día de Jueves Santo, había muerto el
general Olañeta, en un motín ocurrido en su tropa a orillas del rió Tumusla.
En Tarija se había dado un movimiento político para poner
fin al poder español que aún mantenía presencia en el Sur del Alto Perú, como
consecuencia de él, el gobernador José Felipe Echazu organizo una fuerza de 400
hombres para que marchara en apoyo de Pérez de Urdininea pero ella no llego a
entrar en combate por la muerte del jefe español, lo que dio lugar a su retiro
a pedido expreso del jefe patriota.
José María de Urdininea encomio el auxilio de la tropa
tarijeña; en carta que en 10 de abril dirigió desde Cotagaita al gobernador
Echazu, entre otros conceptos, le decía:
Jamás he dudado un poquito del patriotismo de los oficiales
tarijeños, siempre he contado con ellos al servicio de la Patria; y por eso es que
al emprender mis movimientos para este interior quise tener el gusto de
anticiparles esta noticia y que tuviesen parte en las glorias que se preparan.
He visto confirmados mis planes y aunque
materialmente no hayan concurrido a la destrucción del enemigo no por eso aquella
parte activa que merecen sus conatos, porque si las circunstancias hubiesen
dado tiempo, tampoco tiene duda, que hubiesen maniobrado como los ictoriosos
combatientes. Por tanto rindo a US. Las más debidas gracias por la generosa
oferta que hace de las tropas, que han marchado en mi auxilio, prometiendo
elevar este merito a la consideración de los generales de la Patria toda la
gratitud que se merecen.
El coronel Carlos Medinaceli en la Proclama para la emancipación
de Charcas o Alto Perú, que firmo en Cotagaita el 1 de febrero, destaco
particularmente el apoyo tarijeño, decía:
Tarija con el gran guerrillero Cnel. Eustaquio Méndez, está
enviándonos 500 hombres de refuerzo, con lo cual nuestro Regimiento y Batallón
Cazadores y Chichas, comandados por los Tenientes Coroneles Melchor Daza y
Melchor Mérida, contarán con 1.300 efectivos. Tupiza también nos auxiliará con
300 hombres del Tcnel. José Herrera, cuyos soldados hállanse en medio camino a
Cotagaita. Contamos además muchísimos voluntarios listos.
La arenga del encuentro de Tumusla tenía el texto siguiente:
¡Jefes, Oficiales y Soldados!
¡Valerosos chicheños, tarijeños y compatriotas!
Por la liberta y autonomía de la patria, enfrentamos decididos
a la División enemiga que avistamos ya. DE vuestro empuje denuedo y valor de
esta tarde, del primer día de abril, de Jueves Santo, dependerá la gran
victoria o la derrota definitiva de nuestro Regimiento y batallón ‘Cazadores’ y
‘Chichas’.
Cortemos a la vez la traidora contramarcha del batallón Unión
del Cnel. Ml. Valdés, o Barbarucho.
¡Adelante Camaradas! Y los enemigos que aparecen al Norte y
con ellos los del sud desaparecerán como las sombras con el día.
¡Viva la Patria y viva la Libertad!
Campo de Tumusla, abril 1 de 1825
Cnel. Carlos Medinaceli (fdo)
La acción de Tumusla dio fin con la última presencia militar
española en el Alto Perú, allano el camino para la fundación de la república de
Bolivia y, al mismo tiempo, hizo desaparecer las amenazas que se manifestaban
sobre el Norte de las Provincias del Rio de la Plata.
Pedro Antonio de Olañeta, oriundo de España, estuvo dedicado
a actividades comerciales y mineras; se movía entre Potosí, Tarija, Salta y
Jujuy, lo que le permitió un gran conocimiento de esa región. Su carrera
militar la inicio bajo las órdenes de José Manuel Goyeneche en 1810. Fue un hábil
estratega y de absoluta lealtad a la Corona. En reconocimiento a sus
merecimientos, por decreto real de 27 de mayo de 1825, fue nombrado virrey,
gobernador y capitán general de las Provincias del Rio de la Plata.
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