Fuente: YPFB Corporación, 75 años de aporte al desarrollo
nacional. // Foto: Traslado de equipos, en busca de petróleo, a lomo de mula en
la quebrada de Cuevo, en el Chaco boliviano (1923).
A pocos años del período independentista, en la joven República de Bolivia
comenzó a gestarse la ambición y especulación sobre las primeras tierras con
resina o brea de petróleo, a flor de tierra. Para entonces, el país contaba con
una vasta extensión territorial, elevados niveles de pobreza, analfabetismo e
incipiente desarrollo económico.
Cuando otros países como México y Venezuela ya realizaban la explotación, comercialización
y exportación de sus reservorios de petróleo, en Bolivia algunos comerciantes
nacionales y extranjeros, influenciados por la actividad minera, se dieron a la
tarea de acaparar la mayor extensión de concesiones en la perspectiva de especular
y lucrar con la reventa de tierras.
En 1865, el ciudadano Juan Manuel Velarde solicitó extensas concesiones en las
provincias Acero y Tomina de Chuquisaca (Charcas). En 1867, los ciudadanos
alemanes Frank Hoskst y Ed Hansen consiguieron que el presidente Mariano
Melgarejo les ceda concesiones en la Provincia Salinas de Tarija.
En 1896, Manuel Cuellar descubrió accidentalmente manantiales de petróleo en
Mandiyuti, en el Chaco boliviano y éste junto a su socio, Ignacio Prudencio
comienzan a comercializar el producto en Sucre, para lo cual pidió concesiones
al gobierno junto a Ernesto Reyes, las mismas que le fueron entregadas en
Chuquisaca en 1899. Al ver los resultados, éstos y otros socios fundan el
“Sindicato Sucre”, consiguiendo concesiones por 74.999 hectáreas (Has.) en
1911.
El agrimensor Luis Lavadenz, gerente general del “Sindicato Sucre”, descubrió
en 1907, manantiales de petróleo en Saipurú (Santa Cruz), éste recogió las
primeras muestras y las envió para su análisis a la Argentina, donde se confirma
el hallazgo de petróleo. De inmediato, solicita al gobierno la concesión de un
millón de hectáreas y establece los contactos para impulsar los primeros
emprendimientos en la búsqueda de hidrocarburos, velando obviamente por sus
intereses comerciales.
Este personaje instó a empresarios bolivianos y capitalistas a invertir en uno
de los primeros proyectos de explotación comercial, en el país, pero no logró
convencer. Por este motivo, viajó a Europa donde consiguió despertar el interés
del capitalista inglés Percival Farquhar sobre Bolivia, con quien inició la
primera explotación comercial.
Farquhar, perfora el primer pozo en busca de petróleo en Cuevo en el año de
1911 y luego otro en Charagua, no obstante, ambas empresas fracasan en su
primer objetivo, una perforación de 200 metros de profundidad, que tropieza con
dificultades técnicas. El inglés quiebra y se retira del país a los pocos meses
del emprendimiento hidrocarburífero.
Convencido de la riqueza que podrían guardar las entrañas bolivianas, una vez
más Lavadenz, viaja a Europa, esta vez a entrevistarse con Henry Deterding,
magnate de la Royal Dust Shell, quien pese a expresar interés no arriba al país
debido al estallido de la Primera Guerra Mundial que ralentiza el desarrollo de
la industria del petróleo.
Lavadenz no se dió por vencido, insistió y convenció a inversionistas en Chile
que llegaron a Bolivia para organizar en 1913, la primera “Compañía Petrolífera
Caupolican y Calacoto” que siete años más tarde, en 1920 perforó su primer pozo
en Calacoto, sin embargo el trabajo se detuvo a los 160 metros y nunca más se
reanudó.
Con las primeras emanaciones de petróleo, Miguel Velasco instaló en su hacienda
Lourdes, en 1915, la primera planta de refinación que fue construida por Percy
Boland. Los primeros productos obtenidos fueron gasolina, kerosén y fuel oíl
pesado, combustibles que se comercializaban en Santa Cruz. El fuel oil era
usado como lubricante para los ejes de los carretones arrastrados por animales,
la nafta servía para el alumbrado en mecheros y la gasolina para los primeros
automóviles importados al país.
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