Por: Pablo Peralta - Miranda Periodista / Página Siete, 29
de mayo de 2016. // http://www.paginasiete.bo/ideas/2016/5/29/jj-torres-anos-asesinato-97960.html
La pregunta la lanzó un periodista. El general estaba en el
exilio. ¿Cree que usted tendrá otra vez responsabilidades presidenciales?
"No aspiro a tanto”, dijo primero. Luego continuó con lo siguiente:
"Tengo una deuda y será pagada cuando el pueblo vuelva al Palacio
Quemado. Llegué con el pueblo, con él salí y aspiro que el pueblo vuelva al
Palacio aunque sea sin mí”. Ésa fue la respuesta de Juan José Torres.
Ocupó la presidencia entre 1970 y 1971. Fue depuesto por el
golpe de Hugo Banzer, por el cual también se vio obligado a salir de país.
La entrevista, indicada líneas arriba, data de 1973 y fue realizada en
Santiago de Chile.
LA CONVERSACIÓN FORMA PARTE DEL LIBRO EN DEFENSA DE MI
NACIÓN OPRIMIDA, PUBLICADO EN 1985.
Tres años después de aquella entrevista, el 2 de junio de
1976, Torres fue asesinado en Buenos Aires, Argentina, víctima del Plan
Cóndor. Esta operación fue llevada adelante por el fascismo militar
del Cono Sur para aniquilar a los líderes de izquierda de la
región. Hoy, tras 40 años de aquel fatídico suceso, colaboradores y
quienes tuvieron encuentros con él evocan a aquel político.
LA PRESIDENCIA Y SU PERFIL
"Torres de 49 años de edad, se vio de pronto alzado en
hombros por una imponente manifestación que de El Alto lo llevó hasta el
Palacio Quemado, como nuevo gobernante de Bolivia”, relata el historiador
Mariano Baptista en Breve historia contemporánea de Bolivia.
Asumió la presidencia después de que tras la renuncia
del general Alfredo Ovando a la presidencia se generara una pugna al interior
de las Fuerzas Armadas, en la que hubo, incluso, un fallido triunvirato
militar que no logró apoyo.
¿Cuál es el perfil que se puede trazar de Torres? "El
general era antes que todo un hombre muy apegado al país. Era una persona muy
leal a la nación. Fue un nacionalista revolucionario, hombre progresista, pero
nacionalista a la vez”, sostiene el economista Flavio Machicado Saravia, quien
fue su ministro de Planificación y Finanzas.
Javier Torres-Goitia, quien se desempeñó como ministro
de Salud, recuerda que aquel líder fue "un militar de ideas
nacionalistas revolucionarias, muy identificado con las fuerzas obreras del
país y con el sector popular”. Y agrega otro rasgo: "Era muy abierto a las
diferentes posiciones con la idea central de tratar de luchar contra la pobreza
y mejorar las condiciones de la mayoría de la población. No era sectario.
Convocó para la parte económica a brillantes economistas de esa época. La
élite intelectual progresista de aquel tiempo de Bolivia fue convocada y
él no tenía reparo en pedir apoyo a cualquiera de cualquier partido político
que sea”.
SECTORES SOCIALES Y MEDIDAS
Los consultados destacan su arraigo a los sectores sociales
y cómo Torres tuvo el objetivo de lograr un gobierno en el que estén agrupados
todas las organizaciones de la sociedad; también se subraya los cambios
innovadores que logró en lo que respecta al Banco Central de Bolivia,
entre otras acciones positivas en el campo de la economía.
"Quiso juntar la expresión de toda la sociedad civil
para hacer un gobierno popular, pero las circunstancias políticas del momento
eran muy complicadas”, sostiene Torres-Goitia.
El exministro comenta que el gobierno de Torres
"tropezó con muchos problemas”. Uno de los que menciona fue la
posición que al final adoptó la Central Obrera Boliviana (COB). "La
COB no era opositor al Gobierno, paradójicamente. Fue uno de los puntales de
apoyo para que suba Torres, pero no querían formar parte del Gobierno y querían
mantener su independencia”, afirma.
Machicado destaca que "una de las medidas importantes”
que asumió Torres fue lo que él llama "la primera reforma de fondo
del Banco Central de Bolivia y del sistema financiero”.
"El Banco Central hasta el gobierno del general
Torres era una institución dedicada a varios aspectos, entre ellos el del
comercio exterior, como era la costumbre en aquel entonces. La primera reforma
que hizo el general Torres fue dejar al Banco Central como un ente
evidentemente emisor y administrador de tipo de cambio”, explica.
Y SOBREVINO LA ASAMBLEA
Torres-Goitia comenta que en aquella época surgió la tesis
de la COB de convocar a una Asamblea Popular, en vez de nombrar diputados y
senadores. "Convocaron a los dirigentes de las diferentes organizaciones
obreras para hacer una Asamblea Popular, así con ese nombre y con ese contenido
ideológico de izquierda bien radical”, comenta.
¿Qué pensaba el líder al respecto? "Hay que ser
claros y honestos, el general Torres no estaba en esa línea,
precisamente, pero no podía oponerse porque en primer lugar era muy hegemónicas
y en segundo lugar él no quería enfrentarse con la base trabajadora”, afirma
Torres-Goitia.
"Siempre tenía fe que en algún rato estos, que le
parecían a él excesos, se iban a centrar en una posición más coordinada, más
productiva. Y entonces, él no se opuso a la Asamblea Popular; la dejó correr,
pero no fue el que la impulsó. Fue la COB”, agrega.
Machicado sostiene que "evidentemente una de las
grandes sombras que aparecieron en el gobierno del general Torres fue la famosa
Asamblea Popular, asamblea del pueblo, con la cual el general Torres no
comulgaba en absoluto”.
En el libro Historia de Bolivia de José de Mesa, Teresa Gisbert
y Carlos D. Mesa, los autores retratan la complicada situación por la que
atravesó el gobierno de Torres: "Las fuertes y permanentes presiones de
sectores de izquierda y extrema izquierda, el creciente recelo militar y
el descontento en la empresa privada, hicieron que el gobierno de Torres,
carente de fuerza y definiciones claras, estuviera en permanente estado de
emergencia”.
EL LEGADO QUE DEJÓ
Machicado considera que Torres fue "un hombre que
estaba pensando seriamente en la independencia económica del país y en
favorecer a las clases más desposeídas”. Torres-Goitia afirma que el
mayor legado que tuvo fue "ese acercamiento a las organizaciones
populares que no fue pose, porque entre los militares anteriores también hubo populistas
que buscaban el rédito político para proyectarse”.
Con el golpe de Banzer el mando de Bolivia cambió de rumbo.
Baptista lo expresa mejor que nadie en el libro indicado: "La caída de
Torres representó un repliegue frontal de las izquierdas y el viraje político económico
del país hacia la derecha, sin abandonar, no obstante, el modelo estatizante y
centralista impuesto desde 1952”.
Martín Sivak
Autor de la biografía de J.J.
Sobre el asesinato de Torres
Muchas cosas me sorprendieron sobre el asesinato de Juan
José Torres. La primera fue la enorme cantidad de indicios que existían sobre
la responsabilidad política de Hugo Banzer en su asesinato.
Cuando empecé ese trabajo, en 1995, y como
corresponsal del paceño Hoy en Buenos Aires, Banzer era el candidato con
mayores chances de convertirse en presidente de la república en las elecciones
de 1997 y pocos medios querían meterse con Banzer.
De hecho, y esta fue la segunda sorpresa, las cinco notas
seriadas que preparé para que se publicarán en 1996, cuando se cumplían 20 años
del crimen, no fueron publicadas porque el dueño del Hoy, el empresario
cementero Samuel Doria Medina, tenía una muy buena relación con Banzer y su
entonces partido, el MIR, era un aliado político. Nunca en mis 20 y tantos años
de carrera periodística me pasó algo así. Dos queridos amigos de esos tiempos
fueron testigos entre muchos otros: Wálter Chávez y Hernán Terrazas.
Un encuentro con J.J.
Carlos Soria Galvarro
En una asamblea estudiantil eligieron a Jorge Lazarte, a
Víctor Sosa y a mí para formar parte de una delegación universitaria que
dialogaría con Juan José Torres, el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas
sacrificado días antes por el presidente Alfredo Ovando debido a las presiones
de la derecha militar.
Conjuntamente Óscar Prudencio, Rolando Costa y algunos
más por la parte docente fuimos a la cita la tarde del 5 de octubre de
1970, día del golpe encabezado por Rogelio Miranda contra Ovando.
El encuentro fue en una elegante residencia del barrio de
Miraflores. Nos recibió el abogado Jorge Gallardo Lozada, quien después sería
Ministro del Interior en el gabinete de Torres. Comenzó a desgranar un
almibarado discurso sobre las intenciones constitucionalistas de su
representado, cuando en eso saliendo del fondo de la casa se apareció en traje
de civil el propio general Torres en carne y hueso.
Me impresionó su complexión robusta y su baja estatura, pero
sobre todo el vigoroso apretón de manos que nos brindó a todos. Con un notorio
gesto desautorizó las palabras del abogado y nos dijo lo que después repitió
tantas veces: buscaba formar un gobierno de tránsito al socialismo, asentado en
cuatro pilares: obreros, campesinos, estudiantes y militares.
Contó que había sido completamente leal a Ovando, incluso
después de su destitución del mando militar, pero ahora las cosas habían
cambiado, el presidente no quiso resistir al golpe de Miranda, capituló sin
combatir, lo cual a él lo dejaba libre de compromisos. Mirando su reloj, relató
que en esos momentos, unas cuadras más abajo, en el Gran Cuartel, la
oficialidad de la guarnición de La Paz sufragaba con tres opciones de voto: se
queda Ovando, entra Miranda o se van los dos.
En esas circunstancias alguien se aproximó y le susurró unas
palabras al oído. Me informan que realizado el escrutinio venció la tercera
opción, se van los dos, dijo Torres.
Pasamos la noche haciendo guardia en la universidad,
mientras se instalaba en el Palacio Quemado un efímero triunvirato que dictó un
toque de queda que nadie acató. A cierta hora se vio salir a Torres del
edificio Brasilia, donde vivía, al frente del monoblok, cargando una pequeña
maleta. Algunos pensaron que se dirigía a buscar asilo en una embajada. Estaban
equivocados, iba a la base aérea de El Alto donde desde el amanecer recibió un
remolino de gente que lo apoyaba. Al día siguiente ,7 de octubre, bajó
apoteósicamente y juró el cargo de presidente frente al pueblo en la
plaza Murillo.
Carlos Soria Galvarro es periodista e historiador.
Jotajotita
Alfonso Gumucio Dagron
La última vez que estuve con Juan José Torres fue en París,
meses antes de que lo asesinaran en Buenos Aires. La tenebrosa Triple A lo
secuestró y asesinó de la manera más cobarde el 2 de junio de 1976.
No tengo la fecha exacta en los negativos en blanco y negro
que conservo, pero fue en 1975 que llegó a París y nos tomamos un café en el
Barrio Latino, sentados alrededor de dos pequeñas mesas redondas, sobre la
vereda, frente a la puerta del café. Marcelo Quezada, Zorka Domic, Luis Minaya
y yo estuvimos en ese encuentro en el que hablamos de la situación de Bolivia
durante la dictadura de Banzer.
Los cuatro éramos miembros del Comité Boliviano de
Resistencia Antifascista, organización sin afiliación partidista, que
organizaba eventos de información sobre Bolivia y publicaba un boletín,
Resistencia. Los primeros números eran mimeografiados, hechos con las manos, y
creo que el último que hicimos ya fue impreso, con una entrevista que le
hicimos a Juan Lechín. No recuerdo cuántos números sacamos en total, pero es
probable que nuestra cita con Jota Jota fuera para entrevistarlo para
Resistencia.
Tuve una cercanía particular con el gobierno de Jotajotita
–como lo llamaban en el pueblo por cariño y por su baja estatura- ya que hice
mis primeras armas como periodista en el diario El Nacional que dirigía Ted
Córdova Claure y estuve cercano al proceso de la Asamblea Popular, que
transcurría a 50 metros de donde teníamos la redacción del periódico.
Torres tuvo la virtud de dejar que los trabajadores, las
clases populares de Bolivia, se organizaran en la Asamblea Popular libremente.
Tanto, que muy pronto se vio acorralado. Esa fue de veras una asamblea
representativa del pueblo, y no el sainete de levantamanos que tenemos ahora,
obedientes de los dictados del Palacio de Gobierno.
Estamos hablando de un periodo álgido de diez meses y medio,
del 7 de octubre de 1970 al 21 de agosto de 1971, periodo en el que día a día
vivíamos a salto de mata, seguros de que se preparaba un contragolpe de la
derecha militar y civil, como efectivamente sucedió.
Cuarenta años después del asesinato de Jota Jota, esta
memoria fragmentada me visita como seguramente lo hace a tantos que fuimos
parte de ese proceso de democratización. Todas nuestras memorias juntas podrían
reconstruir ese periodo importante de nuestra historia, que los actuales
gobernantes no solamente desconocen, sino que ignoran a propósito.
Alfonso Gumucio Dagron es comunicador social y experto
en comunicación para el desarrollo.
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