Por: Oscar Cordova.
VÍSPERA DE UN GRAN DÍA DE GLORIA PARA BOLIVIA — BATALLA DE INGAVI, (un día antes...17 de noviembre de 1.841).
EN EL TRAYECTO, EL GENERAL JOSÉ BALLIVIÁN Y SEGUROLA DÍJOLE A UNO DE SUS
EDECANES: “CON ESTOS SOLDADOS TAN SERENOS ES SEGURA LA VICTORIA...”.
«El 17, después de haber oído misa con todo su ejército en la plaza de Calamarca, todos desfilaron con el ejército hacia Viacha, Ballivian marchó sobre Iñupampa, donde hizo alto. Era este el día en que los dos ejércitos debían avistarse a poca distancia y ejecutar sus primeras maniobras precursoras de la batalla. Con efecto, a medio día, supo Ballivián que el enemigo permanecía en su campo atrincherado de Viacha, es decir, que se hallaban a dos leguas de distancia.
Con este antecedente, ordenó un corto descanso a los cuerpos de
infantería, que se diese agua a la caballada y preparó su plan de movilización.
A las dos de la tarde todo el ejército poníase en marcha en tres líneas
paralelas, reforzadas por la artillería que debía cubrir los claros de las
columnas y apoyados los flancos por dos escuadrones de Coraceros. «El 17, después de haber oído misa con todo su ejército en la plaza de Calamarca, todos desfilaron con el ejército hacia Viacha, Ballivian marchó sobre Iñupampa, donde hizo alto. Era este el día en que los dos ejércitos debían avistarse a poca distancia y ejecutar sus primeras maniobras precursoras de la batalla. Con efecto, a medio día, supo Ballivián que el enemigo permanecía en su campo atrincherado de Viacha, es decir, que se hallaban a dos leguas de distancia.
En este orden avanzó hasta menos de media legua del enemigo, el cual observando estos movimientos, desplegó toda su caballería en columnas paralelas, apoyando su flanco izquierdo sobre el morro de Santa Bárbara, donde tenía colocada su artillería y situada la infantería en los numerosos parapetos construidos en su campo, por delante del pueblo. Avanzaba el ejército boliviano, sin precipitación, dejando a su izquierda al peruano; cuando supo Ballivián que el Batallón “Puno”, que estaba en La Paz, a las órdenes del General Lopera había salido de allí aceleradamente y que venía a reunirse al grueso del ejército invasor. Resolvió en el acto impedir este movimiento y sin variar la primitiva formación, avanzó a marchas forzadas con una parte del ejército, hacia el camino de La Paz a Viacha, al encuentro del Batallón “Puno”, mientras el grueso del ejército hacia frente al enemigo, del cual se destacó una compañía de tiradores en guerrilla para atraer a los nuestros, y aún aparentó el ejército peruano ponerse todo en movimiento; pero Ballivián no hizo aprecio de esta escaramuza, porque tenía reconcentrada su atención en el Batallón “Puno”, el cual haciendo un rodeo había tomado el camino a Laja, y de allí se dirigía rectamente a Viacha (tres leguas), donde se incorporó al grueso de su ejército, al caer de la tarde. El Batallón “Puno” había regresado de Viacha a La Paz, mandado por Gamarra, para presionar a la población y ejercer represalias, a causa de que los vecinos, cansados de los vejámenes que había soportado el pueblo, durante la permanencia del invasor, apenas se vio libre de éste, cuando atacó al piquete de soldados que custodiaba a los enfermos peruanos que se medicinaban en el hospital, de cuyas resultas murieron algunos de aquellos. Con tales antecedentes, desplegó el referido batallón una saña feroz contra el vecindario, cometiendo toda clase de extorsiones y atentados contra las personas y propiedades, a semejanza de los que había ejecutado en la indefensa ciudad el ejército realista, que vino el año 1814 al mando de Ramírez y que dejó una profunda huella de sangre, de odio y de exterminio entre los moradores, como una expiación sangrienta por su adhesión a la causa de la libertad. Dicho batallón permaneció en La Paz hasta el 17 de noviembre».
(Fuente: LA BATALLA DE INGAVI—18 DE NOVIEMBRE 1841 de José
Manuel Aponte).
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