La Guerra del chaco no pudo cobrar, la vida de Villarroel, en cambio sí pudo la
traición. Había transcurrido 11 años, desde la cruel guerra que dejó a más de
30 Mil familias bolivianas en luto.
Villarroel en poco más de 10 años había escalado las cimas de la fama, hasta
ingresar como presidente de Bolivia al palacio de gobierno. En su meteórica
trayectoria, derribo, mitos, ídolos y Semidioses, Se hizo gigante a los ojos
del pueblo y esa actitud ofendió a los todopoderosos que habían hecho de
Bolivia, su patrimonio en todo sentido de la palabra.
Políticos inescrupulosos; oficiales sin honor y el mundillo del oportunismo, se
unieron para confabular contra el héroe de Ibibobo, contra el militar
inteligente, contra el joven oficial de moral intachable... La consigna en
boga, era la muerte. Los todopoderosos, los incapaces y los corruptos, deseaban
ver el cuerpo de aquel militar, balancear en uno de los postes de la plaza
murillo.
La contrarevolucion debía iniciarse con grandes desplazamientos de sectores
sociales, de universitarios y de maestros politizados que protagonizaban una
huelga exigiendo el 50 por ciento de aumento de su salario, los todopoderosos
del Estaño y dirigentes del pirismo, manipulaban los rumores y la prensa para
que la población saliera a las calles. Esta historia que escribo como homenaje
a los combatientes de los años cuarenta que habían comprendido cuán Importante
era consolidar el concepto de patria, de soberanía, de nacionalidad y
Villarroel quien- lo dicen sus biógrafos- acostumbraba a mirar desde las
ventanas del vetusto edificio, a la mentada plaza de armas.
Imaginen al presidente Villarroel en sala de los espejos del palacio quemado,
mirando los postes de alumbrado eléctrico, dejémoslo a solas con sus lúgubres
pensamientos en aquella terrorífica jornada del 21 de julio de 1946, cuándo las
violentas marchas universitarias, los profesores en huelga y los movimientos
políticos dominados por el poderío económico de los Varones del estaño y por la
inquina de los componentes del partido de izquierda revolucionaria, entonaban
himnos de muerte contra el valeroso militar.
Los gobiernos que sucedieron a Villarroel, colocaron al pie del poste una
plaqueta recordatoria, indicando que en ese exacto lugar, fue inmolado. 70 años
después de los luctuosos acontecimientos de 1946, los transeúntes de la plaza
murillo pasan sin advertir la Presencia del poste, pareciera ser uno de tantos,
pero es único.
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