LA CLEPTOCRACIA MINERA

Fuente: El Presidente Colgado De: Augusto Céspedes / Sexta edición - librería editorial “Juventud” La Paz - Bolivia 2001. // Foto: Patiño y Tejada Sorzano. / Más: Historias de Bolivia.

La casta dominante de Bolivia se restauró. Para quien no sepa cuál es el significado de Restauración en el lenguaje político e histórico se trascribe a Ortega y Gasset: “La Restauración significa la detención de la vida nacional. La vida española se hace hueco de sí misma. Este vivir el hueco de la propia vida, fue la Restauración. Perdióse en la Restauración todo lo verdaderamente fuerte, excelso, plenario y profundo”.
Todos los partidos que habían coronado su dominio semisecular del país con la derrota del Chaco resurgieron como si nada hubiera pasado y dieron un manifiesto proclamando que formarían “un organismo político con capacidad para estabilizar y controlar la vida nacional”. Pero no ellos, sino el Superestado minero era el verdadero contralor de la vida nacional, y los partidos restauradores tan sólo títeres de las grandes empresas mineras — Patiño, Aramayo y Hochschild— con sus órganos de prensa conectados a cada empresa: “El Diario”, “La Razón” y “Ultima Hora”, respectivamente, ór¬ganos de prensa y partidos que obedecían también a intereses de explotadores como las compañías molineras, la Sociedad Rural, la Standard Oil, la Junta de Propietarios de Yungas, la Bolivian Railway, Palacios y Cía., la Grace y la Bolivian Power, todas alimentadas a media ración con ios saldos consistentes en impuestos del Estado o gastos imprescindibles que los grandes mineros no podían hacer escapar.
Ha sido aforismo de las empresas, acreditado por sus teóricos e historiadores, decir que Bolivia vivía de la minería. Más justo es decir que vivía de las escorias de la minería. “ ¡El presupuesto nacional obtiene el 70 por ciento de sus ingresos de la minería!’’, pero se trataba del 70 por ciento de un presupuesto miserable y aún así siempre en déficit. E! informe de la CEPAL de 1950 afirma: “Desde comienzos de siglo hasta la- crisis mundial, una de las características de la Hacienda boliviana es su situación deficitaria casi permanente. En el cuadro II', Capítulo 6 puede apreciarse cómo los gastos superaban a los ingresos en 24 ejercicios fiscales”.
Si el Estado hubiera nacionalizado en su oportunidad las grandes empresas, habría tenido un presupuesto por lo menos tres veces mayor, aun con mala administración. Pero durante 50 años el valor de la producción minera se volcó casi totalmente en el extranjero, succionado por las grandes compañías ausentistas.
El caso de Patiño sobrepasa límites económicos para alcanzar a la leyenda, por su excepcional voracidad. La narración de “El Viejo y el Mar” de Hemingway puede dar una idea del drama del Estado boliviano remolcando entre oleajes de penurias, por todo bien, sólo un espinazo descarnado por los tiburones.
Con el gobierno de Peñaranda se ingresaba en 1940 a la nueva etapa “de orden”, olvidando completamente que en la guerra de 1914-18 ese mismo orden sólo sirvió para que la explotación del estaño y el wolfran bolivianos cimentaran el gi gantesco imperio extranjero de Patiño que se comió a la nación boliviana que le incubó.
Durante aquel período la producción boliviana alcanzó volúmenes exorbitantes a costos bajisimos, debidos a la elevada ley del mineral y a la ausencia de leyes sociales. Las exportaciones en 1915 alcanzaron a 95 millones de Bs. de 18 peniques de libra no desvalorizada, y a las importaciones a 22. En 1916 las exportaciones a 101 millones y las importaciones a 31. Este año el Estado únicamente recaudó tres millones de Bs. por impuestos de exportación, mientras recargaba derechos a las importaciones.
Tejada Sorzano, un ministro liberal que aspiraba a dirigir una burguesía nacional y que por eso chocó con el patiñismo, ya en 1919 reveló en el Senado la paradoja de que en la Cámara baja prosperó un impuesto a la exportación del wolfran que “sale del país dejando grandes y extraordinarios beneficios a los industriales y sin llevar un solo centavo a, las arcas fiscales” ... “Vino la ley en revisión al Senado y acá quedó aplazada la discusión en tanto que, por una coincidencia sugerente en esa misma sesión el Senado se ocupaba de aumentar el impuesto a la harina de maíz”. “Es decir, se establecía un gravamen sobre el consumo del pueblo y se daba de mano al proyecto que solicitaba de los poderosos unos centavos para las arcas nacionales” . “El obrero lleva a las arcas fiscales no menos de un 40% sobre el valor total de sus jornales como imposiciones sobre los artículos que él consume. Y al frente de esta situación, el acaudalado que acumula millones se halla casi enteramente eximido de imposiciones.” (Redactor Senado Nacional, agosto 1919).
Estas observaciones de Tejada Sorzano —que fue censurado por la mayoría senatorial y tuvo que dejar el ministerio— sintetizan todo el régimen de la Gran Minería.

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