LAS REITERADAS VIOLACIONES DE CHILE AL “LIBRE TRÁNSITO”


Por: Ricardo Aguilar Agramont / La Razón, 6 de septiembre de 2015. // Caricatura chilena del año 1879, donde Argentina, representada por un león robusto, es decir, un rival poderoso, Pinto le ofrece algunos trozos de carne con los nombres de los territorios de la Patagonia, Santa Cruz y Magallanes, como compensación para asegurar la paz. Por el contrario, a Bolivia, país débil caracterizado como un rechoncho y alicaído cervatillo. El hombre representa al presidente chileno Aníbal Pinto.

La obstrucción del transporte de armamento boliviano durante la Guerra del Chaco y el embargo de instrumentos de trabajo para las minas recientemente nacionalizadas en 1952 son las más conocidas violaciones al artículo 6 del Tratado de 1904.
Desde que Chile ocupó Arica (puerto que Bolivia utiliza desde su nacimiento y el Alto Perú durante la Colonia) manipula esta salida como un instrumento de sometimiento y control del país. Sin embargo, como dijo el historiador y diplomático Jorge Escobari Cusicanqui, Bolivia “no ha cesado un solo momento de reclamar por su injusto encierro”.
Las infracciones al libre tránsito que Bolivia ha reclamado recientemente en la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), en un llamado al cumplimiento de los artículos 6 y 7 del Tratado de Paz y Amistad de 1904, apenas son las más actuales; la cuenta de vulneraciones se remonta a décadas atrás.
Mientras Chile pretende ser el mayor defensor del Tratado de 1904, en particular, y de los tratados internacionales, en general, la historia se encarga de develar esta impostura con muchísimos incumplimientos que ese Estado ha realizado y realiza. 
A continuación, se hace un recuento de las violaciones más importantes solo de un aspecto del Tratado de Paz y Amistad (pues Chile también ha cometido vulneraciones que se relacionan con otros artículos no vinculados a los puertos de Arica y Antofagasta): el libre tránsito.
El recuento se hace sobre la base de la Historia Diplomática de Bolivia de Jorge Escobari Cusicanqui, para las infracciones chilenas hasta 1962; de ahí en adelante se recurre a Emol (el sitio web del periódico El Mercurio, de Chile).
En 1921, en la Conferencia de Barcelona, la delegación chilena insistió hasta lograr la aprobación de una ponencia que “bajo el disfraz de la cooperación entre los Estados” decía que se reconocía el libre tránsito siempre y cuando no exista “perjuicio de los derechos de soberanía” (de su Estado). En esto se ve una temprana intención de ir restringiendo el libre tránsito de Bolivia.
Escobari afirma que en 1928 Chile ya preveía que Bolivia y Paraguay se enfrentarían en una guerra, por lo cual formuló reservas a un artículo aprobado en la Sexta Conferencia sobre Neutralidad Marítima. Esa cláusula objetada por Chile, y que era favorable para el país, señalaba que “deberá permitirse el tránsito cuando hallándose en guerra dos naciones americanas, uno de los beligerantes es un país mediterráneo, que no tenga otros medios de proveerse”.
En 1929, en un memorando que Chile mandó a la Cancillería boliviana señala que su país “no está obligado a permitir el tránsito de armamentos por su territorio”, de acuerdo con “la reserva que hizo en la Sexta Conferencia sobre Neutralidad Marítima”. Esto sucedía en el preciso momento en que el ejército se ponía en pie de guerra contra Paraguay. En 1933, dados los obstáculos que Chile ponía al tránsito de provisiones para encarar la Guerra del Chaco, Bolivia tuvo que desviar su carga hacia Perú. Esto le costó al país dinero, tiempo y vidas bolivianas.
En 1934, el canciller chileno, Miguel Chungara, envió un cable al presidente de la Liga de las Naciones, en un espíritu similar al antibolivianismo de Abraham König. Chungara escribió: “Tengo el placer de informarle que mi gobierno participará en un acuerdo de todas las otras potencias, para prohibir la exportación y la reexportaciones de armas a Bolivia y al Paraguay”. Escobari juzga que esta prohibición que causaba “tanto placer” al canciller chileno tenía por objeto solo a Bolivia, ya que Paraguay contaba con facilidades para la importación de armamento por el río Paraguay.
Esta violación al libre tránsito durante la Guerra del Chaco y un embargo durante el primer gobierno de Víctor Paz Estenssoro son las más conocidas violaciones chilenas. En 1952, las autoridades judiciales de Chile ordenaron embargar implementos de trabajo que se dirigían a las minas nacionalizadas. El daño no era menor, pues para la economía de Bolivia de ese momento la minería era su fuente principal de subsistencia.
En 1956 se dictó una ley que otorgó al Presidente de ese país la facultad de fijar tarifas a las cargas en tránsito en los puertos chilenos, lo que viola el Tratado de 1904 y la Convención sobre Tránsito de 1937. En 1962, la filial estatal de Antofagasta obligó a la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) a que presente diversos documentos si quería que prosiga el tránsito de su carga.
La cuenta sigue. En 1962 se violaron los precintos de cargas bolivianas en la sección chilena del Ferrocarril Arica-La Paz (esto hoy se ha naturalizado y es pan de cada día). Ese mismo año, en represalia a las protestas bolivianas por el desvío del río Lauca, se llevaron a cabo una serie de atentados a la carga boliviana en los puertos chilenos.
De esa fecha a la actualidad Chile siguió cometiendo arbitrariedades como las recientemente denunciadas en Aladi, como el hecho de obligar a desconsolidar la carga en el extrapuerto Hansen, con los respectivos costos que esto ocasiona; el aforado (la estimación del valor) de mercancía en tránsito para exportación; el escaneo y la inspección de dicha mercadería boliviana; además de la desconsolidación de mercancía en tránsito para importación en un extrapuerto. Para la última disposición, se da la obligatoriedad de utilizar transporte chileno para llevar la mercadería a la zona extraportuaria.
Otra contravención frecuente se debe a los paros de estibadores y funcionarios aduaneros. En 1999, una huelga de aduaneros paralizó la carga boliviana durante más de 18 días. En abril de 2004 sucedió lo propio por más de ocho días. Los estibadores, en medio de protestas contra la privatización de los puertos chilenos, pedían mejores condiciones de trabajo. Lo curioso de este caso es que, al cuarto día de paro, los camioneros bolivianos se solidarizaron con las demandas de los trabajadores chilenos, cosa que nunca había sucedido y no volvió a ocurrir.
En enero de 2014 sucedió lo mismo. Ese año, la demora en los tiempos de atención por la falta de maquinaria, escasez de personal y poca capacitación obligó a los camioneros bolivianos a bloquear el ingreso al puerto de Arica.
En 2015, en mayo, se volvió a detener la carga boliviana a causa de un paro nacional de funcionarios de Aduanas. Las huelgas de este tipo son frecuentes. Por todo esto llama la atención que Chile quiera mostrarse en La Haya (sede de la Corte Internacional de Justicia, CIJ) como un defensor del Tratado de 1904, un pacto que, como se vio, se resiste a cumplir.

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