Por: Boris Miranda - Publicado en Página Siete el 19 de mayo
de 2013. // Fotos: Manuel Bulnes héroe y general del ejército chileno
(Izquierda). Felipe Bulnes (Derecha) nieto
de Manuel Bulnes, agente del gobierno chileno en el juicio de la Haya.
Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y
personajes de la historia universal “aparecen, como si dijéramos, dos veces'”.
Caprichosa y azarosa, la historia quiso ahora que el agente
chileno encargado de intentar anular la ofensiva boliviana en la Corte de La
Haya sea descendiente directo del general santiaguino que derrotó a las fuerzas
del Mariscal Andrés de Santa Cruz y terminó con el sueño de la Confederación
Perú-Boliviana.
Felipe Bulnes (1969), el abogado de Harvard, ex ministro de
Justicia y de Educación, es el tataranieto de Manuel Bulnes (1799), general del
ejército trasandino, héroe nacional y ex presidente de Chile.
Y la cosa no termina ahí. El embajador del Palacio de La
Moneda ante la Corte Internacional de Justicia para atender la demanda marítima
boliviana es parte de una familia de cuatro ex presidentes, varios senadores y
ministros.
El menor de los Bulnes no lo ha hecho nada mal en su vida
profesional. Culminó sus estudios superiores en Harvard, Estados Unidos, y fue
protagonista de juicios históricos como jurista de compañías transnacionales,
aún en desmedro del Estado al que ahora representa.
Por influencia de su abuelo, el senador Francisco Bulnes,
milita hace varias décadas en Renovación Nacional, el partido derechista de
Sebastián Piñera. Su linaje y cercanía con el Presidente chileno hizo que sea
convocado en dos oportunidades para incorporarse al gabinete ministerial.
Más de 200 años antes, un joven Manuel Bulnes desatendía las
órdenes del ejército español y volvía del destierro para sumarse a las tropas
libertadoras. Con menos de 20 años ya estaba bajo las órdenes de Bernardo
O’Higgins; a los 23 recibió una condecoración de éste y, con el grado de
sargento mayor, asumió al mando de una división.
Él tampoco lo había hecho nada mal en su vida como militar y
aún le esperaba el episodio más celebrado de su existencia.
En 1839, con 40 años, Manuel Bulnes era el general con más
victorias militares y, por eso, encabezaba la campaña restauradora para impedir
que Bolivia y Perú conformen juntos una potencia continental.
El 20 de enero de ese año vivió su hora más gloriosa. Aliado
con fuerzas peruanas enemistadas con Andrés de Santa Cruz, el ejército
trasandino doblegó a las tropas de la Confederación en Yungay. La retirada del
Mariscal de Zepita todavía hoy es celebrada en el país vecino como el Día del
Roto Chileno.
Así murió uno de los sueños de Bolívar: que Perú y Bolivia
conformen una sola nación. La acción chilena, que fue patrocinada por los
políticos del río de La Plata, no sólo rompió el proyecto binacional, sino que
desató una guerra militar y política entre La Paz y Lima que duró casi una
década.
Manuel, en 1841, se casó con la hija del presidente chileno
de ese entonces, Francisco Pinto. Cuando le tocó al militar ocupar el despacho
principal del Palacio de La Moneda, tomó acciones decisivas para la consolidación
de la república chilena, así como para la expansión de la educación en su
país.
Su buena gestión le permitió permanecer una década en la
presidencia. Comenzaba el linaje que, por ahora, termina con el agente ante La
Haya.
El tataranieto, sin embargo, desde la arena política no
mostró las mismas cualidades que sus antecesores. Fue todo lo contrario. La
mala fortuna y su intransigencia opacaron su paso por los ministerios que tuvo
bajo su mando.
Como titular de la cartera de Justicia tuvo que afrontar la
peor tragedia penitenciaria en la historia de su país. Más de 80 reclusos
fallecieron por un incendio en la cárcel más grande de Santiago. Después, ya
como ministro de Educación, hace un par de años le tocó lidiar con el inquieto
movimiento estudiantil que lideraba la entonces desconocida Camila Vallejo.
Las dos experiencias delataron las características del
hombre que tiene como tarea neutralizar la ofensiva boliviana ante La Haya.
Abogado experto en temas civiles fue un excelente operador y administrador en
las estrategias de su Gobierno para superar la crisis generada por el desastre
en el penal santiaguino, sin embargo, fue un pésimo negociador en el conflicto
provocado por el sector universitario.
Bulnes, debido a su tozudez, permitió que la comunista
Vallejo crezca como figura política, al igual que la fuerza de las protestas
estudiantiles. La proyección que ahora tiene la actual candidata a diputada
izquierdista le costó el cargo. Desde entonces representa a Chile ante la Casa
Blanca y se dice que seguirá en Washington a pesar de ser el delegado de su
país ante La Haya.
El comunismo y la izquierda nunca fueron lo suyo' ni de
nadie de su familia. Basta recordar que su abuelo Francisco (civil) fue
embajador y miembro del Consejo de Estado de la dictadura de Augusto Pinochet
(1973-1989). El padre de su padre también fue fundador de Renovación Nacional,
una de las fuerzas conservadoras con las que la derecha pretendió y pretende
mantener el poder en Chile después de la transición democrática.
Ahora es el turno del último de los Bulnes. La historia
quiso que le encomienden a él combatir la nueva ofensiva boliviana. Su
tatarabuelo evitó que Lima y La Paz se conviertan en una potencia continental.
Ahora, el abogado de Harvard deberá derrotar a la acción diplomática nacional
más temeraria e importante de nuestra historia. El círculo se completa.
“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y
personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces.
Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa'” (Karl
Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte).
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