La Razón, 14 de junio, 2003 / Extracto de www.bolivia.com
Aurelio Cuevas Arias arrastra sus 89 años con ayuda de un bastón. Camina
lentamente al lado de su hija. Sus enormes lentes dejan ver que los años le han
afectado la vista, pero una vez en la sala de su casa en Irpavi, sus recuerdos
viajan sin problema 70 años atrás, con lucidez y sentimiento.
Tenía 17 años y medio cuando estalló la guerra. “Para entonces mi hermano mayor
ya se había ido. Me fui tras él sin saber que el Chaco era enorme y que no iba
a encontrarlo”.
Tras unos minutos de silencio Aurelio estalla en llanto, una congoja profunda y
una pena del alma le impiden hablar durante un par de minutos. “Yo estaba de
infante, tenía 90% de posibilidades de morir, era, como se dice, carne de
cañón, tenía que pelear cara a cara con el enemigo... pensamos que él y yo ya
no nos veríamos otra vez”.
El calor del Chaco viene a su mente. “Era terrible, varios murieron de
insolación. Los que venían de Santa Cruz y Beni eran los que nos orientaban...
al comienzo teníamos comida, pero después nos daban harina con agua y sal,
comíamos hierbas y hacíamos hervir cueros de vaca, eso era un buen caldo”.
Aurelio solía llevar consigo un pañuelo que había sumergido en lodo y que
exprimía para mitigar su sed. “También tomábamos orín, qué íbamos a hacer si no
había agua”.
Cuando habla sobre el campo de batalla, el ahora bisabuelo gira la cabeza a un
costado y alza las manos como si tuviera entre ellas un fusil. “Uno siempre iba
mirando si había enemigos, porque en el bosque no se ve, basta que sonara una
ramita seca había que disparar para defenderse, no importa si era un animal,
pero había que hacerlo antes de que lo maten a uno”.
Su primer asalto como parte del destacamento Zelaya fue al fortín Corrales.
Allí hicieron retroceder a los paraguayos. Pero luego vino el asalto al fortín
Toledo. Fue en Carnaval de 1933. “Muchos soldados murieron, la mitad del
regimiento Warnes, chicos de Santa Cruz”.
Aurelio se hizo héroe en Cañada Strongest, al mando del Gral. Bilbao La Rioja.
“Fue la única batalla que ganamos oficialmente”, asegura él. Tres años, que él
describe como un calvario, lo mantuvieron en el Chaco, hasta que un día como
hoy cesaron las hostilidades. “Después de eso uno se vuelve más cuerudo”, dice
68 años después el héroe Aurelio.
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