Por: Gastón Cornejo B. – Archivos Bolivianos de Historia de
la Medicina. // Aspectos Históricos de la Medicina Durante la Guerra del Chaco
1932 – 1935. / Vol. 2 N°. 2 Julio – Diciembre de 1996.
Según el Dr. Aurelio Meleán Camacho, las causas de defunción
más importantes fueron; Septicemia, Tétanos, Gangrena, Tifoidea, Miocarditis y
Transtornos Digestivos. Melean en su informe “La Sanidad Boliviana en la Guerra
del Chaco” rebela el serio problema de la insolación, a la que atribuye un
significativo porcentaje muertes.
Juan Miguel Balcazar, celebre historiador de la medicina
asegura que “la Guerra del Chaco fue un verdadero campo de experimentación para
la cirugía. Que todos los médicos tuvieron que convertirse en cirujanos para salvar heridos y enfermos.”
Describe crisis epidémicas de Tifoidea y Tifus esporádicas pero también de
Paludismo, Disentería y Adenitis tuberculosa y avitaminosis.
"Se operaba a discreción por heridas de guerra."
“No existía la Sanidad Militar al iniciarse el conflicto”,
declara. "No había un hospital en la zona de operaciones, excepto el de Villa
Montes alejadísima con escasas camillas y limitado material de curación."
Jaime Mendoza, como Romain Roland, contrario a la guerra, escribió
en 1930 sobre el estado sanitario deplorable del Chaco, en severa admonición a
los autores del conflicto.
El Mayor Oscar Moscoso, jefe de una diminuta fuerza de 45
hombres al ocupar Laguna Chuquisaca informa: “no recibí ni víveres ni drogas.
Uno de mis heridos del combate del 29 (junio de 1932), soldado Yaguani, murió atacado
de Tétanos; no teníamos sino una pequeña cantidad de algodón y gasa. Para vendar
a los heridos rompíamos los mosquiteros. No teníamos gran cosa que comer, ni
con que curar enfermos ni heridos."
"A nivel nacional se llenaron los hospitales departamentales
y la sanidad Militar surgió de la nada, como en 1879 y 1904, como una revelación
de la fuerza moral y el sacrificio personal en instantes supremos”, concluye Balcazar.
En múltiples informes y diarios se asegura el cerco y asalto
de los puestos de socorro sanitarios por el enemigo, con sacrificio de vidas de
médicos y subalternos; enfermeros, practicantes y hermanas de la Caridad.
Se relata también que por primera vez se utilizó en América,
la aviación para trasladar heridos y enfermos.
No se sabe a exactitud el número de atenciones efectuadas
pues no se publicaron estadísticas por los asaltos del enemigo a hospitales y
puestos de emergencia asi como el descuido que permitio que la documentación se
extraviara.
La revista de sanidad Militar dice que en todos los
hospitales de la nación, sin contar la de los centros de guerra, fallecieron
7.268 enfermos, (5.414 enfermos y 1.854 heridos). Que los curados serian 19.067
(sin contar con las atenciones en Cochabamba, La Paz y Potosi y otros centros,
precisamente, los principales)
Son cifras parciales que no expresan un acercamiento a la
realidad en su magnitud probable.
También la publicación de Aurelio Meleán en su informe de
1948 “La Sanidad Boliviana en la Guerra del Chaco” es un informe parcial y el
propio Balcázar subraya: “El libro no interpreta la realidad de aquella situación”.
- El testimonio vivencial de un soldado, Hector Soria Lopez
Sargento sanitario en las trincheras, quien participo en varios Regimientos
conforme se diezmaban desde 1933 a 1935, relata que para las atenciones de
emergencia no se empleaban guantes quirúrgicos y solamente se disponía de una
pequeña caja instrumental (pinza, tijeras y estilete), apósitos preparados y un
vendaje. Los desinfectantes utilizados eran; permanganato, soluciones iodadas,
mercuriales y agua oxigenada. Estaba prohibido el alcohol y el lavado de manos
racionado por la escasez de agua.
Frente a la ausencia de medicamentos y antibióticos, aún
desconocidos, se empleaban inyecciones Antipiógenas de aplicación subcutánea como
defensa contra las infecciones. No se disponía de sueroterapia, ni se
realizaban transfusiones, no se conocía ningún tipo de anestesia en la atención
primaria. Para combatir la parasitosis contaminante de las heridas (miacis),
empleaba kerosene o gasolina.
El transporte de los heridos fue siempre un problema grave,
se los retiraba del teatro de combate en frazadas o cargados al hombro y aunque
se inventó la camilla de cuero de res sujeta a palos de madera, su utilización era
imperfecta e inútil por la estrechez y tortuosidad de las sendas.
Destaca que las heridas de bala en tórax o abdomen, casi
siempre significaban una muerte segura.
Como todo excombatiente, su relato tiene el sabor amargo de
la frustración pero también la vibración valiente del genuino patriotismo.
Héctor Soria López, del “Regimiento Tarija” 19 de Infantería,
desempeño por largo tiempo, el cargo de Cirujano de Batallón.
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