ANTECEDENTES DEL NACIONALISMO BOLIVIANO (Parte II)

Por: José Ortega - Orígenes y Evolución del Nacionalismo Boliviano. // Foto: Dramatización de la batalla de Ingavi, en la que se enfrentaron a muerte fuerzas peruanas frente a las bolivianas, esta batalla significo la independencia total de Bolivia. 


LAS DOCTRINAS EUROPEAS EN EL NUEVO MUNDO

La independencia y el nacionalismo en Bolivia se nutrieron, como en el resto de las Repúblicas sudamericanas, de las teorías europeas que tanta importancia tuvieron en la búsqueda de la identidad nacional de los países hispanoarnericanos.
La independencia de las colonias sudamericanas fue facilitada por la crasis política española provocada por la lucha contra el invasor francés {1808) y la restauración de la Monarquía absoluta por Fernando VII {1814-1833). El gobierno de este Rey, a pesar de haber apagado —al menos aparentemente— los alzamientos rebeldes de los criollos, produjo entre éstos el mismo movimiento de repulsa que los españoles habían sentido contra el absolutismo napoleónico. Aunque en teoría las colonias guardaban fidelidad a la Corona, la invasión francesa y la división interna que ésta provocó en España aceleraron el proceso, ya latente, de los movimientos emancipatorios sudamericanos (19)
El nacimiento de las Repúblicas en América del Sur tuvo sus raíces en el nacionalismo inglés del siglo XVII, la revolución industrial de fines del XVII y las ideas demócratas procedentes de los Estados Unidos, fruto de las nuevas doctrinas de la Revolución francesa. Hacia finales del siglo XIX el sud' americano abandonó el sistema de conceptos escolásticos aristotélico-tomistas para adoptar en su lugar el método experimental, producto de la ideología filosófica de la Ilustración, como instrumento de penetración de su realidad socioespiritual.
La independencia no trajo consigo cambio fundamental en las estructuras político-sociales de las nuevas naciones latinoamericanas, sino que; representó una simple transmutación del Poder político. El criollo, una vez libre del monopolio económico de la metrópoli, sustituyó al peninsular en la explotación de las riquezas coloniales, según modelos feudales, es decir, mediante el control y aprovechamiento de grandes propiedades trabajadas con la barata mano de obra indígena (20). El interés económico de los recién emancipados terratenientes empezó a orientarse hacia el comercio con el capitalismo occidental (Inglaterra, Francia), hecho que determinó la aparición de una nueva estructura social en América del Sur de complejas relaciones socioeconómicas basadas en el sistema librecambista. Este nuevo fenómeno social, producto de la revolución industrial, trajo consigo la aparición del proletariado, clase, según Marx, explotada por el Estado o superestructura política, la cual está a su vez, dominada por la burguesía.
El español conquistador (no colonizador, pió neer) y explotador (no burgués ni capitalista) mal podía proporcionar aquello de lo que carecía, es decir, una mentalidad revolucionaria. La Corona española, con su sistema de privilegios, concepto de la propiedad individual, centralismo, castas, etcétera, no sólo imposibilitó la formación de una idea nacionalista, sino que se opuso a todo régimen que, como el del indio boliviano, representaba un método contrario al interés de la política económica española.
El positivismo, doctrina de la que se esperaban soluciones para un progresivo y nuevo orden social, sufrió en sus distintas acepciones —política, educativa, social y religiosa— diversas interpretaciones según la problema' tica nacional de cada una de las Repúblicas. En general, las doctrinas de Spencer prevalecieron sobre las de Comte. La influencia de estos dos filósofos positivistas —a los que hay que añadir el nombre de Stuart Mili— fue decisiva en la formación mental del sudamericano de la segunda mitad del siglo XIX (21). El positivismo' hispanoamericano, como casi .todos los sistemas sociológicos del siglo XIX, era una macrosociología, una metafísica de la Historia, cuya aplicación resultaba impracticable en el sistema feudal imperante en Sudamérica.
Las teorías nacionalistas sudamericanas en esta segunda parte del siglo XIX se nutrían, en parte, del idealismo alemán hegeliano. La nación, según Hegel, formaba parte de un plan superior que regía la cultura y que otorgaba a la sociedad, más que al individuo, una fuerza espiritual. El hombre quedaba reducido a una abstracción, a una parte del gran mecanismo que le determinaba geopolíticamente según un sistema de valores y tinas' fuerzas inexorables que gobernaban la Historia. El Estado divinizado, el representante de la idea moral o universalidad ética, fue incapaz de controlar el interés y egoísmo de la clase burguesa.
La doctrina política hegeliana de que la teoría no puede ser formulada sino después de la praxis, cuando la Historia se ha hecho, no ofrecía solución práctica a los problemas políticos del sudamericano, el cual empezó a ver en el marxismo la fórmula idónea para mejorar la estructura político social de su sociedad. El idealismo hegeliano favorecía el nacionalismo sud' americano de mitificación de las energías nacionales (raza, tierra, etc.) y fortalecía la posición de la derecha o burguesía criolla, cuya fuerza radicaba en los principios de autoridad y orden, los cuales le presentaban una garantía a la hegemonía socioeconómica de esta clase.
Las corrientes nacionalistas en América del Sur se han nutrido —y se nutren-— del sentimiento contra Estados Unidos, potencia cuya intervención se hizo más patente después de la pérdida de las colonias españolas. Las soluciones para contrarrestar ia influencia anglosajona fueron muchas y variadas. Rodó, en Ariel (i9oo), creía que el materialismo norteamericano podría ser combatido con el genio racial y la cultura sudamericanos. Esta idealista solución encerraba dos puntos de gran interés para el desarrollo del concepto de nacionalidad en las Repúblicas de América del Sur. En primer lugar, el papel de la educación en la transformación socio-económica de la colectividad, y más importante aún, la creación de una idea supranacional que superase los estrechos nacionalismos sudamericanos (22). En el plano estético, la crisis espiritual y literaria de fin de siglo encontró su expresión hispánica en el Modernismo, movimiento que significó la defensa del espíritu sudamericano contra los valores materiales y burgueses de la sociedad de su tiempo.
Después de la primera década del siglo XX el hispanoamericano empezó' a descubrir el engaño que encerraban los conceptos positivistas en su aplicación a la realidad americana, ya que el orden, la cultura, el progreso y la educación estaban en manos de una minoría cuyo interés radicaba en el mantenimiento del statu quo, del inmovilismo que favorecía sus intereses y los de sus aliados. El nacionalismo de principios de siglo, en su expresión de independencia económica y mejoramiento del nivel de vida de las clases, obreras se patentizó en la revolución mexicana de 1911.
El positivismo Usgo -hasta la primera guerra mundial, conflicto que estimuló la economía sudamericana y que espiritualmente significó el fallo de los valores europeos y el retorno al cultivo de los temas nacionales (en I9I 6 se habla ya de «argentinidad», «bolivianidad», etc.).

TEORÍAS NACIONALISTAS

La teoría de la fusión de las razas sudamericanas, como alternativa a la crisis de la civilización occidental, es la tesis propuesta por Vasconcelos en La raza cósmica (1925). Las interpretaciones raciales como diagnóstico de las enfermedades del Continente se reflejan en las obras de Bunge, Alcides Arguedas, García Calderón y en general es parte del movimiento de principios del siglo que Hirshman denomina «age of self incrimination» (23).
En la búsqueda de instrumentos para una interpretación de lo nacional, los pensadores sudamericanos —Samuel Ramos, Leopoldo Zea, Octavio Paz, Mallea, etcétera— se sienten atraídos por las ideas de Ortega y Gasset, especialmente las contenidas en Meditaciones del Quijote (1914) y en El tema de nuestro tiempo (1923), y en particular por el tema de la filosofía de la Historia, concretizada a un tiempo y a un espacio. Según este principio, la comprensión de la realidad o conciencia nacional debe ceñirse a las propias circunstancias espaciotemporales sin fórmulas preconcebidas.
La impracticabilidad de las ideologías europeas {positivismo, hegelianismo, orteguismo, etc.) a los urgentes y complejos problemas .sudamericanos llevaron a otras doctrinas que, como el marxismo, ofrecían, o parecían ofrecer, una solución más realista y directa a las cuestiones socio-económicas de las jóvenes Repúblicas.
La influencia del marxismo se inició en Latinoamérica a partir del siglo XX, especialmente a raíz de los primeros intentos de industrialización llevados a cabo con los métodos de explotación de las burguesías europea y norteamericana. La industrialización condujo al proletariado urbano —consecuencia del cambio geopolítico producido al pasar de la sociedad rural del siglo XIX a la urbana del XX—, clase que en América del Sur empezó a tener conciencia de tal, y cuyo ascenso constituye la preocupación fundamental del marxismo. Los partidos obreros latinoamericanos están generalmente desprovistos de verdadera tendencia ideológica y son parte de la heterogénea clientela que se forma en torno a una personalidad política que defiende los intereses de los económicamente débiles. Esta clientela puede convertirse en ciertos casos en fuerza política importante en manos de grupos de presión. Los obreros sudamericanos empezaron a agruparse en Sindicatos y a servir los intereses de determinados partidos políticos más que a su propia causa. La masa campesina indígena, no auténticamente proletaria, fue usada igualmente por los teóricos políticos en defensa del nacionalismo anticapitalista.
Para el intelectual —lo mismo que para el obrero— la revolución bolchevique de i9i7 constituyó un ejemplo de justicia social, además de servir como contrapeso al creciente predominio norteamericano en Latinoamérica. A partir de i92o el artista sudamericano se politizó e intervino con su obra en el moldeamiento ideológico de las masas. Barbusse, autor francés muy leído en América del Sur (24), nos ofrece el mejor ejemplo de la preocupación social del escritor, la cual se orientó particularmente hacia las reivindicaciones del proletariado en su lucha contra las fuerzas del imperialismo. Esta tendencia socializante se hace más evidente en los países de gran población india, donde los problemas muchas veces requieren soluciones radicales. Haya de la Torre fundó el APRA en 1924 con la esperanza de crear un mundo mejor para los obreros e intelectuales; González Prada, otro pe' ruano, predica en sus escritos ideas de justicia social, y Mariátegui, el marxista más grande que ha producido Latinoamérica, ofreció una explicación sociológica a los problemas sociales sudamericanos.
El carácter subdesarrollado de los países sudamericanos engendró —sirviéndose de ideologías europeas—, frente al próspero vecino norteamericano^ un nacionalismo socializante de matiz antiimperialista.

REFORMA UNIVERSITARIA

Una de las muchas consecuencias que trajo la primera guerra mundial fue la reforma universitaria, proceso latinoamericano que se inició en Cor' doba (Argentina) en I9I 8 y que todavía continúa. Las causas fundamenta' les de este fenómeno fueron la guerra europea, la revolución bolchevique y el advenimiento del radicalismo, movimiento que se relaciona con la pre' ocupación de los intelectuales de principios de siglo —con mentalidad del siglo XIX— por las cuestiones de derechos humanos, políticos y civiles.
La interpretación de este movimiento, como ocurrió con el positivismosno fue igual en las distintas Repúblicas donde la reforma universitaria tuvo lugar, pero en todos los países representó un espíritu nuevo, revolucionario.
El estudiante pertenece a la clase media, y una de las consecuencias económico-sociales de la primera guerra mundial fue la politización de esta clase, que en Sudamérica es la que más acusa la desigualdad social y en la que más arraigan los sentimientos nacionalistas —de acento antinortearnericano—, que frecuentemente son aprovechados por los partidos de izquierda (25). La industrialización y sindicalización de otros grupos sociales también ejerció influencia en el socialismo nacional de la clase estudiantil universitaria.
La reforma universitaria fue un manifiesto de la juventud de Córdoba a los hombres libres de América e implicó la intervención de los estudiantes en el Gobierno y su ubicación como fuerza política nacional. Sistemáticamente se puede decir que los estudiantes son opuestos al Gobierno, cualquiera que sea éste, y son utilizados por la oposición contra el régimen en el Poder. Este movimiento adquirió gran auge y atracción en toda América del Sur entre 1920 y 1930, década que representó la crisis de la ideología liberal y el resurgir de las teorías nacionalistas fascistas y marxistas como soluciones extremas a los problemas de lá sociedad sudamericana. Este ferviente nacionalismo universitario, cuya influencia en la masa fue mínima, fue aprovechado posteriormente por partidos políticos —como el M. N. R. en Bolivia— para llevar a cabo sus planes nacionalistas.
A Bolivia la reforma universitaria llegó muy tarde, y su consecuencia más importante fue la fundación de la Federación Universitaria Boliviana (F. U. B.) en i928 por José Antonio Arze y Ricardo Anaya. Las mociones defendidas por esta Asociación no se redujeron al campo educacional, sino que fueron eminentemente sociales, ya que en su «Programa de principios» se propugnaron medidas nacionalistas que afectaban a las minas, el campo y la equitativa distribución de riquezas al indio.
El fin primordial de la reforma universitaria fue la formación de la conciencia nacional y continental mediante la creación de la cultura propia auténtica de cada país, la cual serviría para hacer frente a la creciente influencia de los Estados Unidos.
La preocupación fundamental del sudamericano desde la independencia fue —y continúa siendo— la definición de lo americano. La independencia, iniciada oficialmente en la primera parte del siglo XIX, fue el primer paso en el proceso nacionalista, ya que el primer movimiento de emancipación de las colonias tuvo como base el interés económico de determinados sectores de la población completamente enajenados respecto a las necesidades del resto de la colectividad.


Referencias
(19) En las Juntas de resistencia antifrancesa que se formaron en España se originaron grupos que lucharon por el control de la política colonial. Estos fueron: a) Junta de Sevilla, representante de Fernando VII. b) Afrancesados o partidarios de José I. c) Seguidores de la Princesa Carlota, casada con el príncipe Regente del Brasil y hermana de Fernando VII. Este fragmentarismo facilitó el ya avanzado proceso de emancipación.
(20) «El capitalista, o mejor el propietario criollo, tiene el concepto de la tierra antes que el de la producción. El sentimiento de aventura, el ímpetu organizador, el poder de creación que caracterizan al capitalista auténtico, son entre nosotros casi desconocidos», MARIATEGUI: Siete ensayos..., pág. 26.
(21) Para un estudio detallado del efecto de las doctrinas positivistas en las distintas Repúblicas sudamericanas, véase la obra de LEOPOLDO ZEA: Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica, El Colegio -de México, Méjico; 1949, y para el positivismo en Bolivia la citada obra de FRANCOVICH: La filosofía en BOLIVIA.
(22) lista cuestión de la enseñanza, así como los tres grandes principios del singlo XIX —democracia liberal, experimentación científica e industrialismo- - arrancan dé los movimientos políticos del siglo XVIII.
(23) ALFRED O. HIRSHMAN: l-Otin American Issues and Comments, The Twentieth Century Fund, Nueva York, 1961, pág. 7.
(24) Uno de los escritores marxista-leninista que más influencia tuvieron en Sud' américa fue HENRI BARBUSSK, autor de la famosa novela pacifista Le feu (1917) Y fundador de la revista Ciarte (1919).
(25) «Ce sotit ees classes tnoyennes qui ressentent le plus foftetnent les inferió- - rites du sous-développement et ce sont elles par conséquent, qui, avant les communistes, ont fait du nationalisme une doctrine politique. Ce nationalisme est principalhietit dirige centre le Etats-Unis... Les étudiants sont de beaucoup le groupe le plusaccesible aux propagandes communistes: a la différence des paysans et des ouvriers, ils ont eté prepares par íeur formation a poser les problémes sur le plan théoriqueet a accepter les-ideologies», JACQUKS LAMBERT: Amérique iMtine, Presses Universitaires de France, París, 1963, pág. 260.

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