(Por José Antonio Loayza Portocarrero)
Antenor fue el primer hijo de Simón Patiño, murió; el segundo se llamó René;
luego nació el tercero y le puso el nombre del primero: Antenor. El padre fue
uno de los hombres más ricos del mundo, y el hijo el feliz heredero de una
fortuna legendaria y dueño de la mayoría de las minas de estaño de Bolivia, de
las minas del sureste de Asia en Tailandia y Malasia, de las fundidoras más
grandes de Inglaterra y de EE.UU., y del control del estaño en todo el mundo.
Cuentan que en la boda celebrada en España, una distinguida invitada, comentó:
¿Ya vieron?, la novia, a la que Antenor se la llevará de luna de miel a Italia
tiene 17 años, recién egresó del internado de monjas, y la madre es la más
interesada en el matrimonio. ¡Pero vean si el novio no es simiesco, parece un
mono caído de un cocotero a su Rolls Royce descapotable!
En 1931, Antenor Patiño contrajo nupcias en Madrid, mediante el régimen de
separación de bienes, con María Cristina de Borbón y Bosch-Labrús, la Duquesa
de Dúrcal, de la familia real de España y la mujer más hermosa del mundo. Antenor
tenía 35 años, nació en 1896 en Oruro-Bolivia. María Cristina, tenía 17 años:
nació en 1913 en Madrid-España, era hija del Duque de Dúrcal y sobrina del rey
Alfonso XIII, quien no tenía dinero pero si la ilusión de obtenerlo por medio
de la novia, que adquirió por el matrimonio la nacionalidad boliviana.
El desenlace de su divorcio después del casamiento por conveniencia, fue uno de
los episodios más célebres en la historia del derecho internacional, por el
problema de las jurisdicciones y las leyes. María Cristina de Borbón inició en
nueva York, a principios de los cuarenta, un juicio por abandono contra Antenor
Patiño, que concluyó con un convenio de reconciliación y una serie de
compensaciones, una de ellas pagada en Manhattan, cuando María Cristina recibió
en julio de 1944, medio millón de dólares a cambio de reconciliarse con su
esposo, y la promesa de recibir otro medio millón, siete años después, en 1951.
Pero el matrimonio no tenía salvación. Al terminar la guerra, Antenor Patiño,
retornó a París y emprendió un juicio de divorcio que duró más de 20 años, en
las cortes de París, Madrid, La Paz y Nueva York. Pero el divorcio parecía
imposible. Diez años después, Patiño viajó a México, donde le dijeron algunos
actores de Hollywood, que era posible conseguir un divorcio fácil. El
Presidente mejicano Adolfo Ruiz Cortines, le ofreció todo su apoyo para
resolver el asunto de su divorcio, si hacía una buena inversión en México.
Sin pensar más, Antenor estableció su domicilio conyugal en México. En 1956 construyó
el Hotel María Isabel, un edificio elegante, situado en la zona más exclusiva.
Ese mismo año solicitó ante el Juzgado Séptimo de lo Civil en la Ciudad de
México, la separación de su cónyuge. Los tribunales, al aceptar su solicitud,
ignoraron o pretendieron ignorar, que el matrimonio se celebró en Madrid, entre
un boliviano y una española, con domicilio conyugal en París y Nueva York, y
con juicios de divorcio pendientes en las cortes de América y Europa. Aun así,
un juez del distrito de México, falló a favor de Patiño, quien invocó como
causal de divorcio, el abandono de hogar.
María Cristina que vivía en Francia, reaccionó, la justicia revirtió la
decisión, y la noticia llegó el 2 de julio de 1959 a México. “Anulan en París
el divorcio de Patiño”, así anunció el periódico Excélsior, para después
explicar en detalle: “La primera Sala del tribunal de Apelaciones de París,
dictó hoy varios mandatos judiciales en relación con las dificultades del
acaudalado industrial Antenor Patiño con su esposa, María Cristina de Borbón.
El primero de esos mandatos asienta que el tribunal de México no es competente
para decidir, como lo hizo en noviembre pasado, el divorcio de los esposos, ya
que, por una parte éstos son de nacionalidad boliviana y por la otra, el matrimonio
se efectuó en Madrid, y España no admite el divorcio. El tribunal de París, por
su parte, se declara competente porque los interesados residen en esta ciudad”
Fue una victoria para María Cristina de Borbón. El 15 de mayo de 1963, la Corte
confirmó procedente la separación de cuerpos solicitada por ella.
Más tarde, Antenor siguió con las suyas, el 8 de enero de 1960 contrajo
matrimonio en Londres con la española Beatriz de Rivera, “ambos por segunda
vez”, según anunció la revista Time. Sin embargo el matrimonio no fue el
colorín colorado de la historia. María Cristina lo acusó de “vivir en estado de
concubinato, e inició una nueva ofensiva legal.
Los separados tenían dos hijas: Cristina y María Isabel. La primera, o sea
Cristina, se casó con el príncipe francés Marc de Beauvau-Craon en 1952, tuvo
dos hijas, la princesa Minnie de Beauvau-Craon casada con el argentino Javier
Botana, con quien tuvo dos hijos, Victoria y Sebastián, que hoy viven en
Londres, en el castillo de Haroue; y Dianne de Beauvau-Craon. Más tarde
Cristina se divorció y se casó con el austriaco Ernest Schneider, de ese
matrimonio nació Cristina Schneider Patiño.
La segunda hija, tuvo un romance con el joven hotelero judío Jimmy Goldsmith,
quien, cuando fue a pedir la mano de María Isabel a Antenor, éste le replicó
“¿Usted cree que voy a permitir que mi hija se case con un judío cualquiera?”,
y el ofendido respondió “Que curioso, mis padres dicen lo mismo: cómo te
enamoraste de la hija de un indio”.
Antenor Patiño, falleció en 1982, fue sepultado en el cementerio del Père-Lachaise, Francia; no en el Mausoleo de Pairumani y junto a
sus padres como estaba previsto. La princesa Cristina de Borbón y de
Bosch-Labrús, Duquesa de Dúrcal, murió el año 2004. Fue enterrada en el Panteón
de Infantes del Monasterio de El Escorial.
Así de a poco la fortuna de Patiño se fue a otros bolsillos, y el diablo
montado sobre las montañas que nos regaló Dios, como el cerro rico de Potosí,
Colquechaca, La Salvadora, y otras; aún ríe: “¿Diablo, diablo, dime, seré
rico?... ¡Claro que sí, tú sabes para quien trabajas!”