“Sigue el bombardeo, cada vez más recio y más monstruoso. Un estruendo de
cataclismo llena el espacio y hay en el alba un negro horror de apocalipsis.
Surge en nosotros la idea de que se libra una gran batalla. Francamente yo
tengo miedo, y aseguro que mis camaradas también. Pero nadie dice una palabra,
todos permanecemos inmóviles en nuestras camas. No tardamos en comprender
que sólo se trata de unas salvas con que nuestro ejército saluda al clásico
Seis de Agosto. Ha cesado el bombardeo. Ahora comienza un crepitar furioso de
ametralladoras y de fusiles. Esto dura poco. Se restablece la calma. Una banda
de música ataca una alegre diana y muchas ametralladoras y muchos fusiles
perforan nuestros oídos como las agujas de innumerables máquinas de coser. Es
que todos los soldados que hay en Ballivián saludan también al alba de este día
de las glorias nacionales. Bien sabemos que se festeja el Seis de Agosto. Pero
queda en nosotros la impresión del bombardeo con sus contornos de tragedia y
de muerte”.
(REPETE—JESUS LARA Diario de un hombre que fue a la Guerra
del Chaco) ©cortegosky
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