Fuente: Aclaraciones Históricas Sobre La Guerra Del Pacifico - Roberto
Querejazu Calvo.
Tres sucesivos gobiernos bolivianos participaron en la gestación y
perfeccionamiento del Tratado de Alianza Defensiva suscrita con el Perú. Lo
inició el gobierno del Presidente Agustín Morales, que tenía por Canciller a
Casimiro Corral. Se firmó y aprobó durante el gobierno provisional de don Tomás
Frías, en el que continuó como Ministro de Relaciones Exteriores el señor
Corral. Se ratificó y se canjearon las ratificaciones en el gobierno
constitucional de don Adolfo Ballivián, cuyo secretario de Estado en el
despacho de negocios internacionales era don Mariano Baptista Caserta.
Una alianza que tenía un claro y definitivo carácter defensivo debió hacerse
público para que sirviese de prevención al presunto enemigo de las dos partes
contratantes. Empero, se le dio carácter secreto seguramente hasta que se
consiguiese la adhesión de la República Argentina. Sin embargo, no se le quitó
esa condición cuando la incorporación del gobierno de Buenos Aires no llegó a
concretarse.
Pese al secreto, el gobierno chileno supo de su existencia, a poco de su firma,
por una infidencia del Brasil. El Perú por consideración a un país poderoso y
vecino con el 'que quería mantener relaciones libres de toda susceptibilidad,
le dio aviso confidencial del pacto suscrito con Bolivia. La cancillería de
ltamaraty transmitió el dato a la de La Moneda. También el Ministro del Brasil
en Buenos Aires, Barón de Cotepige, comunicó a su colega chileno, Guillermo
Blest Gana, que se había pedido la adhesión argentina y que el asunto se estaba
discutiendo en el Senado. Blest Gana comprobó la veracidad de tal información
pagando una deuda de 20.000 pesos de uno de los senadores a un banco e
incitándolo, por ese medio, a la venalidad.
Las autoridades chilenas quedaron muy nerviosas con las noticias de la alianza.
Portales había dejado establecido como uno de los fundamentos de la estrategia
internacional de Chile el de evitar la existencia de cualquier vinculación
político - militar entre Bolivia y el Perú.
Los intereses chilenos en las riquezas del litoral boliviano, nacidos con el
guano de Mejillones (del que consiguieron una mitad gracias al tratado de
1866), incrementados con la plata de Caracoles (explotada en su mayor parte por
mineros de su nación), habían aumentado en los últimos años con un tercer
producto, el salitre, en cuya explotación sus industriales se llevaban la parte
del león.
El señor Adolfo Ibáñez, que seguía como Ministro de Relaciones Exteriores de
Chile, para contrarrestar la alianza con el Perú, evitar que este país
influyese sobre el de Bolivia con su política de estatización de la riqueza
salitrera de Tarapacá y conseguir que sus compatriotas siguiesen extrayendo la
plata y el nitrato de sodio de Atacama sin mayores impuestos, destacó a La Paz
a don Carlos Walker Martínez, como Ministro Plenipotenciario, en sucesión del
señor Santiago Lindsay.
Walker Martínez conocía bien Bolivia y sus hombres. Había sido secretario de la
Legación Vergara Albano años antes, cuando resultó más hábil que su jefe en
conquistar las simpatías del General Mariano Melgarejo y hasta obtuvo de él el
título de edecán, con el grado de mayor de ejército, para la campaña bélica
contra el Perú a la que se quería empujar al tirano beodo. Encontró que el
gobierno de don Adolfo Ballivián era el reverso de la medalla de lo que fue el
de Melgarejo. Lo que fuera ignorancia, concupiscencia, improvisación y rudeza
era ahora cultura, austeridad, sentido de responsabilidad y buenas maneras.
Congenió con el canciller don Mariano Baptista y entabló con él una cordial
amistad. Dijo de él más tarde en un libro: "Es un orador notabilísimo. Su
honradez es inmaculada. Su cultura profunda".
Las conferencias Baptista-Walker Martínez se iniciaron en La Paz el 6 de junio
de 1873. El diplomático chileno planteó el estricto cumplimiento del tratado de
1866. Se venía ejecutando en cuanto a la partición de los guanos de Mejillones,
pero no respecto a la división de los derechos fiscales cobrados por la
exportación de minerales. Baptista sugirió la conveniencia de anular ese pacto
y llegar a la concertación de uno nuevo en el que se suprimiesen las
"medias" y la intervención fiscal chilena en territorio boliviano.
Declaró que el gobierno de Bolivia respetaba las obligaciones que había
contraído pero pensaba que sería mejor llegar a un acuerdo que "consultase
más avisadamente los mutuos y verdaderos intereses de ambas repúblicas y
eliminase todo motivo de desacuerdo, de roce, de excitación popular y de
inmixtión de gestiones fiscales".
Después de varias entrevistas, los dos negociadores llegaron a ciertos acuerdos
básicos. Walker Martínez, con el visto bueno de su jefe Adolfo Ibáñez, declaró
estar dispuesto a la concertación de un tratado nuevo, siempre que su país
conservase en él los derechos adquiridos en el anterior y, si cedía en algunos,
tendría que ser a cambio de adecuadas compensaciones.
Se interrumpieron las conversaciones a raíz de la decisión del Presidente
Ballivián de viajar a Sucre para que el Congreso de ese año se instalase en su
sede constitucional, la Capital de la República. Walker Martínez prefirió no
seguir al gobierno recorriendo "300 leguas a lomo de mula por caminos
endiablados". Se quedó en La Paz confiado en que el Jefe del Estado y sus
ministros retornarían a la conclusión de las labores legislativas. Mas, como
las instrucciones que tenía eran las de apresurar todo lo posible un arreglo
con Bolivia, continuó negociando con el canciller Baptista por medio de
correspondencia.
El 5 de septiembre (1873), le escribió: "Mi señor y amigo: Tenga la bondad
de pensar sobre esta nueva combinación que voy a proponerle... El objeto que
usted y yo perseguimos es cortar de una vez y para siempre la odiosa cadena de
dificultades que existe entre Bolivia y Chile. Nuestro proyecto de arreglo, en
su base sexta, dispone que Bolivia, previa liquidación, pagará a Chile la
cantidad que adeuda por derechos correspondientes a antes de que firmemos el
nuevo tratado".
"Esto dejaría siempre pendiente algo... Creo que mi gobierno aceptaría
mejor un partido que diera completamente fin a todo, sin dejar causa de
reclamos y disgustos mutuos. Me parece, además que sería un paso de excelente
política para el gobierno de Bolivia resolver definitivamente esta cuestión...
Si usted y yo tuviéramos la felicidad de llegar a ese término, habríamos hecho
un verdadero bien a nuestros países y cumplido con un deber de buenos
ciudadanos. La propuesta que le hago es la siguiente: Yo dejo de lado el
artículo sexto aludido a trueque de que usted acepte la liberación de derechos
de exportación de minerales que los chilenos explotan en el litoral boliviano.
De esta suerte habría una compensación mutua. Si usted cree que le conviene esta
propuesta hemos concluido y lo único que restaría es poner nuestras firmas al
pie del tratado. Para mí este arreglo que le propongo tiene la inmensa ventaja
de dar un corte definitivo a todo. Ya no habrá para qué ocuparse más de la
cuestión de límites, ni de la intervención de un país en el territorio del
otro. No habrá más que paz, buena armonía y fraternidad entre dos repúblicas
amigas y hermanas".
Foto: Carlos Walker Martínez (1905). / Walker Martínez se casó con Sofía
Linares Frías en Sucre (Bolivia) el 13 de octubre de 1875.
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