GRIGOTÁ Y VITUPUE / ¿GUARANÍES E INCAS?


 Por: Isabelle Combès. 

Una primera información nos es provista por Domingo de Irala cuando, en 1543, remonta el río Paraguay desde Asunción y encuentra en una laguna del pantanal (probablemente la actual laguna La Gaiba) a varios chanés que le hablan en guaraní, y le nombran al portugués García que había pasado por estas tierras pocos años antes:
«Preguntado que cómo hablaba guaraní y dónde conoció al dicho García, dijo que la causa porque hablaba guaraní era que en tiempos pasados, antes que García viniese del Brasil a los dichos guaraníes, se hizo una gran junta de los dichos guaraníes en el puerto que llaman de Ytatin [sobre el río Paraguay] para ir a buscar el metal y que, pasando por su tierra de ellos de noche dieron en sus casas y mataron muchos de los suyos y prendieron a sus mujeres e hijos, y a ellos los trajeron al dicho puerto de Ytaytyn; y que estando ellos en el dicho puerto por esclavos de los dichos guaraníes, pasó por allí el dicho García, con el cual él y otros dos hermanos fueron en busca del dicho metal con los dichos guaraníes» (Irala, 2008 [1543]: 7-8).
Según este relato, la esclavitud y la consiguiente guaranización de los chanés tendrían sus orígenes en las migraciones guaraníes (prehispánicas en este caso) hacia el oeste, en busca del metal andino.
Otros relatos son mucho más detallados, como es el caso de la Relación Cierta del padre Alcaya. La versión que conocemos de este texto se remonta a 1636; sin embargo, la mayor parte de su contenido se basa sobre otra relación más antigua, dejada por Martín Sánchez de Alcayaga, padre del cronista y conocido poblador de la primera ciudad de Santa Cruz (Un análisis de la Relación Cierta de Alcaya(ga) en Meyers & Combès (2011).) La Relación Cierta cuenta en realidad dos historias paralelas. Por un lado, la del Inca Manco poblando el Paititi en algún lugar de la Amazonía; y por otro lado, la de los dos incas hermanos, Guacane y Condori, en Samaipata y Saypurú —es decir, en la cordillera chiriguana—. Esta última es la que nos interesa aquí. Pariente del Inca del Cusco, Guacane partió al este y se instaló en «Sabaypata». Como ya se mencionó, logró «traer a su devoción» a los indígenas de los llanos cercanos, obteniendo en particular la obediencia del jefe Grigotá y sus vasallos: Goligoli, Tendi y Vitupue. Según Alcaya, «Grigotá» no sería un nombre sino un título:
«Así se llamaban todos los que [se] sucedían en el gobierno, como en Roma los Césares, los faraones en Egipto y los incas en el Cuzco» (AGI Charcas r. 1 N. 11: 1).
De esta manera, el Inca del Cusco despachó a Condori, hermano de Guacane, con 5 000 hombres a la región. Condori empezó a trabajar, más al sur en la cordillera, la mina de Saypurú.
Es entonces que, atraídos por la fama de riqueza de los dos incas, los guaraníes del Paraguay, acompañados por otros grupos como los xarayes del Pantanal, decidieron apoderarse de ellas. Eso ocurría, dice Alcaya, once años antes del viaje de Juan de Ayolas desde el Paraguay hasta el Occidente —vale decir, en 1526—. De 8 000 guaraníes que salieron, «5 000 de ellos vinieron para Grigota»:
«Y allí se detuvieron un invierno, desde donde enviaban sus espías a los llanos de Grigota, donde el rey Guacane sin ningún cuidado se holgaba con los suyos como en su reino. Y mientras el invierno hacía su curso, esta carnicera nación se ocupaba en hacer grandes matanzas en estos desnudos naturales, comiendo criaturas y gozando de sus mujeres como de las suyas propias, a fin de levantar y engrandecer su nombre por toda la tierra y castigar con su cruda condición a los naturales y comarcanos» (AGI Charcas r. 1 N. 11: 3v).
En un primer ataque guaraní, Guacane encontró la muerte y «Grigota salió mal herido aunque no murió. Se escaparon muchos indios y mujeres». En represalia, el Inca del Cusco despachó al capitán Turumayo contra los guaraníes, que también acabó siendo vencido por ellos. De nuevo, por esta batalla, «se escaparon muchos indios de este reino y de los llanos». Instalados los guaraníes en la comarca, empezaron a adueñarse de ella y de sus habitantes:
«El cacique Grigota y los demás de la comarca recibían cada mes notables daños en sus pueblos y chozas donde se habían retirado, cautivándoles sus mujeres e hijos estos extranjeros enemigos, los aborrecían grandemente» (AGI Charcas r. 1 N. 11: 4r-v, 5).
Es entonces que Grigotá decide contraatacar solo, esta vez con éxito. Ahí se ubica un episodio célebre de la gesta contada por Alcaya, cuando Grigotá manda a 200 chiriguanaes prisioneros al Inca del Cusco, y este los castiga exponiéndolos desnudos al frío en lo alto de un cerro nevado.
La crónica nada dice sobre los acontecimientos que siguen, y recién retoma el hilo en 1548 (fecha que podemos establecer por las crónicas paraguayas que relatan el viaje de los asuncenos a través del Chaco), cuando Domingo de Irala, gobernador de Asunción, «se dispuso al nuevo descubrimiento de los llanos de Condori y Moxos. Y vino por el [mismo] viaje que los guarinis, y llegó a los llanos de Grigotta con 350 hombres». Grigotá lo recibe bien, «muy gozoso vino con buenos presentes de la tierra y sus caciques y muchos indios, y dieron la paz al capitán Irala con fin de confederarse con él para desterrar de sus pueblos y tierras a los chiriguanaes» (AGI Charcas r. 1 N. 11: 9).
Sin embargo, en busca de minas y metales, Irala logra entrevistarse con Condori, el inca de Saypurú que quedó prisionero de los chiriguanaes. Este, bien aleccionado, le revela que los metales tan buscados son los de las minas de Charcas, ya en poder de los españoles del Perú, tras lo cual vuelve Irala a Paraguay, librando Grigotá a su suerte. En este punto termina la crónica. El relato de Pero López ofrece posteriores noticias de Grigotá: indica que fue preso por el conquistado Andrés Manso, llegado a «Quiricota» en 1559 desde Charcas, pero que aceptó luego servir al español. Grigotá habría juntado en esta ocasión unas 10 000 personas entre hombres y mujeres para dar su amistad a Manso (López, 1971 [c. 1570]: 86)( «Quiricota» citado en Sánchez (1906 [s/f]: 40).). Sin embargo, si el nombre fue realmente un título como lo indica Alcaya, no tenemos la seguridad de que se tratase del mismo personaje.
Los documentos paraguayos que relatan el viaje de Irala a través del Chaco en 1547-1548 y su llegada a los llanos del río Guapay no mencionan a Grigotá, pero sí se refieren a un encuentro con los indígenas tamacoci. De hecho, la «provincia de los tamacoci» es el equivalente de la «provincia de Grigosta» en los escritos de la época, y podemos afirmar con seguridad que Grigotá era el cacique de este grupo. Varios estudios muestran también, como ya lo sugerían Sanabria y Saignes por ejemplo, que los tamacoci eran, con mucha probabilidad, un grupo chané de habla arawak(Remito sobre estos temas a Combès & Hirtzel (2007), y Combès (2010: artículos Grigotá y Tamacoci).). En todo caso, como se ha visto, los tamacoci eran en los años 1580 tributarios de los chiriguanaes, al igual que los chanés y demás «naturales de los llanos».
De ahí el problema planteado por la mención de sus tres vasallos en la época prehispánica: Goligoli, Tendi y Vitupue. Pues Vitupue aparece a partir de 1560 como uno de los máximos jefes chiriguanaes de la Cordillera, «el más poderoso de estos chiriguanaes» (Polo de Ondegardo, 1914 [1574]: 95) y la «provincia de Vitupue» no es otra que la también llamada «provincia de Grigotá»( «Los llanos de girigota en la prouincia de Vitupue» (Ozores de Ulloa, 1587), BN Madrid ms. 3044.). Esta «provincia» reunía en 1584 a varias aldeas chiriguanaes que tenían sus propios caciques pero a la vez reconocían la autoridad general de Vitupue:
* Ytacuiran y Caracara, con los caciques Curipuy [Caripui], Corembu y Morecapy.
*Guapea o Aguapea, con los caciques Guapea, Naipu (o Naipeci) y Caybe.
* Tambora, cuyos caciques eran Vitupue mismo y Yaparo, Sabayuque y Eyra.
* Tendi, con el cacique Yabagu, hijo de Tendi, y otros dos llamados Neca y Cuyuru.
* Coyagua, con los caciques Coyagua y Taruyu. Coyagua estaba ubicada a 9 leguas de Samaipata, probablemente río Grande, un poco más arriba de Tambora o más al norte (AGI Pat. 235 r. 8: 28; Mujía, 1914, t. 2: 416-417, 422).
Otros caciques conocidos al mando de Vitupue eran Matarapa y Amboa (Testimonio y relación…, 2008 [1561]: 116; Relación de los servicios de Ñuflo de Chaves y Álvaro de Chaves, 2008 [1588]: 259).
Tendi, nombre de otro vasallo de Grigotá, aparece entonces como el de un cacique chiriguana. Sabemos que, como tal, poseía «esclavos» entre los indígenas de los llanos, por ejemplo los habitantes del pueblo de Guatuco (AGI Pat. 235 r. 8: 28v; Mujía, 1914, t. 2: 417).
La seguridad no es la misma en cuanto a Goligoli. Según Sanabria, «consejas populares antiguas entre los campesinos de Vallegrande mencionan a cierto Goligoli, bravo guerrero indígena y dueño de opulentos tesoros» (Sanabria, 1949: 33). El mismo autor dice que en 1602 el nombre de Goligoli vuelve a aparecer en las cercanías del Guapay, «como asignado a un paraje en el cual tenía una corta hacienda de ganado el residenciado Juan de Montenegro» (Sanabria, 1961: 72). El nombre de Goligoli aparece también en 1561 en el padrón de encomiendas y otros documentos relativos a la primera ciudad de Santa Cruz, fundada a unos 300 km al este del Guapay. Se menciona a «los xarionos, que por otro nombre se dice los goligolis» (Repartimiento, 2008 [1561]: 104; Testimonio y Relación…, 2008 [1561]: 115); en otros documentos, los «xarionos» se transforman en xerionos o xarronos (Testimonio y Relación…, 2008 [1561]: 115; Información de servicios de Ñuflo de Chaves, 2008 [1561]: 78). Se sugirió anteriormente que este nombre podría ser equiparado al de «cheriones», siendo este último término un nombre dado a los mismos chiriguanaes; por lo tanto, el mismo Goligoli habría podido ser chiriguana al igual que sus colegas Tendi y Vitupue (Combès, 2010: artículo Goligoli)( Es en todo caso incomprensible la nota de Susnik (1978: 49), quien afirma que Goligoli sería la pronunciación chiriguana de «Grigotá» pues ambos personajes son nombrados al mismo tiempo, en el mismo documento, uno siendo vasallo del otro.). Otra hipótesis es posible, pues el sufijo -ono presente en el nombre de los xarionos es un plural arawak (chané). Goligoli no es el único nombre registrado en el Guapay que vuelve a aparecer en Santa Cruz: en el mismo caso están por ejemplo los dos caciques Tomacoçi y Tamagoci (Repartimiento, 2008 [1561]: 101, 109), cuyos nombres evocan evidentemente a los tamacoci del Guapay. ¿Podrían estos nombres atestiguar las huidas de los «naturales» mencionadas por Alcaya para escapar del furor chiriguana?
En todo caso, y dejando en suspenso el caso de Goligoli, el problema sigue en pie en cuanto a Tendi y Vitupue, caciques chiriguanaes en los años 1560-1580 y amos de la Cordillera, y poco antes vasallos de un jefe tamacoci (Existe una diferencia de fechas entre la mención del Vitupue prehispánico (c. 1526) y la del jefe chiriguana (a partir de 1560); de la misma manera, el Tendi chiriguana aparece en las fuentes a partir de los años 1585. Al igual que el caso del Grigotá citado por López, tal vez no se trate de los mismos personajes, sino de sus familiares directos: sabemos que, así como el sistema político chané-chiriguano sigue siendo hoy hereditario, los nombres personales también se transmitían entre las generaciones (Bossert & Villar, 2004).). Sin poder ser totalmente descartado, un error de Alcaya es improbable en este caso, inexplicable por parte de un cronista originario de la provincia de Santa Cruz, donde todos conocían la figura del Vitupue chiriguana. Lo curioso es que la «contradicción» planteada por Alcaya no fue prácticamente notada por los investigadores. Sanabria (1949) se contenta con decir que los nombres de Tendi y Vitupue están registrados luego en los documentos, pero no lo plantea como un enigma. Branislava Susnik sí nota la contradicción y la resuelve proponiendo lo siguiente: Vitupue y Tendi serían los nombres de caciques «grigotanos» (los vasallos mencionados por Alcaya) vencidos por los chiriguanaes, que habrían adoptado sus nombres (Susnik, 1968: 98). De hecho, ejemplos de esta práctica existen: los caciques chiriguanaes Pero (Pedro) y Chaues (Chaves) de la misma época sacan sus nombres de españoles (Combès, 2010: 124, 240); el nombre del chiriguana Condorillo (o incluso inca Condorillo) del río Parapetí remite, evidentemente, al inca Condori de Saypurú vencido por los guaraníes, etc. El problema es que Vitupue al menos parece ser un nombre genuinamente guaraní —algo como Ivitu pua, «el viento que se levanta»—: «Ibitupuá, viento levantado», en palabras de Barco Centenera (1969 [1602]: 121).
Asumamos entonces, a título de hipótesis, que Alcaya estuvo en lo cierto al escribir su crónica. De hecho, puede compararse su relato con el, ya mencionado, de Díaz de Guzmán. Según él, en efecto, los guaraníes migrantes, llegando «muy destrozados» a la frontera inca, «se mostraron humildes, sometiéndose a la servidumbre del dicho inca» —eso correspondería a la obediencia rendida por Grigotá y sus vasallos chiriguanaes a Guacane.

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