Por: Maurice Cazorla - artículo publicado en semanario orureño El Fulgor, disponible en: https://elfulgor.com/nota/5e936f781d764/sucedio-en-oruro-un-9-de-abril-de-1952
El pasado 9 de abril y Jueves Santo, casualmente hace 68 años atrás, en la historia recordamos un hecho que se conoció como “Revolución”; sin embargo, la historiografía nos remite a los sucesos de la ciudad de La Paz, dejando de lado lo que sucedió en nuestra ciudad, que de alguna manera definió el desenlace de esa jornada. Y con el permiso de los editores, permítasenos compartir.
Este movimiento no fue casual, se había preparado anticipadamente. El 10 de febrero de aquel año, se comentaba de una conspiración para tomar preso al mismísimo Presidente del país el General Hugo Ballivián, el militar que había recibido la responsabilidad de la primera magistratura de Bolivia luego que el presidente Urriolagoitia en el famoso “Mamertazo”, decidiera entregar la presidencia a los militares negando los resultados de la elección de 1951 en los que claramente había ganado el partido liderado por Víctor Paz Estenssoro, pero por su orientación “Marxista”, se tomó la irresponsable decisión de “pasar” el poder.
En Oruro era jefe del Comité Revolucionario de Oruro don Zenón Barrientos Mamani; fue convocado a La Paz para ultimar los detalles del secuestro del presidente en la celebración cívica de Oruro el 10 de febrero. Alguien advirtió sobre esta amenaza al presidente, pero ya se armaba un complot “revolucionario” en que los mismos militares jugarían un rol importante.
El dirigente del partido que quedó en La Paz era Hernán Siles Suazo, había preparado al Comando del MNR para movilizar a La Paz en el momento preciso, había coordinado con el General Antonio Seleme, quien siendo ministro de Gobierno del presidente Ballivián, se encontraba en reuniones secretas con Siles Suazo.
Le habían prometido la presidencia y con ello, atraerlos a la “revolución”. Entretanto, Siles, había jugado otra opción, necesitaba el apoyo de los mineros para fortalecer el comando armado y, para ello había tenido acercamiento con Juan Lechín Oquendo para que se sume al movimiento que se andaba preparando. Seleme, al enterarse de esta intención, decidió dejar esta peligrosa alianza. Incluso, se había conversado con Oscar Unzaga de la Vega, dirigente de Falange Socialista Boliviana, pero no quedó más que una intención.
Se había preparado todo para el 9 de abril, la tropa del Regimiento Camacho había ensayado la procesión que debía celebrarse al día siguiente. Sin embargo, había movimiento inusitado de oficiales, que corrían de un lado al otro. Se había ordenado sacar las ametralladoras, ninguno de los reclutas sospechaba lo que iba a suceder.
En la misma circunstancia, el jefe del Comité Revolucionario de Oruro, esperaba una señal para movilizar las fuerzas y fortalecer la toma por el Comando del MNR al Palacio de Gobierno. Se escuchó radio Illimani, pero nada sucedía. Empero, los militares, estaban avisados de los movimientos que se iban gestando. Barrientos, al no tener noticia alguna, decidió tomar la iniciativa y se adelantó a buscar el jefe de la Región Militar en su residencia, el General Jorge Blacutt.
Por supuesto se sorprendió ver al jefe de este comité quien lo conminó a plegarse a la revolución que se estaba gestando en Oruro. Se dirigieron al cuartel en la calle Velasco Galvarro para que los civiles, en su mayoría ex combatientes de la guerra del Chaco, tomen armamento y munición. Se tomó más de 200 automáticas con abundante munición convirtiendo al Comité Revolucionario de Oruro en una poderosa fuerza armada en ese momento.
Con el General Blacutt por delante, se dirigieron a la Prefectura en la plaza principal sorprendiendo a la escasa guardia que tenía el edificio; Manuel Barrau Pelaez sugirió organizar un gobierno prefectural provisional e invitó al General Blacutt para dirigir un discurso en el balcón principal ante la muchedumbre que había llenado la plaza 10 de febrero.
Luego se dirigieron al Regimiento “Camacho” 1º de Artillería para pedir se puedan adherir a la revolución. Grande fue la sorpresa de toda la muchedumbre, al encontrar los accesos al cuartel completamente reforzados y con soldados al apronte. El General Blacutt, sugirió entrar solo al Cuartel a negociar con el comandante; sin embargo, mientras cruzaba el portón metálico, se recibe un telegrama de La Paz del General Torres Ortiz comunicando la verdadera posición del Ejército que era defender a cualquier costa el gobierno del General Ballivián ordenando que toda la fuerza militar se traslade hacia la ciudad de La Paz para este cometido.
Las puertas se cerraron, había ametralladoras apostadas en los altos del edificio del Regimiento, hasta que la impaciencia de la muchedumbre comenzó a generar movimiento. Se escuchó la orden de “fuego”, con el que iniciaron las descargas de ametralladoras que dejó víctimas en la calle, obligando a retroceder a los milicianos hacia el cerro. El enfrentamiento armado duró hasta la tarde, cobrándose muchas víctimas. Mineros de San José bajaron haciendo detonar dinamita. Mientras sucedía este enfrentamiento, en Papelpampa, en la zona Sur de la ciudad sería testigo de otro escenario violento.
Las guarniciones de Catavi, Challapata y Curahuara de Carangas, recibieron la orden de trasladarse a Oruro; en el caso de Catavi, los mineros apoyaron con camiones para trasladar a la tropa, porque los mineros en Asamblea decidieron apoyar al gobierno militar. El sindicato distribuyó a los choferes en los camiones, formando un contingente de 1.200 hombres que se acercaban a la ciudad junto con el Regimiento Ingavi que venía de Challapata y que se habían encontrado en Machacamarca.
Mientras se acercaban a la ciudad, los milicianos los estaban esperando. Los tomaron por sorpresa, dispararon las livianas dejando muchos reclutas muertos y heridos en la pampa; algunos de ellos tomaron la bayoneta y se enfrentaron, siendo ultimados con disparos certeros, dejando la pampa entre muertos y heridos que exclamaban sus “ayes” para ser auxiliados por sus camaradas. Los comandantes habían desaparecido, y las mujeres del pueblo llevaron a los heridos al hospital general, los jóvenes reclutas se habían rendido ante la presencia de una turba que también estaba armada y quería ultimarlos.
En la tarde luego del enfrentamiento en el Regimiento Camacho, ordenaron entrar a los cuadros a la tropa. Al amanecer, los obligaron a salir por un forado a todos los reclutas, quedando en el cuartel solo los heridos y un sargento en su cuidado. La tropa avanzó hacia La Paz sin oficiales, llegando a Viacha donde los milicianos los tomaron de rehenes, salieron sin armamento de Viacha hacia Oruro, nuevamente a pie, los obligaron a volver con la gorra al revés, al ingresar a la ciudad fueron abucheados por la muchedumbre.
El doce de abril, la muchedumbre, buscando venganza con los caídos en la jornada del nueve, irrumpió en el Regimiento Camacho, que no tenía guardia, reinaba el silencio los oficiales habían desaparecido, solo encontraron a los heridos y al sargento, que violentamente fueron arrastrados hacia el patio y colgados de un árbol que todavía existe dejando sus cuerpos hasta el lunes de pascua. Las hermanas de Santa Ana y la familia Gutiérrez se apiadaron de sus cuerpos y les ofrecieron cristiana sepultara. Mientras, el gobierno revolucionario se había apoderado de la plaza de Oruro.
Otros detalles nos fueron revelados en un informe que permaneció inédito por muchos años, y en la confusión de la llamada “revolución” el comandante del Regimiento había preparado para entregar a sus superiores, en el cual devela nombres de aquellos dirigentes que asaltaron el cuartel el 12 de abril y lo peor, quien había dado la orden de “fuego” que dio inicio a toda la masacre entre civiles y reclutas aquel 9 de abril corroborado además con testimonios de alguno de los reclutas como también de algunos que participaron activamente en los enfrentamientos; sin embargo, tendremos que compartir en otro espacio, esa historia aún no está escrita, pero vale la pena recordar aquel sangriento enfrentamiento en Oruro y que la historia nacional ha omitido.
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