Como antecedente al apoyo brindado por los indígenas a los
opositores de Mariano Melgarejo en 1871
se sabe que existieron vínculos entre éstos y el gobierno que le antecede.
Cuando Manuel Isidoro Belzu (1848-1855) se constituyó en presidente de la República
hubo evidencias del apoyo político que
otorgaron las comunidades indígenas al régimen de este militar
populista. En 1854, los aymaras de Omasuyus patrullaron la frontera con el Perú
con el propósito de evitar el ingreso de los opositores que se encontraban en
el país vecino.
Este apoyo se puede comprender, según afirma Raúl Calderón (1990), a partir no sólo
de los recursos legales y/o las
protestas a las que las comunidades
acudían para resolver sus pleitos de tierras sino también de las alianzas con
las autoridades locales. Las alianzas fueron una pieza clave para entender cómo
se establecieron las relaciones entre los indígenas, el poder local y las
autoridades estatales. Tomando como ejemplo el accionar de los indígenas de
Omasuyus, Calderón (1997) narra que su participación se conoce gracias
a un detallado informe enviado desde Huarina con fecha 11 de junio en 1849 por
el gobernador intendente de la provincia Félix Eguino al prefecto de La Paz Idelfonso
Villamil.
En la misiva, Eguino señala cómo inició su tarea en los
cantones explicando en plazas y otros
puntos importantes la causa “popular” del gobierno destacando que este se hallaba muy interesado en el
bienestar de la población indígena. Eguino les habló en su idioma, traduciendo
lo que el gobierno quería decir en códigos que los indígenas entendiesen. Por
ejemplo, les dijo que Belzu, como Wiracocha y como los Inkas: “había salido de
Omasuyus a derrocar al tirano Ballivián con el auxilio de ellos (los aymaras) para
liberarlos de ese gobierno ominoso que les había traído plagas y calamidades”.
Los aymaras de Omasuyus, al mando de los jilacatas y apoderados, visitaron al gobernador
intendente para plantearles sus inquietudes. Le comunicaron que eran delegados
por sus ayllus para trasmitirle que estaban dispuestos a rebelarse, e inclusive
morir, antes de que Ballivián derroque al presidente Belzu. Ante la
voluntad de los ayllus de colaborar y organizar
una rebelión, Eguino se encargó de persuadirlos y de pacificarlos. Les prometió que Belzu los visitaría cuando
existiese tranquilidad plena.
El ejemplo es por demás ilustrativo, quedando claro que los
indígenas se encontraban al tanto de lo que ocurría a nivel de la política y que los vínculos entre el gobierno de Belzu
y las comunidades se debían a las relaciones entabladas por éstas con los
miembros de los poderes locales, en este caso, con el gobernador intendente (futuro sub-prefecto) quien, a su vez, tenia vínculos familiares, sociales y políticos en
la provincia. De esta manera, los indígenas se ligaron a los procesos políticos
nacionales identificando desde los inicios de la República a los gobiernos a
los que tenían que oponerse y a aquellos a quienes debían apoyar.
// Extracto de la tesis de María del Pilar Mendieta Parada,
titulado: De la alianza a la confrontación: Pablo Zárate Willka y la rebelión
indígena de 1899 en Bolivia (Capitulo III - LIBERALES E INDÍGENAS: DEL PACTO A
LA ALIANZA).
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