BOLIVIA, SIMON ITURRI PATIÑO Y CARLOS GARDEL


Por: Víctor Hugo Rodríguez Tórrez.

El 24 de junio de 1935, en accidente de aviación ocurrido en el aeródromo “Olaya Herrera” de Medellín, perecieron el famoso cantante de tangos Carlos Gardel y sus cuatro guitarristas. El siniestro conmocionó a América, España y Francia, dada la extensa popularidad del denominado “Zorzal Criollo”, suceso también hondamente sentido en Bolivia. La obra biográfica “Carlos Gardel la verdad de una vida”, escrita en 1961, por su administrador y albacea testamentario, Armando Defino Ferrari, describe la singular existencia del “Morocho del Abasto”, quien esclarecía lo que siempre interesó al público internacional: su nacionalidad.

“Este es mi Testamento”, dice el gran artista, subrayando que: “En la ciudad de Buenos Aires, el 7 de noviembre de 1933, encontrándome en pleno goce de mis facultades intelectuales otorgo este mi testamento ológrafo, disponiendo en él de mis bienes para después de mi fallecimiento, en la siguiente forma: primero; soy francés, nacido en Toulouse, el día 11 de diciembre de 1890 y soy hijo de Berthe Gardes Camares-; segundo; hago constar expresamente que mi verdadero nombre y apellido son Carlos Romualdo Gardes Camares, pero con motivo de mi profesión de artista, he adoptado y usado siempre el apellido ‘Gardel’ y con él soy conocido en todas partes”. Luego, desglosa la relación sucesoria total a favor de su progenitora, quien se desempeñaba como lavandera.

En 1929 se nacionalizó argentino.

… En lo referido a Bolivia, el albacea, Defino, tras el accidente, recogiendo evidencias, informaciones y restos mortales de los pasajeros perecidos en el brutal choque de dos aviones en tierra, entre los objetos de propiedad de Gardel, se halló “cuatro chapetas de metal blanco para cinturones de lujo. Setenta y tres chapetas de plata con incrustaciones de oro en el centro, con las cuales estaba adornada la faja de Gardel. Cuarenta y seis monedas bolivianas de veinte centavos cada una que servían para adorno de la vestimenta de teatro” (generalmente de gaucho) que lucía el cantante.

Aquellos “quintos” de fina plata, fueron obsequiados al astro en París, por el magnate y diplomático boliviano Simón Iturri Patiño, a quien prometió actuar en La Paz. El asimismo celebrado autor y compositor, fue uno de los grandes amigos del Rey del Estaño.

Dícese que la voz de Gardel, aún inigualada, perdurará como símbolo del tango. Tanto en la Argentina, Colombia y el Japón, se asegura que “Carlitos, cada día canta mejor”…, no obstante 83 años de su ingreso a la inmortalidad.

Publicado en El Diario de La Paz, el 18 de junio de 2018.
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// Historias de Bolivia.

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