Este artículo fue publicado originalmente en El matutino tarijeño El Periodico, el 10 de junio de 2018. Disponible en: www.elperiodico-digital.com/2018/06/10/las-ultimas-rafagas-que-se-dispararon-en-la-guerra-del-chaco-al-amanecer-del-14-de-junio-de-1935/ Fotografía: Solsados bolivaiano y paraguayo.
La madrugada del 14 de junio de 1935, en los frentes de batalla callaron las ametralladoras, cesaron de caer los morteros, granadas y obuses de los cañones. Los combatientes que minutos antes se mataban sin piedad, salieron de sus trincheras para tímidamente estrecharse en un fuerte abrazo en medio de cadáveres, pólvora y tierra revuelta. Se había cumplido el alto el fuego y se inició la gestión para firmar la paz.
“Al amanecer del 14 de junio de 1935, una cinta de fuego bordeó la inmensa línea cubierta por el ejército del Paraguay. Ese fuego regular fue respondido en Villa Montes y en el frente de Santa Fe con la misma violencia”, relataba el diario La Razón de La Paz. Esas eran las últimas ráfagas que se dispararían en la Guerra del Chaco, de acuerdo con una crónica publicada casi un mes después del cese el fuego, el 6 de julio de 1935.
Saludo de Paz entre dos oficiales de los ejércitos de Bolivia y Paraguay. Camatindi. 1935.
Ese medio titulaba: “Fueron impresionantes los últimos minutos antes de dar comienzo a la tregua concertada en Buenos Aires”. La Razón no cita el nombre del periódico argentino de donde recuperó este relato. Un capitán paraguayo, jefe de batería, según la publicación, recibió una llamada de un coronel a las 23.50 del 13 de junio: “Capitán, ¿tiene usted su reloj bien arreglado?, Contesté que sí. A las 12 ordene el alto el fuego y en su lugar descanso. Entraba la aguja pequeñita (del reloj) en la cifra y grité: ¡Alto!” “La tropa paraguaya trepó sobre la tierra parapetada, alegre pero sin apresuramiento. De los reductos adversarios se hacía lo mismo. Los bolivianos alzaban los brazos, gritando. El campo de nadie se transformó en el suelo de todos en medio cadáveres, rezagos de los combates, pólvora, arena revuelta, proyectiles”.
Tras el saludo de los oficiales, se rompió el hielo entre los combatientes rasos. “Los soldados se observaron con esa curiosidad de seres que hace instantes no más se medían en la guerra asentándose las miras de sus armas de destrucción”. El relato corresponde a lo que se vivió el 14 de junio en el frente de guerra de Villa Montes, después de tres años de hostilidades. Sin embargo, las negociaciones para la tregua, que no fue quebrantada hasta los tratados de 1938 que determinaron la paz definitiva. Los cancilleres de Bolivia y Paraguay Tomás Manuel Elío y Luis Alberto Riart, fueron a Buenos Aires, por separado, en medio de amenazas de ambas partes de abandonar la negociación.
El 29 de mayo de 1935 se filtró a la prensa, que Bolivia había aceptado una tregua de 30 días, según informó entonces El Diario, mientras que la respuesta paraguaya se hizo esperar. Solo hasta el 6 de junio fue que en Paraguay se esperaba “un arreglo de un momento a otro”. Otra vez la información era extraoficial. El 8 de junio todavía se combatía en Ingavi: “Formidable poder destructor del bombardeo”, tituló El Diario al día siguiente y publicó un informe del Comando Superior boliviano: “Continúa combatiéndose intensamente. En los sectores Quebrada Cuervo y Parapetí rechazamos fracciones enemigas capturando prisioneros. Nuestras escuadrillas de aviación bombardearon eficazmente Capirenda, Carandaití e Irindague”.
La Razón publicaba el 30 de julio de ese año cómo se vivió en el frente de Villa Montes el cese el fuego y en una crónica titulaba: “Fueron inolvidables los primeros momentos de paz en el vasto campo atrincherado del Chaco. El primer encuentro de los oficiales del regimiento Santa Cruz. En ese encuentro, los oficiales del Regimiento Paraguayo Coronel Toledo fueron agasajados por los bolivianos”. El relato no escatima en adjetivos: “Pasa una hora de silencio. Son las 12.00; 45 hombres vestidos de azul avanzan por el camino Camatindí; son oficiales del Regimiento de Caballería Coronel Toledo del Ejército paraguayo. El centinela boliviano manda: ¡Alto! Los oficiales del Regimiento de Infantería Santa Cruz de la Sierra del Ejército boliviano salen del monte al encuentro. Ambos grupos avanzan con marcialidad. Se detienen frente a frente. Maquinalmente hacen un saludo militar. Los oficiales de ambas tropas se dan la mano y presentan a sus mandos. En armoniosa camaradería al principio, estrechan poco a poco su compañerismo profesional”.
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