LOS FRANCO TIRADORES, LOS VENGADORES DE ANTOFAGASTA


Por: Gustavo Rodríguez Ostria.

Cuando Chile tomó los puertos bolivianos de Antofagasta, Mejillones, Tocopilla y Cobija y luego Calama, gran parte de la población boliviana escapó y buscó refugio en Arica, Tacna e incluso Potosí.  A principios de mayo de 1879, el mando boliviano decidió organizar en Tacna el “Escuadrón Franco Tiradores Vanguardia de Antofagasta”, integrado en su mayor parte por funcionarios, profesionales y habitantes del litoral ocupado.  Miguel Birbuet España, que vivía en Cobija y perteneció a esta unidad, escribió en sus “Recuerdos de la campaña de 1879, que estaba integrado de voluntarios ”abogados esclarecidos, jóvenes inteligentes, jefe y oficiales sueltos”, organizados en dos compañías, al mando del coronel  Napoleón Tejada, oriundo de Cochabamba y hasta febrero de 1879 presidente de la Junta Municipal de Mejillones. Tejada será padre de Luis Tejada Sorzano, presidente de Bolivia entre diciembre de 1934 y mayo de 1936.

Luego de los ejercicios de rigor, en verdad marchas, el Escuadrón, quizá un centenar de hombres, fue embarcado el 23 de mayo en la nave peruana “Chalaco”. Antes de partir les entregaron fusiles Martini y Spencer, ambos usaban cartuchos, lo que era una novedad frente a los antiguos que se cargaban por el caño. Fueron las primeras armas que tuvieron en sus manos. Tras dos días de viaje, llegaron a Iquique, cercado por la marina chilena y bombardeada esporádicamente por ella. Tratándose de tropa con orígenes sociales en la clase alta y media criolla fueron bien recibidos por la sociedad del puerto. Participaban por tanto en primera fila de sus fiestas mundanas y celebraciones patrióticas. A principios de junio se les unió la tercera compañía, entre 15 y 25 hombres, procedentes de Potosí, y voluntarios tras combatir en Calama.

Al finalizar el mes de julio, dentro de la estrategia de establecer tropas bolivians en territorio peruano para contener una posible ofensiva chilena, medio centenar de soldados y oficiales del Escuadrón fueron desplazados a la quebrada de Huatacondo. Del quechua “donde el cóndor tiene su nido”, a unos 230 kilómetros del sudeste de Iquique, era un desolado y pequeñísimo pueblo de unas 30 casas, entonces peruano y hoy chileno. El 12 de agosto partió el resto. Primero en tren y luego caminado por el inclemente desierto de Tarapacá, ardiente en el día y frígido en la noche, arribaron a las 18 horas de día 17. Huatacondo era(es) un oasis en medio de la arena, con cultivos de perales, membrillos e higueras, trigo y maíz, con una buena dotación de agua. Al principio subsistieron con sus frutos y a base de carne flaca de llama, pero luego recibieron el socorro de arroz y bueyes. Lo sorprendente del caso, es que arribaron unos “aventureros” italianos y españoles que instalaron un pequeño hotel y dos tiendas de mercancías y víveres, donde se podía adquirir vino, cerveza extrajera y pisco. En octubre la abúlica pero tensa vida de “sepultados en estas tristes soledades” se rompió con una pequeña escaramuza con los chilenos cerca del volcán Miño. Las bajas chilenas no pudieron ser establecidas pero los “Franco Tiradores” perdieron al cabo Isaías Badani, luego enterrado en la iglesia del poblado. Se sumaría así a la larga lista de integrantes del Ejército de Bolivia, que morirían en suelo peruano. La toma de Pisagua el 2 de noviembre y la certeza que Chile iniciaría su ataque en el territorio de Tarapacá, hizo que el Escuadrón recibiera la orden de trasladarse para unirse a las tropas bolivianas y peruanas que buscaban concentrarse. Cruzando el desierto en sus cabalgaduras, el 19 de ese mes, estuvieron en el extraño desenlace de la escaramuza de San Francisco y luego se retiraron dispersos junto a la tropa boliviana, la gran mayoría hacia su país. Tras múltiples peripecias y varios días de viaje, Birbuet llegó a Tacna, cuartel del ejército boliviano. Allí se encontró con varios de sus compañeros de armas, que se integraron a otros cuerpos y batallones. Los “Franco Tiradores” fueron disueltos. Birbuet, aduciendo que desconfiaba de los jefes de la campaña decidió irse a La Paz, donde llegó el 30 de diciembre de 1879.

(Dibujo de Manuel E. Huatuco C.)

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