EL SUR DEL PAÍS EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA



Publicado el 14 de junio, 2019 en El país de Tarija.


EL FRENTE DE COMBATE: LAS PROVINCIAS DEL SUR ALTOPERUANO Y NOROESTE DE LAS PROVINCIAS DE ABAJO


Los pueblos sureños del Alto Perú convertidos en el frente de choque de la guerra de la independencia, como no lo fue el resto del territorio, se sacrificaron por la santa causa de la patria, la vida de sus hijos y de sus recursos, cada día de quince largos años de combate que duro la gesta, al principio tutelados desde la Junta Gubernativa de Buenos Aires y el Ejercito Auxiliar Del Norte, entre uniones y traiciones de aquellas fuerzas; luego librados a su suerte, los Alto Peruanos solos, continuaron en lucha heroica en estos valles hasta aplastar al último español y decidir su destino patrio, libre de toda dependencia.

Es que estas provincias de Cinti, Tarija, y en particular Tupiza y Cotagaita en Chichas, en esa época son el paso obligado del camino de y hacia Buenos Aires, donde los ejércitos españoles concentraron sus ejércitos de miles y miles de soldados para vencer a la resistencia de las milicias patriotas regionales y pasar al sur, como de igual manera, pero en dirección contraria lo hacían las expediciones del Ejército Auxiliar del Norte de las fuerzas libertarias del Gobierno de Buenos Aires, arrastrando tanto de ida como de vuelta a cientos de comarcanos patriotas para sus auxilios o como grupos de choque.

Ciertamente la guerra de la independencia, no la insurgencia que ya había, se inició con el envío del Ejercito Auxiliar del Norte al Alto Perú, bajo un plan político -no del todo claro, pero si dispuesto a expulsar al gobierno realista de Charcas y recuperar la hegemonía de Buenos Aires, en el razonamiento de que todas las provincias correspondientes al Ex Virreinato de La Plata con su capital Buenos Aires, debían formar una sola nación.

El triunfo libertario que obtiene el Ejército de las Provincia Unidas del Sur en la batalla de Suipacha, fue el primer enfrentamiento de fuerzas militares patriotas de igual a igual con fuerzas militares realistas en el Alto Perú. Contiene sin embargo un trascendido mental diferente para los pueblos altoperuanos que para las Provincias Unidas del Plata, porque mientras el triunfo de Suipacha tiene una importancia más política y militar para el Gobierno de Buenos Aires, para el Alto Perú, donde era poco inteligible aquel concepto de unidad.

El triunfo de Suipacha tiene una trascendencia más ético social que política, por que levantó en los colectivos mestizo criollos e indígenas, el autoestima, la ideología y la confianza; e inflamó a su vez el fragor bélico de la emancipación. Para Charcas, Chichas, Tarija, Salta y Jujuy; después de Suipacha, la guerra significó tomar conciencia de su situación, asumir responsabilidad en la acción y confianza para enfrentar a fuerzas bélicas superiores, movilizando a todo habitante y cuanto fuere suficiente para acabar con el sometimiento.


PUEBLOS SUR ALTOPERUANOS: SOSTÉN ECONÓMICO Y HUMANO DE LA INDEPENDENCIA, LA PRIMERA EXPEDICIÓN DEL EJERCITO AUXILIAR DEL NORTE

Estos pueblos del sur alto peruanos vieron desangrar por voluntad propia o por la fuerza, su rica producción agrícola, ganadera y minera; su población humana y sus fortunas, desde el comienzo mismo de la guerra, quedando al fin de la misma, como pueblos fantasmas, sin hombres, sin niños, con viudas, inválidos y ancianos, totalmente desposeídos, Así quedo Tupiza, la principal tienda de campaña de los dos ejércitos enfrentados.

En efecto, el 1° Ejército Auxiliar del Norte desde su entrada al Alto Perú, no solo fue reforzado con contingentes criollos que favorecieron su éxito en Suipacha, sino que a su paso, por los caminos de avance en el Alto Perú recibió la adhesión y ayuda de miles de indígenas que le proveyeron de víveres, forrajes y auxilio en el transporte de las pesadas cajas y armas del ejército, dado a conocer por el mismo Dr. Castelli en un informe de campaña a la Junta, según documento original publicado por el Prof. Murillo en su libro referente al periodo de la independencia.2

O relatado en la autobiografía del patriota Padilla en cuyo capítulo correspondiente a 1809 y 1810 dice: “.. .el Excelentísimo Señor Castelli, a quien tuve el honor de asistir sus tropas con víveres, habiéndolo conducido a su costa y en su recua de mulas hasta Oruro personalmente”3

Pasado el hecho de Suipacha, las fuerzas alto peruanas y salto jujeñas siguieron al ejército auxiliar de Castelli en su avance hacia el norte, hasta Potosí; casi todos, y ya solo parte de la soldadesca hasta Guaqui; los Comandantes Larrea, Güemes y otros patriotas debieron dejar Potosí y retornar a sus tierras, excluidos por Castelli bajo argumentos fútiles que no era nada más que el celo militar académico de Buenos Aires que no encajaba con la audacia criollo campesina de estos jefes.

El Ejercito Auxiliar del norte que había despertado el sueño de la libertad en los habitantes de cada ciudad alto peruana con el triunfo de Suipacha, evidentemente dejo una reorganización jerárquica y administrativa en ellas, sin embargo la actitud despótica y displicente que mostro con sus ciudadanos e instituciones en las ciudades a su paso, en particular Potosí, donde dejó suspicacias, resentimientos en algunos sectores de su población, que vistas desde otro ángulo, serían uno de los factores de la causa de su desastre en Guaqui, que algunos no dudan en calificar como una gran lección a la soberbia y ensimismamiento del ego bonaerense en el Alto Perú.. .¿La aprendieron ?...

Tras la derrota de Guaqui, el 28 de junio de 1811 en manos de Goyeneche, el desarticulado ejército de Castelli tuvo que emprender su regreso hacia el sur; perseguidos por el poderoso ejército de Goyeneche, los patriotas peruanos también tuvieron que huir hacia el sur, con los dispersos grupos del ejército patricio unos y otros como pudieron, incluso solos. Pero los patriotas alto peruanos no se fueron al sur con las manos vacías; llevaron sus hombres, armas y caballos a costo propio o de sus pueblos, para rearmar al ejército patriota; Padilla en su autobiografía relata:

“Así pasó escapando mil peligros hasta Humahuaca, donde tuvo el gusto y satisfacción de juntarse con el Señor Balcarce, quien le previno que caminase en su compañía para abajo, pero le pidió o quitó en buenos términos, sus veinticinco hombres armados de su escolta para pasar a Jujuy y otros fusiles más que había despojado al enemigo.. .”4

Referente al mismo tema, en el Archivo de Minas - citó en el Archivo Nacional de Sucre, consta que:” Tupiza entregó al Primer ejercito auxiliar, en retirada al sur, 4000 caballos y mulos, 700 montadas, 300 soldados...”5

Esta forma de contribución hacia los mandos porteños y gauchos el Alto Perú repetiría siempre así durante los siguientes años de la guerra.


LA GUERRA EN RITMO ASCENDENTE

Si el triunfo de Suipacha subió el ánimo combativo Alto Peruano y Rio Platense, la derrota de Guaqui encrespó la saña española contra estos pueblos rebelados contra el rey, enviando fuerzas de confrontación radical contra el Ejército Auxiliar, aplicando castigos horrorosos a los colaboradores.

Las fuerzas de Tristán corrieron al ya incompleto ejército patricio hasta la ciudad de Salta. Siguiendo después, a esta primera invasión de fuerzas realistas a los pueblos del sur alto peruano y noroeste de las provincias sureñas, más de una decena de invasiones expedicionarias realistas con más y mejores cuerpos armados, a cada entrada del ejército patricio; con daños cada vez peores a los habitantes del epicentro de la guerra: Chichas- Tarija- Charcas, frente también, a una cada vez más fuerte e irreductible fuerza combativa de estos pueblos, mientras los jerarcas del tintero de ambos lados elucubraban entre ellos los comercios de la guerra.

Diez cuerpos expedicionarios de ejércitos españoles bien montados llegaron a Tupiza, haciéndola base de sus operaciones de ataque; 4 expediciones del Ejercito Auxiliar del Norte flanquearon en Tupiza, los valles de Cinti, Tarija y sur de Chuquisaca como su centro de conexión, abastecimiento y reaprovisionamiento - pero eso solo es la mención referencial de los hitos cronológicos; la guerra misma fue el conjunto de cientos de ataques, incursiones, batidas, represiones, quitadas, asoladas, combates, batallas ganadas y perdidas, en todo momento, en cualquier campo de estos pueblos de Chichas, Tarija, Charcas, Salta y Jujuy.

Protagonizadas por generaciones de milicianos criollos, de mujeres, de pobladores: facilitando, resguardando el avance del ejército patricio, o bien repeliendo, expulsando, desarmando, resistiendo, destruyendo a los realistas.

Ese fue el curso de la gesta independentista en el Alto Perú, con entretelones y detalles que se fueron perdiendo en el tiempo o fueron olvidados a propósito, porque esa lucha tan prolongada no era solo contra el enemigo; era a veces contra los mismos disensos y las adversidades que los debilitaba, los dividía y los volvía a levantar otra vez. Por eso no es extraño encontrar en las crónicas de la épica, algunas manifestaciones de oposición a los móviles de la emancipación o a sus líderes, como aquel rechazo de ingreso a Tarija a Martin de Pueyrredón y Güemes, cuando esta fracción patricia venia huyendo de Potosí rumbo a Salta con los caudales extraídos de la Casa de la Moneda, según documento expedido del Cabildo de Tarija a 11 de septiembre de 1811, firmado por el Comandante del Ejército Provincial de Tarija, Juan José Fernández Campero que dice:


“Todo el vecindario con sus avíos, armas y caballos que tengan propios, para marchar en dicho día al destacamento que se hace presente en las cuestas de entrada para embarazar el tránsito o ingreso de 400 hombres que vienen a esta villa con el objeto de hostilizar a estos valles” 6


El Marqués de Tojo, fue el principal benefactor del sostenimiento de los grupos patriotas y heroico líder combatiente en el valle de Tojo y la Puna.

Entretanto en todo el Alto Perú volvía a posesionarse el régimen de la autoridad del rey en un clima de permanente amenaza insurgente. Pasados algunos meses, ya en 1813, el ejército auxiliar reorganizado en Tucumán al mando del Gral. Manuel Belgrano, con una dedicada preparación militar de sus tropas, incluidos los Alto peruanos emigrados; reinició la lucha venciendo a los realistas en las batallas de Tucumán y Salta.

Casi de inmediato este ejército emprendió la segunda expedición al Alto Perú, llevando en sus filas a los patriotas alto peruanos agregados. El Gral. Belgrano en cuanto pisó sus fronteras, se deshizo de ellos, mandándolos a enquistar sus lugares y nombrando como Comandante general de las milicias Alto peruanas a José Vicente Camargo, de Cinti. Este Jefe bonaerense como los otros, bajo su manto de superioridad, desdeñaba a los charquinos (alto peruanos) llamándolos ‘Ciocos, según expresa Padilla en su Autobiografía, a decir de Ramallo y Queresas.7

Las circunstancias que llaman la atención, fueron cuando estos patriotas precisamente, milicianos de Tarija, Chuquisaca, Chichas y de otras provincias del Alto Perú puestos a la orden del Ejercito Auxiliar del Norte, fueron los que sostuvieron la guerra, enquistando a los “tablas”, dispersando sus ejércitos con núcleos de rebelión para facilitar su ingreso o proteger las retiradas, ocupando ciudades, reclutando hombres, quitando armas, moviendo miles de indígenas para la causa, a costa de sus propios peculios. José Fernández Campero, el Marqués de Tojo, Comandante Provincial de Tarija, sacrificó el patrimonio de sus haciendas y sus peones para solventar a las milicias gaucho- tarijeñas, así como muchos otros criollos mineros, azogueros o hacendados, que acabaron sus bienes patrocinando al ejercito libertario. Algunos datos están escuetamente recogidos en el informe de minas de Tupiza de 1822, clasificado en el Archivo Nacional de Sucre, dice:


“La decadencia miseria y desolación comenzaron con la actual guerra de 1809. Chichas fue el primer Partido en reunir hombres, tomar armas y expedicionaria contra los subversores del nuevo orden.

Fueron recolectadas más de dos mil mulas para el servicio de las tropas acantonadas en Cotagaita con el objeto de impedir el paso de los insurgentes de Buenos Aires hacia el Perú; pero estos avanzaron sobre Tupiza y hasta 1812 se apoderaron de cuanto pudieron. Vencidos en Guaqui se retiraron llevándose 4.000 mulos y caballos y 300 hombres chicheños(los dragones de Chichas) más de 700 cabalgaduras. Todo lo cual se perdió tras las acciones de Tucumán y Salta.

Desde entonces hasta 1822, ambos ejércitos desmantelaron el Partido, dejando al final un cortísimo número de ganado vacuno y cabrío, que no alcanzaba para trabajar ni la cuarta parte de las pequeñas parcelas labradas, sin que los dueños hubieran recibido en pago ni la centésima parte del valor de todo ello.

Cosa igual sucede con los alfares, pastos y rastrojos, pues los jefes militares obligan a los propietarios al cuidado de sus campos y fabricación de cuarteles proporcionando leña, transportando forraje y pertrechos, lo cual hace emigrar familias. Chichas ha perdido muchos hombres en las expediciones y acciones de guerra, dejando aquí solo ancianos y mujeres, a pesar de todo ello, ha tenido que contribuir con132.716 pesos de impuestos, 31.000 pesos para los nuevos impuestos de real y medio.

Los mineros y azogueros han desaparecido: enrolados unos y fallecidos otros, El azogue y otros productos de primera necesidad han escaseado y su precio subido un 100% Otra lacra es la de numerosas capillas desmanteladas sucias, asquerosas y abandonadas todo el año.8


El razonamiento para separar a los patriotas alto peruanos como Padilla, Camargo, Arraya, Lanza, Méndez y otros del emblemático ejército auxiliar, fue nombrarlos comandantes de sus zonas, pero indudablemente, también fue la mejor estrategia para empoderar el movimiento patriota regional alto peruano.

Durante el proceso de todo la gesta bélica, los indígenas alto peruanos de estas provincias conflagradas fueron el segundo palo contra los ejércitos realistas, de los que sensiblemente han quedado escasos registros perdidos en las montoneras de uno y otro caudillo, como el Casi- que Cumbay, y sus legendarios flecheros Chiriguanos, quien colaboró hasta el último en las provincias de Chuquisaca con el comandante Padilla -Belgrano recibió la visita de Cumbay en su paso por La Plata; el militar bonaerense le brindo toda clase de atenciones dignas de un jefe, pero no lo incorporó en sus refuerzos-. Manuel Asencio Padilla, reinsertado en su región como los otros patriotas altoperuanos al mando del Ejército auxiliar, a requerimiento del Gral. Belgrano reunió 10.000 indígenas de garrote para reforzarlo en Vilcapugio, luego Ayohuma; el militar no supo usar esta fuerza.


LOS AÑOS DIFÍCILES DE LA GUERRA

Tras la derrota de la Segunda Expedición libertaria al mando del Gral. Belgrano, la persecución española volvió a incendiar el Alto Perú y el noroeste salto jujeño, con los militares Pezuela, Tacón, Centeno, Aguilera; que avanzan en ella, arrasando a su paso toda seña de rebelión. Es ya 1815, el nuevo jefe designado del Ejército Auxiliar Gral. San Martin a poco de asumir el mando, renunció delegando al reconocido jefe gaucho Martin Miguel de Güemes como Comandante del Ejército del Norte. Güemes en la responsabilidad de contener la avalancha realista, ejecutó un efectivo plan de guerra de recursos o quitadas en toda la franja de paso desde la puna y Lipes, en el rio San Juan del Oro, el cañón del Cinti, hasta el Oran logrando dispersar el avance realista.

Bajo ese mismo plan, otros patriotas alto peruanos operaban más arriba, dando certeros golpes en los años de 1814-1815 en Cotagaita, Tarvita, la Laguna y Tupiza. Esta forma de combate se destacan guerreros insuperables, por la audacia y la valentía convirtiéndose en caudillos con fama propia en cada lugar como Camargo, Padilla, Arias, Núñez, Warnes, Lanza, Betanzos, Ravelo, Arraya, Uriondo, Méndez, Mercado. Inevitablemente estos caudillos se fueron empo- derando y tomando autonomía como ocurría con el mismo Güemes, en este período de enardecimiento bélico.

Esta condición va surgiendo en los lideres alto peruanos, al parecer es vista como peligrosa y contraria a los preceptos del ejercito de las provincias unidas del sur; o mejor dicho, resulta de grave interferencia a la Orden de obediencia de la logia Lautaro o Lauta riña de San Martin, O’Higgins, Alvear - referencia última que se explicará más adelante. Puesto que, paradójicamente frente a las luchas victoriosas que iban sumando los patriotas, mediante órdenes y contraordenes de los mandos superiores; sucede que al ingreso de la Tercer Expedición del Ejército Auxiliar con José María Rondeau, hay una especie de política de descabezamiento de estos líderes: se los desvincula a uno con otro, se los minimiza en sus mandos y requisa su armamento dejándolos a merced de la arremetida realista después de Sipe Sipe, hay un silencio absoluto de los Jefes del Sur a los pedidos clamorosos de auxilio de los patriotas altoperuanos. Preocupados, Güemes y Belgrano, los responsables del ejército de las Provincias Unidas del Sur, en apurar la Asamblea de Tucumán y la Constitución, para sellar la unidad de todo el sur y el Alto Perú. “No sé qué hacen esos oradores que no nos dan ya la Constitución que debe traer la felicidad de nuestros pueblos y, últimamente sabremos que tendremos algo y tendremos un punto céntrico de donde partan todas las operaciones de Gobierno -Carta de Güemes a Bel- grano Huacalera 6 de noviembre de 1816-.9 La preocupación de estos Jefes, no era para menos, el Alto Perú se les iba de las manos.

José Casimiro Rondeau retornó con el mismo resultado de derrota, esta vez sabor a descalabro, en Sipo Sipe, Viloma y Venta y Media.

De 1815 a 1816 la lucha patriota se enerva en el Alto Perú con actuaciones epónimas de los guerrilleros locales, quienes son escudos de los cruentos ataques del realismo; viven una etapa confusa de abandono y denegación de su liderazgo, perfiladas mediante ordenes, verticales contraordenes y desarme, propiciando inequívocamente su caída horrorosa en manos realistas. Tal vez ayude a comprender mejor las circunstancias que rodean la muerte de aquellos héroes; el siguiente documento extractado de un informe militar de Miguel Tacón, desde el cuartel militar de La Laguna, en Charcas, quien escribe al Gobernador de la ciudad de la Plata, Vicente Sardina, en cuyo tenor de entre otras cosas señala: “Entre lo más notable tengo en mi poder unas instrucciones originales de Rondeau a un Fernández para que procurase mañosamente desarmar, y pasar por las armas a Padilla y Camargo, con otra de Güemes al primero, para que practicase los mismo con Warnes en Santa Cruz y todos los porteños. Observe YE. el verdadero espíritu de estos caribes para sacar por consecuencias su decantado sistema de unión, fraternidad y amor a la independencia.. .”10

Evidentemente, la entrada de esta tercera expedición bonaerense al Alto Perú significó la etapa más dura para estas regiones convulsionadas; que ya en su ingreso al territorio, Rondeau comenzó desarmando a José Vicente Camargo, uno de los mejores defensores de las entradas a Tarija por el norte, quitándole todos sus fusileros y armas para sacrificarlos luego en Sipe Sipe, y enviándole a él a enquistar Chayanta frente a fuertes contingentes realistas expresado en la carta de respuesta de Manuel Asencio Padilla al pedido de ayuda de Miguel Rondeau.11

El patriota Camargo, no obstante, en incondicional patriotismo se rehízo de a poco y siguió colaborando con las destruidas fuerzas de Rondeau, logrando un exitoso ataque en Cotagaita y en un 12 marzo de 1816, venció estrepitosamente a los realistas de Álvarez en Culpina, en acción conjunta con un contingente patricio a cargo del tucumano Araóz de La Madrid, luego Araóz de la Madrid se separó de Camargo dejándolo solo.

Inmediatamente después, La Madrid fue diezmado por un nuevo ataque realista, apenas logrando él escapar por el río, Camargo perseguido por las enojadas fuerzas de Centeno resistió un durísimo combate el 28 de ese mismo mes cerca de Cinti, retirándose para rehacerse, pero el enemigo no descansa y atacándolo de sorpresa logró vencerlo el 3 de abril de ese año en Arpajo, acabando con su vida degollado.12 Con igual ferocidad ejerce en Tarija otra avalancha realista el 4 de mayo donde mueren insignes patriotas. Ese mismo año en otro ataque voraz de Olañeta, el Márquez de Tojo, Juan José Fernández Campero, fue herido, hecho prisionero y exilado a Europa, viaje donde fallece.

Procedimiento igual acontece con el patriota Padilla, quien después de sus valerosos triunfos de Tarvita, la Laguna, Molle y otras fechorías a los realistas, fue objeto de interferencias e intrigas, dejándolo a expensas de fuerte acometida realista sin armas y sin hombres, quitadas por Antonio Álvarez de Arenales:


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“... Componía el número de más de doscientos y tantos fusiles propios de Padilla, todos ellos quitados del enemigo. Los mismos que sin que le quede un fusil, se los pidió el dicho Señor (Álvarez de) Arenales, más un cañón, dos cureñas, una espingarda con tres varas de cañón, cincuenta lanzas, sables y algunos trabucos; un cajón de paquetes, dos arrobas de pólvora, dos mil balas sueltas, cartuchos de la clarinete, dos mil balas sueltas, equipajes de caballería con soldados montados, mulas de carga y de silla, etc.; sin que dichos señor desde que entró en el territorio de la frontera hubiese gastado un maravedí en el sostén de su gente, ni hubiese tenido la más leve acción de guerra hasta entrar en la plaza Chuquisaca, a costa [de] Padilla, y porque la desamparó Tacón así que llegó a traslucir el temor y pavor de su derrota en Cota- gaita... 24 de junio de 1816 Padilla” .

Padilla murió, en feroz arremetida realista en septiembre 14 de ese año de 1816, en manos de Aguilera, su cabeza fue exhibida en una pica al igual que Camargo y poco tiempo después de igual modo Warnes en Santa Cruz. Estas raras coincidencias no hacen más que confirmar la veracidad de aquel informe militar de Tacón, aunque suene descabellado.

Los patriotas alto peruanos que tenían ya una ‘red de guerrillas’ bien provistas de armas, fueron desmantelados por órdenes superiores del ejército auxiliar, cumplido con descaro absoluto por José Antonio Álvarez de Arenales en su salida del Alto Perú.13

Pero hay más, en la revisión de otras cartas 14 de los compañeros del patriota Padilla, se lee un pedido desesperado de ayuda al Jefe de las fuerzas libertarias, el Gral. Manuel Belgrano y al mismo Cnel. Güemes sin encontrarse respuesta documentada, menos haberse recibido el auxilio solicitado. Güemes por lo mismo desconociendo o subestimando el nombramiento de un patriota criollo en reemplazo del desaparecido Padilla, envío un nuevo Comandante de las milicias, pertenecientes a los infernales de Salta. Completando estas rarezas, Belgrano escribió al Cnel. Padilla reconociéndole sus hazañas bélicas fechadas en octubre. cuando ya se sabía de la muerte del patriota.15

Por otro lado, en este mismo año del 9 de julio de 1816, se efectuó el Congreso de Tucumán declarando la independencia de las Provincia Unidas del Sur con la participación de solo tres provincias alto peruanas: Charcas, Chichas y Misque, por estar las demás en manos realistas. Lo cierto es que todos los acontecimientos de este fatídico 1816, acabaron por franquear el cisma irreversible de las Provincias Unidas del Plata, para en adelante continuar la lucha contra los ejércitos españoles con intereses diferentes. El Alto Perú había sido abandonado a su suerte por los mandos argentinos, y ahora buscaba su propia emancipación.

El Gobierno Argentino, con muchas disidencias internas, aceptó el plan de un ideal más ambicioso, el de formar un imperio americano o una gran nación recuperando el Alto Perú de los realistas, con ese propósito propició una jefatura regional de fuerzas patriotas en Salta, para contener los embates realistas, al mando del intrépido Martin Miguel de Güemes, mientras el gran ejército del Gral. José Miguel de San Martin cruzó los Andes para tomar la costa, alcanzar el Perú y atacar por los puertos intermedios; y el mismo Perú a los ejércitos del rey que andaban dispersos en el Alto Perú, que serían rebotados por el sur con los patriotas del ejército sudamericano que es el mismo Ejército del Sur.

El plan se puso en marcha, solapadamente se alentaba la continuidad de la lucha por el sur alto peruano, anunciando uno y otro plan grandioso. Mientras se avance por la costa para entrar por el norte. Ese era el Plan ZAPA16 de San Martin, por ello mantenía una fluida comunicación con Bernardo O’Higgins de Chile - la logia Lautariña - el amado niño de Francisco Miranda, de la logia Lautaro de Cádiz, a donde pertenecían Bolívar y San Martin.17 Casualmente iniciados en la Logia, el mismo día. Asimismo O’Higgins escribía con mucha familiaridad a Güemes hablando de empréstitos: “Solo me falta agregar que el Gobierno de Chile sale garante a VS. Del modo más solemne del que serán religiosamente cumplidas cuantas promesas hubiera hecho o hiciera a VS. el excelentísimo General Don José de San Martín’.17 Este aval como así también la posterior correspondencia mantenida entre el Director de Chile y Güemes, es más que irrefutables pruebas del plan combinado del general salteño con el Libertador (San Martin) hasta con el auspicio del propio Gobierno de Chile”.18

Mientras se maquinaba este gran proyecto de una nación imperio, el Congreso de Tucumán había exhalado un aire de confraternidad alto peruana manejando como una posible forma de gobierno, la reinstauración de la antigua monarquía inca planteada por el brillante Gral. Manuel Belgrano con el nombre de Monarquía temperada. Muchos diputados alto peruanos emulaban esa propuesta de digno reconocimiento al origen inca del Alto Perú.

Pero véase la verdadera intencionalidad de este proyecto ocurrente del General, se recoge de una entrevista publicada en la Gaceta de ese mismo año de 1816 “El General Belgrano sostuvo en la reunión secreta del sábado 6, que era conveniente una Monarquía temperada” y que debía llamarse “Dinastía de los incas, por la justicia que envuelve en si la restitución de esta casa tan inicuamente despojada del trono” y preguntado por la prensa en qué consistía esto, contesto Belgrano que preguntaran a su amigo Balbín. Según Balbín, el comerciante tucumano con quien se había sincerado Belgrano en una conversación en su casa, le había dicho: creer que eso sería factible, se refería a la monarquía inca, sería una necedad, ilusa y tonta, “era aparente; porque él creía, que llegando esta noticia al Alto Perú, se haría allí una gran revolución contra los españoles, pues no hay quien ignore, que los indígenas han soñado siempre con el inca mientras dure el mundo”19 Extraído del articulo con el título de:” un problema intrincado: la forma de gobierno que el congreso deberá adoptar ¿Belgrano por los incas? no hay constitución”.16


LAS ACCIONES DE LA GUERRA SE RADICALIZAN, PERO LOS INTERESES SE VAN SECCIONANDO

Ignorando los claroscuros de todos estos acontecimientos de las elites de gobierno de las provincias unidas, los territorios de la guerra a inicios de 1817 ofrecen un panorama más calmo, los patriotas de uno y otro lado siguen combatiendo al enemigo, a pesar de sus grandes pérdidas. Los realistas, por su parte, tampoco se amilanan, siguen mandando más y más fuerzas a la zona de choque. En uno de esos aluviones, Tarija queda a merced de una de las avanzadas del Gral. José de la Serna, lo que no atemorizó a los patriotas que merodeaban discretos esperando el momento de expulsar a los tablas, que así los llamaban en jerga criolla a los soldados realistas. En los primeros días del mes de abril. El militar tucumano, Araóz de La Madrid, que año antes estuvo por los valles cinteños, llegó a Tarija supuestamente equivocando el camino al que estaba comisionado, y recibiendo por equívoco también un leve rechazo español que supo aprovecharlo para tomar una fracción realista, y luego de dos días de estratégicas tomas, vencerlas totalmente. No obstante el mérito de este triunfo completo se debe a las milicias locales entre las más singulares, la del patriota José Eustaquio Méndez. En esta batalla se aprehendió una gran cantidad de jefes y oficiales realistas, entre ellos a Andrés de Santa Cruz. Se supone que Araoz de La Madrid llevó a los prisioneros realistas hasta Tucumán, donde absorbidos en las ideas americanistas como sucedió con tantos otros criollos realistas, aparecerán estos nombres en las filas patriotas del Ejercito de los Andes.

El Mcal. Andrés de Santa Cruz era miembro de la logia Lautaro, en Valparaíso, Chile, donde fue compañero del Gral. Blanco Encalada.20 Santa Cruz al parecer no precisamente compartía las ideas Sanmartinianas, puesto que él habría dirigido el trascendido del proyecto del sur al Libertador Bolívar.21

El Cnel. Araóz de la Madrid, auspicioso con su éxito de Tarija, se internó hasta Chuquisaca en una cuarta y última incursión del ejército libertario en el Alto Perú, con el mismo resultado de fracaso en Sopachuy.

Este año de 1817 fue la llegada más espectacular de los ejércitos del rey, con casi 7.000 soldados y oficiales combatientes de Napoleón, al mando del Gral. La Serna quien entró ufano a Tupiza seguro de vencer el muro gaucho. Fue aniquilado por las milicias del noroeste argentino y sur alto peruano, en épicas jornadas de valentía. La Serna no pudo cumplir aquel juramento que había hecho de llegar hasta Buenos Aires.

A partir de ésta invasión realista, y las subsiguientes, todavía muy importantes con militares de la talla de Ramírez de Orozco, Canterac, Valdez, Espartero, García Gamba, Marquiegui, el ejército del rey concentro sus fuerzas en vencer el paso a Buenos aires, dejando el resto del territorio Alto Peruano en mandos realistas repuestos. Los ejércitos ya estaban agotados, por ambos frentes, y habían disminuido sus recursos. En esta época es victimado el Jefe del gran Ejército del Sur, Martin Miguel de Güemes, también muerió Francisco Pérez de Uriundo. Pero la lucha siguió hasta el final de la guerra, en que no ceso el combate diario en todo el sur alto peruano y noroeste argentino dividido al último por intereses prostituidos del sur y del norte, conocido como la ‘Guerra Doméstica.

El Ejército del Sur inmiscuido en la lucha doméstica se asoció con la fracción Independentista de Lima en el Alto Perú al mando del Gral. Olañeta, facilitándole el tránsito para el ingreso de armas.22 A través del Gral. José Álvarez de Arenales, vuelto ya del Perú y nombrado Gobernador de Salta en 1823.


LOS VIEJOS CAUDILLOS DE LA INDEPENDENCIA ALTOPERUANA EN LA CONSAGRACIÓN FINAL POR UNA PATRIA LIBRE

Cuando Olañeta ya estaba casi solo en el Alto Perú para proclamarse independiente del Virreinato de Lima e impostarse como Virrey de Charcas, el libertador Bolívar venció al Gral. La Serna (diciembre de 1824) y proveyó la sujeción del Alto Perú al Perú. Pero el Gral. Olañeta confiado en sus aliados desconoció la Capitulación de Ayacucho, el Gral. La Serna y se declara en guerra; sin embargo una fracción de su propia fuerza se rebela contra el Jefe Olañeta y en acuerdo con los veteranos guerrilleros de la emancipación, declaran en Talina, Chichas, el 9 de enero de 1825, la independencia de la nación de Charcas, libre de Buenos Aires y libre del Perú, dispuestos a defenderla en combate.

En este histórico y trascendental acuerdo poco estudiado, primó la decisión de los insignes guerrilleros José Eustaquio Méndez.23 Anselmo Vargas, Pedro Arraya, Bellot, José Miguel Lanza, Urdininea, Daza y los nuevos patriotas Carlos Medinaceli y Casimiro Olañeta. En seguida, el resto de las provincias depuso a las autoridades españolas y proclamaron la independencia en fechas previstas.24 Según los archivos e informes de diversas fuentes.


“El segundo batallón de Fernandinos deponiendo de su mando a su jefe Aguilera, en Valle Grande proclamó la independencia el 26, y fue seguido por el Cnel. Mercado en Santa Cruz”

“El gran Mercado, ese ayac de la Cordillera, aceptó la invitación de sus compañeros veteranos y corrió desde Saipurú a Santa Cruz a proclamar la independencia -15 de febrero de 1825”25


Finalmente el combate contra el último intento de la perduración del sojuzgamiento en el Alto Perú se cumplió en Tumusla, el 1 de abril de 1825 entre las fuerzas patriotas de Chicheños, Tarijeños, las fuerzas pasadas del rey y el Ejercito Unido del Sur contra las fuerzas realistas del Gral. Antonio José de Olañeta y Manuel María Valdez.

Se enfatiza esta referencia a la batalla de Tumusla, contra toda esa devaluación histórica que pretenden algunos de esta batalla y de la participación de Tarija en el Alto Perú, que siempre su patria.


LA PATRIA NACIÓ DE ADENTRO

Y así nació la Patria, que hoy es Bolivia, el libertador Bolívar interfirió el plan sanmartiniano y los viejos caudillos del sur alto peruano rompieron el juego de las provincias unidas del sur, y el imperio de Bolívar para declararse libres en una nueva nación de Charcas, decidida ya desde el sacrificio de Padilla, Camargo, Rojas, Núñez, Warnes y tantos más de estos pueblos, que llevaron al sacrificio su sangre y su pan por la santa causa de la patria, libre, cuyo grito de redención o muerte sigue resonando en los cañones del sur para que no lo olvide su alma de raza indómita.

Pregunto: ¿Qué habría pasado sin Suipacha? ¿Qué habría pasado sin Tumusla?


1 Carmela Cazón Segovia, es Investigadora, docente en diversos establecimientos, Directora CEA J.J. Araño; Presidenta de la Sociedad Histórica y Geográfica de los Chichas. Este documento se ha reducido de su versión original por motivos de impresión. La versión completa está en la pagina: http://www. tarijabicentenario.com/.

2 Murillo, Huarachi, Edgar, Glorias de la Histórica región de los Chichas en la Independencia Min. De Culturas Esta. Plurinacional de Bolivia. p. 53

3 Tórrez, Norberto, Benjamín, Manuel Ascencio Padilla, 1774-1816. Una Biografía Documentada, sobre los méritos servicios del tte. Cnel. Manuel Asencio Padilla” en defensa de los sagrado derechos de la patria comprendidos de 1809 hasta al de 1816. Ed. EcienciaEditores Sucre 2015, p. 16.

4 Torrez, Benjamín Norberto, Manuel Ascencio Padilla, 1774-1816 Una Biografía Documentada, 4° Ed - Ed. Ciencia editores, p. 43.

5 Coccígeo, Raúl, Relación Histórica y Estadística del partido de Chichas de 1822- Investí. Archivo Nacional de Sucre, Ed. Casa histórica de Sucre, Sucre, p. 20.

6 Archivos de Buenos Aires Archivo de la Nación Argentina.

7 Ramallo- Gantier- Querejazu. Autobiografía de Padilla.

8 Coccígeo, Raúl, Relación Histórica y Estadística del Partido de Chichas de 1822, Archivo Nacional de Sucre, Ed. Casa histórica de Sucre, Sucre 2002.

9 Sola, Guillermo, El Bastión de la Patria, p. 200. ED.MAKTUB Salta, 2005.

10 “Gaceta extraordinaria del gobierno de Lima” del 18 de diciembre de 1816, extractado de “Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú” Andrés García Gamba, tomo 1, p. 214-217.

11 Torrez Norberto, Benjamin “Padilla 1774-1816. Una Biografìa Documentada”, E ciencia editores. Gob. Múnich. De Padilla, Sucre 2015, p. 109 -110.

12 La Gaceta, p-.10 Tucumán julio 10 de 1816- 10 DE Julio 2016.

13 Benjamín Torres, N., Padilla 1774-1816 Una Biografia Documentada. Ed. Ciencia editores. Gob. Múnich. De Padilla, 2015, p. 89.

14 Benjamín Torres, Norberto, Ob. Cit. 2015, p. 109-110.

15 Idem.

16 La gaceta, PAG 10 Tucumán julio 10 de 1816-10 de Julio 2016.

17 Bohórquez Moran, Carmen, L. Francisco De Miranda, Precursor De Las Independencias De América Latina Ed. Fondo cultural ALBA La Habana Cuba 2006, p. 226 -232.

18 Sola, Guillermo, Ob. Cit., 2005, p. 272.

19 La Gaceta, p. 10 Tucumán julio 10 de 1816-10 DE Julio 2016.

20 Castellanos, Juan Carlos, Belzu- Gorriti entre el amory la guerra. Ed. Imprenta Real Tarija 2001 pp. 187-188.

21 Facsímil-Archivos de Gobierno, vedados.

22 Vespa de Pucci, Ingrid, Manuel Mercado, El Colorao. Ed. Santa Cruz 1996.

23 Vacaflor Dorakis, Elías, La dramática reincorporación de Tarija al Alto Perú, hoy Bolivia. ED. Nuevo Sur agosto, 2016.

24 Gutiérrez, Colección de cartas de Carlos Medinacelli Univ. La Paz- ED. Boletín Sociedad Histórica de Sucre.

25 Ídem., p. 19.


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Historias de Bolivia.

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