Juana Azurduy (Créditos: Wikipedia) |
Por Oscar Ruiz de Huidobro.
Nadie habla de Juana Azarduy de Padilla. Es como si le tuvieran miedo. Mejor dicho, el silencio certifica que le temen. En un día como hoy, un 3 de marzo de 1816, la heroica indoamericana Juana Azurduy de Padilla al frente de 200 mujeres originarias a caballo, gana en combate abierto a las tropas invasoras de España y libera a su marido prisionero. Con este hecho demuestra que la mujer es también la partera de la historia de nuestro continente.
Juana Azurduy era más que una mujer del común denominador de nuestro pueblo. Era una combatiente por la libertad de nuestro continente. Ella y las otras mujeres no eran como las nombran en los libros de historia. No eran solo cocineras, personal de servicio, y buenas amantes. Eran eso si se me permite la licencia y mucho más. Eran buenas chasquis, mejores espías y excelentes combatientes.
A Juana la nombraron teniente coronel, porque comandaba tropas en la vanguardia de las fuerzas patriotas revolucionarias. Vamos un poco a que sepan de donde viene Juana. No era española. Nació en Chuquisaca en 1780. Año que José Gabriel Condorcanqui o nuestro glorioso Tupac Amarú comenzará su levantamiento y rebelión.
La familia de Juana quería un futuro seguro para la indómita y rebelde indoamericana. Por eso quisieron que fuera monja y la pusieron en el Convento de Santa Teresa. Juana solo quería ser libre. Los diarios y continuos enfrentamientos con la Madre Superiora, hicieron que llenaran de castigo por su irreductible conducta libertaria. Las autoridades decidieron expulsarla.
En la tierra en llamas de libertad, Juana fue como el pez en el agua. De lo pequeño a lo grande fue creciendo en la vida y la lucha contra los invasores españoles. Pronto en la lucha y la entrega revolucionaria formó pareja con el comandante Manuel Asencio Padilla. Juntos participaron en las revoluciones de Chuquisaca y La Paz en 1809.
Se dice que el año 1810 alojó en su casa al heroico patriota y revolucionario Juan José Castelli. El comandante de las tropas patriotas que andaba formando y cooptando cuadros insurgentes camino al Alto Perú. Se apoyó en Juana y Manuel para hacer que se cumpla el sueño de hacer la revolución y triunfar contra los invasores.
Tras la derrota de Huaqui, parte del ejército invasor lograron rodear la casa donde vivían Juana, Manuel y sus hijos. Juana resistió junto a las prolongaciones de su sangre cómo pudo. Los españoles no podían entrar. Esa heroica resistencia dio lugar a que el comandante Manuel Padilla en una acción militar fuera de toda lógica de academia, y como resultado de la guerra de guerrilla lograra liberar a Juana y a los hijos.
En ese escenario de lucha, entrega y coraje, Juana ayudó a crear una milicia de más de 10.000 combatientes originarios. Respetando la tradición revolucionaria Juana Azurduy comandó encabezando siempre, varios de sus escuadrones. Libró más de treinta combates victoriosos contra tropas entrenadas y con lógica militar tradicional que no pudieron frenar la lucha de guerra popular y prolongada.
La revolucionaria Juana Azurduy lo fue perdiendo todo en la guerra por la Independencia. Su casa fue destruida, su tierra arrasada y perdió a cuatro de sus cinco hijos. Así, Manuel, Mariano, Juliana y Mercedes, se transformaron en héroes de la gesta por la libertad indoamericana. No tenía nada más que su dignidad, su coraje y la firme voluntad revolucionaria de vencer al enemigo.
Cuando los Padilla estaban en la más absoluta miseria y no había recursos patriotas para sacarlos de la injusta violencia que padecían, nada pudo derrotarlos. Se cuenta que viendo la miseria en que sobrevivía Juana, una vez, un jefe de los invasores españoles intentó sobornar a Juana. Ella le contestó enfurecida: «La propuesta de dinero y otros intereses sólo debería hacerse a los infames que pelean por mantener la esclavitud, más no a los que defendían su dulce libertad, como hacemos nosotros a sangre y fuego». Esa mujer era Juana.
El combate guerrillero de Juana y sus mujeres el 3 de marzo
Así llegó el 3 de marzo de 1816. Juana y 200 combatientes originarias a caballo con la técnica guerrillera de Güemes atacaron al general español La Hera cerca de Villar y lo vencieron rápida y decididamente. No sólo lograron una victoria contundente, infringiendo bajas al enemigo, sino que también recuperaron fusiles, el estandarte y liberaron y cubrieron la retirada de Manuel que estaba prisionero desde 1814.
De esa manera, Juana fue una combatiente de Güemes y por su capacidad de mando y coraje fue investida con el grado de teniente coronel con derecho al uso de uniforme. El machismo y la cultura del ejército de sólo hombres perdió hasta por un decreto firmado por el Director Supremo Pueyrredón el 13 de agosto de 1816. El general Belgrano envistió a Juana de grado y le entrego hasta su propio sable con el que había combatido en las batallas de Salta y Tucumán.
Tan solo tres meses después, en el combate de Villar fue herida y hecha prisionera por los invasores. Manuel acudió en su rescate y logró liberarla. Allí, las fuerzas enemigas logran herirlo de muerte. Era el 14 de noviembre de 1816. Juana perdía así a sus esposo y compañero de combate, y el Alto Perú perdía a uno de sus jefes más valientes y brillantes que usaban la técnica de guerrilla y combate prolongado contra el enemigo invasor.
Juana siguió peleando en las tropas de Güemes. Cuando Miguel Martín de Güemes, el padre de los pobres, fue asesinado a traición en junio de 1821, Juana decide volver a su tierra. Se dice que en Chuquisaca vivía pobremente con su hija Luisa y su nieta Cesárea.
Allí en esa casa en una tarde de noviembre de 1825 Juana se encontró con el general Simón Bolívar, que quería tener el honor de conocerla. Fue un abrazo profundo, de dos revolucionarios, casi sin palabras. Estaba todo muy claro, pero para el Libertador se hizo necesario decir «Esta república de Bolivia en lugar de hacer referencia a mi apellido, debería llevar el tuyo».
En ese escenario reconocida por los jefes revolucionarios pero olvidada por los gobiernos Juana Azurduy libra sus últimos combates contra la injusta violencia del hambre y la miseria y muere, en plena fiesta cívica de un 25 de mayo de 1862. La muerte no se lleva a los revolucionarios los siembra y a la larga o a la corta antes que nunca otras mujeres y también otros hombres abrazarán la lucha por la libertad de Juana Azurduy y la lucha por la Segunda y Definitiva Independencia.
JUANA AZURDUY Y AQUÉL 3 DE MARZO DE 1816 (Libera a su esposo) Por Oscar Ruiz de Huidobro. Nadie habla de Juana Azarduy...
Publicada por Historias de Bolivia en Martes, 2 de marzo de 2021
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