A 100 AÑOS DEL PRIMER DESASTRE AÉREO EN BOLIVIA

 

El Tte. Maurice Bourdon y el Sr. Agustín Fernández, momentos antes de emprender el vuelo hacia la eternidad. (Foto Tcnl.Av. Amalia Villa de la Tapia).

Ramiro Molina Alanes (*)


Cuando la incipiente Aviación Boliviana entraba a una promisoria etapa de consolidación, con alentadoras perspectivas de concretarse la creación de la anhelada Escuela Militar de Aviación, el aciago 3 de abril de 1921 se suscitó una catástrofe aérea que al margen del luctuoso saldo de víctimas, ocasionó un ambiente de conmoción y desaliento que muchos creían que la implantación definitiva de la navegación aérea en nuestro país sería imposible.

UN PATRIÓTICO OBSEQUIO

Con la premisa de contribuir de manera efectiva a la creación de la Escuela Militar de Aviación, el magnate del estaño, Simón I. Patiño, decidió obsequiar al Ejército de Bolivia dos aviones biplanos “Spad” de la reconocida marca Bleriot de Francia, uno de guerra y otro de entrenamiento; para la entrega oficial de las aeronaves contrató los servicios del famoso aviador francés Tte. Maurice Bourdon(1), quien arribó a La Paz a mediados de enero de 1921 vía el puerto de Mollendo; mientras que las dos aeronaves, lo hicieron a través de la misma ruta el 31 de enero siguiente.

Ambos biplanos, después de ser montados prolijamente por el competente mecánico nacional Germán Alberdi en el único hangar de aviación que poseía nuestro Ejército en el aeródromo de El Alto, a partir del 8 de marzo fueron probados exitosamente en vuelo por el Tte. Bourdon.

DOMINGO TRÁGICO

El domingo 3 de abril de 1921, fue un día de febril actividad; desde las primeras horas de la mañana, ya sea en los trenes de la Bolivian Railway como en los tranvías de la Peruvian Corporation, así como en automóviles, motocicletas, carruajes y caballos, pero sobre todo a pie, una inmensa y entusiasta multitud, calculada en 15.000 personas se dirigió a El Alto, ansiosa de observar el sensacional espectáculo que se anunciaba.

La presencia en el acto del Primer Mandatario del país, Dr. Bautista Saavedra; del Presidente de la Convención Nacional, de los Ministros de Estado, Cuerpo Diplomático y el mismo Sr. Simón I. Patiño, le dieron al inédito acto realce y solemnidad.

De acuerdo al programa, sólo estaba previsto el vuelo del avión de guerra, pero como premonición de la tragedia, el motor de éste no pudo ser encendido, por lo que Bourdon se vio obligado a decolar en la aeronave de entrenamiento; sin embargo, al realizar el carreteo hacia la pista reventó el neumático izquierdo del tren de aterrizaje, posponiendo la esperada demostración aérea por cuarenta minutos. La impaciencia y ansiedad del público fue parcialmente paliada con los aires musicales que ejecutaba la Banda del Ejército.

Una vez repuesto el neumático, el pequeño biplano de entrenamiento, pese a sus reducidos 80 H.P., decoló airosamente para realizar asombrosas evoluciones sobre la pista y la ceja de El Alto. Veinte minutos después, Bourdon aterrizó en medio de vítores y grandes aclamaciones del público.

Seguidamente, se aprestó a probar nuevamente la aeronave de guerra; pero, el motor aún no respondía, falla atribuida a que las bujías y el magneto estaban impregnadas de kerosene; una vez limpiadas adecudamente, tarea que duró casi media hora; por fin, el poderoso motor de 300 H.P. del Bleriot Spad Herbemont rugió majestuosamente. Como pasajero circunstancial abordó la cabina trasera el Sr. Agústín Fernández, Secretario de Patiño; a las 16:50 se realizó el decolage.

La aeronave realizó espectaculares acrobacias que emocionaron al público; mientras tanto, Fernández lanzaba volantes y folletos de propaganda en pro de la aviación, que el público recibía ansiosamente, ocasión en que la multitud en forma desordenada comenzó a invadir la pista de aterrizaje sin que los Soldados del Regimiento de Línea que custodiaban pudieran evitarlo.

Con gran maestría, el piloto francés realizó peligrosos virajes y vuelos razantes de menos de treinta metros sobre la inmensa concurrencia. Al promediar las 17:10, “al cruzar a la altura de la pista, cerca del hangar, Bourdon descolgó el aparato y deseoso de mostrar su audacia y valentía, intentó la prueba de ´Caída de ala´ a muy poca altura. El aparato se balanceó de lado e inmediatamente el piloto quiso planear rumbo al oeste, pero ante el silencioso estupor de la masa espectante se precipitó de una altura de veinte metros pesadamente, yendo a incrustarse a tierra...Este trágico suceso que duró pocos segundos paralizó de terror al público que presa de una angustia indefinible presenció atónita aquella caída vertiginosa del avión que al estrellarse quedó destrozado”(2).

En medio de un montón de escombros y restos humanos, el motor de la nave, que paradójicamente se resistió a funcionar antes del despegue, después de la caída seguía funcionando cercenando brazos, piernas y cabezas, hasta que fue cortado por el aviador nacional Cap. Alfonso Crespo. “Al caer el aparato había tomado a muchas personas que habían tenido la imprudencia de colocarse en la pista que presentaba un cuadro de horror. Masas informes de restos humanos se extrajeron del aparato. Aparte de los tripulantes fueron nueve personas más, entre ellas un niño cuya cabeza no se pudo encontrar"(3); Bourdon había fallecido instantáneamente, pagó el tributo de nuestro cielo que parece exigir a los audaces; mientras que Fernández, aún con vida, fue llevado en el auto de Patiño hacia el hospital de la ciudad; murió en el trayecto.

CAUSAS DE LA TRAGEDIA

Como causas del desastre se dieron dos versiones; una es que Fernández poseído por el nerviosismo o terror se había asido de los cables que pasan por el asiento del pasajero y que articulan con el timón de profundidad, privando al piloto del control del aparato. Sin embargo, de acuerdo a testigos presenciales del suceso, el accidente se habría debido a que Bourdon realizó una peligrosa maniobra a muy baja altura, precipitándose desde veinte metros con el motor funcionando raudamente y a plena potencia.

UN SALDO TRÁGICO Y DUELO NACIONAL

El fatal resultado de la primera tragedia aérea en Bolivia fue de once muertos y siete heridos, total 18 víctimas.

Como un homenaje póstumo a las víctimas de este suceso, mediante Decreto Supremo de 4 de abril de 1921, el Gobierno declaró el 5 de abril Duelo Nacional. Asimismo, la Convención Nacional sancionó la Ley del 6 de abril de 1921 decretando que los gastos del sepelio de las personas que fallecieron, así como la asistencia y tratamiento de los heridos en el siniestro, correrían por cuenta del Estado.

EL IMPONENTE SEPELIO

Después de ser velados los restos de Bourdon y Fernández en el Centro Militar(4), el martes 5 de abril se realizó el imponente sepelio; el cortejo fúnebre presidido por S.E. el Presidente de la República, congregó a una inmensa multitud de todas las clases sociales que se ubicó en todo el trayecto, es decir, desde la plaza Murillo hasta el Cementerio General; todos los edificios públicos estaban embanderados a media asta con crespones negros. Al compás de las notas fúnebres de una Banda de Música Militar, el pueblo, con marcado entusiasmo cívico y en doloroso transe condujo los dos féretros en hombros; el de Fernández estuvo cubierto con la Bandera Nacional, y el de Bourdon con las enseñas patrias de Francia y de Bolivia. Cada cierto lugar, se escucharon sentidos discursos de diferentes oradores, entre ellos del Ministro de Guerra y Colonización, Gral. Pastor Baldivieso, del Tcnl. Jacinto Reque Terán, Director de la Escuela Militar de Aviación y del Ministro de Francia en Bolivia.

EL APARATO SINIESTRADO

El avión que ocasionó este fatal accidente era un biplano de observación Bleriot Spad Herbemont S.XX. Estaba dotado de un motor Hispano-Suiza 8Fb de 300 H.P. Podía ser artillado con dos ametralladoras fijas Vickers calibre 7,7mm en el puesto del piloto y otra Lewis móvil en la cabina posterior. El peso total de la aeronave era de 1.300 kg.

Fue elegido por Patiño, entre varios modelos, en razón de su techo de operación, ya que con este tipo de aeronave el 19 de mayo de 1919 se obtuvo en la coupe Deutch el récord de altura tras alcanzar los 8.900 metros.

EL PILOTO FRANCÉS

El Tte. Maurice Bourdon, que contaba con 34 años de edad, dejó en París a una joven esposa y una hija de cuatro años. Felizmente, Patiño tuvo la previsión de asegurar la vida del piloto francés con una póliza de cien mil Francos.

Era aviador desde 1913; ostentaba el brevet de piloto superior militar. Tuvo una destacada participaión en la Primera Guerra Mundíal. Después del conflicto se dedicó a realizar vuelos entre París y Londres transportando pasajeros y valijas postales, batiendo el récord de velocidad entre estas ciudades.

Actualmente, sus restos descansan en el Mausoleo de la FAB del Cementerio General de la ciudad de La Paz.

NOTAS

1 Quien fue contratado por seis meses para desempeñarse como instructor de vuelo.

2 La Razón, 5 de abril de 1921.

3 El Diario, 5 de abril de 1921.

4 Después denominado Círculo Militar, hoy sede de la Academia Boliviana de Historia Militar.

* El autor es Académico de Número de la Academia Boliviana de Historia Militar

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El Spad Hebermont que tan gallardamente había iniciado su vuelo, yace destrozado ante la curiosidad del público (Foto gentileza Dr. Luis Antezana Ergueta).

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