Texto de Juan José Toro Montoya - Presidente de la Sociedad
de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).
Es materia común que la mayoría de la población boliviana
fue y es india. Se cree, también, que la población originaria de lo que hoy es
Bolivia fue esclavizada por el invasor español y esto último ya cae en el
terreno de la falsedad.
Es cierto que los indios fueron sojuzgados pero, para ello,
fue necesario un largo proceso que, de inicio, respetó las diferencias entre
unos y otros, así sea solo por conveniencia.
Al principio, en muchas de las ciudades coloniales vivieron
no solo indios sometidos, sino también otros, nobles de origen, que no solo
rivalizaban, sino que hasta superaban en riqueza y boato a los españoles
afincados en aquellas. Potosí y La Plata, hoy Sucre, están entre los más claros
ejemplos.
Una prueba de lo afirmado es el manuscrito que el sacerdote
jerónimo fray Diego de Ocaña dejó como legado dando cuenta de lo que vio en el
viaje que realizó por nuestro continente, entre 1599 y 1608.
“Hay en Potosí indios muy ricos, en particular uno que se
llama Mondragón”, escribió y, para probarlo, agregó que “tiene una sala llena
de plata, en una parte las barras, a otra las piñas y en otra parte, en unas
botijas, los reales. Yo me holgué de ver tanta plata junta y le pregunté cuánto
había allí en aquello que yo veía, y me respondió: Hay trescientos mil pesos de
plata ensayada; y luego se va desquitando de los quintos que él tiene que dar
al rey de las barras que hace, porque el trato que tiene es comprar piñas y
hacerlas barras y batirlas moneda”.
LAS INDIAS RICAS
Y no solo había indios ricos, sino también indias con
fortuna, tal que no faltaron los españoles que se aprovecharon de ellas: “Hay
también indias y pallas muy ricas, con quien los soldados están amancebados
porque los sustenten”.
Ocaña no es el único que hace referencias de esa naturaleza
ya que, por su parte, Bartolomé Arzáns describió, con toda naturalidad, la
intervención de nobles indios en la primera gran procesión que se realizó en
Potosí, tan pronto como en 1555, cuando se proclamó como patronos del entonces
próspero asiento minero al Santísimo Sacramento del Altar, a la Purísima
Concepción de María y al apóstol Santiago. Según el cronista, en esa procesión
participaron por lo menos 200 indios ricamente vestidos (ver recuadro).
Los indios ricos no solo aparecían en actos públicos, sino
que también actuaban en representaciones teatrales y mandaban a pintar cuadros
en los que, a la usanza de la época, se hacían incluir por los autores. “No
faltan indígenas, sobre todo caciques, que pagan las obras y quieren figurar en
ellas, por regla general en compañía de sus esposas”, agrega Teresa Gisbert,
quien incluye, en su libro sobre iconografía, grabados de escudos nobiliarios de
indios y una fotografía de la portada de la desaparecida residencia de los
Guarachi que estaba ubicada en el Barrio de la Concepción de Potosí, en una
calle que no precisa.
En su “Relación…”, Luis Capoche también refiere varios
nombres de indios que son dueños de minas y tienen asignados otros indios para
el servicio en la mina. Algunos de esos nombres son Juan Chupachu, que tenía 60
varias de minas y 35 indios; Juan Sacaca, con 40 varas y tres indios; Alonso
Cavana y Martín Puyana, que tenían 60 varas de minas; pero sin indios que era
el mismo caso de Juan Pati, que tenía 60 varas, y Juan Guanco, que poseía 120.
Un caso llamativo es Domingo Quinta, de Yunguyo, que poseía 180 varas de mina y
tenía 120 indios asignados.
En su paso por Potosí, Ocaña no solo sembró la devoción
guadalupana, sino que levantó una relación de cómo era la ciudad allá por 1600.
Contabiliza, también, las parroquias de la villa y la cantidad de mitayos
asignada a cada una de ellas. Sobre la base de sus referencias, Medinacelli
identifica indios nobles en el padrón de yanaconas de Potosí: “Otros muestran
más bien un origen noble, pero afincado en Potosí, como Juan Quispe, natural de
la Villa, hijo de Don Diego Ochara, de Guamanga. También Pascual Alejo, natural
de Potosí, hijo de Pedro Inga del Cuzco o Don Juan Cusipaucar que recibe de
cada partida de la casa de Moneda tres pesos de algunos yanaconas que no pagan
tasa. Parecido es el caso de Diego Muroccla natural de la Villa y reservado por
viejo, pero casado con Ana Capax Sinchi, de evidente prosapia incaica”.
Y entre los descendientes de incas había algunos realmente
importantes como Carlos Inca, hijo de Paullu Inca, que era uno de los muchos
hijos de Huayna Capac y, por tanto, hermano de Manco Inca, Huáscar y Ataw
Wallpa. “Esto nos demuestra la presencia activa de una élite inca en Potosí en
estas fechas”, agrega la historiadora.
Hay un par de detalles o, mejor, nombres más que agregar,
para motivar una investigación al respecto: Isabel Paicu Chimpu y Juana Paipa.
Son los nombres de las propietarias de los solares en los que fueron
construidos los templos de Santo Domingo y la Compañía de Jesús,
respectivamente. Heinz Antonio Basagoitia afirma que ambas donaron los terrenos
para las referidas edificaciones. Sobre la primera agrega que tuvo esposo
español, pero las tierras eran de ella.
Pero no solo hubo indios ricos en Potosí sino también en La
Plata. Nuestro fraile refiere que, cuando se realizó la entronización de la
Virgen de Guadalupe, “a la noche salió don Juan Ayamoro, que es el cacique
principal de los indios, como si dijésemos un duque. Salieron con él, a caballo
y a pie, indios con hachones alumbrando, más de cuatrocientos indios con
disfraces de la tierra, tan buenos, que en Madrid parecieran bien; y con esto
se dio fin a la fiesta de este día, que fue el tercero”.
Como se ve, la situación de los indios en Charcas tenía sus
claroscuros. Es cierto que fueron sometidos, pero también existen datos que
demuestran que la historia no fue como nos la contaron.
INDIOS EN PROCESIÓN
Así describe Arzáns la participación de indios ricos en la
procesión potosina de 1555:
“Iban por delante 15 compañías de indios con sus capitanes
ricamente vestidos a su usanza, con arcos y flechas, espadas de chunta y otras
maderas fuertes todas plateadas, dardos, hondas, macanas, y aquellas armas a
manera de cimitarras que usaban los capitanes de sus ingas; toda esta variedad
de indianas armas iban unas doradas, plateadas otras, y otras vistosamente
coloreadas.
“Luego se seguía un acompañamiento imitando el que tenía los
monarcas ingas en su corte, el cual iba compuesto de la nobleza indiana que en
esta Villa asistía. Serían estos más de 200 hombres vestidos a su uso, aunque
eran las camisetas y mantas de ricas sedas, y traína por su orden todas las
insignias reales, en unas hamacas de finas mantas de algodón, las cuales eran
el llautu y la borla (que era la corona de aquellos poderosos monarcas) las
arracadas, chaquiras, pomares y licras (que eran unas máscaras de cabezas de
león, que formadas de oro finísimo se ponían en los hombres, rodillas y
empeines) el arco, carcaj y flechas, hondas, el chambe, y el cuadrado escudo,
con otras insignias y armas reales.
“Luego con toda majestad venían de dos en dos todos los
monarcas ingas hasta el poderoso Ataw Wallpa, con aquel su excelente traje,
llevando cada uno una chacha de cera en la mano.
“Detrás de este remedo de monarcas iban muchas y varias
naciones de toda esta América Meridional, 12 mancebos de cada una, con diversos
trajes en el modo de vestir pero iguales en el género, pintados los rostros,
pies y manos con varios colores (uso propio de estos naturales) que más
causaban horror que alegría.
“Luego se seguían diversas danzas en cuadrillas de indios
mancebos, con varias representaciones, trajes y cantiñas a su modo, que la
misma variedad deleitaba la vista al innumerable conjunto que asistía a ver
esta procesión.
“Tras de este numeroso acompañamiento (en que según don
Antonio de Acosta y don Juan Pasquier pasaban de 3.000 indios) iban en dos
hileras 50 españoles vestidos a lo cortesano, con hachas de cera de a tres
libras, siendo los últimos de las hileras cuatro caballeros del hábito de
Santiago, que fueron dos Francisco de Figueroa, el capitán don Antonio
Idiáquez, don Esteban Castaldo y don Luis Dávila Brocheroa”.
Además de ser una muestra de la aparente tolerancia que
existía entre españoles e indios en los primeros años de Potosí, esa
descripción demuestra que de estos últimos hubo bastantes con un poder
económico tal que participaban en demostraciones públicas haciendo ostentación
de su riqueza.
Tomado de guardiana.bo
Imagen: Alférez inca muy similar a los que participaron en
la procesión de 1555.
EN LA COLONIA EXISTÍAN INDIOS E INDIAS MUY RICOS COMO MONDRAGÓN EN POTOSÍ Texto de Juan José Toro Montoya - Presidente...
Publicada por Historias de Bolivia en Miércoles, 24 de marzo de 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario