Los dictadores, Barrientos y Ovando. |
Por: JULIO PEÑALOZA BRETEL / Publicado en La Razón
el 25 de octubre de 2020.
Con René Barrientos Ortuño se inicia la era de las
dictaduras militares en la República de Bolivia en 1964. Militar reconocido por
su liderazgo natural en el seno de las Fuerzas Armadas, perteneció al ala de
oficiales que profesaban simpatía por el Movimiento Nacionalista
Revolucionario (MNR) y el hecho de haber sido vicepresidente de
Víctor Paz Estenssoro marca con absoluta claridad la sociedad política
civil-militar que habría de consolidar más tarde el líder emenerrista con quien
fuera Ministro de Educación del gobierno de Barrientos, el entonces coronel
Hugo Banzer Suárez.
Las biografías resumidas con marca Wikipedia, dicen que
Barrientos nació en Tarata, Cochabamba, el 30 de mayo de 1919. Hizo sus
estudios primarios en su pueblo natal para luego ingresar al convento de su
pueblo, pero dejaría muy pronto los hábitos ya que sus gustos personales no
coincidían con los de monje.
En 1938, con 19 años de edad, después de una discusión con
el sacerdote superior del convento, Barrientos decidió abandonarlo con la idea
de dedicarse a la carrera militar, viajando para ello a la ciudad de La Paz
para ingresar al Colegio Militar del Ejército, de donde egresó como subteniente
en 1943. Después realizó también estudios en la Escuela Militar de Aviación
Boquerón (actualmente denominada Colegio Militar de Aviación). En 1945 estudió
como piloto en los Estados Unidos de América, hecho que ya vislumbraba con toda
claridad su relación de afinidad con las administraciones gubernamentales y
militares imperiales.
Durante el gobierno del presidente Mamerto Urriolagoitia
Harriague, Barrientos participó en la guerra civil de 1949 a favor del
Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), motivo por el cual fue dado de
baja de las Fuerzas Armadas de la Nación. Tres años después, en 1952, fue
reincorporado con el grado de capitán. Al crearse la Fuerza Aérea Boliviana
(FAB) como nueva rama del Ejército boliviano en 1957, siendo ya general,
Barrientos fue nombrado comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Bolivia.
Fue elegido vicepresidente de Bolivia acompañando al
presidente Víctor Paz Estenssoro en su tercer gobierno, cargo del que se
posesionó el 6 de agosto de 1964. En la huelga nacional del 29 al 31 de
octubre, el vicepresidente Barrientos se encargó personalmente de reprimir a
los obreros y mineros, y tres días después, el 4 de noviembre de 1964, perpetró
el golpe de Estado que significaría traición a quien lo llevara del brazo a la
candidatura vicepresidencial.
Barrientos se autonombró presidente de la Junta Militar
(1964-1965), al año siguiente (1965) tuvo que aceptar un copresidente, el Gral.
Alfredo Ovando Candía. En 1966, Barrientos fue elegido presidente
constitucional, imprimiéndole a su gobierno un sello de desarrollismo
económico. Favoreció a los campesinos y se enfrentó contra los obreros y
mineros. En 1967 promulgó una nueva Constitución Política del Estado, que
estuvo vigente durante 42 años, hasta 2009, cuando fue cambiada durante el
primer gobierno del presidente Evo Morales Ayma a través de una Asamblea
Constituyente.
El 7 de noviembre de 1966, se inició la guerrilla comandada
por Ernesto Che Guevara. En marzo de 1967, casi medio año después de su
llegada, el Che y su grupo tuvieron el primer choque con el Ejército boliviano
en Ñancahuazú, en el departamento de Santa Cruz. René Barrientos y el jefe de
Estado Mayor, Alfredo Ovando Candia, dedicaron todos sus recursos a aplastar al
comandante Che Guevara. Contrariamente a lo que él esperaba, Guevara no recibió
la ayuda del campesinado boliviano; por el contrario, estos daban un apoyo
total a Barrientos.
En abril de 1967 fue capturado Regis Debray, intelectual
francés socialista, amigo del Che; en octubre cayeron, fueron apresados o
huyeron dispersos los últimos guerrilleros sobrevivientes; el Che, herido en
combate, fue asesinado horas después en la escuelita de La Higuera, el 9 de
octubre de 1967.
Durante su gobierno, Barrientos nombró al criminal de guerra
nazi de la segunda guerra mundial Klaus Barbie —el Carnicero de Lyon— que
se cambió el nombre en Bolivia a Klaus Altmann, presidente de la Sociedad
Naviera del Estado (Transmarítima), que en la época contaba con un solo barco y
que, según informaciones reservadas, se dedicaba al comercio internacional
ilegal de armas. Barbie también fue nombrado por Barrientos asesor de los Servicios
de Inteligencia de Bolivia. Particularmente elevado fue el número de víctimas
durante su dictadura. Según Amnistía Internacional, solo entre 1966 y 1968 se
ejecutaron varios asesinatos por parte de los escuadrones de la muerte.
Incluida también la llamada Masacre de San Juan de 1967, en la que miembros del
Ejército de Bolivia atacaron a la población de los centros mineros de Catavi y
Siglo XX.
Cabe destacar que René Barrientos, llamado El General
del Pueblo en un panegírico biográfico escrito por Fernando Diez de
Medina, tuvo un amplio apoyo popular campesino; sin embargo, las distintas
versiones biográficas de su trayectoria coinciden en afirmar que poco es lo que
hizo durante su período, pues se dedicó más a la política y a trasladarse
semanalmente a todos los distritos del país y especialmente en el departamento
de Cochabamba, constituyéndose de esta manera en uno de los pocos presidentes
que viajó a todos los departamentos del país.
Precisamente en uno de esos viajes, que le alejaba de la
sede de gobierno, sufrió el accidente que habría de costarle la vida (según
rumores nunca confirmados, un atentado). El 27 de abril de 1969, Barrientos
había visitado el pueblo de Arque y cuando su helicóptero levantaba vuelo para
retornar a la ciudad de Cochabamba, éste impactó con unos cables de postes de
alta tensión, cayendo la nave a tierra e incendiándose inmediatamente.
Barrientos llegó a fallecer en el accidente, así como su edecán de servicio y
el piloto. Hasta la fecha no se ha despejado el rumor de que no se trató de un
accidente, ya que otra versión afirmaba que la caída del helicóptero había sido
provocada intencionadamente.
Inmediatamente después de la muerte de Barrientos, su
vicepresidente Luis Adolfo Siles Salinas se hizo cargo de la presidencia de
Bolivia, meses más tarde derrocado por el Gral. Alfredo Ovando Candia. El
entierro de René Barrientos fue apoteósico, quizá muy comparable y similar al
entierro ocurrido 104 años antes con el expresidente Manuel Isidoro Belzu, en
1865.
Principalmente Barrientos, Banzer y García Meza
establecieron una línea de continuidad gubernamental autoritaria, apegada a las
directrices establecidas desde el Departamento de Estado y el Pentágono
estadounidenses. Convendría establecer analíticamente las ligazones que estos
militares establecieron con partidos políticos con los que cogobernaron, pero
que fueron fieles a una visión de país excluyente con fuerte vocación represiva
contra las expresiones políticas y sindicales progresistas de izquierda,
principalmente en sociedad con el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR),
la Falange Socialista Boliviana (FSB) y más adelante —con el Banzer democratizado—
con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). “Los políticos bolivianos
tocaban las puertas de los cuarteles” era una frase muy extendida para
caracterizar la relación entre militares y partidos políticos, aspecto que fue
nítidamente evidenciado con un desprendimiento del Movimiento Nacionalista
Revolucionario (MNR) que coauspicio la Masacre de Todos Santos (1979), golpe de
Estado asestado por el que fuera ministro de Asuntos Campesinos y Agropecuarios
de la dictadura banzerista, Gral. Alberto Natusch Busch.
A estos que gobernaron Bolivia durante cuatro décadas, entre
Revolución Nacional, dictaduras militares y períodos democráticos formales los
cubrieron distintos mantos de impunidad procurados por actores políticos de la
época. El único que se atrevió a intentar impugnar histórica y políticamente
esa impunidad fue Marcelo Quiroga Santa Cruz, jefe del Partido Socialista – 1,
con una proposición acusatoria de un juicio de responsabilidades contra la
dictadura banzerista en el parlamento nacional en 1979, osadía que un año más
tarde le costaría la vida en las instalaciones de la Central Obrera Boliviana
(COB), cuando un grupúsculo de paramilitares lo abatió con metralletas en mano
(17 de julio de 1980), en pleno golpe de Estado encabezado por Luis García
Meza, otro oficial de Ejército bendecido por Hugo Banzer Suárez.
La democracia autoritaria o la continuación de Banzer en la
vida política de Bolivia (de 1971-1978 a 1997-2001)
Las peculiaridades de la democracia boliviana permitieron
que el Gral. Hugo Banzer Suárez consiguiera ejecutar un tránsito de su septenio
dictatorial hacia la renaciente democracia inaugurada el 10 de octubre de 1982.
De esta manera, se convirtió en el único militar latinoamericano fuertemente
ligado al imperio norteamericano, por formación profesional y afinidad
ideológica anticomunista, capaz de infiltrarse en la cancha democrática gracias
a la fundación de su partido político —Acción Democrática Nacionalista— en
1979, lo que le permitiría continuar en el protagonismo de la vida política del
país, respaldando al último gobierno de Paz Estenssoro (1985-1989), hacer
sociedad política con quien fuera uno de sus perseguidos políticos en
dictadura, Jaime Paz Zamora (1989-1993) y recibir la devolución de favores del
propio Paz Zamora para finalmente convertirse en presidente democrático
(1997-2001). En este contexto hay que leer a Banzer como al autócrata
democratizado, que no pudo jamás sacarse el estigma de dictador con el que
siempre se lo categorizará en términos históricos, fundamento que nos permite
ensayar una mirada de su etapa como presidente electo, como extensión de sus
prácticas autoritarias desarrolladas entre 1971 y 1978. Banzer dominó la escena
política boliviana durante tres décadas consecutivas.
En ese marco de comprensión el gobierno democrático del
Gral. Hugo Banzer Suárez (1997-2001) terminó confirmando que la genuina
vocación democrática de Hernán Siles Zuazo y la UDP (1982-1985) permitiendo el
desamarre absoluto de todas las fuerzas políticas progresistas y sindicales del
país, encontraría en su sucesor, Víctor Paz Estenssoro, un muro de contención y
el paradigma de la instalación de gobiernos sustentados en la gobernabilidad
parlamentaria que su predecesor y excompañero revolucionario no había tenido, y
en el uso monopólico de la violencia, respaldado en la legalidad del principio
de autoridad, lo que hizo de los gobiernos de esta era democrática,
indiscutiblemente legales, pero seriamente cuestionados desde la perspectiva de
la legitimidad ciudadana.
Fue así que la democracia boliviana, entre 1985 y 2003,
exhibió características de autoritarismo que encuentran sentido y explicación
en la amistad política entablada desde 1971 entre Paz Estenssoro y Banzer,
interrumpida momentáneamente por éste último en 1974, que se refrendó con el
Pacto por la Democracia (1985-1989), primer gran acuerdo político de la
derecha, todavía sin repartija del aparato administrativo estatal, que permitió
la aplicación contundente del DS 21060 con el que se modificaban los tamaños y las
correlaciones entre Mercado, Estado y Sociedad.
Si Paz Estenssoro fue el referente de los 50-60, con una
reinserción electoral final en los 80, Banzer dominó el espectro del poder en
una extensión de su gobierno dictatorial entre los 70 y el comienzo del siglo
XXI. Bajo sus dos regímenes, de facto primero y democrático autoritario
después, se consolidó la penetración del narcotráfico como variable de la
economía boliviana y de la dependencia del poder imperial, formó parte de la
galería de dictadores fascistoides de Sudamérica —en el marco estratégico
militar de terrorismo de Estado denominado Plan Cóndor —, pudo sacarse de
encima al líder del Partido Socialista – 1 (PS-1), Marcelo Quiroga Santa Cruz
—que le iniciara un juicio de responsabilidades en 1979— con el asesinato que
truncó su ascendente carrera, cometido por paramilitares que facilitaron el
golpe de Luis García Meza, lo mismo que se deshizo de sus primeros socios
políticos (MNR y FSB), suspendiendo de cuajo la actividad partidaria y
sindical, quedando sacudido y liberado también de su camarada-rival, el Gral.
Andrés Selich Chop, primer ministro del Interior de su régimen en 1971,
torturado y asesinado en 1973 bajo la administración de su sucesor en las
políticas de represión, Alfredo Arce Carpio, obsecuente y sombrío colaborador
del entonces coronel.
Estricto con su línea de pensamiento, Banzer autorizó la
eliminación de campesinos en las localidades cochabambinas de Tolata y Epizana
(1974), sentenciados por comunistas, se abrazó en Charaña con Augusto Pinochet
en el intento de un trueque territorial para una salida boliviana por puertos
del océano Pacífico, que le permitiría recuperar su cualidad marítima, y
encabezó la celebración del sesquicentenario de la fundación de la República
(1975), tuvo como asesor al Carnicero de Lyon, el nazi Klaus Barbie
(finalmente deportado, años después, en 1983), refugiado y protegido en nuestro
país luego de la segunda guerra mundial, le tocó en suerte usufructuar del
precio internacional del estaño que llegó a cotizar en $us 8 la libra fina, y
otro de sus camaradas, el Gral. Joaquín Zenteno Anaya, fue asesinado en Paris
—enviado a una especie de exilio dorado a la embajada boliviana en Francia
luego de ser Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas—, por supuestos
terroristas de izquierda en vendetta por el asesinato de Ernesto Che Guevara
(1967), en el que habría participado en su calidad de oficial del Ejército.
También fue violentamente abatido el expresidente Gral. Juan
José Torres Gonzáles, a quién defenestró, exiliado en Buenos Aires, con
indicios de haber sido víctima del tenebroso Plan Cóndor, y para no extendernos
más en el certificado de antecedentes, incrementó la deuda externa que en 1971
registraba $us 460 millones a $us 3.000 millones para 1978.
Represión política y dictaduras militares: El recuento de
los daños
Una investigación de la carrera de Historia de la
Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) estableció los nombres y apellidos de al
menos 627 personas que murieron en 18 años de dictaduras militares.
Esta cifra está incluida en un trabajo académico aún no
concluido, fue presentada cuando se recordaron 38 años del asesinato político
del líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz. La iniciativa responde
al proyecto Paseo de la memoria viva, que impulsa el Gobierno Municipal
de La Paz junto con la carrera de Historia de la UMSA.
La investigación se inicia con la dictadura de René
Barrientos Ortuño, quien lideró el golpe militar del 4 de noviembre de 1964
perpetrado contra Víctor Paz Estenssoro, quien se había habilitado para ganar
elecciones, con acusaciones de violación de la Constitución Política del Estado
por afanes prorroguistas. Desde ese año se restringieron los derechos y las
actividades políticas, se produjeron frecuentes arrestos arbitrarios, torturas
y asesinatos, como fue el caso del reconocido dirigente minero de Siglo XX
(Potosí) César Lora.
“Fue una convocatoria entre investigación, interacción
social y trabajo voluntario”, dice la docente y coordinadora del proyecto,
María Luisa Soux, quien suscribe también que cuatro universitarios se sumaron a
la idea: “Impacta volver a trabajar este tema, se dice que hubo muertos y
desaparecidos, pero cuando les pones nombre y apellido, la situación es
diferente”, dijo Soux a la periodista Ibeth Carvajal del diario La Razón.
Según el documento académico, el episodio de las dictaduras,
dejó más de mil muertes, pero se identificó a 627 personas, como el caso de
Santiago Anagua Mamani, un minero que fue masacrado por el Ejército en 1965, o
Juan Bernardino Condori, niño de ocho años que murió en 1967 en la Masacre de
San Juan.
***
A diferencia de lo acontecido con los muertos y perseguidos
políticos, producto de los gobiernos correspondientes a la Revolución de 1952,
investigaciones históricas de estas características permiten llegar al dato
estadístico exacto y concreto, y en lo posible, a los nombres y apellidos de
todos quienes fueron perseguidos, desaparecidos y asesinados por defender y
profesar ideas políticas “subversivas” de izquierda —socialistas, comunistas,
con varios matices e intensidades — para el orden imperante inaugurado militar
y dictatorialmente por el Gral. René Barrientos Ortuño en 1964, que tendría
continuación ideológico-represiva con las dictaduras de Banzer (1971-1978) y
García Meza (1980-1981):
Dictadura del Gral. René Barrientos Ortuño (1964-65;
1966-69): Cinco desaparecidos, dos muertos. Masacre de San Juan (Mina
Siglo XX, 24 de julio de 1967): 12 muertos. Asesinato de Ernesto Che Guevara
(Ñancahuazú, Vallegrande, 8 de octubre de 1967) y otros 44 muertos (con
asesoramiento y participación de la CIA, agencia central de inteligencia
estadounidense).
Dictadura del Gral. Alfredo Ovando Candia (1966; 1969):
Guerrilla de Teoponte, 18 desaparecidos, 49 muertos. 1970: Miembros de la
guerrilla de Ñancahuazú, Teoponte y del Ejército de Liberación Nacional (ELN),
11 muertos, dos suicidios.
Dictadura del Gral. Hugo Banzer Suárez (1971-1978): 65
desaparecidos, 57 muertos.
Dictadura del Gral. Alberto Natusch Busch (noviembre, 1979):
145 desaparecidos, 77 muertos.
Dictadura del Gral. Luis García Meza (1980-1981): Asesinato
y desaparición del cadáver de Marcelo Quiroga Santa Cruz, jefe del Partido
Socialista – 1 (PS-1). Ocho asesinatos a dirigentes del Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR) en una casa de la calle Harrington de la ciudad de La Paz.
Veintiún desaparecidos, 118 muertos.
Los responsables del proyecto “Paseo por la memoria”
advierten que estas cifras de muertos y desaparecidos son susceptibles de
modificación con el avance de la investigación que abarca desde 1964 hasta
1982, año en el que —exactamente el 10 de octubre— se inicia un tiempo político
democrático interrumpido el 10 de noviembre de 2019 con la llegada de la
senadora Jeanine Áñez a la sucesión presidencial inconstitucional producto de
un golpe de Estado perpetrado contra el gobierno saliente de Evo Morales Ayma.
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