Por: Daniel Bernardo Oropeza Alba / Fotos del Archivo y de
la Biblioteca Armando Alba (Bolivia)
Armando Alba es para la Casa de Moneda lo que
Gunnar Mendoza significa para el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia.
Ambos dedicaron su vida y sus esfuerzos a la recuperación y conservación del
patrimonio nacional y la conformación de los centros culturales a los que
dirigieron con toda pasión y entrega. Este artículo va en memoria de Armando
Alba, que falleció el 20 de octubre de 1974.
A principios de 1900, el edificio patrimonial de la segunda
Casa de Moneda de Potosí se caía a pedazos. En 1908 dejó de acuñar monedas y,
al terminar su etapa industrial, se encontraba en lamentables condiciones,
“convertida en galpones, corrales, depósitos de materiales viejos, oficinas
auxiliares de la administración fiscal, etc., habiendo sufrido su estructura
toda suerte de modificaciones momentáneas como cuando se instaló
provisionalmente oficinas de correos y, más antes, juzgados y cárcel”, sin que
se hubiese efectuado un adecuado mantenimiento. Incluso no faltó la
descabellada idea de abrir tiendas para arrendamiento en la parte posterior que
se encuentra en la comercial calle Bolívar para percibir algunos ingresos
económicos.
Parecía que este enorme edificio estaba condenado a
desaparecer, como sucedió con la Casa de Moneda de Cuzco que fue demolida
irremediablemente. Sin embargo, surgió un movimiento cultural que reflexionó
sobre la importancia de rescatar y conservar el patrimonio arquitectónico
potosino como la más genuina manifestación de la identidad regional liderado
por intelectual y periodista Armando Alba, fundador de Gesta Bárbara. En 1929 presentó
al presidente Hernando Siles un proyecto de restauración de la Casa de Moneda
para convertirla en museo y espacio cultural, argumentando, entre otras cosas,
“que económicamente sería factible el arreglo del edificio, ahorrando ingentes
sumas que invertirse en nueva edificación.”
La Guerra del Chaco cambió las prioridades de los bolivianos
y Alba, siendo diputado nacional, se enlistó de voluntario en la Guerra del
Chaco, desde donde actuó como corresponsal para los diarios locales. Con el
cese de hostilidades retomó su proyecto y consiguió el financiamiento para
emprender esta gigantesca tarea.
Urgía encontrar un profesional de talento que tuviese la
capacidad de intervenir en el edificio y, a través de amigos en común, logró
contactarse con el célebre arquitecto argentino Mario José Buschiazzo, de gran
trayectoria en la restauración de monumentos históricos en su país, a quien le
ofreció participar en este monumental proyecto. En 1938, con la Sociedad
Geográfica y de Historia, recibían a este ilustre visitante en la Villa
Imperial para empezar los trabajos.
Buschiazzo quedó fascinado con el edificio, del que tenía un
conocimiento enorme. Pudo determinar con facilidad los elementos
arquitectónicos originales y las añadiduras toscas posteriores. Había estudiado
a detalle los planos originales que reposan en el Archivo General de Indias y
empezó a esbozar el proyecto de restauración. En su estadía de 1938 también
capacitó a los albañiles y maestros contratistas en las técnicas que debían
seguir para intervenir en el edificio. Sin embargo, sus funciones como
Presidente de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos de la
Argentina no le permitieron permanecer mucho tiempo y la restauración tuvo que
continuar a la cabeza de Alba con las recomendaciones e instrucciones técnicas
de Buschiazzo desde Buenos Aires.
El arquitecto argentino Buschiazzo estuvo en Potosí en 1938
para capacitar a los albañiles y maestros contratistas en las técnicas que
debían seguir para intervenir en el edificio.
Así se cumplió la primera fase de la restauración del
edificio, se limpió las salas, retiraron todo tipo de escombros y trastes que
se habían acopiado en los patios convertidos en corrales, se intervino los
muros, retejaron los techos con la mejor técnica y se limpió las salas de
fundición excepto una para vestigio de las labores industriales, que hasta
nuestros días luce así y es mostrada por los guías del museo. Al equipo se sumó
el arquitecto uruguayo Juan Giuria y en Potosí fueron notables los trabajos del
maestro contratista Marcelino Vega Campos.
Una nueva intervención se realizó a finales de 1970, que
realizó cambios de cubiertas y restauración general de la fachada para
completar la restauración de la Casa de Moneda de Potosí, que hoy en día es el
símbolo más importante de la cultura potosina y la ceca más emblemática del
continente.
El arquitecto de la restauración
Mario José Buschiazzo fue un notable arquitecto argentino,
pionero del rescate del patrimonial arquitectónico en su país. Fue Presidente
de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos de la Argentina.
Intervino en la restauración del histórico Cabildo de Buenos Aires, de la Casa
de la Independencia en Tucumán, el Palacio San José actual Museo Histórico
Nacional de Argentina, las ruinas jesuíticas de San Ignacio Miní y, según sus
propias palabras, su más importante intervención fue la restauración de la Casa
de Moneda de Potosí. Fundó el Instituto de Arte Americano e Investigaciones
Estéticas que actualmente lleva su nombre. Falleció en 1970.
(*) Daniel Oropeza es socio de número de la Sociedad de
Investigación Histórica de Potosí (SIHP).
Artículo tomado de https://guardiana.com.bo/culturas/la-monumental-restauracion-de-la-casa-de-moneda-de-potosi/
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