LA TESIS DE PULACAYO EN LA PRENSA BOLIVIANA DE 1946

 

Villaroel, "el presidente colgado"

Por: Grecia Gonzales Oruño   / Artículo publicado originalmente en el matutino paceño, Pagina Siete, el 30de diciembre de 2020.

74 diciembres han pasado desde que se publicó, excepcionalmente, en los periódicos la Tesis de Pulacayo, que fue aprobada el 8 de noviembre de 1946, en el Primer Congreso Extraordinario de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (Fstmb). Ese documento fue punta de lanza de la lucha obrera en el sexenio (1946-1952) y blanco de crítica de la oligarquía.

Después de los regímenes nacionalistas de David Toro (1936-1937) y Germán Busch (1937-1939), las fuerzas conservadoras retomaron el poder de la mano del presidente Enrique Peñaranda (1940-1943). Sin embargo, el 20 de diciembre de 1943, la alianza Razón de Patria (Radepa) y el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) ejecutaron un golpe de Estado. Así llegó a la presidencia el teniente coronel Gualberto Villarroel.

De acuerdo con  El poder y la caída, de Sergio Almaraz, el nuevo gobierno tuvo una posición anti-oligárquica y popular. Gerardo Irusta, en La lucha armada en Bolivia, afirmó que Villarroel se enfrentó a los barones del estaño, las empresas mineras, los latifundistas, la aristocracia y sus militares. 

Golpe

En 1946, la oligarquía desplazada asestó un golpe mortal. Agustín Barcelli, en Medio siglo de luchas sindicales revolucionarias en Bolivia, reveló que los fusilamientos en Challacollo y Chuspipata, el secuestro de Hochschild y el atentado contra el jefe del Partido de Izquierda Revolucionaria (PIR), José Antonio Arze, “dieron a la reacción motivos de propaganda (…) para organizar la destrucción de ese régimen”.

Fue así que - en palabras de René Zavaleta - en El desarrollo de la conciencia nacional, la mañana del 21 de julio, el cadáver de Villarroel fue colgado de un farol en la Plaza Murillo, “trofeo mórbido de la venganza oligárquica y lábaro de combate del nacionalismo”. 

Con su muerte retornó la rosca. Waldo Álvarez, en Memorias del primer ministro obrero, contó que la nueva Junta de Gobierno fue formada por personajes de derecha (encabezada por Tomás Monje) a excepción del artesano  Aurelio Alcoba, quien fue nombrado Ministro de Trabajo. Por otro lado, varios miembros de Radepa fueron dados de baja y los dirigentes del MNR huyeron o cayeron presos.

Pulacayo

En el marco de la nueva situación política, la Fstmb convocó a un congreso, que se celebró en Pulacayo, Potosí, del 5 al 9 de noviembre de 1946. Asistieron 47 delegaciones mineras, autoridades de gobierno y periodistas.

El Diario publicó el temario:

1) Informe de los secretarios y las delegaciones; 2) Balance nacional y sindical; 3) Creación de una Central Obrera y el Frente Único Proletario; 4) Semana de trabajo de 40 horas y salario básico; 5) Supresión de las “pulperías baratas”; 6) Lucha parlamentaria y acción directa; 7) Adopción de una “Tesis Central”; 8)  Elección de dirigentes, y 9) Pactos con otras organizaciones.

La primera sesión comenzó a las 21:00 y culminó en la madrugada. Allí, se entregaron credenciales, se aprobaron reglamentos y se formaron comisiones, informó La Razón.

Tomas

En esa jornada se produjo una “violenta” y larga discusión por la presencia del jefe del Partido Obrero Revolucionario (POR) Guillermo Lora, adscrito a la delegación de Llallagua. Los mineros de Colquiri y Llallagua amenazaron con retirarse. 35 delegaciones apoyaron la participación de Lora, sin derecho a voto.

Según El Diario, el día 6, el secretario general de la Fstmb, Mario Tórrez, inauguró la segunda sesión. A continuación, el secretario ejecutivo de la Fstmb, Juan Lechín, expresó que no se admitirían en sus filas a “pícaros y vividores”: “No podemos seguir a traidoras directivas que buscan el equilibrio entre el capital y el trabajo. Nuestro camino es la formación del Frente Único Proletario”. Lora -luego- lanzó “un violento discurso y atacó duramente al PIR”. 

La Razón  explicó que las delegaciones “declararon que lucharían hasta el triunfo de la revolución social” y que Lechín expresó: “Si los capitalistas quieren arrojarnos a las calles, después de destrozar nuestras vidas y hacer caer la minería (…), no tenemos más remedio que ocupar las minas”. 

Militantes

El Diario, el día 7, informó que se conformó el “Frente Único Proletario”. Además, destacó las palabras de Lechín: “Somos militantes de la lucha de clases y no simples y vulgares terroristas”. “Somos luchadores marxistas revolucionarios y sólo la muerte nos arrancará de la lucha que nos hemos impuesto. No podemos contemplar callados cómo se explota a los trabajadores, cómo se les niega el derecho a la vida humana. Por eso sabemos que de esta lucha el triunfo ha de ser nuestro. Nuestros pasos se acercan a la sociedad sin clases”.

En esa oportunidad, el inspector general del Trabajo, Alejandro Arzabe, fue acusado por los proletarios de Machacamarca de “traidor y de organizador de bandas de pistoleros en Llallagua, y de dar prisión a los trabajadores de Huanuni”. Arzabe negó las acusaciones.

Poder

En la cuarta sesión, el 8, El Diario narró que en el Congreso se aprobaron varias medidas, entre ellas 1) la aplicación de un salario básico y la escala móvil de haberes, 2) la supresión de las “pulperías baratas” y 3) “la toma del poder mediante la revolución” y no por elecciones.

En esa ocasión, se proclamó a Lechín como candidato a la Presidencia. 40 delegaciones aprobaron la designación y cuatro la rechazaron. Lechín no aceptó la candidatura.

En la última jornada del cónclave -de acuerdo con  La Razón- los trabajadores del subsuelo censuraron al Ministro de Trabajo por actuar a favor de las empresas mineras;  expulsaron al secretario de deportes de la Fstmb, Hugo Téllez, por “traidor”, y rechazaron, de forma unánime, al PIR, a la rosca y a los partidos  tradicionales. Asimismo, decidieron la ocupación de la mina San José. 

Atentado

El rector de la Universidad Mayor de San Andrés, Héctor Ormachea –impulsor de la caída de Villarroel– advirtió, en El Diario, en fecha 10, que  con “la actitud adoptada por los mineros se desprestigiará a Bolivia en el exterior. Además, será un toque de alarma para los inversionistas. Ya ningún capitalista pensará colocar sus dineros en ninguna actividad”.

Ese mismo día, el Ministro de Trabajo difundió un comunicado en todos los periódicos: “Ante los rumores propalados con relación a disturbios que hubiese podido producirse en los distritos mineros”, se declara que 1) existe tranquilidad en las labores mineras, 2) ninguna empresa ha dispuesto la paralización de sus trabajos y 3) una comisión de ministros se reunirá con los empresarios de la mina Oploca para evitar la suspensión de labores.

El ministro de Gobierno, José Saavedra, envió a El Diario, el 12, un telegrama a los obreros de Pulacayo, en el que advertía que “la conculcación de la ley, la violación de la propiedad y cualquier suerte de atentado contra la estabilidad del poder público o la seguridad de las personas, se juzgarán como actitud de franca rebelión contra el orden constituido”.

Agitación

Un día después, el primer dignatario hizo “un último llamado a la concordia de los mineros para que infundiéndose de una mayor sagacidad puedan comprenderse mejor con las empresas en las que trabajan y así esas diferencias (…) puedan resolverse satisfactoriamente”. El Diario, dos días después, alertó sobre una agitación en los centros mineros. En Colquiri, el gerente y el personal administrativo abandonaron el campamento, porque se inició una huelga. En Churquini, las labores se paralizaron. Sumado a eso, el secretario general de Telamayu y el secretario de la Confederación de los Sindicatos del Sud “tomaron el armamento del Club Telamayu”.

Un mes después del evento, el 8 de diciembre, los periódicos El Diario y La Razón difundieron la “Tesis aprobada en el Primer Congreso Extraordinario de la Fstmb”, con una aclaración: “Está circulando en los sindicatos de trabajadores del país el siguiente documento”. 

Los conflictos mineros continuaron hasta 1947. La Tesis de Pulacayo fue un instrumento que guió las luchas obreras del sexenio, que concluyeron con la revolución de abril de 1952.

Grecia Gonzales Oruño  es comunicadora social. 

El contenido de este artículo es de absoluta responsabilidad de la autora.

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