La guerrillera "Tania". |
(Por Diego Martínez Estévez)
El 4 de noviembre de 1964, día en que el general René
Barrientos llevaba a cabo su golpe de Estado contra el régimen del MNR, Aydée
Tamara Bunker Bider – la futura Tania – de nacionalidad argentina, cruzaba la
frontera del Perú hacia Bolivia.
Desde Cuba fue enviada por el Che con la finalidad de
incrustarse en el gobierno de Víctor Paz Estensoro y servir en el devenir, en
tareas que se le encomendasen. Para entonces, la idea de montar un movimiento
guerrillero no era en suelo boliviano, sino, en Perú.
Con el cambio de gobierno por otro dictatorial, Tania,
virtualmente se mantuvo congelada. Para conseguir su nacionalidad se casó con
un estudiante universitario paceño de quien luego se deshizo consiguiéndole una
beca a Bulgaria. A partir de septiembre de 1965 y hasta el mes de marzo de
1966, primero en La Paz y luego en San Paulo, recibió una reactualización de
sus conocimientos que fueran impartidos en Cuba por el guatemalteco y ex
policía Carlos Alvarado Marín, alias Mercy: éste lo conoció al Che en la embajada
de México en Guatemala cuando fue derrocado el Presidente Jacobo Arbenz; luego
Mercy se incorporó a los servicios de seguridad de Cuba.
En julio de 1966 llegaron a La Paz los primeros dos cubanos
– Pombo y Tuma - para organizar el aparato urbano de apoyo a la guerrilla. Por
razones de seguridad no tomaron contacto con ella; recién lo hicieron en
noviembre para que les apoyara en el alquiler de “casas de seguridad” donde
alojaron a los futuros guerrilleros que arribaban de Cuba y almacenaron
armamento y equipo que fueron adquiriendo localmente.
Compraron dos jeeps marca Toyota, uno de ellos a nombre de
Tania y cuando el Che arribó a La Paz, al otro día y por la ruta de Santa Cruz
viajaron hasta Casa de Calamina. Tampoco en esta oportunidad tomaron contacto
con ella.
Uno de los vehículos fue guardado en un garaje de Camiri. El
24 de marzo, la Dirección de Investigación Criminal lo incautó encontrando en
su interior cuatro maletas de Regis Debray y Ciro Bustos, contenían ropa de
confección cubana, mexicana y argentina, más una libreta de direcciones de
Tania.
Las declaraciones de los tres primeros desertores (Pastor
Barrera, Vicente Rocabado y Salustio Choque), las seis maletas encontradas en
Casa de Calamina por el capitán Silva en febrero pasado y el jeep de Tania,
dieron claras referencias sobre la participación cubana en el financiamiento y
organización de las operaciones guerrilleras, posiblemente jefaturizada por
Ernesto Che Guevara. Desde entonces, las fuerzas legales tenían entendido que
entre las filas guerrillas figuraba una mujer de nombre Tania.
Así lo da a entender el siguiente radiograma militar:
“Hrs. 0300 hoy incautóse un jeep Toyota gris placa La Paz
6811 modelo 66 propiedad Laura Gutiérrez “posiblemente Tania” conteniendo 4
valijas diferentes tamaños, un bidón y otros implementos viaje stop Vehículo
hallábase depositado garaje Julio Galvarro partir 5 de marzo stop Conviene
averiguar tránsito esa stop Necesario investigar actividad Regis Debray alumno
Escuela Normal Superior agregado de la universidad y que figura con residencia
4 Av. De la Puerta Brian con relaciones pueda tener con Laura Gutiérrez".
"Firma: Gral. David La Fuente S.".
Tania, desde el 3 de marzo ya se encontraba en Campamento
Central a donde había arribado desde Sucre junto a Debray y Bustos.
La última vez que durmió entre sábanas fue el día anterior,
en un alojamiento situado frente a la Terminal de Buses de la ciudad capital.
Ella y sus dos acompañantes durmieron en la misma pieza. La argentina, antes de
acostarse no se hizo problemas para desnudarse, bañarse y acostarse sin ropa.
Al otro día prosiguieron viaje hasta Camiri; se alojaron en el hotel Marieta y
salieron a cenar en la acera del hotel Londres; en estas circunstancias
apareció “El Loro” (Jorge Vázquez Viaña); retiraron sus maletas, las guardaron
en su jeep y fueron conducidos en el otro jeep hasta Casa de Calamina. Esta fue
la segunda y última vez que ingresaba a la zona guerrillera; la primera lo hizo
a finales del pasado año viajando en avión desde La Paz a Camiri para concurrir
a la reunión programada por el Che con el objeto de organizar la red de apoyo
urbana, con la designación de funciones. También se hicieron presentes el
Secretario General del Partido Comunista Mario Monje, Loyola Guzmán y Rodolfo
Saldaña. En esta reunión, Tania recibió la misión de viajar a la Argentina y
permanecer en las ciudades como componente imprescindible de la red de apoyo.
El 1ro. de enero viajó a Buenos Aires y se entrevistó con
Eduardo Jozami. Lo citó para febrero en La Paz y en esta ciudad le pidió que
los primeros días de marzo viajara a Tarija y recogiera allí una carta en el
correo central; no llegó a remitirla al incumplir la orden del Che, de salir de
la base guerrillera para no retornar más. Acerca de este hecho, años más tarde,
Jozami relató su versión:
“Yo me reuní con Tania en enero de 1967. Me dijo: 'El Che te
manda a buscar”. En febrero me encontré con ella en La Paz. Me presentó a Inti
Peredo, quien me dijo que el Che tardaría algunos días en volver al campamento
porque estaba en una exploración bastante lejos. Tania me dijo que en marzo
fuera a Tarija, y que esperara un mensaje en la Oficina de Correos. Pero nunca
llegó”.
En el libro de Bustos titulado “El Che quiere verte”, afirma
que Tania y por instrucciones precisas del Che, no debía revelarle quien lo
convocaba a Ñancahuazú, sin embargo, le dijo: “el Che quiere verte”.
Resulta que, no fue únicamente ella quien no alcanzó a
comprender la importancia de guardar en el más absoluto secreto la presencia en
Bolivia del ya famoso guerrillero de Sierra Maestra, también algún otro develó
este gran detalle como afirma Jozami en su entrevista a Clarin.com. Además, ya desde el mes de febrero y pese a las
recomendaciones del Che, algunos cubanos venían comentando a los futuros
desertores, pormenores sobre la figura de Ernesto Guevara de la Serna,
asimismo, dejando diversos indicios, incluso documentos que las patrullas irían
hallando en sus rastrillajes, desde Casa de Calamina, a campamento Central.
Cuando el 3 de marzo Tania ingresó por segunda vez a
Campamento Central, todavía no se encontraba bloqueada militarmente la zona. En
lugar de dejar a los invitados (a Debray y Bustos) en la base guerrillera y
salir para dar cumplimiento a la orden del Che, se puso a esperar su retorno de
su marcha de entrenamiento efectuada a la zona de Río Grande que duró 33 días.
La columna de 25 hombres arribó a Campamento Oso el 17 de marzo. Para entonces,
el Comando General del Ejército ya venía desplazando desde la zona del
interior, a la primera media docena de unidades de nivel compañía. La única
salida de los campamentos era por la ruta de Casa de Calamina que fue ocupada
por las tropas militares.
El 23 de marzo de 1967 se produjo la primera emboscada al
Ejército.
Descontando a los tres primeros desertores, en los dos
principales campamentos guerrilleros se encontraban 50 hombres. Eran muchas las
bocas tener que alimentar. Día tras día, la logística insuficiente hacía sentir
sus efectos. Por la gran cantidad de grasa de caballo consumida, casi todos
enfermaron del hígado; las diarreas eran cotidianas; otros sufrían hinchazones
en piernas y brazos y se acababan los medicamentos para contrarrestarlas; las
últimas pilas fueron utilizadas en el único radio receptor; las botas
envejecieron y las reservas de alimentos se agotaban.
Con la inauguración formal de su lucha, permanecieron once
días cubriendo con emboscadas y desde puntos adelantados situados al sudoeste y
este del Río Ñancahuazú, las entradas a sus campamentos. “Ramón” (El Che),
nuevamente vez tuvo que recurrir a su férrea autoridad a fin de mantener la
disciplina. Algunos cubanos obedecían con tibieza. Les recordó sus omisiones de
seguridad e indisciplina. La ira de Ramón hizo llorar a Tania considerada el
número uno de la organización de la red urbana. Incumplió la orden de
permanecer en La Paz; dejó guardado su jeep en un garaje de la pequeña
población de Camiri y al día siguiente de la emboscada fue casualmente
descubierto por la Dirección de Investigación Criminal (DIC). Por soslayar
elementales normas de seguridad, fue develada su identidad y la de otros
contactos suyos al haber sido sometido a un exhaustivo análisis su libreta de
direcciones que lo dejó en el interior de su vehículo; además, las cuatro
maletas conteniendo ropa de confección extranjera fueron indicios claros de la
conformación multinacional de la guerrilla. Tania, a la hora nona se olvidó de
las extremas medidas de seguridad que recibió como enseñanza. Ramón - según
Ciro Bustos – “también se refirió a los argentinos que Tania llevó; pero,
“...por su estupidez para no entender órdenes, había fracasado todo...”.
Ante la falta de alimentos y luego de dos exitosas
emboscadas más (las últimas en ocho meses de guerra), los guerrilleros
abandonaron sus campamentos.
El 19 de abril, la columna guerrillera se dividió en dos
grupos: la primera al mando del Che y la segunda al mando de Joaquín integrada
por enfermos; de esta última pasó a formar Tania, desde entonces y hasta el
final de sus días, su vivencia sería un verdadero martirio.
Usaba una pistola Browning de 9 mm.; a mediados de julio ya
no podía leer bien; su cuerpo estaba infestado de picaduras de mosquitos e
insectos. Sucia, harapienta, con la cara manchada de tiznes; poseía un cuchillo
plateado y otro al parecer de oro; portaba una boina y vestía pantalón militar
verde olivo y era el único combatiente que calzaba botas que no se las podía
quitar porque el cuero remojado se había pegado a su piel, produciéndole
heridas supurantes y dolorosas al caminar; también sentía agudos dolores en una
pierna y en el vientre. Recibió vejámenes de Joaquín y Braulio por su lentitud
en los largos recorridos por abruptas elevaciones; lloraba constantemente y no
podía dominar el pánico que le producía la proximidad de las patrullas. Solía
alejarse de sus compañeros para captar noticias radiales que daban cuenta de
los dislocamientos militares y posibles apariciones del grupo del Che en uno y
otro punto; sobre estas novedades le informaba en privado a Joaquín y a quien
frecuentemente le reclamaba por el mal trato que dispensaba a los bolivianos.
Este grupo era constantemente acosado por las patrullas de
la 4ta. División, por lo que Joaquín, cansado de aguardar el retorno del Che de
Muyupampa, abandonó la zona y decidió marchar al norte, a dar encuentro al Che
que también lo buscada en esa región anteladamente conocida por ellos. Ambos
grupos orientaban su ruta basándose en informaciones radiales que daban cuenta
sobre su fugaz aparición en tal o cual punto de ese inmenso monte montañoso. El
grupo de Joaquín marchó 200 kilómetros por tramos difíciles de atravesar; Tania
y Alejandro marchaban retrasados.
Antes de morir, su indisciplina la condujo a atravesar por
muchos padecimientos. No sólo por el caso de Tania se infiere que las mujeres y
debido a su debilidad física, no debieran ser empleadas en el campo operativo,
sino, en los campos de Inteligencia y Logística. Varios años atrás y por
imposición del senado norteamericano, el Ejército de EE.UU. se vio compelido a
permitir que algunas damas militares hicieran cursos especiales de índole
combativo. El que escribe estas líneas, más de una vez pudo comprobar que las
damas uniformadas - con excepciones - son proclives a no poder soportar
presiones que implican desplegar “fuerzas morales” (Clausewitz).
Prosigamos.
El 30 de agosto arribaron a la casa del campesino Honorato
Rojas informante de la 8va. División, quien, junto a otros lugareños recibió
entrenamiento en tareas de búsqueda y recolección de información, en el cuartel
de La Esperanza, situado en las proximidades de la ciudad de Santa Cruz. Le
pidieron que les hiciera cruzar el Río Grande. Al parecer, su intención era
internarse aguas arribas por el Río Frías y por este cañadón, arribar a sus
campamentos. El grupo del Che se encontraba a 30 kilómetros, también
dirigiéndose a la casa del campesino.
Al día siguiente y terminando la tarde, Rojas los condujo al
lugar del vadeo. Esa mañana se había puesto de acuerdo con el capitán Mario
Vargas Salinas para llevarlos a su trampa dislocada en ambas orillas. Vargas y sus
40 hombres, tuvieron que realizar una marcha forzada a lo largo de 30
kilómetros, desde su base de patrullas situada en Lajas.
El experimentado satinador Braulio, campesino cubano curtido
en las guerrillas de Sierra Maestra cruzó primero para explorar la orilla
opuesta. No pudo ascender la pequeña barranca formada de arena. Por encima de
su cabeza, una treintena de fusiles aguardaban la apertura del fuego. En la
orilla de partida, el sargento Barba, lo propio, con seis hombres elegían sus
blancos.
Tal como se esperaba que sucediese, a las 4 de la tarde se
presentaron en la casa del campesino y fueron guiados hacia el lugar del vadeo.
Joaquín quiso evitar su desplazamiento por la playa internándose en la
vegetación, lo que le habría conducido directamente a las espaldas del Sargento
Barba. Honorato lo convenció que sería una pérdida de tiempo y le dijo:
“Vámonos por esta playa arriba aprovechando este pedregal
que por ahí no vamos a dejar huellas”. Esto lo hacía para que las tropas nos
vean y se alisten haciéndoles señas con mi sombrero. Cuando llegamos a
emboscada en medio de las tropas del ejército, les dije: acérquense todos,
vamos a pasar en grupo, en lo que acercaron. Conocí a Tania, me miró ella y yo
miré que era mujer y los guerrilleros me observaron con exigencia si me seguía
fijando en ella, entonces noté eso y disimulé. Me dice Joaquín: “Indícanos bien
por donde vamos a ir y vos anda y consigue sal para que mañana carneemos una
vaca. Procura volver de dónde vas a ir por la sal, dijo. Le dije que de
Arenales. Procura volverte esta noche. Les dije, muy bien voy y vuelvo esta
noche”. Entonces les indiqué bien por dónde iban a pasar el río y querían pasar
uno por uno; les dije no, pasen en grupo, van a pasar más rápido y pasando uno
por uno van demorar mucho y en grupo van a pasar más rápido ya que es un poco
tarde. Esa fue la ventaja de la sal que me libró de la muerte. Les metí al río
y les dije, yo me voy borrando las huellas que hubieran dejado ustedes y “me
dijeron bueno” …”.
Cuando al atardecer llegaba a su ocaso y el capitán Vargas
se disponía a ordenar que sus hombres, por turno bajaran al río a saciar su
sed, a la lejanía observó que el enemigo subía por la playa. Cerca de las
posiciones del sargento Barba descubrieron algunas huellas que los soldados no
llegaron a borrar. Olvidando toda eventualidad de peligro y obedeciendo la
sugerencia del campesino de cerrar la columna para facilitar la puntería de los
tiradores, confiadamente acortaron su distancia hacia la zona de muerte.
Braulio, desde el frente les dijo: “pasen, no hay problema”.
Diez guerrilleros ingresaron a la zona de muerte. Tania, al
sentir el impacto, apoyó sus manos sobre su pecho y cayó de bruces. Tres
sobrevivieron a la matanza:
El Negro, de nacionalidad peruana. Su nombre era Restituto
José Cabrera Flores. Zambulléndose nadó aguas abajo y se internó en el Río
Frías; tres días más tarde fue descubierto mientras se desplazaba. Toda la
compañía Toledo que se avanzaba en sentido contrario abrió fuego sobre él. Cayó
herido y se rindió. Un sargento lo remató.
El médico beniano Maimura, de nombre Freddy Maimura Hurtado
fue capturado vivo; también fue rematado por un Cabo trinitario conocido suyo.
El boliviano Paco, de nombre José Carrillo. Herido en un
brazo, vivirá para relatar la odisea atravesada por Tania.
Pasada la emboscada, la Compañía “Tigre” del subteniente
Eduardo Galindo recibió la orden de marchar al lugar y por radio recibió la
orden de recuperar los cadáveres de los guerrilleros. Con mitad de sus hombres
reconoció aguas arriba y el subteniente Alberta Molina en sentido contrario. Al
finalizar la tarde y a 800 metros de lugar de la emboscada, esta fracción
encontró el cuerpo de Tania atascado en una piedra; lo evacuó hasta una parte
alta de la orilla y se replegó a su base de patrullas.
Como era norma de la guerrilla ocultar sus bajas, el
Comandante de la 8va. División temía una tentativa de rescate del cadáver de
Tania y recién a media noche, después de insistentes llamados logró comunicarse
con Tigre, recomendándole con todo tipo de explicaciones proteger a la
guerrillera a fin de evidenciar ante la prensa la invasión extranjera del que
era objeto Bolivia.
Para dar cumplimiento a la incómoda tarea de buscar el
cuerpo de Tania, la unidad, a pasos forzados y bajo una torrencial lluvia tuvo
que salvar mayor distancia, pues, las turbulentas aguas ya se llevaban el
cadáver de la guerrillera atascado en una gran piedra. La patrulla, con el
cuerpo a cuestas retornó al Puesto Comando de la compañía y un soldado procedió
a levantar el inventario del contenido de su mochila. Además de alguna ropa
interior, encontraron un libro, 100 dólares, una pequeña libreta de apuntes (su
cuarta libreta) y una carta dirigida a un tal Vargas, residente en la calle
Santibáñez de la ciudad de Cochabamba. Presentaba una herida en el hueso de su
brazo derecho que le hizo florecer sus carnes, por lo que se presume que murió
ahogada. Otro disparo penetró su mochila y fue a impactar en su pequeña pistola
que la tenía guardada en su interior. Los soldados, al ver su cadáver lo
emprendieron a puntapiés, culpándola que por ella no retornaban a sus hogares.
EL PRESIDENTE RENÉ BARRIENTOS ORTUÑO TENÍA RAZONES
PERSONALES PARA ASISTIR AL SEPELIO DE TANIA.
Informado de la tenencia del cadáver, el general René Barrientos
Ortuño, Presidente de la República, aterrizó en la base de la compañía. Galindo
le dio parte que desde cinco jornadas atrás sus hombres se alimentaban con
raciones muy disminuidas. En el acto, el helicóptero retornó a Vallegrande en
busca de raciones, pero no pudo volver ese día por el mal tiempo reinante. El 5
de septiembre, Tania, por la fuerza de las circunstancias convertida en
guerrillera, en el cementerio de Vallegrande recibió cristiana sepultura.
Un año antes, Tania encontró la oportunidad de entablar
amistad con el Presidente valiéndose del Ministro de Informaciones de la
presidencia, allegado del guerrillero Inti Peredo. Barrientos fue invitado a
una ceremonia cultural en un pueblito situado en las orillas del Lago Titicaca
y allí se dirigió Tania y se sentó en el palco, junto al Mandatario. A la
conclusión del acto, el mujeriego de Barrientos, conduciendo personalmente uno
de los vehículos la llevó de vuelta a La Paz, a la zona de Obrajes donde, como
en otras ciudades, disponía de una casa alquilada y allí amaneció con ella. Su
edecán de turno durmió en el segundo vehículo.
No cabe duda que su vocación revolucionaria la llevó a
Bolivia, sin embargo, la disciplina revolucionaria implica reunir ciertas
condiciones.
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