Oruro, Bolivia / Diablos de la FAC La Diablada / 1977. |
Por: Misael Pacheco Loma.
Escribo estas líneas a solicitud amable de un personero de
“El Diario” que ha querido dedicar una de sus prestigiosas páginas a la
rememoración del histórico 10 de Febrero de 1781, fecha cívica principal de
Oruro, ciudad consagrada últimamente “Capital Folklórica de Bolivia” y
coincidentemente la motivación de estos párrafos tiene conocimiento con el
folklore orureño pues creo interesante decir algo sobre la evolución de la ya
famosa Entrada del Sábado de Carnaval y en ella “La Diablada” que es la que
concita la máxima expectativa popular.
Por lo menos de diez años a esta parte, viene manifestándose
en Oruro un interés verdaderamente eufórico y al parecer más y más creciente
por aquella entrada carnavalera con sus tradicionales comparsas de “Morenos”,
“Llameros”, “Cullahuas”, “Incas”, “Chunchus” y alguna más entre las cuales la
de los “Diablos” es la más brillante, bailarina y ágil y la que el público mira
con especial deleitación. Pero el caso es que no fue siempre así con los
rutilantes diablos de nuestros días.
Apelando a mis recuerdos de los años de 1920, puedo decir
que a diferencia de los diablos de hoy, tan numerosos, tan elegantes,
suntuosos, costosamente ataviados y en cuyos conjuntos hay “gente bien”, los
diablos del pasado eran gente de humilde escala social, en su mayoría
matarifes, popularmente llamados “mañazos” y eran tan pocos que no formaban
sino un solo conjunto. Con raras excepciones, iban pobremente ataviados con
disfraces en los que la pechera y el faldellín estaban descoloridos y
deslustrados porque a no dudar, el disfraz había servido ya para muchas
entradas, más lo que recuerdo es que en aquel atuendo la camiseta y el
calzoncillo de muchos de los diablos estaban tan sucios que al escribir esto,
tengo la idea de que eran los mismos que el danzarín usaba a diario y no habían
sido lavados vaya uno a saber cuánto tiempo. En el traje diablesco lo singular
era la careta por lo pesado que debió resultar (quizás hasta unos 3 kilos) por
estar fabricada de yeso. Los diablos de aquel tiempo, además iban armados de
tridentes de hierro que los chicos de entonces llamábamos “trinches” que
blandían amenazadoramente a tiempo que lanzaban su peculiar y mefistofélica
exclamación “Aaaarrrrrr….”
Como hoy, la antigua diablada tenía también “osos”, “china
supay”, “cóndores” y “monos”. ¡Oh los monos! Eran el terror de los chicos,
vestidos de amarillo y portando largos chicotes se hacían temibles porque si
bien los diablos solo amagaban con sus trinches, los monos pegaban en serio con
sus chicotes por lo cual los chicos optábamos casi siempre por escapar o por lo
menos ocultarnos al amparo de las personas mayores.
La entrada se la realizaba siempre a lo largo de la entonces
“Avenida Colombia” (hoy 6 de Octubre). Cada conjunto iba acompañado de su
caravana la cual a diferencia de las actuales que se arreglan en autos, se las
disponía en mulas con orfebrería y platería acaso más genuinas que ahora y era
conducida por el dueño de pintoresca apariencia porque iba emponchado en fina
vicuña, la cara blanqueada por entero con “harina de Chile” y profusamente
engalanado con serpentinas de vistosos colores y delicada fabricación pues eran
importadas. No duraba mucho la entrada de aquellos tiempos, quizás una hora a
lo más y se la podía presenciar cómodamente desde cualquier sitio de la
Colombia porque a diferencia de lo que ocurre hoy, no se producían
agolpamientos de muchedumbre, bloqueo de esquinas ni mucho menos era necesario
“agarrarse campo” o “señalar sitio” desde días antes como sucede al presente en
que a mayor abundamiento, hay que pagar por los “sitios estratégicos” de la
Bolívar y la plaza 10 de Febrero.
No podía precisar si el año 1927 o 1928 pero recuerdo que
por esa época, las autoridades comunales considerando que la costumbre de la
entrada había mucho de vulgar, plebeyo y pagano, resolvieron suprimirla
radicalmente. Por lo visto la tradición se impuso y hoy por hoy la poco menos
que mundialmente famosa entrada constituye poderoso medio de incremento del
turismo nacional.
En fin, cabe destacar el hecho de que los refinados y
opulentos diablos de hoy, descienden de aquellos pobres diablos de antaño, ni
más ni menos…
Oruro, Febrero de 1977.
Foto: Fraternidad Artística y Cultural La Diablada.
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