En ese periodo la prensa glorificó a Melgarejo y sepultó la
imagen de Morales.
Por: Luis Oporto O. / Historiador y docente / director de la
Biblioteca de la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Con el gobierno de José María Linares (1857-1861) surgió la
hegemonía del partido “rojo”, que detentó el poder político sin importar quien estuviera
en palacio. La prensa oficialista empezó su viraje a defender intereses de
grupo más que del gobierno de turno. Controlar la prensa equivalía a controlar
el país. Así, los redactores sostenían los intereses de latifundistas y
mineros.
El 31 de marzo de 1858 Linares suspendió la libertad de
prensa, en tanto “las tendencias reaccionarias (se han servido de ellas) para
dañar el orden público y promover un régimen abusivo”. Un año más tarde lo restituyó declarando “libre
el uso de la prensa: todos pueden publicar sus pensamientos por medio de ella,
sin exámenes ni censura”, prohibiendo el anónimo y señalando responsabilidades
para administradores de imprenta y editores de periódicos, advirtiendo que los
juicios de imprenta pertenecen exclusivamente a la jurisdicción ordinaria (1). Ordenó
suprimir las subvenciones a los periódicos optando por la reaparición de la Gaceta
del Gobierno (2) con el objetivo de publicar “junto con las comunicaciones
oficiales, ciertos escritos que sirviesen para explicar, desde conveniente
altura, la política del gobierno y la razón de sus operaciones” (3). Los
periódicos oficialistas se acomodaron a la situación, La Época cambió su título
por La Revolución, ensalzando la figura del gobernante: “Proscrito y perseguido,
ha consagrado todos sus instantes a esa patria de su degradación, sea privado
hasta de los más inocentes placeres (…) El señor Linares es un buen Pastor que
se ha consagrado sin reservas al bienestar de sus hijos”.
Numerosos periódicos documentaron el gobierno de José María Achá
(1861-1864), que por esos días en que para develar asonadas tenía que plantar
su tienda en el lugar más cercano a la última insurrección”. El Constitucional,
dirigido por mariano Donato Muñoz y Félix Reyes Ortiz, circuló en Sucre, La Paz
y Oruro; La Voz de Bolivia, fundada en La Paz el 30 de octubre de 1862 por Juan
Muñoz Cabrera, fue impreso de forma itinerante en La Paz, Oruro y Cochabamba; La
Unión de Potosí, periódico católico editado por Miguel Eguivar, del Círculo de Amigos
de La Paz. El Telégrafo, defensor de la política de Linares, cubrió las
matanzas de Plácido Yáñez; en tanto El Boliviano redactado por Pedro Terrazas
sin Mariano Pocolomini, las encubrió: “alcanzando a publicar su último número
tres días antes de ser ajusticiado su inspirador y sostenedor Placido Yáñez”, conducta
venal que provocó la indignación popular que destruyó la edición. Achá creó El Registro
Nacional (1864), órgano oficial que tenía por obligación publicar o informar
sobre todos los actos del gobierno, “declarando que no reconocía la prensa
oficial o semioficial (4).
Llama poderosamente la atención el florecimiento de la
prensa durante el gobierno de Mariano Melgarejo (1864-1871). La Época
reapareció el 24 de enero de 1866, en el que Mariano Donato Muñoz escribió: “La
providencia que concedió la victoria al general Melgarejo puso en su corazón sentimientos
de paz y de benevolencia para los vencidos, y otorgó las más amplias garantías y
olvidó el pasado”. El constituyente de La Paz y el semanario El Correo Político
de Cochabamba, apoyaron la distribución de terrenos de las comunidades indígenas,
calificando a Melgarejo como “el hombre necesario para Bolivia, mostrándose
como la voz de los gamonales y terratenientes”. El Registro Oficial reemplazó a La Época; se
sumaron La Actualidad de Sucre, redactado por Benedicto Trifon Medinaceli; El Republicano,
en Oruro; El Elector Popular en Potosí. El Católico, de Juan José salgueiro,
exalta con fervor la política del caudillo en medio de oraciones, agua bendita
y versos en Latín”, El quincenario La Prensa, a cargo de Claudio Arrazola y Mariano
Aguilar, publicado en ciudad Melgarejo, capital del departamento de Tarata,
registró la noticia de que el gobierno había reconocido la necesidad de
establecer liceos de artes y Oficios en las capitales de departamento, de
acuerdo a la Ley de 3 de octubre de 1868”y se enumeró los logros del gobierno: “El
nuevo sistema monetario, el impulso a la navegación por los ríos de Oriente, la
inmigración extranjera en las vastas, fértiles, pero inhabitadas regiones
orientales” Emilio Soto, en su editorial, escribe: “La patria (…) siente la
animación y el movimiento del engrandecimiento bajo la influencia poderosa del Héroe
de Diciembre. El Picaflor redactó: “No podemos oír el nombre de Melgarejo y Muñoz
sin acordarnos inmediatamente de los hombres de Napoleón, Aníbal y César”. El Eco
de Bolivia “rivalizó en loas a Mariano Melgarejo con motivo de la aprobación de
los tratados de límites con Brasil y Chile” (23 de diciembre de 1868); La Situación
presentó al “historiador y literato Mariano Melgarejo” (5).
Es sorprendente el apoyo de periódicos obreros al gobierno
de Agustín Morales (1871-1872), quien pasó a la historia por enfrentar el poder
de Matías Arteche, quien explotó el mineral de Aullagas y defraudó 250 mil
pesos, dinero que cobro coactivamente, afrenta que le costo la existencia. El Redactor
de los Artesanos de Sucre afirmó que “Bolivia no ha gozado de una libertad tan
amplia como la que nos ha disparado el espléndido triunfo sobre las huestes
bárbaras del bandido Melgarejo”; El Amigo del Pueblo, de Potosí, calificó a
morales como “patriota y liberal”; El Río Bermejo, dirigido por Ignacio Hurtado,
entregaba a sus a las autoridades 100 ejemplares para la circulación gratuita,
y El Elector era redactada por Anselmo Serrano e Ignacio Raña, en Tarija, La República
apoyo a los gobiernos de Adolfo Ballivián (1873-1874) y Tomás Frías (1874-1876).
Montenegro afirma que “se inició la prensa en la servidumbre
no ya al gobierno solamente, sino de los intereses económicos internacionales.
en 1868 un periódico se empleó como gestor de lucrativas concesiones del Estado
y como agente de empresarios extranjeros” (6) “Latifundistas y patriarcas de La
Plata contaban, formalmente, desde 1871, con un periodismo sumiso a sus miras (..)
encaminado a aumentar el poderío institucional de la industria minera,
subalternizando el Estado ante ella”(7). El pueblo indígena y trabajador fue el
fiel de la balanza de la prensa subyugada por la oligarquía. Cobraron una
factura muy cara a Melgarejo, castigaron a Plácido Yáñez y apoyaron a Morales.
Notas:
1)
Colección oficial de leyes y decretos, 1863. La
Paz, Tip. Del Progreso. 1865. P.439-440.
2)
Al servicio de los presidentes Linares y Achá (16
de octubre de 1858-31 de diciembre de 1864), circulaba en La Paz, Sucre y Cochabamba.
3)
Eduardo Ocampo Moscoso: Historia del Periodismo
Boliviano. La Paz, Juventud, 1978, p.120.
4)
Idem, p. 149.
5)
Idem.pp 150-166.
6)
Carlos Montenegro: Nacionalismo y Coloniaje. La
Paz, Biblioteca del Bicentenario, 2016, p.163.
7)
Gerardo Irusta Medrano: Periodismo y Revolución
nacional. La Paz,Papiro, 1983, p.54.
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