Agosto 16.
A horas 6 y 30 a. m. todos estamos a bordo y seguimos viaje.
A las 7 y 35 a.m. llegamos a la desembocadura del Orton, erizada de palos en
todas direcciones que la hacen peligrosa y retardan la navegación. Un poco más
arriba, navegando ya en el rio Orton, se detiene la Illimani para remachar los
clavos de los purones. A horas 11 a. m. hacemos un corto descanso en “La
Granja”; y luego seguimos navegando hasta horas 5 p. m. en que hacemos alto
cerca de un barranco, a donde suben muchos soldados a dormir y gozar del aire
fresco. A media noche, se produce en el campamento de arriba un barullo inusitado
y se oyen tiros de rifles.
Averiguada la causa, en vista de que los soldados bajaban
despavoridos a las Lanchas, resulta ser que uno de ellos asegura que el tigre
anda paseándose por entre las toldetas. Sería una anta o una zorra.
Agosto 17.
A horas 6 y 25 m. a. m. estamos en marcha. A eso de las 8.
a. m. nos detenemos, por que La Esperanza, encalla repentinamente sobre un palo
atravesado en la corriente y otro palo ha perforado uno de los purones, que se
está anegando. -Con gran trabajo se consigue sacarla de allí, á remolque hasta
dejarla fuera de peligro. Se tapan las aberturas y á horas 1.p m. continúa el
viaje, lentamente, pues las palizadas, á guisa de enormes dientes de un peine
obstaculizan la marcha. No transcurren dos horas, cuando La Esperanza, que se
había quedado atrás, da señales de alarma. Le está entrando agua por dos
boquetes y hay peligro de un naufragio. Nos detenemos para auxiliarla y
remediar el mal. Hacemos noche encostando ambas Lanchas à un extensa playa.
Agosto 18.
Nos demoramos el día entero. “La Esperanza” necesita una
formal reparación, y sólo sacándola a la orilla. Para ello, se precisa el mayor
número de brazos posible. Todos los soldados se desnudan y entran al agua, para
arrastrar la Lancha con cuerdas, lo que al fin se consigue a viva fuerza.
Esa tarde casi perecen ahogados en el Orton, el comandante
de La Esperanza, y un oficial del Batallón, que quisieron atravesar el río a
nado. Hubo que mandar a socorrerlos y el oficial fue arrestado.
Por la noche, el campamento, tendido a lo largo de las
playas, ofrece un aspecto pintoresco. Centenares de hogueras esparcidas en
todas direcciones; las toldetas de los soldados flotando lánguidamente; la luz
de la luna rielando sobre las tranquilas aguas del Orton, forman un cuadro
encantador. Los soldados se visitan mutuamente y con el buen humor que jamás
les abandona, dan a sus diversos grupos los nombres de los barrios de La Paz,
más frecuentados por ellos.
A la hora de costumbre los cornetas tocan silencio; y luego
parece que hasta la naturaleza quédase profundamente dormida.
Agosto 19
Antes de que salga el sol estamos en marcha. A horas 8. a.m.
pasamos por la barraca Angostura perteneciente al Sr. Ramón Roca, donde las
Lanchas se detienen para proveerse de leña. Seguimos navegando sin
inconveniente alguno; pero a eso de las cinco de la tarde se produce en La
Illimani, un incidente cómico-trágico que hace reír a unos y desesperarse a
otros.
Uno de los batelones que lleva a remolque la Illimanı, se
desprende repentinamente y lo arrastra la corriente. Cuando los descuidados
juanes, advierten, ya están lejos y empiezan a llamar gritos a sus Jefes.
Algunos pretenden arrojarse al agua, pero no se resuelven, otros hacen por
remar con unos palitos y nada consiguen.
La confusión de ellos es indescriptible; y son más de 50 los
que van en el batelón. Para darles alcance y proporcionarles remos, baja otro
batelón en pos de ellos y al fin consiguen ganar a la orilla opuesta, donde
acampamos todos, en otra playa más extensa y hermosa que la anterior, llamada
Playón.
En tiempo seco las playas del Orton son poéticas y de una
incomparable belleza, sobre todo en las noches de luna y además, proporcionan
el sustento a los navegantes, porque es la época en que las tortugas salen del
bosque y depositan sus huevos a centenares en un hueco que abren en la arena y
tapan en seguida cuidadosamente.
Los conocedores dan fácilmente con esos nidos y se proveen
en abundancia.
Agosto, 20.
Muy temprano, antes de las cinco de la mañana, la banda
militar toca diana.
En aquellas majestuosas soledades, marchando a regiones
todavía más remotas, el toque de cornetas al rayar el alba, produce en nosotros
gratas sensaciones de amor a la Patria y un agolpamiento de recuerdos.
Vuelven todos a ocupar sus puestos, y la Illimani se pone en
marcha, sola, porque La Esperanza se ha adelantado mucho desde ayer. A medio
día pasamos por la barraquita Villa-Nueva y a las dos de la tarde por la de
Humaythá. A eso de las cinco, llevando La Illimani una marcha rápida sufre
inopinadamente un choque que nos hace trepidar à todos. Acaba de sufrir un
golpe y se ha encaramado en un enorme palo, cuyo tronco se divisa en la orilla.
Se hace maniobrar a la Lancha, se procura arrancarla con cuerdas amarradas a
los árboles de la barranca; pero imposible, parece clavada. Al fin moviéndola
de costado se consigue sacarla; y como entretanto, ha cerrado la noche,
cruzamos a la otra banda del río, donde hay otra playa para acampar en ella.
Agosto 21.
Como de costumbre, al rayar el día continuamos la
navegación, sin el menor contratiempo. A las nueve de la mañana conseguimos dar
alcance á La Esperanza y siguen juntas ambas Lanchas.
(Continuara…)
Tomado de: “La revolución del Acre” de José Manuel Aponte
Rivero.
Foto-postal: Rio Madera exportación de goma boliviana.
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