MAMERTO URRIOLAGOITIA, LA PATIÑO MINES Y LOS REHENES AMERICANOS EN EL SINDICATO DE SIGLO XX

 


Por: José Antonio Loayza Portocarrero. 20 de julio de 2020.

Después de la muerte de Villarroel, hubo dos presidentes interinos, Néstor Guillen y Tomás Monje. Ambos sacaron la cara por la Rosca, porque a los dos meses de la muerte de Villarroel, los Sindicatos de Siglo XX y Catavi, pidieron 60% de aumento salarial, este pedido pasó del Ministerio de Trabajo al Tribunal Arbitral, pero el fallo no fue aceptado ni por la Patiño Mines ni por los obreros, y la tensión hizo que la empresa amenace a los obreros con el “Lock out”.

Se retiró a 270 obreros. La Patiño Mines dijo que no era suficiente para sentar un precedente. El gerente de la Patiño, Ing. Witt C. Deringer presentó al Gobierno un plan esplendorosamente práctico y frio para justificar los despidos sin vagos idealismos, y con la misma prisa de una amante que apaga la luz, el 6 de septiembre del 47, el Gobierno dictó una Resolución Suprema y fijó la suma de Bs. 30 millones para el pago de beneficios al 95% del personal.

Monje entregó el poder gubernamental a los elegidos del PURS, a Enrique Hertzog y a Mamerto Urriolagoitia. Entretanto los obreros pidieron que un Tribunal Arbitral dirima el caso, y cuando se revisaron las liquidaciones, ocurrió que el monto correcto era Bs. 57 millones, ¡el doble de lo calculado por los expertos de la empresa! Hertzog autorizó la compra de $us. 1.500.000, pero no al cambio oficial de Bs. 42, sino de Bs. 56., esto dio la formidable suma de Bs. 84 millones, o sea que el Gobierno le regaló a Patiño Bs. 21 millones, ¡la tercera parte de su cuenta!, pagó Bs. 27 millones, o sea el 15% de lo que debía pagar.

Las milicias del PIR , que era la misma masa grosera y borracha que ahorcó a Villarroel, y sacrificó sin persignarse siquiera al edecán Ballivián, al Secretario Uría de la Oliva y a Roberto Hinojosa, Director de Radio Illimani. Fueron los mismos que dos meses después, el 21 de septiembre, los colgaron al mayor Jorge Eguino y al capitán José Escobar, en los faroles aún renegridos de sangre deseca. Y no terminó ahí la vergüenza, seis días después, fueron los mismos que lo colgaron sin mayor trámite al teniente Luis Oblitas, por haber ido al Palacio a reclamar su reincorporación al ejército y fue acusado de querer asesinar al Presidente Monje. No había duda, había un fanatismo enfermo contra aquel que quiso hacer más pobres a los ricos y más ricos a los pobres.

Hertzog pretendió crear un gobierno de unidad nacional, invitó al PIR que decía ser un partido de izquierda, al Comité Tripartito, a Salamanca, Guillen y Monje que eran miembros del Partido Republicano Genuino, al Partido Republicano Socialista de Saavedra, y al Partido Socialista Unificado que se coló al final, todos, concertaron una fuerza capitalista con viveza socialista, y en diciembre del 46, se unieron en torno a su Declaración de Principios y proclamaron el socialismo científico evolucionista que se llamó PURS.

A los pocos meses los trabajadores de la empresa Patiño Mines, plantearon sus reclamos y recurrieron a la huelga. Patiño sin acatar el laudo ordenó el desahucio de 400 obreros. Hertzog lo hizo mejor, con el fin de quedar bien ordenó el despido de 5.000 obreros, fue una masacre blanca. El 5 de agosto, Hertzog se sintió feliz cuando supo que los obreros bajaron a Catavi para pedir su liquidación: 7.165 empleados y obreros recibieron sus cartas de despido, más la orden de desocupar la vivienda en 48 horas, y los boletos de ferrocarril para la familia.

Curiosamente, Hertzog enfermó y lo “internaron en un hospital” de Chulumani. El 7 de mayo pidió licencia al Congreso y fue suplido por el vicepresidente Urriolagoitia, cuya inexperiencia era la misma de Hertzog, después de haber estado 18 años fuera del país como secretario de la Legación de Bolivia en Londres. El 13 de octubre viajó a Chulumani para pedirle a Hertzog que retorne a la presidencia porque él se iba a Sucre, su tierra natal. Hertzog le pidió que lo supla tres meses más, Urriolagoitia dijo que esperaría 72 horas y no tres meses. Hertzog resolvió no volver, envió su renuncia al Congreso, y Urriolagoitia se resignó a gobernar los dos años que faltaban. El 22 de octubre del 49, fue nombrado Presidente Constitucional.

El 28 de mayo cometió su peor pecado, y lo hizo sin “Miedo ni temblor”, como dijo Søren Kierkegaard. Citó a una reunión conciliatoria a los principales dirigentes mineros, pero al llegar a la reunión los delegados Néstor Capellino, Guillermo Lora, Mario Torres, y Víctor Toranzos, fueron lanzados como fardos a una camioneta y de ahí a un autocarril para ser llevados a La Paz y desterrados a Chile junto a Lechin, eso provocó que los mineros detuvieran como rehenes a varios técnicos que vivían en el campamento de Siglo XX, los norteamericanos Wilbur Cook, Superintendente de la mina Siglo XX, Floyd Erickson, Paul Green, John O’Connor (junto a su esposa), Joseph Besseten, Albert Krefting, Richard D. Ellet, T. R. Woods Smith, N. Spaar, A. Heusser. Los bolivianos Carlos de la Reza, Jefe de Almacenes; David Vargas, Jefe de Bienestar Social; Ramón Rico Terrazas, Oficina Tiempo; Corsino Gutiérrez, Eugenio de los Santos, Darío Palenque, y Carlos Andrade, que fueron golpeados sin ninguna razón porque no eran la causa del abuso.

Se informó de lo sucedido a la Gerencia de Catavi, esta ordenó que de inmediato se disponga de la fuerza para liberar a los presos llevados al Sindicato de Siglo XX. Se agitó la manivela del teléfono, habló Wilbur Cook con De Witt Deringer: ¡Tienen que hacer lo posible por liberarnos, nuestras vidas están en peligro! Deringer se puso en contacto con Juan Céspedes, Jefe del Sindicato. Céspedes tomó el teléfono y advirtió: ¡Por cada obrero que muera morirá uno de los presos! Deringer reclamó: ¿Cuál es el motivo del apresamiento? Céspedes respondió: ¡No se los soltará hasta que Lechin regrese a Bolivia, y Lora, Torrez, Toranzos y Capellino, vuelvan a Llallagua! Deringer explicó: Eso está fuera de mi control, estoy dispuesto a ceder en cualquier cuestión que sea de mi competencia. Céspedes replicó: ¡No me interesa saber quiénes son los autores!… ¿Hola? Nadie respondió, Se cortó la línea…

Al rato vino desde el sindicato la mala noticia Un minero por manejar mal el fusil hirió a Heusser, luego lo pateó tratando de revivirlo, esa fue la primera víctima. La segunda sin haber muerto fue la esposa de O’Connor, que llegó con su esposo un mes atrás. La tercera víctima fueron todos, no sólo por la tensión síquica sino por la impiedad de los mineros contra los técnicos, en especial con los bolivianos que tenían las cabezas ensangrentadas y los cuerpos moreteados. Sonaron dos disparos y cayeron muertos Kerfting y O’Connor, los fusilaron. Más tarde murió David Vargas a causa de los golpes que recibió.

En el momento que Paul Green, Regente de la mina, era golpeado y luego herido por un disparo que le entró por la mejilla y le salió por la boca envuelta con parte de la encía y dientes destrozados, el ejército se lanzó al ataque, los mineros formaron cuadrillas de defensa y los regimientos Colorados, Andino, Camacho, e Ingavi, 2º de infantería, 1º de caballería, otro de artillería, más un regimiento de carabineros y 1.500 soldados, atacaron los campamentos disparando y matando a más de 80 mineros. El 29 no hubo asalto, las tropas y los mineros se agazaparon de la metralla de los aviones que demolían los campamentos.

La batalla entre las tropas y los obreros prosiguió furiosamente por 15 horas. A las 11 de la mañana las tropas tomaron el sindicato. A las 4 de la tarde la situación estaba dominada y cesó el fuego. La empresa paralizó durante 25 días por falta de empleados y por la salida de 500 obreros que fueron sacados por el Gobierno por ser considerados peligrosos, muchos fueron muertos y heridos, incluyendo algunas mujeres y niños, víctimas de balas perdidas y de la sensatez perdida.

Luego vino la Guerra Civil del 49…

 

ESTO ES BOLIVIA, YO SOY BOLIVIANO Y AQUÍ ME QUEDO

 


No es fácil comprender cómo los bolivianos de la segunda mitad del siglo XIX entendieron en su tiempo los conceptos de nacionalidad y patriotismo (no patrioterismo ni chauvinismo) como ciudadanos de un país que tenía muchas limitantes, con apenas 54 años de existencia, sin vinculación caminera ni ferrocarriles, sin telégrafos, con un desconocimiento casi total del resto de los territorios bolivianos, con constantes luchas políticas, con una población cuyo analfabetismo llegaba al 78% del total y donde los indios ni siquiera eran considerados bolivianos. Un país que 38 años antes estuvo a punto de ser desmembrado por el Perú; que apenas construía su sentido de nación boliviana y que se reconocería como tal muchas décadas después, en pleno siglo XX.

No es fácil de comprender cómo en este adverso contexto geográfico, sociocultural y económico, la generación boliviana de la Guerra del Pacífico estuvo a la altura moral y espiritual de este tremendo desafío histórico. Y claro, existieron también los “bolivianos” antibolivianos, los que nunca se identificaron como tales y que buscaron simplemente favorecer sus intereses… hacer el vil negocio, la minoría.

Pero hoy (para alegría mía) escribo sobre un boliviano a carta cabal, un ciudadano común y corriente que estuvo a la altura del desafío patriótico… y que por supuesto dudó como todo hombre, pero cuya decisión al final lo colocaría como el ícono boliviano por excelencia de la Guerra del Pacífico y la reivindicación marítima: el ciudadano Eduardo Abaroa Hidalgo. Y claro que tuvo detractores… y hasta hoy, para vergüenza nuestra como sociedad… y no faltaron aquellos que hicieron referencia al héroe como “que solo era un terrateniente rico que únicamente defendía sus tierras”. Y claro que defendía sus tierras; obvio, pero también defendía su genuina noción decimonónica de “patria boliviana” o “nación boliviana” o como se quiera. Del grupo numeroso de terratenientes y empresarios bolivianos asentados en Antofagasta, Mejillones, Tocopilla, Cobija y Calama, la mayor parte no participaría en la célebre defensa del pueblo de Calama, se harían a un lado y con el tiempo se volverían chilenos. ¿Abaroa? … no.

Eduardo Abaroa Hidalgo, a la edad de 41 años, ha pasado a la inmortalidad por su coraje, valentía, su negativa a rendirse en el Puente del Topáter y sobre todo por su famoso carajazo dirigido a los militares chilenos: “¿rendirme yo?, ¡que se rinda su abuela, carajo!”. Sin duda alguna, esta respuesta en el fragor de la batalla representa el ímpetu, el coraje y la rabia contenida por la felonía del gobierno chileno que ordenó la usurpación a los territorios bolivianos y peruanos… y es excelsa. Pero, yo me quedo con la otra frase dicha por el mismo Abaroa días antes de su muerte, la poco conocida, la que los profesores de los colegios no la cuentan; la que el héroe boliviano dijo con la claridad de mente y tranquilidad de espíritu: “esto es Bolivia, soy boliviano y aquí me quedo”.

“Esto es Bolivia, soy boliviano y aquí me quedo” es una frase contextualmente abierta y atemporal, se aplica a cualquier realidad o época en Bolivia. ¿Acaso Abaroa entendería perfectamente que el lugar de su nacimiento debería ser también el de su muerte?; todo indica que así fue.

La carta encontrada en el museo del ferrocarril Antofagasta-Arica en 1987, que fue escrita por el propio Abaroa y dirigida a Ladislao Cabrera (el jefe y organizador de la defensa de Calama) fechada el 18 de marzo de 1879 (cinco días antes de la defensa), muestra que don Eduardo no participaría en la defensa, pero que en su calidad de hombre respetable y económicamente acomodado contribuiría para la dotación y equipamiento de los rifleros civiles bolivianos que defenderían el pueblo. ¿Qué pudo pasar para que Abaroa cambie su decisión y participe en la defensa de Calama? Serían cinco días cruciales donde el héroe del Topáter tomaría varias determinaciones:

1. No abandonar Calama como muchos otros bolivianos de su misma condición social y económica lo hicieron.

2. Casarse (mediante poder conferido a un amigo) con su mujer, la señora Irene Rivero, con la que ya vivía varios años atrás y tenía hijos.

3. Una vez casado, arreglar y ultimar los detalles de su testamento y dejar muy claro el asunto de sus herederos y última voluntad.

4. Hacer entrega total de su hacienda a la causa patriótica para la campaña, para que pudiesen disponer como mejor crean los jefes de la defensa.

5. Finalmente, imprimir en su imprenta miles de panfletos con contenido patriótico y llamado a las armas. No olvidemos que Abaroa también poseía concesiones mineras y era propietario de un pequeño periódico llamado El Eco de Caracoles, donde se anunciaba la venta de materiales y herramientas para la minería y actividades comerciales del sector; también la vida social era reflejada en este periódico de tiraje mínimo.

6. Por decisión del jefe de la defensa don Ladislao Cabrera, Abaroa se convertiría en el líder de la columna de 15 patriotas armados con rifles y revólveres, y además se le confiaría la defensa del reducto más complejo y donde existiría fuego nutrido: el puente Topáter. También conformarían una Junta Patriótica de emergencia por voto ciudadano; esta junta estaría compuesta por Ladislao Cabrera, Eduardo Abaroa, Fidel Carrazana y Andrés Lizardo Taborga.

Calama, marzo 18 de 1879

Señor Don Ladislao Cabrera Calama

Apreciado amigo:

Mi hermano Ignacio i mi familia queremos contribuirle con los siguientes alimentos para la tropa i las bestias caballares i mulares.

1 quintal de azúcar

1 quintal de arroz

20 libras de fideos

30 libras de charque

1 quintal de papas

10 libras de sal

2 barriles de pan desharinado

1 quintal de cebollas

5 kilos de café negro

10 amarros de tabaco

23 amarros de papel de hilo

10 cargas barriles de agua para tomar

20 arrobas de pasto y cebada para los caballares

9 turriles de pólvora

1(ilegible) con un revolver

10 libras de (ilegible)

Ruégole me avise usted para ayudarle en cualquiera menester para organizar la defensa del pueblo antes de mi partida sin titubeos para que mande usted a su amigo atentamente su seguro servidor

Eduardo Avaroa

(Copia fiel del original)

Es importante notar que sobre el mismo hecho armado del día domingo 23 de marzo en Calama no existen grandes relatos documentados en la historiografía boliviana, pues el resto de los defensores sobrevivientes que participaron en la acción tuvieron que retirarse de los puntos que defendían. Ladislao Cabrera se dio cuenta de que todo estaba perdido, ordenando así la inmediata retirada de los sobrevivientes que en un inicio sumaban aproximadamente 135 hombres. Por esta razón los detalles y relatos de la muerte de Abaroa y la columna encomendada a él fue registrada por corresponsales chilenos, pues ellos vieron el final de la resistencia boliviana. Al respecto… la carta fechada el día 26 de marzo de 1879 escrita por el corresponsal chileno Félix Navarra se refiere a este episodio de la siguiente manera:

Calama, 26 de marzo de 1879

"En el vado del Topater se habían realizado por ambas partes prodigios de valor. Avaroa el animoso jefe boliviano encargado de la defensa de ese punto, viose acribillado de heridas...” “cual el noble gallo inglés que muere en la arena de la rueda sin dar un grito ni rendirse... el desprecio a la vida que se le ofrecía en cambio de su vasallaje y murió como mueren los bravos invocando a la patria... …Siete de ellos cayeron exánimes entre zanjas y los chilcales… … a pesar de nuestra victoria… nuestros ánimos están mal impresionados. La sangre de nuestros hermanos pesa sobre nuestros pechos y ahoga el júbilo y la alegría. La heroica resistencia de nuestros enemigos infúndenos cierta desazón, pues prevemos la gran cantidad de sangre que será necesario verter antes de obtener el triunfo definitivo… … La dirección del ataque poco nos satisface y pensamos con cierta tristeza en los prodigios de valor que necesitarán desplegar nuestros soldados cuando llegue el día de sostener una gran batalla… si contra un poco más de un centenar de hombres tuvimos que batirnos varias horas, que pasará cuando nos enfrenemos al ejército regular?...

Félix Navarra, corresponsal"

Años más tarde, durante el juicio instaurado en la ciudad de Sucre a los supuestos responsables de la mala conducción de la guerra, aparecería este importante testimonio escrito por el propio Ladislao Cabrera:

“los días pasaban sin que el Prefecto del departamento ni el Comandante General se hubieran situado el primero en Cobija y el segundo en Tocopilla, remitiendo a Calama ningún recurso de guerra. Lejos de eso en Cobija se detuvieron 9 quintales de pólvora fina que remitían a Calama los patriotas Manuel Morris y el coronel Juan Balsa. De los 10 quintales remitidos solo se recibió en Calama uno. Los 9 restantes se detuvieron con la frace: ¿para que el Dr. Cabrera necesita tanta pólvora?... con un quintal le sobra. Nueve quintales de pólvora fina habrían servido para la defensa de los tres puentes sobre el río Loa, donde tuvo lugar el combate” … “En la mañana del 23, destinado a la defensa del puente Topater con el coronel Lara, mientras se atendía al otro puente, Carvajal, Avaroa con 12 rifleros que se le dieron, entre estos Marquina, atravesó el río sobre unas vigas de madera y se batía en el campo enemigo, defendido por los escombros de un rancho. Se le hizo contramarchar de tan temerario arrojo y se le intimó perentoriamente, que su puesto era la defensa del puente. Ahí murió, después de haber consumado los 300 tubos que su rifle tenía de dotación. Avaroa era un gran tirador de rifle que hasta cazaba picaflores… mientras tanto ¿Qué hacía el Gobierno mientras se preparaba con tan escasos elementos la defensa de Calama? Ocultó la noticia de la ocupación de Antofagasta por más de ocho días por razones fútiles y rehusó conceder permiso a los coroneles Julián María López y Ramón González, generales ahora, que solicitaron reiteradas veces para ir al auxilio de Calama. El General Daza no permitió que los cuerpos de ejército mandados respectivamente por López y González, regimiento Húsares y batallón Illimani se pusieran en marcha sobre Calama. Decía: Cabrera es un ambicioso que solo se propone hacer bulla.”

Ladislao Cabrera, La Paz, 1896.

(Copiado del “expediente concerniente al juicio instaurado al expresidente Hilarión Daza por traición a la patria”, Daza sería sobreseído.)

Este esclarecedor relato del organizador de la defensa de Calama nos debe motivar a pensar y reflexionar sobre la improvisación e irresponsabilidad del gobierno de entonces y el país en su conjunto. Daza no quiso mandar tropas a Calama porque no quiso quedarse sin ejército en La Paz temiendo un posible golpe de Estado. En lo personal, hasta el día de hoy no entiendo cómo los creadores de las “leyendas negras” contra Daza han tratado de usar más el asunto del famoso episodio de la “retirada de Camarones”, donde hubo una corresponsabilidad de Daza e Ignacio Prado (presidente del Perú y comandante supremo del ejército aliado) y no así un hecho mucho peor y más condenable como “el abandono y negativas de auxilio a los patriotas de Calama”, esta es sin duda (en mi criterio) la mayor mancha de Daza y su gabinete… abandonarlos y luego declararlos héroes; como también lo haría Salamanca con los defensores de Boquerón, 53 años más tarde… y así, así.

Al respecto, el Cnl. Julio Díaz Arguedas (importante historiador militar boliviano de la primera mitad del siglo XX) se refiere en su clásico análisis militar que los defensores de Calama hicieron más de lo que tenían que hacer, soportando un fuerte combate por más de tres horas, sin tener experiencia militar ni de conjunto. Sobre el ejército chileno también menciona que fue una diferencia numérica lo que les dio la victoria, pues en lo militar cometieron muchas fallas como las cargas de caballería durante el ataque inicial en los pasos del río, cuando se suponía que la caballería debió operar al cortar los caminos a Chiu Chiu y Cobija… el no hacerlo permitió que muchos bolivianos escapen dirigidos por Ladislao Cabrera. Estos sobrevivientes se enrolarían en las Guardias Nacionales y los destacamentos de Voluntarios que participarían en las batallas futuras. Debió ser la artillería chilena la que inicie el ataque y así eliminar o captura a los 135 bolivianos; concluye su análisis militar Díaz Arguedas.

Sobre la frase: “esto es Bolivia, soy boliviano y aquí me quedo”, la misma ha sido registrada en la obra de don Roberto Querejazu, aunque no había exactitud en las fuentes; sin embargo, en 1999 se encontraron en la ciudad de San Francisco en los Estados Unidos y por casualidad los testimonios del diario de Fidel Carrazana, del cual también habla otro excombatiente de Calama, don Andrés Lizardo Taborga, en su diario de campaña.
En su breve relato, Carrazana muestra la decisión de Abaroa de no abandonar Calama cuando ya tenía su equipaje y pertenencias listas en varias carretas para salir rumbo a Potosí, donde su familia lo esperaba; pero cuando las noticias y testimonios llegaron a su periódico relatando los atropellos del ejército chileno mientras tomaban paulatinamente pueblos y villas bolivianas, Abaroa cambiaría de planes y se quedaría, saliendo de Caracoles a Calama para ponerse a órdenes de Cabrera. La frase fue escuchada por Fidel Carrazana y tres de sus empleados, los cuales también participarían en la defensa. El más joven de ellos, Justo Oropeza, también moriría en domingo 23 de marzo. Esta hermosa frase sería enterrada en el olvido y no sería recordada hasta hace poco como el famoso “carajazo” dicho sobre el Puente del Topáter.

Texto de: Pablo Michel, publicado en La Razón en 2018

Retratos a lápiz de Eduardo Abaroa y su pareja Irene Rivero, madre de los cinco hijos de Abaroa. Ambos se casaron días antes de la Defensa de Calama del 23 de marzo de 1879 con un poder notariado.

LA IRONIA, Y LAS VERTIENTES DEL SILALA


El año 2000, el historiador Mariano Baptista, Cónsul de Bolivia en Chile, conversó con Andrónico Luksic Abaroa, y le planteó el problema de las aguas del Silala. En un momento de la cena, le dijo:

—“El pueblo de Potosí que ha conocido tanta grandeza, hoy día es el más pobre de Bolivia y uno de los más pobres de América Latina y usted tiene el control del agua del Silala en su empresa”.

—Luksic Abaroa, respondió: “No, yo no le debo nada a Potosí”.
El hombre más rico de Chile, sabía que Tupiza es un pueblo de Potosí, y sabía que allá nació su madre, doña Elena Abaroa, nieta de nuestro andante caballero del mar, don Eduardo Abaroa.

Más allá de la ironía, cuyas trompetas nos han reclinado más no vencido, está la historia de los manantiales del Silala, que fueron otorgadas en 1908 por la Prefectura de Potosí, a la compañía: The Antofagasta, and Bolivia Railway Co. Ltd., “exclusivamente para alimentar a las locomotoras a fuerza de vapor”. Esta compañía pasó sus acciones en 1996 a la empresa Cruz Blanca S.A., del Grupo Luksic, de Andrónico Luksic Abaroa, y ya no pudimos recuperarlas.

Aunque el 2014, sí lo hizo el venezolano Gill Ramírez, que después de comprar las televisoras ATB, PAT, los diarios “Extra” y “La Razón” de La Paz, además de la agroindustria Gravetal, compró al Grupo Genesse Wyoming de Estados Unidos, el 50% de las acciones de la Ferroviaria Oriental, y en septiembre del 2015, el 50% de la Ferroviaria Andina de Bolivia, tan primordiales para el corredor bioceánico entre el Atlántico y el Pacífico.

Esto significa que el Grupo Luksic aún tiene presencia económica y legal en el país: pues, según el informe de la Bolsa Boliviana de Valores, Gill es presidente del directorio de Ferroviaria Andina desde el pasado 8 de septiembre del 2015, en cuya nómina participa como síndico titular el abogado boliviano Walker San Miguel, que fue Ministro de Defensa del Gobierno del MAS y Cónsul en Chile nombrado por el MAS. ¿No es otra singular ironía?

Las aguas del Silala pertenecen a Bolivia, pero el 100% se van a Chile desde hace ya 100 años para el uso del grupo millonario Luksic, y la Empresa Estatal del Cobre (CODELCO), que utilizan estas aguas para estos servicios:

• Sistema de riego agrícola y consumo humano en la cuenca baja del Silala y en Antofagasta.
• Para consumo humano en Antofagasta, mejillones, Tocopilla, y Calama. Los municipios de Baquedano y Sierra Gorda.
• Para consumo humano e industrial en el centro minero de Chuquicamata administrado por CODELCO.

El Silala es una bendición natural, es una cuenca hidrográfica de 70 Km2., que pertenece a Quetena Chico de Potosí, contiene 100 manantiales o vertientes de agua fluvioglaciares de más de 10.000 años de antigüedad, de donde brotan más de 100 litros de agua por segundo y son corrientes de agua subterránea que afloran a la superficie como explican los estudios y fotografías satelitales de la NASA norteamericana y de la NAO francesa.

Las aguas, entregadas a la empresa The Antofagasta, and Bolivia Railway Co. Ltd, con el propósito de asegurar el funcionamiento de las locomotoras de vapor en el tramo Antofagasta-Oruro, terminó cuando aparecieron las locomotoras a diésel, por consiguiente el contrato de concesión de 1908, quedó sin efecto.

Durante el Gobierno de Sánchez de Lozada, la Prefectura del Departamento de Potosí, mediante Resolución Nº 71/97 del 14 de mayo de 1997, decretó la revocatoria y anulación de la Concesión. A partir de esa fecha las autoridades bolivianas vieron la necesidad de aprovechar las aguas o en todo caso cobrar por su utilización a las empresas mineras chilenas, que son las que aprovechan este recurso hídrico.

En 1999, en la presidencia de Banzer, se ordenó a la Superintendencia de Aguas "proceder a la licitación pública nacional, para otorgar la concesión del uso y aprovechamiento de las aguas manantiales del Silala", convocatoria sólo para empresas bolivianas. La empresa DUCTEC S.R.L. se adjudicó la concesión el año 2000 por 40 años, pero no logró cobrar ni a las empresas del Grupo Luksic, ni a CODELCO, y la concesión fue revocada el año 2003.

El 23 de marzo del 2016, Evo Morales anunció un juicio internacional por el uso y consumo gratuito de las aguas de Silala, Pero Chile se anticipó, y el 6 de junio demandó a Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ), indicando que las aguas del Silala provienen de un río internacional y no de un manantial como afirma Bolivia. En la actualidad, se esperan los alegatos y luego el dictamen final. Entretanto, el país se pregunta por dos hechos en particular:

1. La Dra. Ofelia Michel, en una entrevista a Radio Panamericana, dijo tener documentos que confirman que David Choquehuanca, siendo canciller el año 2009, entregó el 50% del Silala a Chile y eximió al país vecino de su deuda por el uso de las aguas. De ser esto cierto, el Silala no nos hubiera ganado Chile, sino…

2. En otro caso, el mandatario de Chile, Sebastián Piñera, sostuvo sonriendo, que: “Bolivia reconoció ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya la tesis chilena, que el Río Silala es un río internacional que fluye naturalmente hacia nuestro país”. Esto expresó el ex presidente Morales, en la contramemoria entregada a la CIJ.

Hay tanta penumbra mental en el absurdo político, que menos mal no se oye lo que pienso.

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