Este artículo fue tomado de la revista GRAN PAITIT No 3.
Órgano de Difusión del CENTRO CULTURAL “MOXOS”.
Con fines expansionistas los brasileños en distintos
periodos consumaron penetraciones de conquista en territorio boliviano, con el
argumento de la geopolítica de las “fronteras móviles”, mediante la cual
ensancharon su geografía a costa de inmensos territorios usurpados a nuestro
país.
Por su especial importancia, el Centro Cultural “Moxos” de residentes benianos
en la ciudad de La Paz, fundado el 15 de agosto de 1938, inserta en la página
de su revista oficial “Gran Paititi”, un episodio que pudo tener graves
consecuencias para la soberanía nacional y que sucedió precisamente ese mismo
año en la población cruceña de Buena Hora, durante un acto cívico que se realizaba
en la Escuela Rural el día 6 de agosto en homenaje al aniversario de creación
de la Patria.
Buena Hora, una pequeña población ubicada al noreste de San Ignacio de Velasco,
cerca de la laguna Marfil, en el límite fronterizo con el Brasil, fue fundado por
los es-posos Benjamín Ramos y Ignacia Somoza, el 20 de mayo de 1920. A
requerimiento del Delegado de Instrucción, don Carlos Mayser Saurer, se crearon
las primeras escuelas rurales del país en 1938, una de ellas en Buena Hora y la
otra en la localidad denominada Coyú, en la provincia Ángel Sandoval, a 7
kilómetros de la frontera con el Brasil.
El 6 de agosto de ese año, cuando el profesor Rubén Coimbra Callaú, celebraba
con un acto cívico el día de la independencia en la escuelita, irrumpió
intempestivamente una patrulla militar brasileña, procedente del fortín
Espinal, comunicando al maestro que debía arriar la bandera boliviana y
abandonar el pueblo de inmediato.
Herido en lo más hondo su patriotismo, sin amilanarse y en un acto de decisión
y coraje, por el contrario el valiente profesor organizó la defensa de tan
aislada comarca con los indígenas chiquitanos, quienes armados de escopetas y
flechas repelieron a los invasores obligándoles a retirarse de la población e
internarse en el monte.
En julio de 1988, el Gobierno nacional tuvo la certeza de homenajear al
valeroso maestro, ya entrado en años, con sendas condecoraciones: al Mérito de
la Educación y el Cóndor de los Andes, por los servicios prestados a la niñez y
por la acción valerosa que tuvo que cumplir en defensa de ese alejado jirón
patrio.
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