LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN Y CENTROS CARCELARIOS DURANTE LA DICTADURA DE HUGO BANZER SUAREZ


Tomado de: BANZER GENIO Y FIGURA………….. Para que no se olvide. NUNCA MÁS. – De: CENTRAL OBRERA BOLIVIANA (COB)/ EDITORIAL: CREAR IMPRESIONES. LA PAZ. BOLIVIA. 2008. // Foto: Propaganda de Banzer en La Paz. 

Señala el informe de 1976 de la COB:
La represión surgida luego del 21 de agosto de 1971, nunca tuvo un antecedente anterior de esa magnitud. Desde su inicio, el golpe neofascista demostró un espíritu criminal y su primera acción fue convertir la Universidad GABRIEL RENÉ MORENO de la ciudad de Santa Cruz en un centro carcelario.
Entonces sus aulas sirvieron de celdas a cientos de presos al mismo tiempo que se procedía a la masacre de obreros, universitarios y campesinos el día 20 de agosto (ver 1,5), para posteriormente trasladar los detenidos que quedaron con vida a las dependencias de la policía. En el interior de la república los presos políticos llenaron todas las dependencias de la Dirección de Investigación Criminal (DIC) para luego ser centralizados en las mismas dependencias de la ciudad de La Paz.

LAS DEPENDENCIAS DE LA DIC; HOY PERTENECIENTES A LA DOP

Estos centros carcelarios existen en todo el país y pertenecieron a la Dirección de Investigación Criminal (DIC). Posteriormente, por decisión del gobierno, se creó la Dirección de Orden Político (DOP) como parte de la policía política, cuya dirección depende del JEFE DE INTELIGENCIA del Estado (Servicio de Inteligencia del Estado - SIE), que a su vez depende directamente del MINISTRO DEL INTERIOR, en estrecha vinculación con la Sección Segunda de Inteligencia de las Fuerzas Armadas.
Sus centros de reclusión, de principio improvisados, hoy guardan una organización más sofisticada, implementando cada vez métodos más científicos en la aplicación de represión, tortura, propaganda, etc. Su principal centro se encuentra en la calle AYACUCHO a un lado del Palacio de Gobierno. En un principio, casi todos los presos han tenido que pasar por esta dependencia, existiendo además otra al frente, al lado del Palacio Legislativo (antigua Cámara de Senadores y Diputados), donde permanecían tan sólo mujeres detenidas. Hoy ese edificio centraliza todos los detenidos. Además de contar con otra dependencia en la ciudad de Viacha (habilitada en enero de 1972).
El Panóptico Nacional, en la plaza de San Pedro de la ciudad de La Paz; la cárcel de mujeres (Obrajes) y la existencia de un campo de concentración a 25 Km. de la ciudad de La Paz, en una ex hacienda cuyo nombre es “Chonchocoro”, (habilitado en 1973). Cada uno de estos puestos los identifican por letras; así el puerto “A” es DOP, “B” es DOP de mujeres, “C” es el Panóptico, “D” es Chonchocoro, “E” es Viacha y “F” es la cárcel de mujeres de Obrajes. Estos son los puestos “oficiales” de encarcelamiento, pero conocemos la existencia de las celdas del Ministerio del Interior, en cuyos sótanos y oficinas del Servicio de Inteligencia del Estado (SIE) se mantienen incomunicados a los detenidos y donde se realizan los interrogatorios y torturas.
Así mismo debemos destacar que existieron casas particulares donde se realizaron torturas y crímenes que nunca estuvieron en conocimiento público, como lo demuestran los testimonios siguientes de algunos detenidos:
“En la ciudad de Cochabamba, el sistema de tortura es todavía más horrendo que en cualquier otro lugar. Allí hay un grupo de muchachos, que trabaja en coordinación con el Ministerio del Interior, bajo la dirección del Sr. Mario Jordán y otros dirigentes universitarios falangistas (los hermanos Alarcón). En esta ciudad los servicios de represión del gobierno tienen una casa llamada “Casa de Leche” y otra llamada “Casa de Drácula” donde practican toda serie de torturas
(Testimonio de una detenida).

EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE MADIDI

Este campo fue el primero en habilitarse para los presos políticos en el mes de septiembre de 1971. “Madidi es un claro en el bosque tupido del noreste boliviano. La pista de aterrizaje es un brazo del río donde en tiempos secos no hay agua. Los soldados y los agentes de la policía política son los primeros en recibir a los presos, luego uno busca un “pahuichi” (casa hecha con palos y ramas de palmera) donde sobrevivir. La vida se reduce a vegetar y a pelear contra la naturaleza. La humedad es penetrante, los primeros días uno queda hinchado. El calor al medio día y por la tarde es sofocante, lo que produce una constante deshidratación. Por supuesto que la alimentación es mínima, hubo días en que nos vimos obligados a comer culebras, tortugas, loros y otros bichos; comida que varias veces compartimos con los soldados, pues los envíos que hacían de alimentos llegaban con retraso, lo que significó no sólo un castigo para nosotros sino también para nuestros guardianes, los que a pesar de las recomendaciones de no dirigirnos la palabra por tratarse de los “más peligrosos asesinos”, cultivaban una amistad. Al fin y al cabo nuestras contradicciones no son irreconciliables. Una prisión resguardada por la propia naturaleza hace que los sentimientos tengan una nueva dimensión, el odio hacia el fascismo se agiganta y la fraternidad entre todos hace pensar en la unidad revolucionaria que es lo único que nos mantiene firmes con la esperanza de recobrar nuestra libertad”
(Testimonio: Ricardo Raúl Cautín Aramayo, Secretario General de la Confederación de Estudiantes de Secundaria (CES), estudiante del ciclo medio del Colegio “Mejillones” detenido en la ciudad de Cochabamba en agosto de 1971).
Allí fueron trasladados más de 60 presos políticos, obligados a construir su propia vivienda. La intención del gobierno era en principio habilitar un gran campo de concentración. Pero la acción decisiva de algunos presos, ayudados por los propios soldados que custodiaban dicho campamento, frustró toda esta intención. En el mes de noviembre, luego de tomar el campamento, lograroncapturar un avión y fugar al Perú. Esta acción fue calificada por el gobierno como financiada y ayudada por extranjeros. Tratando de ocultar la inseguridad de su propio campamento que por guardar condiciones insalubres se encontraban imposibilitados de mantener custodias.
“Allí en Madidi, los guardianes sufrimos hambre y desesperación como los presos, tomamos conciencia de lo que somos y de lo que son los fascistas que oprimen sangrientamente a nuestro pueblo. Nos dijimos que solo nueve meses somos soldados y el resto de nuestra vida somos obreros y campesinos. Tomamos conciencia de que nosotros habíamos ido al cuartel para aprender el manejo de armas y para defender la integridad de nuestra patria, no para servir a verdugos, carceleros y asesinos. No fuimos a los cuarteles para aprender a fusilar y proteger a los jefes militares que se enriquecen a costa de la sangre de nuestros hermanos obreros, campesinos y estudiantes.
Estas son las razones de nuestra rebeldía. Por esto huimos de Madidi y ayudamos a los presos a escapar con nosotros, porque ya estábamos convencidos de que todos los que están presos, perseguidos y desterrados son hermanos nuestros, y que obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales, militares revolucionarios y soldados daremos la lucha definitiva para acabar con los fascistas y expulsar a los gringos explotadores. Es falso que algunos extranjeros nos hayan pagado para escapar y ayudar a salir a los revolucionarios presos. Los fascistas ni siquiera saben mentir, porque en el infierno de Madidi no hay gringos y menos con plata (dinero). Nos escapamos no por plata, nos escapamos porque estábamos en contra del asesinato, la tortura y la venta de los recursos de nuestro pueblo; nos escapamos porque estamos contra los fascistas y verdugos de nuestra patria”.
(Testimonio: Sargento Felipe Mita Ticona; Cabo Lorenzo Vargas Huanta; sargento Gregorio Humérez H. cabo Daniel Bustillos Jove; cabo Eduardo Mina Zatsuri, del regimiento andino “Murillo” 19 de infantería).
La fuga de once detenidos y 5 soldados que custodiaban causó cólera a los jefes políticos del gobierno y en especial al coronel Selich, Ministro del Interior entonces.
“Cuando los compañeros capturaron un avión y salieron rumbo al Perú, luego de un operativo valiente y ejemplificador, el entonces Ministro del Interior, Selich, bombardeo el lugar; felizmente un día antes llovió torrencialmente lo que originó una densa niebla que no permitió la visibilidad a los pilotos fascistas. Aquella vez vimos al militar a cargo de la prisión temblar de miedo. Cuando tocaron suelo los aviones que transportaban soldados en número aproximado de 150 y realizaron una operación envolvente, el militar dijo que si disparaban contra el campamento respondería a tiros. El miedo que sentía era porque se sabía responsable de la huida de los 16 valientes compañeros. Nos libramos de la matanza. El 19 de noviembre nos sacaron en varios vuelos hasta la localidad de Reyes, un pueblito oriental, de donde nos recogió un transporte militar y nos llevó a todos hasta La Paz. Los presos que quedamos hasta esa fecha en Madidi salimos enfermos y debilitados. Muchos fueron llevados en vilo”.
(Testimonio: Ricardo Raúl Cautín Aramayo).

REGIMIENTO BOLÍVAR 2 DE ARTILLERÍA

Este regimiento fue habilitado como campo de concentración para prisioneros políticos después de la acción armada realizada el 23 de agosto de 1971, cuando la Universidad Mayor de San Andrés de la ciudad de La Paz fue atacada por el ejército contra un grupo indefenso de universitarios reunidos en el edificio central de su universidad.
1. Los hechos: Éstas son las versiones de diversos medios sobre el ataque a la Universidad Mayor de San Andrés:
Sábado 21: Por la noche, enfrentamiento entre el ejército y las personas que se encontraban en la universidad.
Domingo 22: Una comisión mediadora comprueba que no hay nadie en la universidad después del enfrentamiento
Lunes 23: A las 12, 30, ataque del ejército a la universidad y apresamiento de universitarios.
“Una comisión mediadora realizó el domingo 22 todo un esfuerzo para preservar la vida de universitarios que pudieran estar refugiados en el edificio de San Andrés y lograr garantías para su salida. Dicha comisión estuvo presidida por el Arzobispo de La Paz Mons. Jorge Manrique, los embajadores de Uruguay y Perú, Alberto Guani y Eduardo Valdez, respectivamente, y miembros de la Cruz Roja.
Ayer, poco antes de los sucesos del mediodía, fueron incorporados a la comisión los catedráticos Arq. Noel Salazar e ingenieros Raúl Tapia, Víctor Sánchez y Fernando Blanco y los delegados estudiantiles Floduardo Ordoñez, Raúl Zavala, Eduardo López y René Zambrana.
Esa comisión el domingo, luego de una entrevista con el Ministro del Interior, Cnl. Andrés Selich, logró de éste plenas garantías para la salida de universitarios y personas que se encontraban en el interior de San Andrés. El Arzobispo destacó el espíritu amplio de dicho Ministro y consiguió también que se fijara la Nunciatura como sitio de concentración de los universitarios para concederles salvoconductos. Sin embargo, al ingresar al recinto universitario, Monseñor Andrés Kennedy y el My. Jorge Jäger, no encontraron a nadie. A medianoche mediante una llamada
telefónica al Arzobispo, al parecer desde la Universidad, se le pidió nuevamente su intervención, por lo que este, con los embajadores de Uruguay y de Perú y los delegados catedráticos y universitarios hizo un recorrido por todos los pisos del monoblock llamando con altavoces y tocando las puertas de las aulas de los diferentes pisos. El silencio fue la respuesta a los llamados. La comisión convencida de que nadie se encontraba en el interior de la Universidad, dio por finalizada su misión que, como destacó Monseñor Manrique, sólo tuvo un sentido humanitario y cristiano para preservar vidas. No obstante una hora y media después, el prelado fue sorprendido con el tiroteo entre oficiales del Ejército y los ocupantes de la UMSA”.
PRESENCIA, 24 de agosto de 1971.
“El lunes 23, a mediodía (12.30 hrs. aproximadamente). Un avión de caza Mustang P-51 de la Fuerza Aérea ametralló el edificio central de 13 pisos en la universidad de San Andrés. Mientras tanto, varios centenares de soldados hacían fuego con armas automáticas, lanzacohetes, bazucas y ametralladoras contra los estudiantes de la universidad”…. “El recinto universitario fue uno de los últimos focos de resistencia a las tropas golpistas. El domingo (22) por la mañana los aviones de guerra ametrallaron la sede y las tropas respaldadas por tanques ocuparon la universidad”…. “Sin embargo, el lunes (23) por la mañana, mientras retornaba la calma a la ciudad, las tropas fueron retiradas y se permitió el ingreso de los estudiantes para intentar reanudar las clases.”…. “Un testigo dijo que la lucha estalló cuando soltó un tiro de fusil un soldado”…
“Después de unos 15 minutos de ametrallamiento y disparos por parte de las fuerzas gubernamentales, los soldados capturaron la sede universitaria una vez más y tomaron prisioneros a varios centenares de estudiantes.”
LOS TIEMPOS, 24 de agosto de 1971.
Las consecuencias: - Cómo señala el informe de 1976 de la COB:
- Cinco muertos.
- Apresamiento de 240 universitarios.
- Habilitación del Regimiento Bolívar 2 de Artillería de Viacha como campo de concentración.
Cinco muertos y numerosos heridos fueron el resultado de un nuevo enfrentamiento producido ayer entre universitarios y fuerzas militares, a consecuencia del cual la Universidad Mayor de San Andrés, escenario del combate, fue nuevamente cercada. Las tropas del ejército, sin embargo, hasta anoche no habían ingresado al recinto universitario, limitándose a mantener un cerco a San Andrés con soldados fuertemente armados y carros blindados apostados en las bocacalles. 10 minutos antes de iniciarse el tiroteo, una comisión mediadora integrada por el Arzobispo de La Paz, los embajadores de Uruguay y Perú, representantes de la Cruz Roja, había dado por terminada su misión al no haber encontrado, aparentemente, a nadie en el interior de la Universidad.
La comisión pretendía que los universitarios desocupen el edificio rodeados de garantías para ser trasladados a la Nunciatura Apostólica. Después del nuevo choque, al rendirse los universitarios por el intenso fuego de las fuerzas armadas, unos doscientos estudiantes de San Andrés, entre ellos unas treinta señoritas, fueron conducidos en calidad de detenidos hasta el Ministerio del Interior.”
PRESENCIA, 24 de agosto de 1971.
En esta criminal acción fueron detenidos 240 universitarios de los cuales 30 eran mujeres que fueron trasladados luego al campo de concentración de Viacha “Regimiento Bolívar 2 de Artillería” donde fueron sometidos a interrogatorio. La justificación del gobierno fue que se vio obligado a actuar “en defensa propia” porque había francotiradores dentro de la universidad. Esto queda desmentido por la comisión mediadora y por el hecho de que los universitarios fueron puestos en libertad al no poder comprobárseles que llevaban armas.
El responsable de esta operación fue el general Reque Terán.
El “Regimiento Bolívar 2 de Artillería” se encuentra a unos 25 Km. de la ciudad de La Paz, en la población de Viacha. En el sexto piso de un edificio de piedra se encuentran 6 celdillas de 4 por 3 metros con puertas de hierro, barrotes gruesos y toda la instalación de seguridad; fueron construidas para el escritor Regis Debray y se le llamó “prisión militar”. En frente de ellas hay una amplia sala a la que los presos llamaban “el palomar”. En el piso cuarto del mismo edificio se habilitó otra gran sala, y en el segundo dos habitaciones pequeñas donde alojaron, en una de ellas a las mujeres detenidas y en otra al resto de los varones. En la planta baja aún habilitaron dos salas más. En todas estas dependencias permanecieron unos 300 presos que fueron trasladados allí desde todas partes, una vez que a mediados de septiembre de 1971 salieron los universitarios. Los presos estaban custodiados por soldados con armas automáticas y vigilados desde los techos con ametralladoras punto 30.
“Yo estaba presa en una de las celdas para mujeres en el cuartel de Viacha “Regimiento Bolívar 2 de Artillería”. Las celdas eran demasiado pequeñas para la cantidad de mujeres que habitábamos en ellas. Uno de los problemas más graves para nosotras era el servicio higiénico.
En el cuartel de Viacha éramos unos 300 presos, de los cuales más o menos 20 éramos mujeres. El servicio higiénico era un canal con quince hoyos cavados en el suelo, los cuales eran compartidos por todos los presos y los cuatrocientos soldados acantonados en el Regimiento.
Estos hoyos estaban separados por unas paredes de unos 80 cm. de altura, de modo que teníamos que hacer nuestras necesidades prácticamente al aire libre, y lo peor era que las mujeres lo hacíamos delante de los soldados y de los compañeros varones presos.
Teníamos que hacer turno para entrar a hacer uso del servicio higiénico. Como el tiempo que se nos daba para hacer nuestras necesidades era de 10 minutos, nunca disponíamos del tiempo suficiente para ello. Así tuvimos que sufrir siempre humillaciones frente a los encargados de nuestra custodia, sobre todo ante los soldados y oficiales”.
(Testimonio de una detenida).
El cuartel de Viacha se encuentra en pleno altiplano, a una altura de 3.900 m. sobre el nivel del mar. Su clima es por tanto sumamente frío por las noches alcanzando temperaturas de 5 grados con fuertes corrientes de aire.
“Al día siguiente nos sacaron de nuevo y una vez colocados en filas separadas, ingresó por el arco que da a la puerta el coronel Selich, Ministro del Interior, acompañado por un encapuchado armado con ametralladora. Fue entonces que nos dijo lo ocurrido en Madidi, amenazándonos y diciendo: Estamos en guerra, o terminamos con Uds. o terminan con nosotros.
Por cada soldado muerto mataré a 10 de Uds.; por cada clase, 15, y por cada oficial, 20; para prueba de ello me llevo 10”. Luego ingresó un camión cerrado del ejército y se llevaron a diez compañeros, recuerdo algunos nombres: Emilio Alé, Rony Grebe, Daniel Arroyo y algunas mujeres: Ledy Cateira, en total 10. Luego supimos que fueron llevados a la base aérea, manteniéndolos bien cerrados, expuestos a pleno sol. Felizmente tuvieron la información de que no hubieron muertos en Madidi.
(Testimonio de un detenido).
El campo de concentración de Viacha fue mantenido durante 9 meses desde septiembre de 1971 hasta mayo de 1972.
“La alimentación en la prisión era muy mala; en la mañana recibíamos una sultana (una especie de mate con cáscara de café) y un pedazo de pan; el almuerzo era de una sopa, ni siquiera eso, era solamente arroz o fideo cocido con un poco de papas, sin carne; la comida en la tarde a eso de las cuatro o cinco era algo parecido. Todos los presos sufríamos de desnutrición”.
(Testimonio de una detenida).
Cientos de relatos pueden acompañar este documento, no solo de detenidos en este campo de concentración, sino de casi un millar de personas que en grandes caravanas salían de la ciudad de La Paz desde tempranas horas de la mañana para hacer fila y poder ver a sus seres queridos por 5 minutos, para luego retornar a sus hogares cada jueves o domingo de estos nueve meses. Las filas de caras desesperadas para muchas veces solo conseguir ver a sus familiares presos a una distancia de dos metros, sin poder estrechar su mano, o incluso a veces, recibir el rechazo de la visita; 25 Km. de ida y 25 de vuelta para solo 5 minutos o para nada.
Pero el siguiente relato puede ser el más patético o el símbolo más grande de la historia de este pueblo que no deja de seguir luchando por una verdadera independencia y libertad.
“Un día se presentó un problema inesperado. La señora Judith Durán, una de las mujeres presas tardó en volver del baño más tiempo de lo establecido y no se presentó a las filas en el momento oportuno. Por esa razón el Teniente Quintanilla quiso castigarla y ponerla de plantón sobre unos bloques de cemento de aproximadamente 1,30 m. de altura sobre el suelo y que se encontraba en el patio del cuartel, al lado de un monumento de Simón Bolívar.
La señora que estaba en estado de gravidez se asustó mucho y no pudo subir al bloque a pesar de los esfuerzos que hizo, mientras Quintanilla y otros oficiales le insultaban y gritaban. Como la señora se encontraba en muy mal estado la dejaron que se vaya a su celda. Ella estaba muy nerviosa, al poco rato comenzó a tener dolores fuertes. Pero las demás presas no sabíamos de lo que se trataba, aunque si sabíamos que su embarazo era ya de siete meses. Ella no tenía ni ropa ni nada para el niño que iba a nacer; tampoco habíamos pensado que el parto llegaría tan pronto. A eso de las 10 de la noche, los dolores se hicieron más fuertes y ella ya casi no los podía aguantar. Por suerte, entre las mujeres presas se encontraba también la doctora Tapia quien observó el estado de la señora Durán y se dio cuenta de que se trataba de un parto prematuro. A eso de la media noche los dolores eran ya insoportables y nosotras en nuestra desesperación golpeamos la puerta de la celda tratando de que nos abrieran para conseguir algunas cosas que eran necesarias en ese momento, pero nadie nos quiso abrir.
Las celdas eran cerradas a las seis de la tarde y los soldados, que en ese momento eran los únicos que nos cuidaban, no teníantampoco llaves para abrir las puertas. Pero nosotras los llamamos y ellos se sensibilizaron un poco y trataron de ayudarnos, pero no consiguieron nada. Fueron a las celdas de los varones a pedir que hicieran hervir un poco de agua en latas.
La doctora Tapia tuvo que atender a la paciente como pudo. La situación era muy dramática, ya que no teníamos preparado nada, ni siquiera lo más esencial, no había ni pañales para el niño que iba a nacer. La doctora pudo preparar una especie de nido en algodones donde puso a la niña recién nacida. El resto de las mujeres tuvimos que deshacernos de algunas prendas íntimas y hacer pañales con ellas. Deshicimos una de nuestras chompas (suéter) de lana para ponernos a tejer hasta el amanecer un jueguito de niña. Por suerte el parto no presentó mayores complicaciones y todas las mujeres presenciamos el nacimiento de la niña y ayudamos en lo que pudimos a la doctora Tapia. Al día siguiente, cuando nos abrieron las puertas de las celdas, las autoridades del cuartel se enteraron de lo que había sucedido.
Los compañeros varones vinieron inmediatamente a la celda a ver en qué forma podían ayudarnos y nos contaron que toda la noche habían estado muy nerviosos sin saber cómo había transcurrido el parto. Ellos hicieron algunas cuotas (recolecta de dinero) y mandaron comprar un biberón para la niña y con sus familiares se hicieron mandar algunas cosas que eran muy necesarias.
La niña se alimentaba del pecho de su madre, pues en esas condiciones era imposible preparar todos los días una mamadera o cualquier otro alimento para la recién nacida. Pero como la señora Durán era de Sucre, a unos 500 Km. de La Paz, no tenía parientes cerca y estaba prácticamente abandonada, no recibía nada de afuera y sólo se alimentaba de lo que recibía en el cuartel, y eso no era suficiente como para sustentar a una criatura de pecho. Al cabo de dos semanas del alumbramiento se le cortó la leche a la madre y no sabíamos qué darle a la niña; su estado era tan grave que se enfermó de pulmonía y tuvimos que mandarle al hospital de Viacha, donde las monjas Lauritas la atendieron, y después supimos que incluso estuvo en la cámara de oxígeno. La niña vive todavía gracias a los esfuerzos de esas madres religiosas. La señora Durán al tiempo de producirse el parto, llevaba más de cinco meses en prisión; hicimos repetidos pedidos a las autoridades de gobierno para solicitar la libertad de la señora por su estado de gravidez, pero nunca se nos quiso escuchar. Después del parto, a través de la doctora Tapia y otras personas tratamos de encontrar ayuda de la Cruz Roja o de alguna persona que se interesara en el cuidado de la niña. Fue así que vinieron los representantes del Consejo Nacional del Menor (CONAME), institución que depende de la Presidencia de la República y cuya presidenta es la esposa de Banzer, y nosotras les explicamos el problema pidiéndoles que solicitaran la libertad de la señora Durán y su hijita debido a su estado de salud y sobretodo a la alimentación que recibían. También les pedimos un poco de ropa y una cunita para la niña, aunque hubiese sido un canasto, además de leche que era sumamente importante en ese momento. La mamá y la niña siguieron presas en el cuartel de Viacha todavía durante dos meses más. Las representantes de CONAME ofrecieron ayudarnos y traer alguna ropa, leche y una cuna. Pero pasaron los días y las representantes no regresaron, nadie trajo nada, ni leche, ni ropa, ni cuna. Lo único que se pudo conseguir fue gracias al sacrificio de los presos y de sus familiares que los visitaban y traían algunas cosas. Dos días después de haber nacido la niña fue bautizada en la misma prisión bajo el nombre de JUDITH LIBERTAD BOLIVIA”.
(Testimonio de una detenida)
La niña Judith Libertad Bolivia nació el 21 de marzo de 1972.
La huelga de hambre realizada en Viacha durante el mes de febrero y toda la acción protagonizada por los familiares que se solidarizaron con los prisioneros en la Iglesia de San Agustín, y el nacimiento de una niña en el campo de concentración de Viacha permitió en cierta manera cerrar dicho campo a mediados del mes de mayo de 1972.
Este campo de concentración se encontraba bajo el mando del General Carlos Alcoreza, Comandante de la Primera División y bajo la responsabilidad del Coronel Luis Gonzáles Avendaño, Comandante del “Regimiento Bolívar 2 de Artillería”.

EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE “ACHOCALLA”

Este campo se encuentra muy cerca de la ciudad de La Paz, aproximadamente a unos 8 o 10 Km. en la cuenca de La Paz y a una escasa distancia de la Ceja del Alto (propiamente el altiplano). Fue estación del antiguo ferrocarril, de la cual sólo queda el edificio llamado “Casa de Piedra”. Muy cerca de este edificio hay varias casitas o habitaciones junto a una pequeña iglesia que posiblemente fue una antigua hacienda y hoy es una granja perteneciente a la policía. El campo de prisioneros de Achocalla se habilitó en la segunda quincena de septiembre. Anteriormente había sido centro de torturas, lugar que luego cumplió ese mismo objetivo y fue el lugar donde se cometieron la mayor parte de los asesinatos de prisioneros.
En la primera etapa sirvió para recibir presos políticos del Beni, en especial Riberalta y Trinidad, y luego fueron trasladados prisioneros de otros departamentos indistintamente. El edificio grande se destinó exclusivamente para mujeres detenidas, mientras que las casitas eran el centro de tortura, asesinatos y alojamiento de los varones presos.
Este lugar, por estar en zona bastante descampada y en las afueras de la ciudad permite una fácil observación y vigilancia de los guardianes, lo que hace muy difícil la fuga. Pero a pesar de eso hubo algún preso que logró huir.
“Nuestras necesidades simplemente las hacíamos en campo abierto, bajo los ojos y las armas de los soldados que nos encañonaban. En la casa de piedra habían 5 celdas. Para comer teníamos que cortar leña y cocinar nosotros mismos. Sólo teníamos charqui (carne seca) fideos y papas. Esta tarea la realizábamos por turno. Permitiéndonos salir sólo para ir a comer e ir a hacer nuestras necesidades. Esto indudablemente no lo podíamos hacer cualquier rato, sino a las horas que les parecía oportuno a nuestros guardias. Normalmente conseguíamos latas donde orinábamos”.
(Testimonio de un detenido).
En el mes de mayo de 1972 todos los detenidos varones fueron llevados a Viacha y La Paz para luego ser trasladados al Panóptico y a la isla de Coati. Quedaron solamente las mujeres detenidas donde fueron concentradas desde otros lugares.
“En Achocalla, que es una población cercana a la ciudad de La Paz, existen dos puestos de prisión: uno, donde se encontraban aproximadamente 40 mujeres y otro donde estaban los hombres en calidad de presos incomunicados. Entre las 40 mujeres había de todas las capas sociales, amas de casa, madres de familia y mujeres muy humildes, como el caso de la empleada doméstica de una familia; ella estaba presa en calidad de rehén, sin tener nada que ver con problemas políticos, y tenía un niñito de cinco meses. La pobre señora no sabía ni leer, ni escribir, pues era de origen muy humilde y sufría de muchos problemas; apenas hablaba el español. No podía conseguir leche ni alimentos para su hijito y no tenía quien reclamase por ella”.
(Testimonio de una detenida).
A fines del mes de mayo y durante los meses de junio y julio se llevaron a cabo los crímenes, torturas y vejámenes más atroces. Entre el 23 y 24 de mayo murió a palos Pedro Morant Saravia.
“Al día siguiente de su llegada al campo de concentración, vi entrar a su celda, contigua a la mía, a un grupo de torturadores, bajo el mando del capitán Carlos MENA. Durante la semana lo golpearon
con trozos de leña y con un candelabro de la capilla vecina… Habría preferido ser yo la torturada en esos momentos antes de escuchar los gritos desgarradores de este compañero que moría lentamente”
(Testimonio de Mirna de Gonzáles en el Tribunal de Bertrand Russel II, Roma.)
El 31 de ese mismo mes murió el estudiante Ivo Stanbuck después de sufrir suplicios interminables, junto a Ignacio Salvador Dorsa (joven argentino detenido 7 meses antes). Por esa fecha también fue ejecutado Jaime Gómez Tapia. El 19 de junio serían victimados Enrique Ortega, Jorge Helguero Suárez, y Rainer Ibsen Cardenas, para luego correr la misma suerte Oscar Pérez.

CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE LA ISLA DE COATI

La isla de Coati fue anteriormente utilizada como centro carcelario pero fue abandonado.
Al cabo de 22 años, a mediados del mes de mayo de 1972 fue reabierta una vez que se cerró el campo de concentración de Viacha “Regimiento Bolívar 2 de Artillería”.
“Sí, en Viacha estuve hasta el 25 de mayo, fecha en que cerca de las 5 de la madrugada comenzó una masiva movilización, nos sacaron a varios en cinco camiones y nos llevaron a Tiquina, población que se yergue a orillas del lago Titicaca”.
(Testimonio de Ricardo Raúl Cautín).
La seguridad de la isla como centro de prisión está dada por la baja temperatura de las aguas del lago que hace imposible poder trasladarse a nado, y por tanto resulta impensable salir de ahí sin ayuda de otros medios.
“La isla de Coati está situada a 4.000 m. de altura en pleno lago Titicaca. El clima es totalmente frío con vientos fuertes. Es una isla desierta y está poblada apenas por 10 campesinos.
Allí hay una prisión derruida, totalmente desecha y a ella fuimos llevados presos de varios recintos carcelarios de la ciudad de La Paz y de Viacha. Eso ocurrió más o menos a mediados de mayo, por el 15 más o menos. Los presos fuimos transportados desde La Paz al puesto de Tiquina, sobre el lago; nos llevaron en camiones de la policía. Fuimos sacados de nuestras prisiones a partir de las 11 o 12 de la noche; otros fueron sacados a las 2 o 3 de la mañana y así amanecimos todos en el puerto de Tiquina. Nosotros llegamos a Tiquina a eso de las tres de la madrugada y fuimos encerrados en galpones, sin ningún otro abrigo, y allí permanecimos hasta el amanecer. Por la mañana muy temprano fuimos transportados en lanchas de la Fuerza Naval de Bolivia; en cada lancha íbamos más o menos entre cincuenta y sesenta presos. Atravesamos el lago Titicaca en un viaje que dura 2 horas y media hasta la isla de Coati”.
(Testimonio de un detenido).
Las condiciones de vida en la isla la describen los mismos detenidos
“Los presos tuvimos que trabajar para hacer más o menos habitable la isla, en condiciones infrahumanas, ya que la prisión que existía estaba, como ya dije, totalmente derruida. Los presos tuvimos que pisar barro, fabricar adobes (masa de barro con paja) para construir nuestras propias celdas. Las celdas tenían una dimensión de 7 m. de largo por 3 m. de ancho, con ventanas de no más de 15 por 15 cm.; eran totalmente oscuras y frías; era casi imposible permanecer en ellas…
A menudo los agentes nos sometían al castigo del “chocolate” (castigo que consiste en un trote ininterrumpido alrededor de un círculo más o menos estrecho que se prolonga por varias horas) y a otras vejaciones físicas; a veces los presos también eran atacados por perros (canes policías debidamente entrenados) sobretodo aquellos reclusos que eran de avanzada edad y que, por tanto, no podían resistir un castigo físico tan prolongado, además debe tenerse en cuenta que nos encontrábamos a 4.000 m. de altura sobre el nivel del mar y recibíamos una alimentación deficiente. A la mañana apenas nos daban un pedazo de pan, y en la tarde como almuerzo y como cena a la vez, nos dejaban un plato de lagua, que consiste en una combinación de agua con harina
de maíz y a veces un pequeño trozo de “charqui” o carne seca salada. Casi todos los presos estaban en una situación de desnutrición. En esas condiciones fui puesto en libertad después de haber estado casi 10 meses en prisión; pero actualmente hay todavía unos doscientos presos en el campo de concentración de la isla de Coati”.
(Testimonio de un detenido).
El 2 de noviembre de 1972 en una nueva acción valiente, casi todos los detenidos fugaron de la isla de Coati, una vez que tomaron el campo de concentración. Con ayuda de lanchas motorizadas
y embarcaciones de los campesinos del lugar, consiguieron llegar a la población de Yunguyu, cercana al puesto fronterizo con Perú.
“En condiciones especiales conseguimos abalanzarnos sobre nuestros carceleros, dominándolos y haciéndonos de sus armas. Nuestra fuga fue difícil. El número era excesivo para las embarcaciones. Por ello se estableció un sistema de turnos a nado de quince en quince para que no se hundiera la lancha o los botes. Al llegar a la orilla peruana del lago Titicaca nos dispersamos y el trayecto final lo hicimos a pie”.
(Testimonio de un detenido fugado de la isla).
Este hecho, fue otra vez calificado por el gobierno como acción ayudada por el exterior. Sosteniendo que existía una red política que financiaba desde el extranjero. Nada resultaba más falso, pues los campesinos que colaboraron con sus botes, bien voluntariamente u obligados por las circunstancias, al retornar a su país fueron apresados y no contaron con proceso ni defensa alguna.
Esta fuga, motivó posteriormente el cierre de este campo de concentración. La valiente decisión de 73 detenidos, muchos de ellos con más de un año de encarcelamiento injusto, contribuyó a que en el país existiera un centro menos de reclusión inhumana.

EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE CHONCHOCORO

Este es el último campo de concentración abierto y que aún permanece como tal. Fue habilitado al poco tiempo del cierre de la isla de Coati, Chonchocoro es el nombre de una región cercana a la ciudad de La Paz; entre esta ciudad y la población de Viacha exactamente.
“Está a cinco Km. de Viacha, pero en un desvío, lo que significa internarse en pleno altiplano más de 10 Km. Chonchocoro, Viacha y La Paz forman un triángulo”
(Testimonio de Ricardo Raúl Cautín).
Ex-latifundio perteneciente a la familia Agramonte, cuya casa de hacienda sirve de centro carcelario y que por su condición estratégica les permite una mayor seguridad, pues se encuentra en una pampa lisa, con gran visibilidad y de difícil acceso terrestre al no existir camino, sino tan sólo un sendero de mal mantenimiento.
“El ministro del interior, Cnl. Mario Adett Zamora habilitó este lugar por ofrecer mayor garantía y ser un lugar estratégico de ametrallar fácilmente, y también porque favorece mayor visibilidad que otras regiones militares para la aviación, además de contar con los mercenarios del regimiento Tarapacá que constantemente hacen entrenamientos y simulacros de combate atemorizando de esta manera a la mayor parte de los habitantes de ese lugar; en el fondo no es más que una zona militar; por todo ello es un oasis en pleno altiplano, decimos eso porque Chonchocoro es una casa-hacienda alejada a muchos kilómetros a la redonda de otras casas.”
(Testimonio de un detenido).
A este sitio se proyecta trasladar actualmente el Panóptico Nacional que se encuentra en el centro de la ciudad de La Paz. Hoy es campo de concentración exclusivamente destinado a presos políticos.
“Es un penal nuevo, que se ha construido utilizando los planos de la casa de hacienda de los ex dueños. No tiene mingitorios, ni agua potable; el agua es un pozo artesiano. Las necesidades biológicas las hacíamos a campo descubierto en tres horarios preestablecidos. Por supuesto con la debida guardia armada hasta los dientes.”
(Testimonio de Ricardo Cautín Aramayo).
“Este centro esta vigilado las 24 horas del día con material bélico pesado y son controlados los reclusos desde las famosas “torres de control” con guardias rotativos, aparte de los agentes civiles de la DOP, cada uno se desplaza con metralletas livianas. A todos los compañeros que tuvieron la desgracia de estar en este centro les consta que en altas horas de la noche se acostumbra traer presos para ser interrogados en el patio posterior; generalmente ignorábamos de quien se trataba, ya que al día siguiente a la misma hora de la noche o madrugada eran llevados de retorno”.
(Testimonio de un detenido)
Al igual que en los anteriores centros de reclusión los traslados se hacen de noche o madrugada para evitar todo tipo de testigos ocasionales.
“A este centro son enviados miembros de trayectoria conocida, dirigentes sindicales, campesinos, mineros y universitarios. Su cuidado es tan hermético que los agentes de vigilancia tienen “carta blanca para matar” bajo el amparo del Ministerio del Interior. Esto por las experiencias pasadas”.
(Testimonio de un detenido).
Las condiciones de vida; alimentación, castigos u obligaciones son similares a otros centros:
“El desenvolvimiento diario del preso es levantarse a las 6 de la mañana, luego de estar formado por celda, se pasa lista y después de desayunar (sultana y pan) se nos obliga a trasladar piedras, limpiar arena o hacer adobes. Al mínimo descuido o una falta involuntaria, basta cualquier excusa, además que la policía introduce a sus propios provocadores, es castigada toda la celda apermanecer parados toda la noche. Chonchocoro, por estar en el altiplano tiene temperaturas muy bajas, incluso bajo cero en el invierno). Por la tarde a las 18 hrs. somos conducidos a nuestras celdas.”
(Testimonio de un detenido).
Paradójicamente Chonchocoro en la actualidad es la prisión de máxima seguridad donde cumple su condena a 30 años de prisión, sin derecho a indulto, el ex-dictador García Meza (cuando no alega enfermedad). Recordemos que fue el que dio continuidad a la dictadura de Banzer (que debió haberlo antecedido en la condena) y con el que estuvo asociado de manera comprobada.

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