Foto: Ese domingo, 27 de abril de 1969, las principales
autoridades de Gobierno se dieron modos para llegar a Cochabamba. El sucesor de
Barrientos, el Dr. Luis Adolfo Siles Salinas, ministros de Estado y el
Comandante de las FF.AA. Gral Alfredo Ovando Candia, portaban el ataúd con los
restos del malogrado Presidente. En es mismo instante comenzaron las
especulaciones. No fue accidente. Fue atentado. Nunca se supo.
Parecía un domingo más. Los Bolivianos disfrutaban del
descanso semanal. Muchos se aprestaban a asistir a las jornadas futbolisticas
después del almuerzo. De pronto, ese domingo, 27 de abril, deparaba, pasadas
las 14 horas, una noticia que paralizó a todos: ¡El Presidente Barrientos ha
muerto! ¡Su helicóptero se estrelló en Arque!
Y la avidez por conocer detalles de lo ocurrido. Y los
rostros desfigurados sin dar credibilidad a las informaciones radiales
provenientes desde Cochabamba.
Grupos de gente llorando desconsoladamente en las calles.
Los minutos que se transformaban en horas por falta de medios que difundan
desde el lugar de los hechos. Esa misma tarde-noche, el diario Los Tiempos
hacía circular una edición extra cuyo contenido lo difundimos textualmente a
continuación.
"El Presidente de la República, General de Fuerza Aérea
René Barrientos Ortuño, pereció hoy, en un trágico accidente de aviación, que
se produjo a las 13:30 horas. El Primer Mandatario volaba en el helicóptero de
las FF.AA. Nro. 602 e iba acompañado por su Edecán y el piloto, los mismos que
perecieron igualmente.
El General René Barrientos, luego de visitar la localidad de
Arque, partió a las 13:26 horas de dicha localidad, rumbo a Tacopaya, donde lo
esperaba una concentración campesina. El piloto del aparato, Carlos Estívariz,
quizá por falta de agudeza visual, al volar sobre el río Arque, a unos 60
metros de altura aproximadamente, chocó contra una serie de alambres
telefónicos que cruzaban dicho río, los mismos que un principio, lograron
soportar el impacto y "botaron" al helicóptero hacia atrás
produciendo su vuelco en el aire y la pérdida de su hélice, cayendo
estrepitosamente de costado al lecho del río. El impacto hizo estallar el
tanque de gasolina, provocando un incendio de cuyo resultado, solamente
quedaron cuerpos carbonizados y fierros retorcidos.
Los pobladores de Arque, que vieron felices partir el
aparato que conducía al General Barrientos quedaron atónitos viendo el
accidente. Corriendo se lanzaron al lugar del hecho fatal, a dos kilómetros de
Arque, más propiamente en la localidad de Mollini distante a su vez 117
kilómetros de esta ciudad. Nada se pudo hacer, las llamas que se alzaban hasta
8 metros de altura, impedían toda tentativa de rescate. Se tardaron quince minutos
en apagarla y entonces comenzó la serie de cuadros emotivos, que en cadena
conmovieron a toda la Nación.
El cuerpo del Primer Mandatario fue hallado sobre el de su
Edecán, mientras que el piloto casi en el mismo puesto de mando. Semi
carbonizados los tres, el primero en ser sacado del aparato fue el cuerpo del
General Barrientos, que estaba desnudo, con solamente algunos retazos de tela
que mostraban un color azul y blanco. Los ojos estaban Semi abiertos y la
lengua a medio salir, con un hilo de sangre que le marcaba el mentón. Gruesas
capas de piel totalmente carbonizadas colgaban y cubrían parcialmente sus
carnes.
Inmediatamente fue puesto en una camilla y conducido junto a
los cadáveres de sus acompañantes, que presentaban mutilaciones en las manos.
En la línea de ferrocarril, esperando el último viaje de esta ciudad.
Pese a la gravedad del accidente fácilmente se pudo
reconocer el rostro del General Barrientos que perdió totalmente el cuero
cabelludo, por efecto de las llamas.
La pose en que fueron encontrados los cadáveres hace
presumir que en vida trataron de hacer algo. Dedos encrespados, miembros
superiores en actitud de apronte, fueron el último testimonio de vida de tres
seres humanos que momentos antes tenían por rumbo la localidad de Tacopaya sin
sospechar que a dos kilómetros de Arque, se les esperaba la muerte.
Se presume también que el impacto del aparato con la tierra,
junto a la explosión del tanque de gasolina hicieron perder el conocimiento de
los tres ocupantes; lo cual sería indicio de que la muerte del Primer
Mandatario no fue instantánea. A ello, se suman las declaraciones de una
campesina, que fue testigo ocular que más cerca estuvo del trágico escenario.
Ella indica que del helicóptero, en los dos segundos que duró la caída, salían
gritos de angustia y desesperación.
CALLEJÓN HUMANO
Ciento diez y siete kilómetros separan Mollini de
Cochabamba. En todo el trayecto, un callejón humano se apostó en ambos lados de
la vía férrea para ver pasar a Barrientos en su último viaje. En Quillacollo,
la cantidad de gente que se reunió en la estación, no daba paso al vehículo.
Nadie sabía que el cuerpo de Barrientos fue trasladado anteriormente. Al llegar
a la Estación Central en esta ciudad, miles de personas esperaban al carril de
la prensa, el cual por la acción de la curiosidad se bamboleaba peligrosamente.
Extraído del libro: "LA HISTORIA DEL SIGLO XX EN
BOLIVIA". (Para: Historias de Bolivia)
Y un pueblo conmovido. Las demostraciones multitudinarias se
repitieron en La paz y Cochabamba para acompañar los restos mortales del
Presidente Barrientos. Especialmente los humildes y campesinos no tuvieron
consuelo. Era una más de las incontables visitas que Barrientos efectuaba a
poblaciones de la geografía Nacional todos los fines de semana. La de Arque fue
la última.
La rebaja de salarios y el Congelamiento de los mismos por
un año, fue una de las medidas más resistida por los trabajadores mineros.
Barrientos los escuchó, varias veces, y en todos los casos les pidió desechar
la prédica comunista y olvidarse de sus organizaciones sindicales
"conducidas por gente subvencionada por el comunismo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario