21 DE JULIO DE 1946; CUANDO EL PUEBLO SE CONVIRTIÓ EN BESTIA


Por: Dehymar Antezana – Periodista / Este artículo apareció publicado en el periódico La Patria de Oruro el 24 de Julio de 2011.

Bolivia ha tenido episodios muy negativos en su historia, uno de esos tantos capítulos nefastos fue lo ocurrido el 21 de julio de 1946. Ahí se observó cuando los intereses sosegaron la mente de un pueblo, que al calor del momento se convirtió en bestia para terminar con un gobierno, que si bien no era plagado de virtudes, logró plasmar objetivos que para esa época eran impensados.
Tan solo con 35 años de edad y apoyado por las logias militares de la época, el Tcnl. Gualberto Villarrroel López se hizo de la presidencia de Bolivia, tras derrocar a Enrique Peñaranda; podríamos afirmar con certeza y en un sentido muy popular, que el joven militar entró por la ventana y salió por ella.

EL INICIO

Villarroel empieza a escribir la historia desde que se enrola en el Ejército, cuando en 1925 ingresó al Colegio Militar. Su don por la carrera militar lo llevó a ser jefe en Villamontes, posteriormente, participó en la Guerra del Chaco (1932 – 1935) junto al Regimiento 8 de Infantería, que fue protagonista en la batalla de Cañada Strongest, Huirapitindi e Ibibobo. Asumió junto a los uniformados, defensa de Villamontes.
De capitán ascendió a mayor y posteriormente a teniente coronel, ya cuando estaba en ejercicio de facto presidencial.
Villarroel tenía su partido político, como era Razón de Patria (Radepa), que se alió con el Movimiento Nacionalismo Revolucionario (MNR) de Víctor Paz Estenssoro, fundado el 25 de enero de 1941, sin embargo, se reconoce como su fundación oficial el 2 de junio de 1942.
EL GOBIERNO
Simultáneamente al gobierno de Villarroel (1943 – 1946) se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial y Estados Unidos como siempre, entrometiéndose en la vida ajena de los países, negó su apoyo al gobierno de facto y por el contrario lo declaró "pro nazi" debido a las influencias de los ideólogos, Carlos Montenegro y Augusto Céspedes, quienes saldrían del MNR y del gobierno del militar.
Durante su gestión, Villarroel, aprobó la construcción del oleoducto Camiri – Cochabamba y la construcción de la primera refinería en Valle Hermoso de Cochabamba, que fue quizás uno de sus más grandes logros. Actualmente esa refinería lleva su nombre.
Convocó a una Asamblea Constituyente y pidió la aprobación de una nueva Constitución. Convocó a elecciones, ganó el MNR y en segundo lugar se quedó el Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR).
En 1944, Villarroel asumió la presidencia por aprobación del Congreso Nacional, disolviéndose la junta militar que había asumido el golpe de estado.
En su gobierno se reconoció el fuero sindical y el retiro voluntario con indemnización. 
Durante su gestión se creó la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (Fstmb), en un congreso realizado en Huanuni del 3 al 5 de junio de 1944.
Un año después, Villarroel aceptó reunirse con los indígenas, después que ellos promovieron el primer congreso indigenal, que estaba presidido por el "Rumisonko" (corazón de piedra) Francisco Chipana Ramos. Del congreso en el que participó Villarroel, se anuló el pongueaje, que era el servicio gratuito y obligatorio de trabajo del colono a favor del hacendado.
También se eliminó el mitanaje y cualquier sistema esclavista que estaba vigente en el país. Se autorizó que los campesinos puedan caminar por las calles de las ciudades, aspecto que era restringido hasta ese entonces.
Pero de nada serviría aquello, porque de todas maneras el pueblo se le volcaría encima para derrocarlo, con influencia de partidos políticos como el PIR, el Partido de la Unión Republicana Socialista (PURS) y porque no decirlo del MNR, que siempre tuvo en su mente la angurria por el poder.
Un hecho nefasto en el gobierno de Villarroel fueron los asesinatos de Chuspipata en 1944, debido a las ideas radicales de las logias militares que eran parte de Radepa. 
Cuatro dirigentes socialistas fueron asesinados y luego despeñados. Ellos fueron: Félix Capriles, Luis Calvo, Carlos Salinas Aramayo y Rubén Terrazas.
Esos asesinatos fueron el inicio del fin de Villarroel porque fue rechazada por la población boliviana.

LA MUERTE

Ahí prevaleció un viejo adagio, "el que la hace la paga" y fue precisamente el 21 de julio de 1946, cuando el pueblo se convirtió en bestia, ya que derrocó al gobierno ya constituido democráticamente.
El trabajo de conspiración fue preparado por el PIR y el PURS, el MNR estaba por detrás. 
Un primer intento de golpe fue frustrado en junio del mismo año. Pero, un mes después se azuzaron a las masas, apoyados por las reivindicaciones salariales de los ferroviarios, bancarios y constructores, pero sobre todo de maestros y estudiantes universitarios.
Días antes la dirigente del magisterio, Teresa Solari Ormachea fue junto al PIR, impulsora de reclamos en las calles. El 15 de julio, maestros, estudiantes universitarios y de colegios, llamaron a una huelga general indefinida en el país. 
El 20 de julio, Villarroel se deshizo del MNR porque notó verse traicionado y eligió un gabinete militar. El 21 de julio, la presión social creció sin precedentes y tomó la Plaza Murillo, Villarroel firmó su renuncia, pero no sirvió de nada porque en frente tenía una bestia.
Según se conoció, el militar se ocultó en una alacena del Palacio de Gobierno, pero pese a tratar de salvar su vida, fue encontrado por gente del PIR, quienes lo acribillaron a balazos.
No contentos con ello, botaron su cuerpo por la ventana de uno de los balcones del Palacio de Gobierno, por eso decíamos que Villarroel ingresó al poder por la venta y salió por ella.
Posteriormente, la turba enardecida tomó el cuerpo sin vida del ex mandatario y lo colgó en un poste de la Plaza Murillo. Los inhumanos pincharon el cadáver con agujas y yauris.
La misma suerte corrieron los colaboradores de Villarroel, entre ellos, su edecán Waldo Ballivián, su secretario privado, Luis Uría; el jefe de Tránsito, Max Toledo y dueño de un medio impreso, Roberto Hinojosa.
Muchos calificaron a Villarroel como un gran hombre, pero la historia nos revela que no lo fue. Por el contrario, fue un títere más de los intereses políticos y por ello, murió como murió.
No fue ni será el primer presidente de Bolivia, asesinado, ya que la historia nos mostrará más adelante que otros mandatarios corrieron la misma suerte de encontrar la muerte, pero, ninguno hasta ahora, como lo encontró el militar cochabambino, Gualberto Villarroel López.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Historia de Bolivia, José de Mesa, Teresa Gisbert y Carlos D. Mesa Gisbert
Presidentes de Bolivia "Entre urnas y fusiles", Carlos D. Mesa Gisbert

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