A pesar de todo, las elecciones se realizaron en ambiente de
absoluta calma. La Presidenta logró cumplir una de sus máximas aspiraciones,
presidir una elección pacífica y transparente. Volvió a ganar Hernán Siles con
507.173 votos (38.74%), el segundo lugar fue otra vez para Víctor Paz con
263.706 votos (20.15%) que perdió la mitad de los votos obtenidos en 1979 en
gran medida por la sombra del golpe de noviembre que muchos le atribuían.
Banzer logró 220.309 (16.83%), sin variantes en relación al 79, y Quiroga Santa
Cruz 113.959 (8.71%), casi el doble de 1979. La proyección del líder socialista
era excepcional y su crecimiento electoral superó toda expectativa.
Una vez más el Congreso tenía que decidir el ganador al no
haber obtenido ningún candidato mayoría absoluta. La realidad era, sin embargo,
dramática. El país entero sabía que el golpe de estado llegaría, lo único que
quedaba como interrogante era cuando. Los militares se jactaban de su poder y
de que interrumpirían el proceso en cualquier momento, lo hacían en privado y
en público. El gobierno estaba absolutamente inerme para evitar esa situación y
simplemente apostaba a durar lo más que le fuera posible. En esas condiciones,
el 17 de julio, 18 días después de las elecciones, se produjo el golpe de García
Meza.
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