Por: Mónica Oblitas / Los Tiempos, El Deber, El Potosí,
Correo del Sur / Este artículo fue tomado de su blog: monioblitas.blogspot.com
Inédito. Por primera vez Potosí define una acción concreta
para recuperar uno de los tesoros que salió de esas tierras rumbo a España,
pero que se hundió en el mar. Existen antecedentes que permiten a los potosinos
ser optimistas al respecto.
Cuenta la leyenda que el inca Huayna Capac, deseoso de
aumentar sus riquezas, dio orden a sus mineros para que comenzaran a trabajar
en el Sumaj Orcko, el cerro del que había escuchado guardaba grandes tesoros.
En el momento en que los vasallos clavaron las picotas en las venas de plata
del cerro, una voz estruendosa les dijo en quechua “No es para ustedes; Dios
reserva estas riquezas para los que vienen de más allá”. Antes de huir
aterrorizado, el Inca cambió el nombre del Sumaj Orcko y lo llamó Potojsi, que
significa “truena, hace explosión”. Años más tarde, luego de que el indio
Huallpa por simple casualidad encendiera una fogata en las laderas del cerro y
de éste brotara la plata, los que venían ‘de más allá’ invadieron esas tierras
y empezaron a explotar la riqueza del cerro convirtiendo a Potosí, a sólo dos
décadas de haberse descubierto la inmensa veta de plata, en una ciudad con más
habitantes que Madrid, París o Londres.
A partir de los datos encontrados en la Casa de la
Contratación, el historiador Earl J. Hamilton logra establecer que entre 1503 y
1660 llegaron a España alrededor de 185.000 kilos de oro y 16 millones de kilos
de plata, la mayoría extraídos del cerro Potosí. Sin embargo es imposible
calcular la inmensidad total del tesoro que nunca pudieron disfrutar los
habitantes originarios de estas tierras, quienes más bien tienen enterrados en
su tierra a ocho millones de cadáveres de indígenas obligados a trabajar en la
mita hasta la muerte.
De acuerdo a Edgar Valda, director de la Casa Nacional de
Moneda-Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, en los años siguientes
al descubrimiento y posesión del Cerro Rico, y casi simultáneamente a la
fundación de la ciudad de Potosí, el 1 de abril de 1545, la ruta inicial para
el trasladado del mineral extraído estaba marcada por el Norte, es decir por
Oruro, La Paz y Arequipa, de donde se conectaba a Lima.
Años después se vio por conveniente ir por tierra, llevando
las barras de plata a lomo de llama, hasta Arica y de ahí al Callao, el puerto
de Lima, capital virreinal, para luego continuar hasta Portobello y Panamá y
llegar a puertos españoles en la llamada “ruta de la plata”. También se sacaba
la plata potosina a través del puerto de Buenos Aires para acceder a otros
destinos en el Océano Atlántico.
El tesoro de Atocha
Las condiciones climatológicas, así como los asaltos de
filibusteros, hundieron muchos de esos galeones en distintos puntos de los
mares por los que se trasladaban las flotas de navíos. Y varios siglos después
son los modernos piratas los encargados de rescatar y comercializar esos
tesoros, algunos de los cuales son subastados en ingentes cantidades de dinero
a coleccionistas particulares. Entre estos hallazgos, uno de los más
importantes es sin duda el del galeón Nuestra Señora de Atocha, que naufragó en
1622 y que transportaba un tesoro valuado en 3.000 millones de dólares
trasladado en forma de lingotes y monedas de plata desde la Casa de la Moneda
en Potosí hasta Arica.
De acuerdo a los documentos con los que cuenta la Casa de
Moneda, el 4 de septiembre de 1622, la flota “Tierra Firme”, compuesta por 28
embarcaciones, partió de La Habana rumbo a España. Al atravesar el estrecho de
la Florida, las naves fueron presa de un huracán quedando ocho en el fondo del
mar, entre ellas Nuestra Señora de Atocha. El galeón fue encontrado en 1985 en
cercanías a las costa de Florida, en Estados Unidos por el norteamericano Mel
Fisher, quien después de 16 años de investigación pudo descubrir el tesoro
perdido que actualmente forma parte del museo de la fundación de Mel Fisher
Martime Heritage Society Museum, en el estado de Florida, EEUU.
Enterada de este hallazgo, hace varios años que la comuna
potosina está decidida a recuperar la riqueza que le pertenece. Para ello ha
establecido contacto con una consultora de abogados estadounidenses, la firma
Asesores y Consultores Empresariales de Santa Cruz (Udexin), con la que ha
firmado un convenio de intereses, muy beneficiosos para Potosí. Si se logra un
resultado favorable en la demanda que se ha iniciado para recuperar el tesoro,
los abogados cobrarán un porcentaje, caso contrario la comuna potosina no está
obligada a realizar ningún pago por los servicios. Así lo explica el
burgomaestre potosino René Joaquino, “ya con experiencia en el tema de contratos,
he firmado uno por resultados, está sujeto a que tengamos éxito, sino no habría
beneficio”, dice el Alcalde, quien resalta la buena voluntad de las autoridades
locales e historiadores. “La Casa de Moneda está certificando, es una suerte
que existan documentos de esa época”, dice un misterioso Joaquino, que habla
también de un as bajo la manga que mostrará cuando sea necesario.
La consultora ya ha comenzado a trabajar, y se están
ultimando toda la parte de las pruebas necesarias, “no queremos hacer una demanda
que a la primera tenga una respuesta negativa, tiene que ser una demanda
totalmente fundamentada y estamos trabajando en eso. Sé que vamos a tener
éxito, aunque nos lleve unos años”. El Alcalde ya tiene destinado el dinero que
asegura van a recuperar, “queremos convertir a Potosí en la joya de Bolivia, en
una ciudad histórica restaurada, revitalizada, que sea la muestra de Bolivia en
el tema de arquitectura colonial para convertirla en un icono del mundo.” Todos
los potosinos saben, por amarga experiencia, que la minería no es eterna y
quieren apostar al turismo como economía alterna. “El casco histórico de
Potosí, si bien no está intacto, puede recuperarse, esa es nuestra meta.
Consideramos que es justo que esta plata pueda también servir para transformar
la ciudad de Potosí” (la pobreza extrema en los departamentos de Potosí y
Chuquisaca afecta a más del 60 por ciento de su población (1).
Mientras, Edgar Valda asegura que por derecho propio se
tienen que encontrar alternativas para devolver al dueño verdadero lo
encontrado, “deberían hacerlo no como una presión o exigencia, sino como un
acto de justicia, de derecho y de honestidad a toda prueba”.
“En Potosí sólo quedaron vivos los fantasmas de la riqueza
muerta”, escribe Eduardo Galeano, en su libro Memorias del Fuego, y aunque una
parte del tesoro extraído de Potosí ya ha sido vendido en Europa, los potosinos
están decididos a recuperar lo que es suyo.
(1) Informe OPS, diciembre 2006.
Un fuerte galeón
La corona española hizo construir el galeón “Nuestra Señora
de Atocha” en La Habana en 1620 y tenía un peso de 550 toneladas.
Era una nave portentosa, de 112 pies de eslora, 34 pies de
manga y 4 pies de calado.
Tenía palos trinquetes y mayores con velas cuadras y un palo
de mesana con vela latina. Nuestra Señora de Atocha tenía el castillo de proa
alto, combés bajo y castillo de popa alto de un galeón típico de comienzos del
Siglo XVII.
Esta nave solamente había efectuado un viaje previo a España
durante el cual su palo mayor se quebró y tuvo que ser reemplazado.
Para el viaje de regreso a las Américas, en 1622, “Atocha”
llevaba un cargo digno de asombro, 24 toneladas de plata en 1038 lingotes,
180000 pesos en monedas de plata, 582 lingotes de cobre, 125 barras y discos de
oro, 350 cofres de índigo, 525 fardos de tabaco, 20 cañones de bronce y 1,200
libras de platería trabajada. (Diario El Potosí).
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