El Che adquiriendo un periódico frente a la Estación de
trenes de La Paz. Foto: Libro del Gral. Luis A. Reque Terán.
Por: Elisa Medrano Cruz / La Razón 7 de noviembre de 2016.
La guerrilla en Bolivia liderada por Ernesto Che Guevara
echó raíces en Ñancahuazú (Santa Cruz) un 7 de noviembre de 1966, tres días
después de que éste llegara al país. En esa fecha, el líder revolucionario
escribió en su diario: “Hoy comienza una nueva etapa. Por la noche llegamos a
la finca. El viaje fue bastante bueno...” Desde su arribo y mucho antes, cuando
vinieron sus colaboradores, sus acciones estuvieron al margen del Partido
Comunista de Bolivia (PCB), pues sus dirigentes no se enteraron de su presencia
sino hasta el final de los preparativos.
Precisamente por ello, según escribió el mítico guerrillero
en su diario, el encuentro con el máximo dirigente de los comunistas
bolivianos, Mario Monje, el 31 de diciembre de 1966, no pudo ser menos tensa,
de mutuo reclamo. La cita “fue cordial, pero tirante, flotaba en el ambiente la
pregunta ¿a qué vienes?”, había escrito el Che.
Monje sostuvo ese encuentro, tras entrevistarse con Fidel
Castro en La Habana (Cuba). “Aprovechó (esa reunión) para quejarse de que los
contactos cubanos en Bolivia estaban haciendo cosas por su cuenta y sin
coordinar con él”, recuerda Carlos Soria Galvarro, estudioso sobre la presencia
del Che en Bolivia, quien se remite a declaraciones del jefe de los comunistas
bolivianos. A sus reclamos, el líder cubano le pidió que se reúna con Che
Guevara en la frontera. Monje retornó al país el 22 de diciembre. Ya en
Bolivia, Roberto Coco Peredo le informó que el líder de la guerrilla quería
platicar con él, pero hasta ese momento no tenía certeza de que fuera el legendario
guerrillero y partió a Ñancahuazú.
Ya en la “casa de calamina”, el centro de operaciones del
grupo insurgente, según Monje, Che Guevara comenzó su intervención de la
siguiente manera: “Desde hace mucho quería hablar contigo. Pero antes que todo
debo decir ciertas palabras. Discúlpanos, Mario: te hemos engañado. Yo había
pedido a Fidel que hablara contigo. No tiene la culpa. La responsabilidad es
mía, él te planteó lo que yo quería, pero ambos teníamos el criterio de no
comunicarte ningún plan nuestro”.
Y es que meses antes de esos encuentros, Castro le había
pedido a Monje colaboración para que un revolucionario pase por Bolivia y que
para ello disponga de cuatro militantes. Y, según Soria, el PCB prestó su
colaboración porque ya lo había hecho en 1963 y 1965, con Argentina y Perú,
respectivamente.
El historiador Gustavo Rodríguez Ostria, actual embajador de
Bolivia en Perú, en un artículo que escribió para la revista Lucha Armada, de
Argentina, asegura que el máximo dirigente del PCB “aceptó a regañadientes” esa
solicitud. “Lícitamente supuso que se trataba de una repetición similar a la de
1963, cuando contribuyeron a organizar desde territorio boliviano la guerrilla
de Jorge Masetti (Argentina). Castro no le suministró ningún otro detalle. No
mencionó al Che y menos todavía que el teatro de operaciones sería Bolivia”.
Marcos Domich, fundador del Partido Comunista y miembro de
su Comité Central en aquella época, rememora que fue el secretariado político
el que nombró a esos “cuatro camaradas”. “Siempre se tuvo la idea que no se trataba
algo que concernía a Bolivia”, reconoció a este medio.
Los designados para esa tarea fueron: Jorge Vásquez Viaña
(Loro), Coco Peredo, Luis Méndez (Ñato) y Rodolfo Saldaña, quienes habían
retornado al país luego de entrenarse en Cuba, precisamente.
Desde los preparativos de la guerrilla, Che Guevara veía en
el PCB “la posibilidad de apoyo, de reclutar personas”, pero no una base de la
lucha porque no era partidario de hacer compromisos políticos, dice Soria. Fue
así que el mítico líder de la guerrilla comenzó su campaña sin contar con
fuerzas políticas ni sindicales. ¿Por qué lo hizo? ¿fue un error?
Soria responde que Che Guevara manejaba el esquema de que
podía funcionar en Bolivia lo que han hecho en Cuba: “esa es la concepción
foquista, que un pequeño motor puede encender otros y desencadenar una acción
generalizada, pero ese pequeño motor nunca llegó a establecerse, a
consolidarse”.
Su idea era constituir un foco de irradiación continental a
partir de la conformación de la guerrilla rural. No obstante, esa visión no era
compartida por el PCB, que planteaba la insurrección de las masas en las
ciudades y que la lucha guerrillera solo se la iniciaría si la acción en las
urbes era derrotada o detenida.
Rodríguez asevera que el PCB no era foquista, sino obrerista
y electoralista y que gustaba mencionar entre sus planes la lucha armada. “Su
proyecto de toma del poder, si alguna vez habría de realizarlo, se nutriría del
modelo del asalto del Palacio de Invierno en octubre de 1917 por los bolcheviques.
Pero también esgrimiría la memoria de la revuelta popular en las calles de La
Paz del 9 al 11 de abril de 1952. El proletariado urbano y minero boliviano,
entre los cuales el PCB contaba con varios militantes, había acumulado
experiencia de combate callejero, una regular cantidad de armamento y ánimo
para salir a disputar la posesión de las ciudades. Monje se lo dijo, pero el
Che pareció no valorar ni (re)conocer esta trayectoria histórica”.
Y así también lo asevera Domich, quien explica que el método
y la forma que planteaba Che Guevara para la toma del poder, a partir del
accionar de la guerrilla en el ámbito rural, era errónea. “El camino de Bolivia
para la toma del poder era fundamentalmente el método insurreccional en las
ciudades y en las minas, que es en lo que discrepábamos fundamentalmente con
Che”. Entonces, según dijo, el Partido Comunista consideró que cualquier
revolución iba a fracasar si es que no había esa conexión con las masas.
LIDERAZGO. Por ello, en el PCB también creían que la lucha
en Bolivia debía ser liderada por los comunistas bolivianos. Y así lo planteó
Monje a Che Guevara en la reunión que sostuvo con él y en la que planteó tres
puntos, que el líder de la guerrilla resumió en su diario. El primero, que
renunciaría a ese partido, y que lograría neutralidad y se extraerían cuadros
para la lucha, a lo que Che Guevara le dijo que lo dejaba a su criterio. El
segundo punto se refería a que la dirección político-militar de la lucha le
correspondería a Monje, mientras la revolución tuviera ámbito boliviano. La
respuesta del Che fue que no podía aceptarlo, “de ninguna manera. El jefe
militar sería yo y no aceptaba ambigüedades en esto”. En el tercer punto, que
se refería a que Monje manejaría la relación con otros partidos sudamericanos;
el líder de la guerrilla respondió que no tenía mayores inconvenientes.
A raíz de la negativa a los principales planteamientos de
Monje, el PCB decidió enviar una carta a Castro, que está fechada el 11 de
enero de 1967, un día después de que el representante de los comunistas había
rendido un informe sobre su conversación con el líder de la insurgencia. Solo
hasta ese entonces, recuerda Domich, los comunistas se enteraron que Che
Guevara comandaba la guerrilla en Bolivia.
La misiva fue entregada personalmente por los dirigentes
Simón Reyes y Jorge Kolle. En ella reiteraron que el Partido Comunista
contribuiría con cuadros y organizadores; también se planteó internacionalizar
la lucha con la reunión de los frentes obreros y comunistas, y reiteraron que
la revolución en Bolivia y la lucha armada deberían ser planificadas y
dirigidas por bolivianos, y consideró que este último punto era “fundamental,
decisivo para el éxito de la lucha armada en nuestro país”.
Castro y ambos enviados acordaron una reunión de
conciliación con Che Guevara. El 14 de febrero, éste escribió en su diario que
se trataba de una nueva “ofensiva conciliadora”. Además decía que en la reunión
con Fidel, Kolle había manifestado “que no se le había informado de la magnitud
continental de la tarea, que en ese caso estarían dispuestos a colaborar en un
plano cuyas características pidieron discutir conmigo”.
Según el texto El Che en Bolivia, volumen 4, de Soria,
“dicho encuentro no llegó a efectuarse debido al inicio de las acciones
guerrilleras el 23 de marzo y la falta posterior de contactos”. A los pocos
días de estallado el conflicto armado, con las firmas de Monje, Kolle y Reyes,
el PCB emitió una declaración pública de apoyo a la guerrilla. “El Gobierno
declaró fuera de ley al Partido Comunista, silenció su prensa e intensificó la
persecución de sus dirigentes a raíz de ese pronunciamiento…”
Si bien desde el inicio, el PCB y la guerrilla que comandaba
Che Guevara tenían desencuentros, cabe la pregunta. ¿Hasta qué punto el Partido
Comunista, como se le endilgó reiteradamente, fue el “judas de la revolución” y
por qué se lo responsabiliza del fracaso de la insurgencia?
“Es muy fácil encontrar cadáveres de turno cuando fracasa
una cosa”, manifiesta Soria. Rodríguez complementa que nada permite afirmar que
el Partido Comunista “estuviera comprometido en apoyarlo (refiriéndose a Che
Guevara) y menos integrar sus filas. Mal podían los comunistas aceptar un papel
en una obra, con un libreto y un tablado que desconocían”. Y, según dice, el
Che habría tomado una decisión con base en información que magnificaba la
posible contribución del PCB, sin que éste estuviera realmente comprometido.
Domich, entretanto, asevera que desde el inicio de la
revolución se quedó claramente establecido que había una diferencia de fondo,
es decir, la idea foquista respecto al de las masas, pero que a pesar de ello
dice que se prestó colaboración y que no se impidió el traslado de más hombres
a la selva, porque, en realidad, el problema era el acceso difícil. Con esto
último coincide Soria.
“La historia nos ha dado la razón”, enfatizó Domich a Animal
Político, a 50 años de iniciada la guerrilla, respecto a que fue errónea la
visión de constituir un foco en Bolivia.
CRÍTICA. En el prólogo del Diario del Che, Fidel Castro
fustigó el accionar de Monje, quien “esgrimiendo el título de Secretario del
Partido Comunista de Bolivia pretendió discutirle al Che la jefatura política y
militar del movimiento (...) sin tener ninguna experiencia guerrillera”, ni
haber “librado jamás un combate”.En su criterio, con el accionar de Che Guevara
en Bolivia, el dirigente comunista boliviano había tenido “la posibilidad de
contar para la definitiva liberación de su pueblo con la cooperación del
talento político organizador y militar de un verdadero titán revolucionario”.
Y consideró que Bolivia, al no tener una salida al mar,
necesitaba “más que ningún otro país, para su propia liberación, sin tener que
exponerse a un atroz bloqueo, del triunfo revolucionario de los vecinos”.
Según Soria, de haber prosperado la integración
revolucionaria en el Continente, eso le hubiera permitido a Bolivia consolidar
un acceso al mar, siempre y cuando en Perú y Chile hubieran prosperado
gobiernos fruto de una revolución.
Guerrilleros pensaban luchar unos 10 años
El grupo de guerrilleros que acompañaba a Ernesto Che
Guevara en la conformación de un grupo revolucionario en Ñancahuazú (Santa
Cruz) pensaba que su lucha iba a durar “cinco o diez años”, y que, a pesar de
las bajas que se reportarían, iban a salir triunfantes.
Así lo relató el periodista inglés George A. Roth, el único
que se contactó con la guerrilla en abril de 1967, y que narró ese episodio en
una nota que fue publicada en noviembre de ese mismo año por la Revista Clarín
Internacional, que se editaba en La Paz. Ese documento fue facilitado a este
diario por Carlos Soria Galvarro, estudioso sobre la presencia del Che en
Bolivia.
“Aprendemos a luchar en el monte y las emboscadas. Quizá la
lucha dure cinco o diez años y quede un 5% o menos de entre los que estamos
aquí ahora, pero vamos a triunfar. No hay otra solución. Aunque los americanos
manden miles de hombres aquí, vamos a ganar (...) todos aquí estamos decididos
a vencer o morir, ni nos importa morir, porque el que muere por la libertad no
muere”. Ese relato, según Roth, aconteció el 18 de abril de 1967 y corresponde
a Luis, un combatiente que lo custodió en la selva oriental. Llegó al lugar
guiado por unos indígenas de la zona.
Su presencia quedó registrada en el Diario de Che Guevara.
En el texto publicado por Soria Galvarro se lee: “A las 13.00 la posta nos
trajo un presente griego: un periodista inglés de apellido Roth que venía,
traído por unos niños de Lagunilla, tras nuestras huellas. Los documentos
estaban en regla pero había cosas sospechosas...”, 19 de abril. tras dar con
los combatientes, el periodista fue arrestado y contó que los guerrilleros
estaban armados con carabinas M-I. Lo interrogó Inti Peredo. “Inti repitió que
mi situación era grave, explicando que la guerrilla en ese momento ‘es un
embrión, que el menor descuido puede ser fatal...’
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