Foto: Castro y Padilla. // Por: Mónica Aramayo Quinteros –
Periodista. - Este artículo fue publicado en el periódico La Patria el 1 de
noviembre de 2012.
Hace 406 años, el miércoles 1 de Noviembre de 1606, se dio
nacimiento a la Villa de San Felipe de Austria cuando el Lic. Manuel de Castro
y Padilla, oidor de la Real Audiencia de La Plata, con la bendición del vicario
Martín Abbad Usúnsulo y enarbolando el estandarte damasco carmesí con las armas
reales, en una ramada en la plaza y luego de cantar el himno de Veni Sancte
Spiritus, marcó un hecho histórico en las calles de lo que ahora se conoce como
Oruro.
Consta en el acta de fundación de la Villa de San Felipe de
Austria, labrada por el escribano Bartolomé Pérez de Larrea que acabada la
bendición, Manuel de Castro y Padilla enarboló el estandarte en tres ocasiones
diciendo en cada una de ellas: "La muy noble y leal Villa de San Felipe de
Austria, por el Rey Don Felipe, Nuestro Señor y por sus sucesores en la Corona
de la Castilla y León y el Perú…Que Dios guarde muchos años…"
Según una fracción de la historia narrada por Alberto Crespo
Rodas, bajo el título: "Fundación de la Villa y Asiento de Minas
Oruro", del libro "Oruro visto por cronistas extranjeros y autores
nacionales siglos XVI al XXI; Manuel de Castro y Padilla llegó a ésta región
los últimos días de julio de 1606, y "muy cautelosamente empleo tres meses
en verificar lo que ya todo el mundo sabía en el Perú. Nombró veedores y
personas prácticas en el conocimiento de los metales y de satisfacción y
confianza", quienes visitaron minas y realizaron pruebas para comprobar la
calidad de la riqueza de las vetas argentíferas y de otros minerales.
En la historia rescatada por Ángel Torres Sejas en su obra
"Oruro en su historia", refiere que la finalidad o justificación para
la fundación de la villa en el asiento de minas de San Miguel de Oruro, fue
económica con la mirada puesta en la extracción, tratamiento y exportación de
metales nobles para beneficio de la Corona con quintales y diezmos.
Los principales yacimientos de plata estaban ubicados en
cuatro cerros conocidos como: Pie de Gallo, La Flamenca, San Miguel (La
Colorada) y San Cristóbal y las vetas eran bautizadas con nombres de santos y
santas.
Torres Sejas, en su obra agrega que trabajadores de otras
minas, como Pacajes, Sicasica, Salinas de Garci Mendoza, Berenguela e incluso
desde Potosí, atraídos por la buena paga y mejor trato, se trasladaban hasta
Oruro.
La propaganda para fundación de la nueva villa se hizo más
fuerte a partir del 29 de octubre de 1606 y uno de los pregoneros fue el negro
Agustín de Castilla aunque los preparativos ya se conocían desde meses antes.
Los dueños de minas y vecinos impactados por la fundación mandaron a traer
desde el Perú rasos y terciopelos de Potosí, confituras y licores de La Plata,
además de las más frescas verduras y frutas desde La Paz y Cochabamba.
El día de la fundación fue una jornada de fiesta, las casas
adornadas y en frente de la iglesia se armaron arcos y se inundó el espacio con
flores. Este acto se convirtió en una fiesta; todo fue alegría y el pueblo
enarboló por primera vez el estandarte carmesí en señal de júbilo y por la
fundación de la nueva villa.
Al día de fundación sucedieron ocho jornadas de algarabía,
los acaudalados degustando licores finos y el pueblo con vino de batalla donado
por los potentados. Había música para todos los gustos, espectáculos del palo
encebado, corrida de toros, serenatas, juegos de luces en las noches,
presentaciones de teatro y cuanta manifestación de júbilo podían manifestar los
habitantes de la villa.
DEFENDER EL ESTANDARTE HASTA MORIR
Cumplida su misión el fundador Castro y Padilla, el mes de
diciembre, un poco antes de la Navidad retornó a la sede de sus funciones en la
Villa de La Plata. Antes de partir encargó al alférez real la custodia del
estandarte que defendería hasta morir y no podría entregarlo si no era a su
sucesor.
Alberto Crespo narra también que la primera vez que el
blasón sería sacado a la calle, y llevado solemnemente a la iglesia mayor, en
una ceremonia de agradecimiento a los poderes divinos que permitieron que
"en un tiempo tan calamitoso se haya descubierto una tan gran
riqueza", sería el día de San Felipe, patrono de la villa.
"DAMERO"
Los antecedentes sobre los habitantes y su distribución en
la geografía del lugar, calificada en los informes de los expertos que llegaron
antes de la fundación, cómo la ciudad de carácter desértico con grandes
arenales y dunas movibles, refiere que estaba habitada por 50 españoles
casados, con familias y más de 1.000 indios, donde además hasta 1605 existían
150 casas.
Calificaron de ventajosa la ubicación de las viviendas, en
relación a la desventaja del clima con vientos predominantes, pero la semiluna de
cerros protegía el caserío.
Algo que se atribuye al fundador, es haber dejado la villa
con edificaciones, casas e iglesias conforme al diseño de Pedro Maleto y Álvaro
de Moya, como ciudad ordenada, sin calles retorcidas, ni recovecos. Los planos
antiguos y en cierta medida los actuales permiten verificar los manzanos
cuadriculados y la plaza principal al centro. Para el logro de éste fin, en
cumplimiento de ordenanzas se mandó a demoler casas que no se ajustaban a la
norma, al "orden y compás".
RANCHERÍA
Dentro la distribución también se destinó un espacio para el
"barrio indígena", lo que se denominó como la "Ranchería",
según describe José De Mesa y Teresa Gisbert, al hablar del "Origen de una
Villa Minera", que fue creado en torno a la plaza y la iglesia que tenía
por titular a San Miguel y quizá fue el sitio del primitivo asiento. Se
denominó como "San Miguel de la Ranchería" lugar en el que sólo
podían vivir los indios útiles en las minas.
El plano atribuible a la época de la fundación refiere un
cuadrilátero de siete por ocho manzanos, a las que se adscribe al Norte el
barrio de indios o lo que se conocía como la Ranchería.
De la plaza principal, ahora 10 de Febrero, se indica que es
difícil reconstruir su aspecto original, "pues Oruro es una de las
ciudades que más ha sido desfigurada por el correr del tiempo y el falso
sentido de progreso". El último "recorte sufrido" ocurrió en la
década del ochenta durante la administración del burgomaestre Riynaldo Vásquez
Sempértegui, militar con rango de coronel que instruyó que se alinee la acera
al borde los árboles y se coloque en la plaza de armas y las calles adyacentes
del centro de la ciudad, en todas las aceras, mosaicos de colores rojo y
amarillo para darle supuestamente mayor prestancia y vistosidad, destrozando la
estructura de cemento de las aceras que tenían larga data. En la sátira
popular, entonces se mencionaba que la "nueva plaza" debía
denominarse 5 de febrero, y ya no 10 de Febrero, por el recorte que sufrió,
para dar espacio al estacionamiento de automotores, después de haber sido una
de las plazas más importantes del país.
-----------------------
Links relacionados:
No hay comentarios:
Publicar un comentario